Argentina: La lucha continúa
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En la provincia de Misiones, Argentina mueren 17 niños Mbyá
"…Estamos muriendo como pajaritos"
Elena Luz González Bazán
Argenpress
En la provincia de Misiones, República Argentina, han muerto 17 niños de la comunidad guaraní Mbyá, por desnutrición y enfermedades hereditarias, así sostuvo el titular de Asuntos Guaraníes, Arnulfo Verón, quien afirmó que "es estéril la supuesta polémica con Salud Pública" por esta situación y concluyó que "no se pueden bajar los brazos hay que seguir trabajando para ver qué pasó".
En la Resolución 49/214 del 23 de diciembre de 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 9 de agosto como el 'Día Internacional de las Poblaciones Indígenas', a celebrarse durante el Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo, entre 1995-2004.
En el año 2004, cuando había pasado el primer decenio de esta conmemoración, todos los 9 de agosto, por otra Resolución, la 59/174 se proclamó un segundo Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo. Entre los objetivos está el problema cultural, educacional, la salud, los derechos humanos, el medio ambiente y el desarrollo económico y social.
Por otro lado, en el Hospital de Pediatría de Misiones están en estado grave entre cuatro a cinco niños, todos están afectados por infecciones respiratorias, por la información recibida, dos salieron, pero hay dos más con un cuadro de desnutrición y tres niños más en Eldorado e Iguazú.
Además, los caciques y guías espirituales de la comunidad Guaraní analizan los pasos a seguir, a las aldeas no entran los médicos, pero la leche que reciben de los poderes del Estado están en condiciones vergonzantes: saladas o aguadas. Ni a los perros se les puede dar, sostienen los representantes de la comunidad.
En la encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas realizada entre el 2004 y 2005, (complementaria al Censo 2001) refleja para la comunidad Mbyá un total de 4083 habitantes.
La característica del pueblo Mbyá guaraní, que vive en la provincia de Misiones, sobre un total en el país de más de 400.000 descendientes de nuestras comunidades originarias, se divide de la siguiente forma: el 97,4 por ciento de estos miembros se reconoce como perteneciente a la comunidad.
En cuanto a su naturaleza por sexo es la siguiente: el 52,9 por ciento son varones y el resto mujeres.
El dato más alarmante por la situación precaria de su salud son los niños, niñas y adolescentes entre 0-14 años, el 50,7 por ciento.
Por otro lado, y si de resoluciones y otras tantas convenciones se trata, el pasado 2005, entre el 16 al 27 de mayo se llevó a cabo El Cuarto Período de Sesiones del Foro Permanente, que tuvo lugar en la Sede de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York. Claro, habría que ver en que situación de comodidades y opulencia deliberaron los mandantes.
En este nuevo momento, de las Naciones Unidas sobre la problemática de los pueblos indígenas del planeta, se llegó a la conclusión que 370 millones de almas indígenas viven en la miseria extrema. Sobre una población mundial de 6.000 millones de habitantes, la tercera parte, más de 2.000 millones viven en la pobreza y la mitad en la indigencia.
En el caso de los indígenas tanto en los países desarrollados como en los no desarrollados viven en su gran mayoría en la pobreza o extrema indigencia.
En las resoluciones, que dio a publicidad el Foro, se tuvo que reconocer que luego de tantas conmemoraciones y festejos, resoluciones y otros, la situación de las Comunidades Indígenas, desde la resolución del Primer Decenio Internacional de las Comunidades indígenas, sobre todo en el relevamiento de nuestro continente, han empeorado.
Sostienen que viven rodeados de riquezas, pero no tienen acceso a ellas. Algo claro es que las tierras les han sido arrancadas, primer fundamento del problema de las comunidades, de nuestro país y del continente. El crecimiento económico no los beneficia, por eso los niños indígenas mueren por desnutrición y otras enfermedades que ocasionan la pobreza e indigencia.
Los niños de la comunidad Mbyá que han muerto, los que están graves y los que aún sobreviven son víctimas de procesos colonizadores y conquistadores que los echaron, expulsaron de sus tierras hacia la indigencia y el objetivo claro es que desaparezcan definitivamente.
Desde el 8 de agosto se han reunido los caciques y guías espirituales en Santa Ana, estamos preocupados, afirman. "Somos una cultura que en vez de aumentar estamos muriendo como pajaritos".
Los objetivos de la conquista al desierto, tanto la de Manuel Rodríguez en 1820, la de Juan Manuel de Rosas en 1829 y la del gran genocida Julio Argentino Roca en 1879 tuvo como prioridad hacerse de sus tierras y llevarlos a la destrucción terminal.
Al igual que en las minas potosinas, miles de mitayos sufrieron la conquista entregando sus vidas en los socavones mineros, mientras sus familias perdieron sus tierras para seguir a sus parientes y darles el alimento diario. Esta encerrona criminal abasteció de oro y plata, minerales y otros a la Europa feudal. Millones de hombres, jóvenes y niños murieron por la fiebre del oro americano.
Es el tiempo de los olvidos, estas conmemoraciones son ficticias, los pueblos indígenas de nuestro país merecen ser considerados SERES HUMANOS.
La salud, alimentación, el respeto a su lengua y cultura, la educación en escuelas bilingües, las tradiciones ancestrales que se prolongan entre abuelos, hijos y nietos es una cadena interminable, donde la oralidad es la que ha guardado sus costumbres, sus ancestros, sus vivencias, lengua y tradiciones, identidad y memoria colectiva. Todo radica en la tierra, que es la madre de todos, por eso le rinden homenaje todos los días, el cultivo es la esencia de sus existencias y la única posibilidad de sobrevivir. Las políticas estatales no han llegado, no hay, por eso están relegados, discriminados.
Este 9 de agosto, desde los estamentos oficiales nada se ha dicho sobre la muerte de nuestros niños indios. Menos aún los medios de comunicación, tan preocupados por la muerte de otros. Insoportable pensar en los medios de Misiones que relegaron estas muertes a titulares tan pequeños que pasan inadvertidos.
El papel de la prensa sigue su paso ascendente: se selecciona la noticia, se ausculta un tema portuario y de determinados sectores sociales. Se ignora el proceso histórico y se evita hacer las críticas pertinentes a quienes cometen genocidio.
17 vidas de niños entregadas al olvido, son demasiadas…