Argentina: La lucha continúa
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Juicio contra un represor en La Plata
Chicha Mariani: "No me puedo permitir morirme, tengo que encontrar a mi nieta"
Hoy declaró María Isabel "Chicha" Chorobik de Mariani, y abrió así el caso sobre el asesinato de su nuera, Diana Teruggi, del cual está acusado Etchecolatz. Chicha, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, habló sobre el operativo en el que fue asesinada Diana y secuestrada su beba, Clara Anahí Mariani. Y reconstruyó la historia de la búsqueda de su nieta desaparecida, que ya lleva 30 años.
LA PLATA (05-07-06) - El Tribunal inició hoy el tratamiento de otro de los casos del juicio, con el testimonio de María Isabel "Chicha" Chorobik de Mariani: se trata del homicidio de su nuera, Diana Teruggi, en un operativo represivo comandado por Miguel Osvaldo Etchecolatz y otros represores. El 24 de noviembre de 1976, fuerzas policiales y militares atacaron la casa de Diana, que vivía con su esposo Daniel Mariani y su hija de tres meses, Clara Anahí. En el ataque, fueron asesinados Diana y al menos otras tres personas, y fue secuestrada la bebé, quien aún permanece desaparecida.
Hoy, Chicha Mariani brindó una narración detallada y emotiva de su búsqueda, que la llevó a despachos de comisarios, militares, jueces y obispos. A 30 años del asesinato de su nuera y de la desaparición de su nieta, Chicha sostuvo, ante una pregunta de los abogados de "Justicia Ya en La Plata": "El Estado tiene una gran deuda: no dieron una respuesta sobre cada desaparecido. Estoy segura que hay archivos secretos, y es obligación del Estado dar una respuesta, que no nos fue dada por ninguno de los gobiernos: ni Alfonsín, ni De la Rúa, ni Menem, ni Kirchner".
Cuando entró a la sala, cerca de las 11 de la mañana, el público que llenaba el recinto se puso de pie y la recibió con un largo aplauso. "Juro decir la verdad, como la he dicho siempre", respondió, cuando los jueces le pidieron el juramento, y ante la pregunta sobre su relación con el imputado Etchecolatz, contestó firme: "Yo lo considero culpable de todos mis sufrimientos de estos últimos 30 años, de manera que no puedo sentir amistad por él".
Con esas palabras, comenzó un testimonio que se prolongó por cerca de cuatro horas. Varias veces los jueces le ofrecieron hacer un cuarto intermedio: "No me he tomado un descanso nunca, puedo seguir", les respondía. Fue ella la que, tras dos horas de relato, le ofreció una pausa al Tribunal: "Quizás ustedes necesiten un descanso".
Antes de adentrarse en la declaración, Chicha se animó a cuestionar el carácter fragmentario de este juicio, que —por cómo fue el origen de la causa— toma algunos hechos aislados, sin abarcar el funcionamiento integrado de la represión ilegal durante la dictadura. El caso del asesinato de Diana es el ejemplo más cabal de estas limitaciones: si bien en este juicio sólo se investiga su homicidio, ese mismo día murieron al menos otras tres personas, y fue secuestrada Clara Anahí. Sin embargo, esos hechos forman parte de otra causa, que está recién en etapa de instrucción. Y el asesinato de Daniel Mariani, ocurrido nueve meses después, no está incluido en ninguno de esos dos expedientes.
"No me resulta fácil separar los casos, yo sé que se juzga por la muerte de mi querida nuera Diana —destacó Chicha—, pero yo no puedo separar a su hija, que ella salvó con su vida, y a los demás que murieron allí. Las sangres de los chicos están mezcladas en las paredes de la casa, no sé cuál es de quién. Para mí es imposible separar". Con esto, la abuela pidió que se le permitiera relatar su historia completa. Y así lo hizo.
"Estaban matando mucha juventud"
"Diana era una estudiante de Letras de 26 años, casada con mi hijo Daniel", comenzó. Vivían en la calle 30, entre 55 y 56, junto con su beba, nacida en agosto de 1976. En los fondos de aquella casa, funcionaba una pequeña imprenta clandestina: "Acababan de publicar, en octubre de 1976, que en la ESMA había un campo de concentración, y que se tiraban cadáveres al río".
El 24 de noviembre de ese año, Daniel había salido, y en la casa se encontraban Diana, su beba de tres meses, y tres de sus compañeros de militancia: Juan Carlos Peiris, Daniel Mendiburu Eliçabe y Roberto Porfirio. Al mediodía, se lanzó el ataque: un operativo represivo del que formaron parte diversas fuerzas —Policía de la provincia, Policía Federal, Ejército, Gendarmería, Marina—, con tanques, bazukas, camiones militares y helicópteros.
El ataque a la casa fue de tal magnitud que el barrio entero quedó conmocionado, y hoy lo recuerda con precisión. Los cuatro adultos fueron asesinados a balazos, y se sospecha que sus cuerpos fueron quemados dentro de la casa, para dificultar su posterior reconocimiento. Lo que pasó con Clara Anahí sigue siendo una incógnita hasta el día de hoy. Casualmente, el sumario que se había instruido al respecto en la comisaría 5º desapareció en aquellos años.
En el procedimiento, participaron varios jerarcas de la represión ilegal: entre otros, el jefe de la Policía provincial Ramón Camps; el Director de Investigaciones de la fuerza, Miguel Etchecolatz, y su chofer, Hugo Guallama; el titular de la comisaría 5º, Osvaldo Sertorio; el jefe del Regimiento 7 de La Plata, Roque Presti; el jefe del Primer Cuerpo de Ejército, Carlos Guillermo Suárez Mason. "Estuvo toda la plana mayor de todos lados", sostuvo la abuela.
Chicha estaba en su casa, en la esquina de 44 y 21, tejiendo una batita para su nieta, cuando escuchó pasar los tanques. "Me aterroricé, porque en esa época estaban matando mucha juventud", pero no se imaginó "que se dirigían a la casa de mis hijos". "Pensé: a quién estarán matando ahora", recordó.
Más tarde ese día, Chicha tuvo que dejar su casa para ir a cuidar a su padre enfermo. Cuando volvió, al día siguiente, vio a todos los vecinos reunidos en la puerta de su vivienda. El lugar estaba destrozado: la casa había sido baleada y saqueada, había escombros por todas partes y muebles destruidos. "Además se habían robado todo lo robable", indicó, y añadió que fue en esa misma casa que sufrió, un mes después, otro allanamiento violento. Entre los represores que lo perpetraron, había uno a quien sólo reconoció años después, en los diarios: Luis Abelardo Patti.
Chicha Mariani no llegó a enterarse de los asesinatos de la calle 30 hasta el día siguiente del operativo. Aunque no pudo entrar a la vivienda hasta varias semanas después —"la casa estuvo llena de policías de civil durante un año", contó—, hizo una primer denuncia en la comisaría 5º, cuya jurisdicción abarcaba ese domicilio, para poder recuperar los cuerpos. "Me dijeron: 'No le vamos a entregar a su hija porque está carbonizada, no se la reconoce, nosotros nos vamos a ocupar de su cadáver'. Cuando les pregunté por mi nieta, me dijeron '¿qué nieta?', y que no figuraba en ninguno de los papeles".
El primer dato respecto de Clara Anahí lo obtuvo por medio de un amigo que conocía al entonces comisario Osvaldo Sertorio, el titular de la comisaría 5º, "que ha pasado a la historia por el campo de concentración que tenía al otro lado del pasillo de su escritorio". El policía le había confirmado al amigo de Chicha que Clara Anahí había sobrevivido al ataque a la casa de sus padres.
La abuela se dirigió entonces a la dependencia policial, para hablar con el comisario: "Me dejó parada en el medio de la habitación y él, sentado, empezó a expresar su desprecio por mí, que era la madre de unos subversivos". Pero como le debía un favor a aquel conocido en común, terminó diciéndole, en voz casi inaudible: "La nena está viva, búsquela por la ropa porque ya le deben haber cambiado la identidad. Y búsquela rápido, porque ha perdido demasiado tiempo". El policía la derivó a la Unidad Regional de la Policía de la provincia, "pero allí me negaron que supieran algo, y me sacaron con cara de nada".
Las familias Teruggi y Mariani nunca pudieron recuperar el cuerpo de Diana. Recién en 1984 Chicha se enteró de una comunicación del director del cementerio de La Plata, según la cual la joven había sido enterrada como NN, y que en 1982 esa tumba había sido "levantada y tirada a la fosa común".
En esta causa consta que en la Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires (DIPPBA) —cuyos archivos están hoy bajo custodia de la Comisión Provincial por la Memoria— existían fichas en las que figuraba el operativo del 24 de noviembre de 1976 y, en relación a él, una serie de actas en las que se identificaba con nombre y apellido a las personas asesinadas ese día, incluida Diana. Pero luego la fuerza confeccionó actas de defunción en las que los cuerpos figuraban como NN: fue otro paso que apuntaba a borrar toda huella respecto de cómo fueron las muertes.
De esa misma Dirección de Inteligencia se extrajo otro legajo de 1979, en el que la hija de Daniel y Diana, dos años después de la muerte de sus padres, era catalogada de "extremista". La carátula de aquella carpeta, confeccionada por la fuerza policial, rezaba: "Factor de extremismo: Clara Anahí Mariani".
El nacimiento de las Abuelas
"A todos lados iba sola, y no siempre era bien recibida", recordó. Hasta que se contactó con Alicia "Licha" Zubasnabar de De la Cuadra, otra abuela que buscaba a su nieta desaparecida: "Licha está presente hoy acá, tiene 90 años, y hemos trabajado en la búsqueda de los niños y de nuestros nietos hasta hoy". Fue junto a ella que comenzaron a acompañarse en sus gestiones, y que se conectaron con otras madres y abuelas, que recién estaban empezando a conocerse y organizarse.
"Licha buscó a las otras abuelas que ya conocía de la Plaza de Mayo, nos reunimos y decidimos empezar a trabajar juntas. Éramos 12 en ese momento", relató, y añadió: "A mi me asombró verlas con tanta serenidad; yo era un guiñapo, un llanto continuo, las veía a ellas tan serenas y decía 'tengo que ser como ellas' ".
Primero se dieron a conocer como «Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos». "Pero fuimos creciendo, la gente empezó a conocernos y a llamarnos las Abuelas de Plaza de Mayo", rememoró. Finalmente, adoptaron ese nombre.
A Chicha la esperaba aún otro golpe, poco tiempo después: el 1 de agosto de 1977 fue asesinado su hijo, Daniel Mariani: "No se había querido ir del país por su hijita, por Diana y por lealtad a sus compañeros militantes. Y se quedó hasta que lo mataron, en la calle 132 y 35".
Policías, curas, jueces
Por recomendación de un juez, Chicha y su marido realizaron una denuncia ante la Policía Federal: el efectivo que les tomó declaración, mientras redactaba el acta, "llamaba a los gritos a todos los que pasaran por ahí y les decía que vengan a ver a los padres de los guerrilleros de la calle 30". Cuando ella le intentó corregir un error de ortografía en su apellido, el policía le respondió: "Estoy acostumbrado a tomarle declaración a las prostitutas". "Ahí mi marido se levantó y tuve que pisarle el pie para que se quedara callado", rememoró, y añadió: "Cuando estábamos saliendo nos dijo 'no busquen a la nena, porque hizo puf y desapareció' ".
Luego, hizo innumerables gestiones ante autoridades eclesiásticas. Al primero que consultó fue a Monseñor Emilio Graselli: "Me dijo que la nena estaba muy alto, que tendríamos que haber ido antes y ya era demasiado tarde, que ya no la podía conseguir". Luego, se contactó con Monseñor Antonio Plaza, en la Catedral. "Plaza me interrogó más que ayudarme", recordó, y agregó que el obispo la derivó a Monseñor Montes, que trabajaba con él en la Catedral.
"La primera vez, Montes me atendió muy bien y me dijo 'yo se la voy a conseguir' —reconstruyó Chicha—. Pero la segunda vez, estaba serio, muy enojado. Me dijo que me dejara de molestar, que no buscara, que me quedara quieta. 'Déjela en manos de los que la tienen, no los ponga en peligro'. Cuando le respondí que era mi nieta a la que estaba buscando, me señaló la puerta y me dijo: 'señora, le falta fe. Rece' ".
Luego, Chicha recordó que, junto a las Abuelas de Plaza de Mayo, visitó el Vaticano en 18 oportunidades: nunca consiguieron que las reciban. "Yo no tengo nada que agradecerle a la Iglesia, más bien tengo muchos reproches. No les debo nada, sólo dolores y amarguras", sintetizó.
Lo mismo sintió respecto a sus reclamos ante la Justicia. "Íbamos siempre a visitar a jueces, una vez por mes, de a dos o de a tres —describió—. La Justicia no significó para mí ningún aporte. Y hablo en pasado porque tengo esperanza en este juicio".
"Espero que de aquí salga la verdad"
Las hipótesis sobre el posible destino de Clara Anahí son varias, de acuerdo a las versiones y testimonios que Chicha pudo ir recogiendo durante estos 30 años.
El primer dato significativo con el que dio, lo obtuvo por un matrimonio amigo, Elvira y Omar Cerutti. Ellos le contaron que una sobrina suya estaba de novia con Daniel Del Arco, un policía que prestaba servicios en la comisaría 2º de La Plata y en la DIPPBA: cuando se enteró de que eran amigos de Chicha, el policía les contó que él había participado en operativo del 24 de noviembre de 1976 y que sabía que la niña estaba viva. "Saber eso me devolvió la vida", contó hoy la abuela, que a esa altura ya estaba perdiendo las esperanzas de encontrarla.
"Le dije a los Cerutti: 'pídanle si me puede entregar la nena, que yo le doy lo que sea, mi casa, todo. Pero que sea la nena' ", indicó hoy Chicha. A partir de allí, comenzó una suerte de negociación con Del Arco, a través de los Cerutti. Aparentemente, el policía sabía que Clara Anahí estaba en manos de otro miembro de la fuerza.
Pero al poco tiempo el matrimonio la llamó, para decirle que Del Arco se había comunicado con ellos: "Les dijo que lo había descubierto Camps, y que andaba disparando por los campos con gran peligro para su vida. Les dijo que no quería saber más nada, y que si seguían averiguando, el matrimonio Cerutti iba a terminar en un zanjón".
La pareja, llorando, se negó a seguir ayudándola. "Eso fue otra muerte para mí", sostuvo Chicha. En los '80, Elvira Cerutti murió en un accidente automovilístico en la ruta a Mar del Plata. "Murió ahogada en un zanjón, como le había dicho este hombre", remarcó. El policía Daniel Del Arco declaró, en 2004, en el Juicio por la Verdad: "lo negó todo; transpiró muchísimo, nervioso, pero lo negó todo".
Ese mismo año, le avisaron desde la Comisión por la Memoria que una persona se había presentado allí y que quería hablar con Chicha. Era la mujer de Hugo Guallama —chofer de Etchecolatz—, que había participado del ataque a la casa Mariani-Teruggi. "Me dijo que Guallama la llevó a la casa de calle 30, le mostró dónde habían estado ellos, y le dijo que él había estado con Etchecolatz arriba del techo", narró la abuela, y agregó un dato que, en el marco de este juicio, cobra singular importancia: Guallama admitió que fue él quien disparó contra Diana Teruggi, y que lo hizo por orden de Etchecolatz. "Le dijo: 'dale, Negro, tirale que va saliendo', y era Diana, que salía con la nena en brazos. Esto lo cuenta la concubina de Guallama". El otro dato significativo tenía que ver con Clara Anahí: según el policía, la habían sacado viva desde abajo del cuerpo de su madre.
Actualmente, el ex chofer del represor se encuentra procesado y con prisión preventiva, en el marco de la causa sobre la comisaría 5º de La Plata que instruye el juez federal Arnaldo Corazza. "Primero negó todo, pero después de dos meses en (el penal de) Marcos Paz, mandó una nota al juez, diciendo que ahora recordaba todo", ironizó Chicha.
El otro elemento que aportó Guallama fue que, después de pasar por varias manos, quien se llevó a Clara Anahí del lugar del operativo fue el comisario Juan Fiorillo, con su lugarteniente, Carlos "El Oso" García.
Los antecedentes de ambos son más que oscuros. Fiorillo fue el responsable de la desaparición de Felipe Vallese en 1962, fue jefe de la Unidad Regional de la policía provincial y del Comando de Operaciones Tácticas (COT) durante la dictadura, y tenía una oficina en la comisaría 5º cuando mientras la dependencia funcionó como centro clandestino de detención. "Para mi es el monje negro de la represión", comentó Chicha. Hoy, también está procesado y con prisión preventiva en la causa sobre la comisaría 5º, pero cumple arresto domiciliario por ser mayor de 70 años.
Carlos "El Oso" García había sido custodio de Monseñor Antonio Plaza. Luego de su actuación como represor en la dictadura, estuvo involucrado en una "comisión policial" que proveyó durante meses información falsa al juez Galeano en la causa AMIA. Y tiempo después, ya retirado de la fuerza, fue jefe de custodia del Banco Provincia.
Varias de las personas que a lo largo de estos 30 años fueron aportando datos a la búsqueda de Chicha, están citadas a declarar en este juicio oral. Es por eso que la abuela de Clara Anahí tiene expectativas en torno a lo que pueda surgir de la conjunción de todas estas declaraciones, que hasta ahora están dispersas en el tiempo y en los despachos de diversas oficinas judiciales. "Espero que de este juicio salga la verdad", expresó hoy ante el Tribunal.
"Yo acuso a Etchecolatz, lo acuso de la muerte directa de mi nuera, de la desaparición de mi nieta, de lo que ha significado para ella 30 años de estar viviendo en la ignorancia de su identidad —manifestó Chicha Mariani—, y también lo culpo del sufrimiento que ha dado a mí y a todas las familias, que nos han mantenido 30 años buscando con uñas y dientes un rastro de un hueso de un hijo para tenerlo, o un rastro de un nieto para criarlo y decirle quienes fueron sus padres".
Y añadió: "Lo veo al policía Etchecolatz con el rosario, y yo le quisiera pedir que, en vez de rezar el rosario, alivie su conciencia diciendo dónde está Clara Anahí. Porque él sabe. Y sabe que mataron a Diana por su orden o con su mando".
El represor, nuevamente, no estuvo presente en la sala de audiencias para escuchar el testimonio de Chicha Mariani: está detenido en el penal de Marcos Paz, y pidió no asistir a esta etapa del juicio por supuestas razones de salud. "Yo no me puedo dar el permiso de morirme —pareció responderle hoy Chicha—. Tengo que encontrar a mi nieta".
Más testimonios por el caso Teruggi
Hoy también declararon otras dos testigos citadas en el marco del caso del homicidio de Diana Teruggi. Se trata de Lilian Marta Stancati y Rosaria Isabella Valenzi, quienes también aportaron datos sobre el posible destino de Clara Anahí Mariani.
Stancati contó que vivía en la calle 56, entre 25 y 25, y el día del ataque a la casa Mariani-Teruggi estaba en su casa, con carpeta médica. "Empecé a escuchar disparos, pasaban helicópteros, estaban las calles cortadas, pasaban patrulleros y camiones del Ejército", recordó, y añadió: "El barrio estaba convulsionado. Fue un operativo increíble, no podíamos entender la cantidad de helicópteros, de agentes de policía, de tiros".
En aquella época, Stancati trabajaba en una delegación municipal en City Bell. Allí, había un policía —de quien no pudo recordar el nombre— que se desempeñaba como custodia del ModuBank instalado en esa dependencia administrativa. "Era un poco verborrágico, hacía comentarios. Se quedaba dormido, y nos decía que era porque 'salían de rotation' (con la policía) y por eso tenía sueño", señaló. E indicó que fue este policía el que le empezó a hacer comentarios sobre el operativo de la calle 30.
"Me empezó a hablar sobre la casa, pero no sé si él participó —evocó—. Le pregunté '¿murieron todos?', y él me contestó: 'No, la nena no' ". El efectivo le contó que los padres de la niña la habían resguardado con colchones y mantitas en la bañadera o en un placard. Y que los policías que actuaron en el operativo se la habían dado a un alto funcionario de la fuerza, cuya mujer no podía tener hijos.
Lilian Stancati recordó todo esto recién hace pocos años, cuando se enteró de un homenaje que se hizo en la casa Mariani-Teruggi, durante un aniversario de los asesinatos, "Escuché que decían que la nena todavía estaba desaparecida", dijo la testigo, y destacó que fue a partir de ese episodio que decidió contactarse con Chicha Mariani y la Asociación Anahí.
Finalmente, también declaró Rosaria Isabella Valenzi, hermana de la desaparecida Silvia Mabel Isabella Valenzi, y quien conoció a Chicha durante la labor de ambas en Abuelas de Plaza de Mayo. Rosaria también estaba realizando una búsqueda propia: su hermana dio a luz en cautiverio a una niña que, al igual que Clara Anahí, también permanece desaparecida.
Hoy, Isabella Valenzi relató que en una oportunidad, se acercó a la filial de Abuelas en La Plata, una mujer llamada Patricia Irene Domenici: aunque en ese momento las Abuelas no lo sabían, se trataba de una ex mujer del policía Daniel Del Arco. La mujer pedía hablar directamente con Chicha, pues afirmaba tener datos sobre Clara Anahí. Este encuentro se produjo bastante tiempo después de que Del Arco se echara atrás sobre la posibilidad de encontrar a la niña y entregársela a su abuela.
"(Domenici) decía que él mentía sobre no saber qué había pasado con la nena, porque él había estado en el operativo y había sacado a la nena de la casa", aseguró hoy Isabella Valenzi, y añadió que la mujer pidió el teléfono y la dirección de Chicha para contactarla. Pero nunca lo hizo.
Nadie supo más de ella hasta el 2004: ese año, y a partir de las investigaciones de Chicha, la Cámara Federal de La Plata la localizó y la citó a declarar en el Juicio por la Verdad. Domenici terminó confirmando lo que había dicho en aquella oportunidad en Abuelas: que la niña sobrevivió al tiroteo y que pasó por las manos de Del Arco. Está previsto que la ex mujer del policía declare en el transcurso de este juicio oral.
Adelanto de audiencias
Para el viernes, próxima jornada de audiencias, se esperan cuatro testimonios. En primer lugar, prestará declaración Horacio Perelló, quien había sido citado para la semana pasada pero no concurrió. El testigo fue convocado ya que, durante la dictadura, su familia tuvo un almacén de ramos generales ubicado junto al destacamento policial de Arana, en donde funcionó un centro clandestino de detención por el que pasaron varias de las víctimas cuyos casos están siendo investigados en esta causa.
En segundo lugar, y ya nuevamente en el marco del caso de Diana Teruggi, declarará Claudia Bellingeri, integrante de la Comisión por la Memoria: esa es la institución que tiene en custodia los archivos de la Dirección de Inteligencia de la Policía provincial (DIPPBA), en cuyos legajos constan tareas de inteligencia realizadas sobre la familia Mariani-Teruggi.
Luego, se espera la declaración de un ex detenido desaparecido, Nieves Luján Acosta, quien permaneció secuestrado en un centro clandestino junto a Roberto Aued y Graciela Médici, un matrimonio que fue secuestrado en el mismo procedimiento en el que las fuerzas represivas asesinaron a Daniel Mariani, esposo de Diana Teruggi y padre de Clara Anahí. En el mismo sentido, aportará su declaración Noemí Aued, hermana de Roberto.
JUSTICIA YA EN LA PLATA está integrado por: Asamblea
Permanente por los Derechos Humanos La Plata; Asociación Anahí; Asociación de Ex
Detenidos-Desaparecidos (AEDD); Central de Trabajadores Argentinos La
Plata-Ensenada; Central de Trabajadores Argentinos Prov. de Bs. As.; Centro de
Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH); Comité para la Defensa de la
Salud, la Ética y los Derechos Humanos (CODESEDH); Comité de Acción Jurídica (CAJ);
Familiares de Desaparecidos (La Plata); Fundación Investigación y Defensa Legal
Argentina (FIDELA); H.I.J.O.S. Regional La Plata); Liberpueblo; Liga Argentina
por los Derechos del Hombre (LADH); Madres de Plaza de Mayo (La Plata);
Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH).