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Argentina: La lucha contin�a

Trabajo en negro
Y sigue, sigue el baile

Sergio Barrera

En medio de la fiebre neoliberal de los �90, se crearon ficciones que a trav�s de distintos medios se lograron instalar en la sociedad.

Una de las m�s extendidas era que ante la globalizaci�n y para aprovechar las inversiones del Primer Mundo o para acceder a �l, deb�amos abrir nuestra econom�a y reducir los costos laborales. Se vinieron con un batall�n de medidas: flexibilaci�n salarial; disminuci�n de las contribuciones a la seguridad social; baja del costo del despido; descentralizaci�n de la negociaci�n colectiva; r�gimen especial para las PYMES; nuevas modalidades de contrataci�n por tiempo determinado; per�odos de prueba, algunos por tiempo indeterminado; contribuciones e indemnizaciones por despido reducidas o directamente anuladas.

Se estableci� un r�gimen laboral m�s flexible para las peque�as empresas que se extendi� a las medianas y grandes; se flexibiliz� el tiempo de trabajo, las vacaciones; se privatiz� la previsi�n social y seguridad laboral en relaci�n a las enfermedades y accidentes de trabajo.

Pero a los empresarios no les alcanz�, casi la mitad de los trabajadores, quedaron al margen de todas estas medidas, fuera de los nuevos convenios "flexibilizados" firmados con la complicidad de los dirigentes sindicales.

Todo esto, parad�jicamente con el objetivo de facilitar la entrada al mercado laboral de nuevos trabajadores y supuestamente evitar el trabajo en negro.

En la d�cada del noventa tuvimos crecimientos en la producci�n y en la productividad, entendida esta como el aumento de lo producido, ya sea por la intensificaci�n de los ritmos de trabajo o por la introducci�n de mejores tecnolog�as. La realidad fue que ello trajo "crecimiento" a los due�os de las empresas y el trabajador se vio perjudicado con mayor explotaci�n, sin cobertura social ni seguridad para �l ni su familia. 

Pobreza con empleo

"El neoliberalismo alcanz� entonces relativa hegemon�a al privar al trabajo del reconocimiento de su car�cter productivo, conservando s�lo el significado de sost�n para los individuos que, ante su "falta", pierden sus medios de vida. Tener o no tener trabajo se convirti� en la frontera entre "pertenecer y no pertenecer" a la sociedad, entre la inclusi�n y la exclusi�n social" (1).

Es as�, que casi ya no discutimos la calidad del trabajo, s�lo si ocurren desgracias como la del taller textil de Caballito, donde un incendio seguido de muertes deja al descubierto la realidad del trabajo en negro, flexibilizado a nivel de esclavitud.

Hoy se pretenden instalar otras ficciones con la baja de los �ndices de desocupaci�n, que aunque reales, no explican porqu� la indigencia es 3 veces m�s alta que hace 10 a�os (hay 8 millones de personas que viven con $ 3 diarios), que la pobreza envolver�a a las 2/3 partes de la poblaci�n (la brecha entre ricos y pobres aument� sustancialmente desde el 2001 a esta parte).
Tampoco explica el nuevo fen�meno, ya que antes la pobreza era reducida y estaba asociada a la falta de trabajo, pero ahora es mucho m�s alta porque se est� produciendo un fen�meno denominado pobreza con empleo. Es decir tener un empleo ya no garantiza que una persona deje de ser pobre.

Hoy en la Argentina hay casi 4,8 millones de personas que trabajan en negro (45,5% sobre 10,5 millones de asalariados) y esto no es s�lo la inercia de la crisis del 2001/02, ya que el trabajo en negro aument� un 13 %, en los �ltimos a�os. Un ejemplo de esto es que en el agro y la construcci�n, que son sectores con ganancias espectaculares despu�s de la devaluaci�n, los �ndices de trabajo en negro superan el 70%.
Equivocadamente se cree que el trabajo en negro es un problema de las Pymes, y la realidad es que la gran empresa terceriza sus actividades, transfiriendo de esta manera el trabajo en negro a otras empresas. Esto qued� en evidencia con el tema de los talleres textiles clandestinos cuando las grandes marcas fashion contrataban talleres en los que el trabajo a destajo por monedas y con jornadas de 14 o 16 horas eran pr�ctica habitual. 

El Estado no se queda atr�s


Los contratados en la administraci�n p�blica son en realidad empleados que realizan las tareas regulares, con horario fijo a trav�s de contratos de locaci�n de servicios. Ning�n gobierno est� dispuesto a terminar con esta discriminaci�n, ya que el Estado es responsable del 13 % del empleo "en negro", en total, unos 600.000 trabajadores. Hay dos modalidades del empleo en negro que se dan en el Estado que son emblem�ticas:
Una es el pago en negro de sumas no remunerativas, que no integran el salario. O sea no hay contribuciones a la seguridad social ni se las considera para el c�lculo del aguinaldo ni para la futura jubilaci�n. Esto es muy com�n en el gremio docente, donde lo bautizaron como "salario en negro" pero se generaliz� a otros convenios colectivos.

La otra es la que se da en la Ciudad Aut�noma de Buenos Aires, desde que se implementaron los planes sociales Jefes y Jefas de Hogar con subsidios de $150 con los que se cubren diversos puestos de trabajo, desde limpieza, atenci�n al p�blico, ascensoristas, etc., generalmente insalubres, tanto en hospitales como en reparticiones p�blicas. En la actualidad se calculan unos 3.000 trabajadores en esas condiciones.

Est�bamos en el pozo, entonces cualquier salida parece una mejor�a. Hay m�s trabajo, discutamos su calidad y todo lo que falta. Hay trabajo en blanco, que en realidad es gris, ya que es totalmente flexibilizado y su salario no garantiza cubrir el costo de la canasta familiar. Hay trabajo en negro que no cubre la canasta de pobreza, ni el seguro social. Hay mercado capitalista, leyes expoliadoras y gobierno para los mismos empresarios de siempre. Otras formas, otro discurso con los mismos beneficiarios. Nada nuevo bajo el sol. 

(1)Claudia Danani. Para una historia pol�tica del trabajo. Le Monde Diplomatique  

Fuente: lafogata.org

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