Argentina: La lucha continúa
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Los jóvenes como víctimas del desempleo
Y el futuro que no llega…
Andrea Holgado
APM
En Argentina, la juventud paga culpas que no tiene. Y lo hace en un doble
sentido, sin trabajo y criminalizada.
El neoliberalismo causó estragos en todo el tejido social. Sin embargo, las
jóvenes generaciones deben soportar lo peor, esa diabólica combinación entre
desempleo y represión por parte del Estado.
En Argentina, el 41,4 por ciento (1.072.502) de los jóvenes de entre 14 y 17
años se encontraba durante 2004 en situación de vulnerabilidad y exclusión
educativa. El porcentaje descendía al 1 por ciento en el quintil de ingresos más
rico, mientras que en el quintil más pobre se elevaba al 17 por ciento: una
brecha de exclusión educativa de diecisiete veces. Los datos de esta nota
corresponden a estadísticas oficiales del ministerio de Trabajo.
En términos de agenda social juvenil en situación de vulnerabilidad podemos
distinguir tres segmentos: 1) Adolescentes desempleados que no estudian (total
urbano nacional) 154.000 de los cuales solo el 22 por ciento terminó los
estudios secundarios y el 81 por ciento se encuentra en hogares que están por
debajo de la línea de la pobreza. 2) jóvenes desempleados con responsabilidades
familiares. Se estima un total de 69.000 jóvenes mayores. (20 a 24 años de
edad). La mayoría no completo los estudios secundarios, más de la mitad son
mujeres y viven en situación de pobreza. 3) adolescentes que no trabajan, no
buscan trabajo ni estudian. Con un total nacional urbano de 320.000. La mayoría
son varones (71 por ciento). EL 63 por ciento reside en hogares pobres y de
exclusión social.
El porcentaje de desempleados jóvenes es casi el doble de los desempleados en la
población económicamente activa. Destacándose la ciudad de La Plata (capital de
la provincia de Buenos Aires) y sus alrededores gran como la zona de mayor
desempleo juvenil con un 33, 6 por ciento.
La proporción de jóvenes en el desempleo global llegaba, en el 2004 al 40 por
ciento, dato más que preocupante, teniendo en cuenta que los jóvenes componen un
20 por ciento de la población activa. En términos de proyección, si no logran
entrar al mercado laboral siendo jóvenes difícilmente lo puedan hacer más
adelante. Jóvenes excluidos que ya no entrarán al mercado laboral con el
horizonte de tormenta que esto presagia. ¿De que vivirá este porcentaje de la
población? ¿De los planes sociales?, ¿Del delito marginal, lo que implica no
pasar la barrera de los 25 años, con suerte?
El año pasado, la Asociación Miguel Bru –organización de derechos humanos con
sede en La Plata- ingresó a Isla Maciel, en la frontera del Gran Buenos Aires
con la Capital Federal, para brindar asistencia legal a los familiares de
víctimas del gatillo fácil (represión policial).
En las primeras reuniones, las madres solicitaron que, además del apoyo que les
estaban dando, hicieran algo por los demás jóvenes, por los que todavía estaban
vivos. Así nacieron los talleres de fotografía, periodismo, computación,
peluquería, electricidad y panadería.
El Programa de Comunidades Vulnerables (PCV) del ministerio de Justicia de la
Nación otorga un Plan Empleo y Capacitación (PEC) –subsidio- de 150 pesos
mensuales a jóvenes que hayan estado involucrados en delitos y que, a cambio del
beneficio, se comprometan a realizar actividades por un mínimo de cuatro horas
diarias y a capacitarse.
Se dictan los talleres y también se trabajan problemas de género, con las
adolescentes.
Si bien de a poco se van obteniendo algunos logros, el proceso es muy largo,
arduo y con avances y retrocesos.
Jorge Jaunarena, destacado dirigente de la Asociación Miguel Bru, dijo "es
desesperante, tenemos una nena que el padre la está violando y si lo hacemos
meter preso quedan los hijos sin nadie que los alimente; entonces es
desesperante porque solucionas por un lado y se te desordena por otro. A veces,
cuando me preguntan y nos dicen que bueno lo que hacen, creo que en realidad el
logro es que a pesar de todo sigamos".
En el primer trimestre de 2004, el 54,3 por ciento de los jóvenes de entre 14 y
12 años era pobre, contra un índice general de 44,3 por ciento, según una
medición realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) en
28 conglomerados urbanos del país.
La provincia de Buenos Aires tiene dos millones de adolescentes de 14 a 21 años.
El 50 por ciento vive bajo la línea de pobreza y, de ellos, un 38,8 por ciento
es indigente. Son 655.102 chicos que no tiene ningún tipo de cobertura social.
Cinco de cada veinte adolescentes no estudia ni trabaja. La mayoría vive la
ruptura del contrato familiar como consecuencia de las situaciones de pobreza y
desempleo crónicos.
La políticas públicas en relación a los adolescentes y jóvenes traza oscila
entre la criminalización (hacerlos responsables de la inseguridad y el delito,
con estrategias tendientes al aumento de penas o la disminución de la edad de
imputabilidad) o convertirlos en sujetos de inserción laboral a través de planes
que funciona más como un sistema de chantaje para no delinquir.
No es ninguna novedad que el sistema penal y de represión genera jóvenes mucho
más excluidos de lo que estaban. Los menores que ingresan a institutos de
menores son vejados, maltratados y alimentan su odio social, y fundamentalmente
hacia la policía.
Los programas o proyectos para sacar a los adolescentes de las calles y el
delito son llevados adelante por organizaciones sociales y de derechos humanos.
El Estado solo se limita a entregar 100 o 150 pesos (unos 12 dólares como
promedio) según sea el caso, para que estos jóvenes se reinserten en algún plan
de capacitación laboral.
Pero el mayor peso lo soportan las organizaciones que cuentan con voluntarios y
mínimas infraestructuras para el trabajo.
A esto hay que sumarle las políticas contradictorias del mismo Estado, ya que,
en la práctica, provocan que, muchos de los proyectos pensados para que
adolescentes y jóvenes se alejen del delito, sean boicoteados por la misma
policía.
Sobre esto último, Jaunarena agregó: "Tratamos de darles un marco de contención
a los jóvenes y sucede que cuando cae alguno, en la comisaría piden la coima a
la madre para no elevar el informe a Justicia. Entonces uno de los hermanos del
detenido sale a robar para poder pagar".
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Andrea Holgado es académica de la Facultad de Periodismo y Comunicación
Social de la UNLP y directora del proyecto Radio Itinerante, del mismo centro de
estudios.