Argentina: La lucha continúa
|
La Argentina de la que no se habla
Boom de consumo... explosión de pobreza
Sergio Zeta
El 5 de julio fue noticia -entre el brio albiceleste y el "somos todos
argentinos" que perduraban tras el mundial- la toma de un complejo de monoblocks
del FONAVI en el Bajo Flores de la Capital, por parte de decenas de familias
carenciadas. Algunos medios "progres" lamentaron la "guerra de pobres contra
pobres", sutil manera de pintar de irracional e insensata lo que no fue más que
una consecuencia inevitable -y llamativamente aislada- de la realidad de la
Argentina oculta. Porque tras los índices de crecimiento de la construcción y el
boom inmobiliario impulsado por los emprendimientos turísticos y las viviendas
de lujo, se esconde que en los últimos 5 años, empujadas por los desalojos, los
inaccesibles alquileres o la inexistencia de programas reales de construcción de
viviendas populares, miles de familias acabaron en las llamadas villas de
emergencia que pasaron de 350 a más de 1000, la mayoría en el conurbano
bonaerense.
Y no se trata sólo de la vivienda. Un reciente estudio(1), señala que el 56% del
consumo del país, corresponde sólo al del 3,8% de la Población Económicamente
Activa. Un dato que desnuda que no es el temor a "recalentar el consumo y
disparar la inflación" lo que motiva el tope a los salarios puesto por el
gobierno en acuerdo con la burocracia cegetista. Máxime cuando se alienta sin
temor, que quienes realmente consumen vean aumentar sus ingresos con subsidios,
regímenes de promoción o el mantenimiento de una estructura impositiva regresiva
donde son los sectores populares los que más pagan.
Los 3 años seguidos de crecimiento a altísimas tasas del 8% no "derraman" hacia
abajo sino consolidan una Argentina de un alto consumo de unos pocos, con el 40%
de la población bajo el nivel de pobreza, para garantizar competitividad en los
mercados mundiales.
El hecho novedoso de nuestra realidad es que conseguir un empleo ya no garantiza
escapar de las garras de la miseria, destino tanto de un sector de los
trabajadores registrados, como de la mayoría precarizada y en negro. Y ni hablar
de los desempleados que subsisten con un mísero plan, aunque las estadísticas
los consideren "ocupados".
No se trata de una rémora de la crisis sino una política activa. La actual
negativa del gobierno a llevar el salario mínimo a niveles que lo acerquen al
umbral de la pobreza, no se debe tanto al efecto directo que tendría sobre
alrededor de 700 mil trabajadores, sino al temor al efecto de "arrastre" sobre
el salario de los millones que trabajan en negro, sin convenio ni derechos.
Este modelo injusto, por otra parte tampoco garantiza un desarrollo armónico
nacional ni la persistencia, a largo plazo, de las actuales tasas de
crecimiento. La "burguesía nacional"-en la que el gobierno kirchnerista deposita
esperanzas de crecimiento- gasta en consumos superfluos y de lujo un 22,2% del
PBI, mientras sólo se destina a acumulación productiva -Inversión Bruta Neta,
Educación Pública e Investigación y Desarrollo- el 21% del PBI (De Santis,
Daniel. 2006). Al mismo tiempo las remesas de ganancias al exterior por parte de
las empresas transnacionales triplicaron en lo que va del 2006 a las del año
pasado.
Si consideramos también los pagos cada vez mayores en concepto de intereses de
la deuda pública, la esperada crisis energética por el agotamiento de las
reservas petroleras y gasíferas en pocos años -de no mediar una decidida acción
que recupere los recursos de manos privadas-, el deterioro del suelo por el
monocultivo sojero y una sustitución de importaciones orientada en su mayor
parte hacia los bienes suntuarios que requiere el pequeño sector consumidor, no
cabe esperar soluciones populares del actual modelo, por más que la recuperación
económica despierte grandes expectativas tras la nefasta década menemista y la
explosión final de la Convertibilidad.
La Argentina salió de la profunda crisis y recesión vividas. Pero ya no es la
misma y en el primer trimestre del 2006, la participación en el ingreso de los
más pobres fue la más baja de la historia. Mientras a principios de la década
del 70 la brecha entre ricos y pobres era de 8 veces, hoy la distancia es de 29
veces.
La construcción del enemigo
Cualquier mención a esta Argentina oculta, o una crítica que desentone con la
imagen de crecimiento y porvenir sin fisuras, provoca la ira presidencial.
Ocupado en reconstruir el poder político amenazado por la rebelión del 2001 y el
profundo desprestigio de las instituciones, Kirchner va fabricando enemigos a su
medida, que desvíen la atención popular de los que verdaderamente hoy mueven los
hilos de la escena política y económica.
De esta manera, militares nostálgicos del Proceso y sus esposas, los piqueteros
o la izquierda, Lavagna y Alfonsín u otros radicales "exitosos", fueron
sucesivamente objeto del enojo presidencial y motivo de minuciosos y largos
análisis en los medios de comunicación.
El último round fue la "batalla" alrededor de los "superpoderes" y los "decretos
de necesidad y urgencia" que -salvo a los propios interesados a los que parecía
les iba la vida en ello- a nadie preocupó demasiado. En primer lugar, porque
todos estos políticos que han logrado "no irse ninguno", siguen siendo ajenos al
sentir popular y nadie cree que el manejo del presupuesto por parte del Congreso
sea garantía de nada. Pero tampoco el gobierno logró concitar la adhesión
popular a su exigencia, con una opinión pública recelosa de tanto poder
concentrado en unos pocos que, más allá de las expectativas que despiertan, no
han logrado transformarla en apoyo activo y orgánico.
En segundo lugar, porque la realidad es que el gobierno ya viene manejando el
presupuesto como se le da la gana, con el recurso de presentar presupuestos
"dibujados" hacia abajo, y así tener un "resto" para utilizar a discreción. El
monto sobrante en estos tres años fue de $34.000 millones que fueron en su mayor
parte a pagar deuda pública y más de $4.500 millones a otorgar compensaciones a
grandes empresas.
La oposición pregona que estos avances gubernamentales hacen peligrar la
democracia. Pero no puede peligrar lo que no existe, pues hace ya tiempo que
para el pueblo no hay democracia. Seguramente que si los sectores populares
hubieran tenido algún poder de decisión, los fondos presupuestarios se hubieran
utilizado con fines completamente diferentes a los que le dio el gobierno
"democrático"... y las necesidades populares no serían ahora tan acuciantes. La
lucha por otra democracia sigue siendo otra de la tareas pendientes y parte
esencial del debate que debemos hacer los sectores populares sobre que país
queremos.
Y aquí cabe mencionar otro "enemigo" que el gobierno y los medios van
construyendo, en sintonía con su necesidad de impedir cualquier avance en la
unidad del pueblo trabajador. Una expresión elocuente del sentido común que nos
inculcan cotidianamente fue el de la periodista Karin Cohen que, en relación a
las características del "loco de Belgrano" se sorprendió al considerar que lo
esperable "es que un delincuente sea morochito y petiso"... no casualmente una
descripción que concuerda con piqueteros, trabajadores en lucha, los chicos que
pueblan nuestras calles juntando cartón y, más en general, con la mayor parte de
los sectores populares. Adoptar como propio este "enemigo" hará imposible
encontrar colectivamente ese otro país posible.
MercoSur, paredón... ¿y después?
La reciente Cumbre de Jefes de Estado desarrollada en Córdoba, con la reciente
incorporación de Chávez al Mercosur y la presencia de Fidel Castro y Evo
Morales, ha renovado un debate.
¿Se abre una dinámica en la que el Mercosur, de engendro neoliberal nacido en
los '90, pueda ir adoptando características que permitan recuperar -siquiera en
parte- algún margen de acción frente a la ofensiva neocolonial de los Estados
Unidos? ¿O por el contrario, servirá para colocar a Chávez en el marco de
compromisos diplomáticos que lo hagan "previsible" frente al imperialismo, como
prometió Kirchner en su reciente viaje a España?
Lo que es seguro es que se abre una pulseada en la que todavía no se puede
pronosticar con certeza sus resultados, porque ésta no se limita a los
presidentes allí reunidos, sino que tendrá como actores de primer orden a los
movimientos sociales y al pueblo trabajador de América Latina, que con la lucha
podrán ir inclinando el fiel de la balanza. No casualmente, en su boicot hacia
la Cumbre de los Pueblos realizada en forma paralela en la misma provincia
mediterránea, el kirchnerismo evidenció una vez más su aversión a todo lo que no
pueda manipular y a toda iniciativa popular.
Por otra parte, se utilizan las oportunidades y los mayores márgenes de acción
que brinda la nueva realidad latinoamericana, para profundizar la dependencia
argentina. Si por una parte se impulsa el progresivo proyecto de integración
energética regional, por otra se actúa intentando favorecer a los intereses
petroleros privados y buscando asociar a grupos económicos como Techint.
Asimismo, el flamante bono común con Venezuela se utilizaría, en el caso
argentino, para conseguir financiamiento más barato para seguir pagando la
fraudulenta deuda externa.
El profundo sentimiento de unidad latinoamericana que despertó el encuentro es
-a cada paso- ignorado por el gobierno argentino que, pocos días antes del
encuentro en Córdoba, rompió un acuerdo de los países latinoamericanos,
absteniéndose de votar el texto de "Declaración sobre Derechos de los Pueblos
Indígenas", aprobado por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Lo que vale -más allá de la valoración que tenemos de las Naciones Unidas,
ratificada estos días en su actitud frente a la masacre en el Líbano- tanto como
indicador de los límites de la política gubernamental de derechos humanos, como
de su grado de compromiso con la liberación de los pueblos y la unidad
latinoamericana, en la que se verifica un renacer de las luchas y reclamos de
los pueblos originarios.
Pasos hacia un nuevo proyecto
Existe una necesidad evidente -más allá del consenso del que goza el actual
gobierno- de avanzar en la construcción de alternativas del pueblo trabajador.
En la actualidad, la necesidad de luchar por la recuperación de las fuentes de
energía y del no pago de la deuda externa que remachan la dependencia al
imperialismo, se integran a la necesidad de luchar por la distribución del
ingreso, el salario, la defensa de los recursos naturales, la educación, el
trabajo, la vivienda para todos y la integridad global de los derechos humanos
en la perspectiva de unidad de los pueblos latinoamericanos, la que no podrá
nacer de encuentros diplomáticos, como el recientemente realizado en
Córdoba, sino del impulso de la auto-actividad y organización popular.
Ello alienta a numerosos activistas a crear nuevas formas de resistencia,
motorizando los actuales debates que recorren a la izquierda en busca de nuevas
formas de agrupamiento y unidad.
Desde Cimientos y Nuevo Rumbo creemos que la construcción de un proyecto
alternativo deberá sustentarse en la revisión de las concepciones sectarias con
que la mayor parte de la izquierda viene relacionándose con las organizaciones
autónomas que el pueblo trabajador, a través de la lucha, dificultosamente
construye.
A este debate teórico, político y práctico pretendemos aportar, mientras
avanzamos junto a otros grupos, organizaciones y compañera/os con los que
venimos encontrándonos en las luchas y búsqueda de nuevas formas de construcción
política y social, para dar pasos hacia nuevas síntesis superadoras de las
actuales identidades y organizaciones.
(1) Lozano, Claudio; Raffo, Tomás. Evolución de la distribución del ingreso, el
consumo popular y el consumo superior. CTA, julio 2006.