Argentina: La lucha continúa
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A los chicos hay que cuidarlos, no matarlos
Adolfo Pérez Esquivel
Las palabras que encabezan esta nota son del Padre Carlitos Cajade, sacerdote
fallecido que dedicó su vida a los chicos y promotor, junto a Alberto Morlaqueti,
de los "Chicos del Pueblo", que vienen movilizando y reiterando sus derechos y
reclamando que el "Hambre es un crimen". Esa es la inseguridad que viven muchos
chicos y hogares argentinos. En estos días donde volvió a aparecer una coalición
de derecha montada en el reclamo por seguridad, es necesario ampliar el debate
sobre que entendemos por seguridad.
Cuando pasamos cerca de un niño que a altas horas de la noche está en la calle,
revolviendo los tachos de basura, buscando algo para comer, y su familia recoge
cartones para vender y poder vivir; cuando vemos a chicos que viven en la calle,
duermen en las estaciones de trenes o donde los encuentra el cansancio y la
noche, cabe preguntarnos por su seguridad en una sociedad que los reprime y
margina por ser pobres.
¿Qué le ocurrirá a un niño que vive el desamparo, la represión y la marginalidad
social, la inseguridad de vida, que sufre la explotación, las violaciones y ese
maldito "paco" y las drogas que los mata en seis meses? Hay que combatir a los
traficantes de la muerte que está destruyendo a los jóvenes con las drogas en
todos los niveles sociales, no sólo a los pobres. La pobreza no es un delito,
nace de la injusticia social y la falta de redistribución de la riqueza.
Las políticas neoliberales con sus secuelas de ajustes, desindustrialización,
precarización del empleo, desocupación, conformación de un estado "hood robin",
que garantiza la transferencia creciente de ingresos de los pobres a los ricos,
así como el desmantelamiento de políticas sociales integradoras que procuraban
la justicia social, por otras focalizadas, selectivas y clientelistas de
contención del conflicto social crearon un proceso de fragmentación y exclusión
social. En ese contexto de anomia y desintegración de la sociedad aparecieron y
crecieron diversos comportamientos delictivos principalmente en jóvenes
excluidos totalmente de toda posibilidad de empleo digno y educación. El
narcotráfico empezó a ocupar los espacios donde el Estado se retiraba,
imponiendo sus propias reglas de terror en los territorios donde actúa.
Los chicos que mueren de hambre y enfermedades evitables y aquellos que mueren
bajo las balas de delincuentes y del gatillo fácil policial revelan la
continuidad de las políticas de exclusión y control social para mantener el
actual modelo de concentración económica y saqueo. Aún quedan los resabios de la
dictadura militar, de la policía del gatillo fácil, de las torturas en cárceles
y comisarías. Frecuentemente aparece la percepción de que la policía más que
combatir el delito, administra su tasa de ganancia. Basta ver las implicaciones
reiteradas directas e indirectas de personal de seguridad en diversas
actividades delictivas.
Por eso, cuando aparecen los reclamos para otorgar mayores atribuciones de poder
a la policía se refuerzan estos comportamientos de "autogestión" de ingresos y
se legitima la continuidad del gatillo fácil. El pueblo debe preguntarse de qué
seguridad hablamos.
Un antiguo proverbio Zen dice: "El loco corre al Este y su guardián corre al
Este; ambos corren al Este pero con intenciones diferentes".
Podríamos aplicarlo a las últimas manifestaciones por el tema de la seguridad.
La convocatoria de Blumberg, convocó a personas principalmente de la clase media
alta que priorizan en sus reclamos los problemas de seguridad ante hechos
sociales delictivos. Así también familias que han sido víctimas y viven el dolor
por la pérdida de un ser querido, a las cuales acompañamos y nos solidarizamos,
para que ese drama no vuelva a ocurrir a ningún ser humano.
Sin embargo, a diferencia de las manifestaciones anteriores en esta ocasión la
convocatoria canalizó con mayor claridad la coalición política y social que
acompaña al ingeniero. Los militares procesistas que reivindican la dictadura
terrorista, retirados y otros en actividad, con ropa de civil, los políticos de
la mano dura Patti, Ruckauf, los propagandistas del establishment Neustadt y
Grondona, la guardia pretoriana de Blumberg integrada por los "sin gorra",
policías sancionados por diversos delitos y separados de la fuerza por el
Ministro de Seguridad de la Provincia de Bs. As. Dr. León Arslanian.
También sectores ultramontanos de la Iglesia católica que añoran la alianza de
la cruz y la espada, así como de políticos como Macri y Lopez Murphy exponentes
del neoliberalismo que aspiran a canalizar los votos del miedo para beneficio de
los "mercados". Son los que presentaron la concentración en Plaza de Mayo como
un "triunfo contra el gobierno".
Como si esto fuera poco el dirigente piquetero Castells terminó por legitimar
"¿por izquierda?" esta armada brancaleone.
Que esta derecha se exprese no sería preocupante, sino fuera por el sostén que
brinda al despliegue de diversas formas de control social y represión sobre los
más pobres. Entre sus propuestas Blumberg insiste en bajar la edad de
imputabilidad de los menores para penalizarlos y encerrarlos en institutos y
cárceles. Más del 80% de los menores internos no es por delincuencia, es por
pobreza, por exclusión social, por ser víctimas de una sociedad injusta. Las
cárceles son depósitos humanos, no centros de capacitación y rehabilitación. La
mayoría de los presos son jóvenes.
La promocionada contramarcha encabezada por Luis D´Elia, vaciló hasta último
momento en concretar una iniciativa cuyo objetivo de enfrentar la propuesta de
mano dura apareció tamizada por la disputa electoral y la defensa del gobierno
de Kirchner. Dicho dirigente aprovechó la convocatoria que el "Colectivo
Cuidemos a nuestros Pibes" realizó en el Obelisco, a la cual personalmente y
como Serpaj nos sumamos. Quiero destacar que la información periodística no fue
correcta, nunca D’Elia se comunicó conmigo o con la Coalición. No se coordinó
conjuntamente ningún acto.
Si bien considero que todas las fuerzas populares debemos estar alerta frente a
las amenazas de esta derecha para asegurar mayor represión social, resulta
lamentable que fuerzas políticas populares en este caso vinculadas al
oficialismo no generen sus propias iniciativas y tengan que legitimarse y
excusar sus acciones en las iniciativas del movimiento social. Ya hemos visto en
diversas ocasiones intentos de aparatear iniciativas populares. Hay que señalar
que la lucha por los derechos de la persona y de los pueblos presenta múltiples
expresiones que lejos de debilitar fortalecen al campo popular, por eso
defendemos la autonomía de cada sector y no aceptamos, ni aceptaremos
aparateadas, ni la manipulación de nadie.
La iniciativa de la concentración en el Obelisco fue organizado por HIJOS, y
grupos que trabajan con minoridad, bajo la Coalición "Cuidemos a nuestros
Pibes".Son jóvenes con mucho coraje, decisión y humildad que quisieron
expresarse en defensa de los pibes y en contra de quienes tratan de imponer
políticas represivas. No pidieron palco, sonido, ni dinero; sólo pidieron a un
amigo que prestó su coche y pusieron en el techo dos parlantes y un micrófono,
eso bastaba para hacer escuchar su voz y decir "Si a la Vida, no a la
represión". El documento leído no salió prácticamente en ningún medio.
En el Obelisco con la Coalición, salimos a defender a los chicos para que no los
penalicen por ser pobres y rechazar políticas autoritarias, así como para evitar
que los legisladores oficialistas que actuaron como conejos asustados, al votar
el endurecimiento de penas presionados por Blumberg, vuelvan a repetir dicho
comportamiento.
Hoy el Ministro de la Corte Suprema de Justicia, el Dr. Raúl Zafaroni, señala
que esas medidas impulsadas por Blumberg y aceptadas por el Parlamento son
inconstitucionales y que hay que anularlas. ¿Tendrán los legisladores de los
partidos populares el coraje y conciencia crítica para no ceder ante esta nueva
ofensiva de la derecha? En la concentración en el Obelisco participaron las
Madres del Dolor, AVISE y familiares que perdieron a sus hijos por delincuentes
y por la policía del gatillo fácil, que saben que esos asesinos están en
libertad y gozan de impunidad; que luchan por la memoria de sus hijos y reclaman
el derecho de Verdad y Justicia.
Las políticas sociales vigentes, así como las de seguridad no son suficientes en
un país que fue saqueado y violentado. La violencia es estructural y esto no se
resuelve con paliativos de planes, bolsones o tickets de comida, ni tampoco con
medidas represivas.
Reclamamos al gobierno que avance en una urgente redistribución de ingresos y de
creación de empleo genuino. Todavía se mantiene en pie las bases del modelo
neoliberal y en algunos casos se profundiza con propuestas privatistas como con
la actual reforma a la ley de hidrocarburos que favorece los subsidios a las
petroleras y se deja que las mismas continúen llevándose la renta petrolera que
podría aplicarse para el desarrollo nacional. ¿Cómo es posible que todavía no se
haya aprobado la expropiación de fábricas recuperadas por sus trabajadores y la
constitución de fondos de inversión para la reconversión productiva de estas
empresas? A pesar de este triste panorama, existen muchas organizaciones
sociales comprometidas en desarrollar alternativas, que aunque parciales
demuestran que se puede avanzar políticas de integración social y de
participación popular.
Hablo desde las prácticas y la realidad concreta, el Servicio Paz y Justicia
lleva muchos años de trabajo con minoridad en riesgo social; el Equipo Buenos
Aires tiene el programa "Okupakalle", con guardia las 24 horas del día, con
abogados, trabajadores sociales, sicólogos; coordinando con otras organizaciones
y redes que trabajan con minoridad en riesgo social.
Otra área de trabajo son las "Aldeas Jóvenes para la Paz", centros educativos de
formación profesional, principalmente con jóvenes raleados del sistema
educativo, con quienes procuramos una toma de conciencia crítica de su realidad
y de un sentido de vida y esperanza. Muchas otras organizaciones asumen su
compromiso social con los chicos todos los días; los comedores barriales y las
redes que trabajan con minoridad. La mejor lucha contra las redes del delito es
desarrollar la organización popular en cada territorio. Volver a encontrarse con
el vecino en la vereda, como antes, pero incorporando nuevos desafíos: controlar
el accionar policial, asegurar los recorridos de los vecinos, mejorar la
comunicación para intervenir en situaciones críticas y prepararse para una
autodefensa pacífica.
Resulta urgente y central avanzar en políticas culturales, de salud, educativas
y de empleo para los jóvenes pobres. Precisamos políticas de integración y no
discursos que victimicen a los pobres. Como decía Carlitos Cajade. "Hay que
cuidar a los chicos, no matarlos".