Argentina: La lucha continúa
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Relaciones carnales
Jorge Eduardo Rulli
www.grr.org.ar
Editorial del domingo 13 de agosto de 2006
Esta semana me impresionó el énfasis con que nuestro presidente afirmó frente
a los personeros del FMI, que ya no tenemos relaciones carnales.
Lamentablemente, esa misma semana se nos convocó a participar en una reunión de
Cancillería donde todos los sectores, fundamentalmente vinculados al Estado que
participaron de las reuniones de la reciente cumbre de Curitiba, se dieron cita
para hacer un balance y diseñar presuntas estrategias, y me consta, y lo digo
con tremenda amargura, que la estructura básica de las relaciones carnales
que se establecieron en la época menemista, permanecen intactas. No digo
siquiera que el Canciller Jorge Taiana lo sepa o mejor, que lo comprenda, pero
las cartas que le hemos enviado como compañeros que tratamos de debatir o
esclarecer con él un tema de tanta, pero tanta importancia, las deriva
burocráticamente a los mismos funcionarios que implementan las políticas de
relaciones carnales y son ellos los que luego nos responden, de la misma manera
como ocurría en época de Martín Redrado y aún antes. Sí, el decir que ya no
existen las relaciones carnales cuando nuestra política exterior esta en manos
del Ministro Chiaradía. significa no un escarnio a nuestra inteligencia sino el
no comprender por dónde pasan hoy las relaciones del poder transnacional y en
especial de cómo ciertos modelos relacionales, donde los paquetes de políticas
resultan inherentes, constituyen el armado básico de las nuevas
dependencias.
Esos ejes básicos, imprescindibles para comprender las sumisiones al capitalismo
global no pasan ya por el FMI tal como los sectores progresistas insisten en
afirmar, sino por la OMC, la Organización Mundial del Comercio, un organismo
internacional sin control alguno de las Naciones Unidas y que rige las políticas
de los mercados internacionales según los intereses de las grandes corporaciones
transnacionales. Perón denominaba como sinarquía a estos centros de producción
de políticas globales y me parece que sabía lo que decía. Muchos de los que
entonces se reían del viejo hoy creen hacer antiimperialismo ganándole a Europa
demandas en los comités de negociación de la OMC, festejando que los jueces
europeos les dieron la razón en el litigio por las regalías de Monsanto o acaso,
en un plano más vulgar y de entrecasa, representando en televisión la ficción de
que le desalambran los campos de Corrientes al gringo Tompkins. Las
políticas de las Corporaciones que siguen siendo la Sinarquía, son hoy lo que
ayer fuera el Imperialismo y no comprenderlo significa de hecho dejar de
comprender el mundo globalizado en el que vivimos, y aún peor, transformarse en
colaborador inconsciente de los nuevos amos que no necesariamente llevan el
uniforme de los EEUU, porque sus intereses, sus "maquilas" y sus personeros no
tienen patria ni bandera y si acaso tienen un territorio, es el de los
paradigmas de una civilización en crisis que trata de sobrevivir aferrada a los
viejos valores de la modernidad, del consumismo y de la idea de un progreso
ilimitado.
Los revolucionarios de los setenta han devenido treinta y tantos años después,
en meros desarrollistas que tratan de implementar en sociedad con las
Corporaciones las políticas pendientes de un presunto sueño de capitalismo
industrializador que genere empleo y sobre todo que nos proponga el simulacro de
imaginar que somos, tal como lo hizo Menem antes, pero ahora de otra manera tal
vez más convicta, que somos por un momento países del primer mundo.
Eso sentí esta semana, desde lo alto del Puente de Gualeguaychú/Fray Bentos,
contemplando con espanto ese horizonte de trastrocamientos ecológicos, esos
paisajes de hormigueros febriles y de chimeneas altas como catedrales que
representan las pasteras. Me pregunté en ese momento si acaso ese sueño enfermo,
si esa pesadilla, también se cocinó en las horas de encierro de Punta Carretas,
en los interminables talleres de capacitación del patio de recreo, en las horas
muertas de las celdas. Tanto sufrimiento para llegar a esto, a sacrificarlo todo
para rendirnos luego ante los viejos dioses paganos que nos prometen llenar el
mundo de cemento, que nos prometen hacer desaparecer la muerte y cumplimentar
los sueños demoníacos de controlar la Naturaleza.? Nuestra Cancillería se
envalentona con el supuesto triunfo argentino en la OMC contra la moratoria de
transgénicos de la Unión Europea. Ahora esperan el dictamen final de los Jueces,
que suponen de decisivo respaldo para las propias posiciones, antes de
plantearse siquiera la mera posibilidad de ratificar el Protocolo de
Bioseguridad de Cartagena, convención internacional donde estamos desde hace
seis años tan solo como observadores, donde estamos solamente porque no pudimos
evitarlo, porque de habernos negado a participar habríamos quedado fuera de los
mercados y porque era importante para los EEUU que su país "chirolita" quedase
dentro para que los intereses de las empresas continuasen resguardados... Yo los
escucho especular sobre las posibilidades argentinas de continuar imponiendo a
los consumidores europeos nuevos y más complejos organismos genéticamente
modificados y creo ver los hilos que como a marionetas los unen con las
Corporaciones que manejan los destinos argentinos. Y no puedo dejar de pensar
que también detrás de estos sueños demoníacos de producciones masivas de
commodities transgénicas están aquellos caldos revolucionarios de los setenta
recocinados tal vez, en el sufrimiento de las celdas infames de la U9 de la
Plata, celdas que compartí con tantos que hoy son funcionarios y también
funcionales.. Y esas pesadillas de ayer son estas pesadillezcas realidades
cotidianas en que pasamos en apenas treinta años del extremo antiimperialismo a
la aceptación convicta de la Sinarquía de la que nos hablaba el viejo, cuando
tantos militantes, mordaces porque habían realizado los cursillos reglamentarios
con la Marta Harnecker, creían estar más allá de los presuntos divagues
del anciano, no es verdad estimado Canciller Taiana?
Recorrimos las zonas cercanas a Gualeguaychú y nos horrorizó el avance de los
monocultivos. Nunca habíamos visto silos de tan enormes dimensiones. Por otra
parte, no se ven animalitos silvestres ni pájaros, tampoco se ven vacas. El
paisaje entrerriano es desolador. Será también parte de esas pesadillas de los
setenta, será este el sueño de progreso que imaginó un marxismo aprendido a las
apuradas y que terminó produciendo cuadros funcionariales para las empresas?. Lo
que hay alrededor nuestro son eucaliptos y soja hasta el horizonte.
Evidentemente, fuimos a la Haya sin esperanza alguna, tan solo para ganar tiempo
y desmontar la protesta. Ahora ya todos lo saben y los sentimientos de
bronca están por debajo de todo comentario. Pero el espíritu de la asamblea
permanece. Todos saben que el futuro es inexorable, los sentimientos de haber
sido engañados y traicionados son muy fuertes pero lo es mucho más el
espíritu que se alimentó en esa trinchera que fue el arroyo Verde y la Ruta 136,
donde se hicieron los cortes del piquete. Algunos ponen ahora los carteles de
venta y ruegan poder malvender sus propiedades para irse lo más lejos posible,
son los menos. Los más se repliegan sobre la propia organización comunitaria y
se preparan para lo que viene, que nadie se atreve siquiera a pronosticar, pero
que todos saben que será terrible. lo que está claro es que la clase política
sigue sin entender y que se llevará nuevamente la sorpresa.
El bustismo es un sistema perverso y agotado, si se mantiene es tan sólo porque
recibe oxígeno desde Buenos Aires y porque pedalea la crisis de la provincia sin
otro marco ni objetivo que el de seguir usufructuando del poder que le da el
ocupar las estructuras de Gobierno. Es probable que los próximos remezones
sociales se lo lleven cargado como el río al puente de la ciudad de Tartagal. Y
hablando de Salta, no podemos dejar de referirnos a la penosa entrega de tierras
de Pizarro a la etnia wichí. parte de un arreglo realizado con la sospechosa
mediación de greenpeace, de la FARN y de la Fundación Vida Silvestre, y que
legitima la espuria enajenación que hiciera en su momento el gobierno de Romero
de una reserva provincial, vuelto a comprar en mínima parte ahora desde Parques
Nacionales tratando de satisfacer con ello las legítimas reivindicaciones
de los aborígenes, a la vez que se continúa negociando con las empresas sojeras
lo que eufemísticamente se denomina la extensión de la frontera agropecuaria.
Mero simulacro, realizado gracias a los grandes grupos ambientalistas que
maquillan las políticas de las empresas. Lo mismo que en Gualeguaychü y parecido
a lo que viene sucediendo en los Esteros del Iberá, donde se vive un verdadero
levantamiento de la feroz y retrógrada oligarquía vernácula que se siente
amenazada cuando es nada menos que un gringo el que le pone límites a su
destrucción del Estero, blanquea al propio personal en medio de una generalizada
explotación salvaje de los peones, y les demuestra que se puede mejorar la
producción agropecuaria con métodos amigables con la Naturaleza. Entonces
se extiende la bronca oligárquica como esas quemazones de campos del estero que
ellos practican habitualmente y donde junto con las malezas queman a los osos
hormigueros, a los carpinchos, y al resto de la fauna, y se extiende la gesta
patriotera del nacionalismo oligárquico de opereta, a la vez que se impone el
grito de que "nos vienen a robar el Estero" y se engalanan de banderas verdes
las tranqueras feudales con las consignas: "El Iberá para los correntinos o sea
para nosotros, porque el gringo nos lo viene a sacar, el gringo se quiere robar
el Acuífero Guaraní, los yanquis vienen por el agua, no nos van a dejar ni los
esteros." Pero el problema es que la oligarquía correntina es tan impresentable
como la oligarquía salteña, que no son tan diferentes por otra parte, puesto que
los campos que ahora tiene el gringo Tompkins eran de los Blaquier, de tal
manera que necesitan otros rostros para defender los propios intereses. Y quien
mejor para luchar contra los gringos que aquellos que al decir de Michael Hardt,
el socio de Tony Negri, han hecho de la vieja idea del antiimperialismo una
manera de ponerse hoy al servicio de las empresas transnacionales? Tal cual. y
allá van a la nueva cruzada los mismos que ayer le cambiaron el sentido y
desnaturalizaron los movimientos de desempleados, los que gritaban contra el
ALCA sin ver a su alrededor los inmensos desiertos verdes de la Soja, los que
treinta años después pretenden emular a Viglietti y creen que el problema rural
de la Argentina es una cuestión de pasaportes. Qué cambalache. qué asco de
política televisiva que en una parodia de aquel grito de Perón del año 47,
permite el acto mentiroso de abrir las tranqueras que estaban abiertas y que
cualquier puntero del duhaldismo residual reconvertido se erija hoy en árbitro
de las presuntas políticas de Soberanía de la tierra.
Tal como hicimos en La Haya, y como hacemos hoy frente a las pasteras que se
multiplican en el Uruguay, como hacemos cuando se promueven por Ley las
Biotecnologías y los Biocombustibles y ni siquiera hemos refrendado todavía el
Protocolo de Bioseguridad en intercambios transfronterizos de OVMG, nuestra
política sigue atada a lo inmediato, a poner un parche o acaso a improvisar una
respuesta. Sería bueno alguna vez intentar pensar este país en función de los
años que vienen y consultar a los que aquí vivimos acerca de lo que queremos.
Cuando ello ocurra dejaremos de ser rehenes de la coyuntura, las políticas
públicas dejarán de ser generadas por las empresas y las cartas que enviamos a
nuestros antiguos compañeros de los setenta probablemente dejen de ser derivadas
por ellos a los funcionarios menores heredados del menemismo.