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Histórica condena a Etchecolatz por genocidio
El represor fue condenado hoy a reclusión perpetua, a cumplir en una
cárcel común, por su responsabilidad en los "delitos de lesa humanidad cometidos
en el marco de un genocidio". Es la primera vez que se reconoce jurídicamente
esta figura en el texto resolutivo de una sentencia. Así, se sentó un precedente
fundamental para todas las causas por los crímenes de la dictadura.
Vanina Wiman
para Justicia Ya en La Plata)
LA PLATA (19-09-06) - Por primera vez, la justicia reconoció
jurídicamente el genocidio implementado por la última dictadura en Argentina, al
condenar por unanimidad al represor Miguel Osvaldo Etchecolatz a reclusión
perpetua por su responsabilidad en "delitos de lesa humanidad cometidos en el
marco de un genocidio". Tal como habían solicitado las querellas, el Tribunal
Oral Nº 1 reconoció que los secuestros, torturas y homicidios perpetrados por
Etchecolatz fueron cometidos como parte de un plan sistemático de exterminio
implementado por el Terrorismo de Estado. Este fallo sienta un precedente que
podría cambiar el rumbo de todas las causas sobre los crímenes de la dictadura.
Con una sala colmada de público y cientos de personas que quedaron fuera del
recinto, el presidente del Tribunal, Carlos Rozanski, dio lectura al veredicto
del juicio oral contra el ex Director de Investigaciones de la Policía
provincial, Miguel Osvaldo Etchecolatz. Por unanimidad, los jueces condenaron al
represor a prisión perpetua, por su responsabilidad en privaciones ilegales de
la libertad, torturas y homicidios, pero enmarcándolos expresamente bajo la
figura del genocidio, tal como habían solicitado ayer los querellantes en sus
alegatos. Además, el Tribunal resolvió que Etchecolatz cumpla su condena en una
cárcel común: el penal de Marcos Paz, en donde está detenido desde que perdió el
beneficio del arresto domiciliario a comienzos de este juicio, en junio pasado.
Se trata de una condena histórica: es la primera vez que un Tribunal incluye la
figura del genocidio en la parte resolutiva de una sentencia. Es decir, que es
el primer reconocimiento jurídico concreto de que en Argentina se perpetró un
genocidio durante la última dictadura cívico-militar. Esto sienta un precedente
que seguramente afectará la instrucción de todas las causas abiertas —y por
abrir— sobre los delitos cometidos durante el terrorismo de Estado. A partir de
ahora, existe un antecedente que podría permitir que otros cientos de represores
de toda jerarquía sean indagados, procesados y condenados por este delito. Es el
primer paso para superar los procesos judiciales contra imputados aislados y por
hechos fragmentarios, y para avanzar en juicios unificados, que reconozcan el
carácter coordinado y sistemático de la represión ilegal.
La larga espera
Desde la mañana de hoy, la sala de audiencias —en el Palacio Municipal, en 12
entre 51 y 53— estuvo repleta. Poco antes de las 12, la defensa del genocida
Etchecolatz formuló su alegato, en una extensa exposición que duró hasta cerca
de las 4. Fuera del edificio, comenzaban a llegar organizaciones sociales,
estudiantiles, gremiales y políticas que mantuvieron una vigilia de varias horas
a la espera del veredicto, que finalmente fue anunciado para las 19.30.
A esa hora, las puertas de la Municipalidad todavía permanecían cerradas, y el
público se impacientó. Finalmente, se dio prioridad para entrar a las víctimas,
testigos y familiares —la prensa terminó ingresando por otro sector—, y el resto
de las personas que contaban con acreditación fue entrando con cuentagotas. Gran
parte de los presentes quedó fuera del edificio, y tuvo que seguir el desenlace
del juicio desde la explanada del Palacio Municipal.
Dentro de la sala, la expectativa crecía. Cerca de las 20.30, el juez Rozanski
comenzó con la lectura del veredicto: "Este Tribunal resuelve condenar a Miguel
Osvaldo Etchecolatz a la pena de reclusión perpetua…". En ese momento, estalló
un aplauso cerrado, y para muchos fue imposible contener la emoción.
Bajo el sonido del público cantando "como a los nazis les va a pasar, a donde
vayan los iremos a buscar ", volaron algunas bombas de pintura que tiñieron
una columna, un parlante, parte del piso e incluso la cabeza de uno de los
policías federales responsables del impresionante operativo de seguridad que
durante todo el día rodeó al represor.
A esa altura, Rozanski ya había interrumpido la lectura del fallo. Etchecolatz y
sus abogados defensores se escudaron detrás de los policías y salieron de la
sala, y hubo que esperar un momento para calmar los ánimos, incontenibles
después de 30 años de espera.
Luego, tras el regreso del represor, el presidente del Tribunal reanudó la
lectura del veredicto, y una segunda ola de aplausos se desató cuando, después
de enumerar los secuestros, torturas y homicidios cometidos por Etchecolatz, se
reconoció que estos fueron "delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del
genocidio que tuvo lugar en la República Argentina entre los años 1976 y 1983".
El veredicto se coronó con la respuesta a otro de los principales pedidos de la
querella: "Que el nombrado quede alojado en su actual lugar de detención, el
Complejo Penitenciario Nº 2 de Marcos Paz".
Al grito de "30.000 compañeros detenidos-desaparecidos: Presentes", las
víctimas, los familiares, los organismos y todos los presentes festejaron este
fallo histórico y se entregaron a los abrazos, las lágrimas y las
felicitaciones. Afuera, el resto del público cantaba: "Olé, olé, olé, olá, vas a
la cárcel, Etchecolatz; no es el Estado, es la lucha popular".
El veredicto
Vale la pena transcribir el breve veredicto, que constituye la parte resolutiva
de la sentencia (la lectura de los fundamentos, por una cuestión de tiempo, se
postergó hasta el próximo martes 26 de septiembre, a las 13 hs, en el Palacio
Municipal).
El Tribunal, por unanimidad, resolvió: "Condenar a Miguel Osvaldo Etchecolatz a
la pena de reclusión perpetua e inhabilitación absoluta perpetua con accesorias
legales y costas, por consideralo coautor penalmente responsable del delito de
homicidio calificado en perjuicio de Diana Esmeralda Teruggi; autor mediato
penalmente responsable de los delitos de privación ilegal de la libertad
calificada, aplicación de tormentos y homicidio calificado de Patricia Graciela
Dell'Orto, Ambrosio Francisco De Marco, Elena Arce Sahores, Nora Livia Formiga y
Margarita Delgado; autor penalmente responsable de los delitos de privación
ilegal de la libertad calificada y autor mediato penalmente responsable de la
aplicación de tormentos en perjuicio de Nilda Emma Eloy; autor mediato
penalmente responsable del delito de privación ilegal de la libertad calificada
y autor penalmente responsable de la aplicación de tormentos en perjuicio de
Jorge Julio López; en todos los casos en concurso real; todos estos, delitos de
lesa humanidad cometidos en el marco del genocidio que tuvo lugar en la
República Argentina entre los años 1976 y 1983. Y dispone que el nombrado quede
alojado en su actual lugar de detención, Complejo Penitenciario Nº 2 de Marcos
Paz".
Defender lo indefendible
Más temprano, los abogados del represor Etchecolatz —Luis Boffi Carri Pérez y
Adolfo Casabal Elía— habían formulado sus alegatos, que tuvieron más de
provocación política que de contenido jurídico concreto.
El primero en alegar —y el que más se explayó, con una exposición que duró cerca
de tres horas— fue Boffi Carri Pérez. Como era previsible, el defensor del
represor esgrimió una vez más los ya anacrónicos argumentos según los cuales la
dictadura actuó "en un estado de guerra". Para el letrado, Etchecolatz operó "en
legítima defensa de la patria, y en legítimo cumplimiento de su obligación y
cargo en la lucha contra el terrorismo subversivo".
Sostuvo que el ex comisario debía ser juzgado "por el Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas", y trató de amparar los delitos cometidos por su defendido bajo
los decretos de "aniquilamiento de la subversión" dictados en octubre de 1975 y
las ya anuladas leyes de Obediencia Debida y Punto Final, a las que definió como
"normas de pacificación, para poder mirar hacia delante" y a las que reivindicó
fervientemente —"reclamo la nulidad de la nulidad", llegó a decir—.
Después, su alegato consistió en una serie de provocativas proclamas: "Es muy
triste todo lo que han contado, pero más horroroso es haberlo provocado",
espetó, en referencia a los crímenes de los que fueron víctimas los que él
calificó como "activistas", "subversivos" y "delincuentes ideológicos".
Boffi Carri Pérez —autodenominado "experto" en derecho internacional— la
emprendió luego contra los tratados internacionales que contemplan los crímenes
de lesa humanidad y el delito de genocidio: afirmó que esas convenciones
"vulneran el principio de igualdad, independencia y soberanía de los pueblos" e
incluso reclamó "la inconstitucionalidad de la Reforma Constitucional de 1994",
mediante la cual se incorporó esas normas internacionales al derecho interno
argentino.
No obstante, su pedido más insólito fue respecto de la prueba reunida durante
esta investigación: "Voy a solicitar la nulidad de toda la prueba", lanzó, y
lució todo su cinismo cuando se refirió a los testimonios brindados por
familiares y sobrevivientes: "Todos los testigos que tuvieron relación con los
hechos ocurridos en la década del '70 tienen un interés en esta causa. Además,
si estaban vendados ¿cómo pudieron ver?".
Insistió en que las víctimas "eran activistas", y que "las fuerzas armadas
estaban frente a personas que eran del bando enemigo". Y finalmente solicitó la
absolución de Etchecolatz, porque "no tuvo nada que ver con ninguno de los
hechos que se le adjudican".
A su turno, Adolfo Casabal Elía adhirió a los dichos de su colega, y no
incorporó ningún argumento jurídico. Se limitó a remarcar que "aquí hay un gran
resentimiento de los testigos, porque son guerreros que pelearon contra los que
defendieron las instituciones", y que tanto las víctimas como los familiares y
los organismos querellantes "han armado todo esto para lograr la condena de un
luchador, que sólo quería defender a la patria".
El abogado —que inició su alegato aclarando que "no soy optimista" respecto del
resultado del juicio— argumentó en favor de la prisión domiciliaria: dijo que
Etchecolatz "llegó hasta aquí por ayuda divina", lo describió como "anciano y
enfermo" y remató con un blumbergiano "queremos derechos humanos para todos".
"Conciliemos. Han pasado 30 años de la guerra contra la subversión marxista, y
nadie quiere seguir hurgando, salvo un pequeño grupo", concluyó.
Quien redondeó el planteo de la defensa fue el mismo Etchecolatz, cuando fue su
turno de decir sus últimas palabras antes de la sentencia: se definió como "un
prisionero de guerra", calificó al juicio en su contra como "un rompecabezas
para niños bobos", indicó que "el único juez es el juez supremo, que nos juzga
después de muertos" y terminó: "No es este Tribunal el que me condena; son
ustedes los que se condenan". Horas después, el genocida, camuflado bajo un
uniforme policial y tras insultar al juez Rozanski en la sala de testigos, fue
conducido nuevamente al penal de Marcos Paz, de donde ya no podrá salir.