Argentina: La lucha continúa
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¿Existe la oligarquía?
Jorge Rulli
Editorial del domingo 2 de julio de 2006 en horizonte sur editorial
El pasado domingo 25 de junio, en el diario Página 12, el periodista Horacio
Verbitsky nos dedica una columna en un largo y erudito trabajo sobre las
disputas por el poder y los ingresos, y coloca ese trabajo bajo el incisivo
título de: ¿Existe la oligarquía? Intenta Verbitsky en ese artículo, refutar las
posiciones del GRR respecto al conflicto suscitado con la prohibición de la
exportación de carnes, así como las opiniones emitidas desde este programa
Horizonte Sur en relación a la oligarquía vacuna. Para hacerlo, se apoya
Verbitsky en los conocidos economistas de FLACSO y del Instituto de Estudios de
la CTA Basualdo y Arceo, con los que coincide en una similar mirada de cómo
comprender los fenómenos de la propiedad de la tierra y de cómo interpretar los
estudios estadísticos.
Una primera reflexión que me suscita la extensa nota de Verbitsky y la parte
sustancial que nos dedica, es el pensar que deben tener algún peso y alguna
llegada nuestras reflexiones y declaraciones al respecto, y que algún nervio
deben haber tocado en algún punto sensible del Poder para que semejantes pesos
pesados del periodismo y de la investigación, salgan a refutar, a desmerecer o a
ningunear las posiciones que hemos expresado. Me pregunto si acaso existen otros
polemistas posibles que puedan ir más allá de estos tres que nos salen al cruce
y que, además de sus propios y personales prestigios y capacidades, disponen, el
primero de uno de los periódicos más importantes del país y formador de opinión
a nivel de los sectores medios, y los otros, de la extraordinaria capacidad
editorial de Basualdo y de Arceo que en gran medida financiamos generosamente
desde nuestros magros sueldos y nuestros aportes al sindicato ATE, los
trabajadores del Estado. Me lo pregunto y no encuentro respuestas. Y realmente
me temo que han usado con nosotros, no sólo artillería pesada y perdonen las
imágenes reminiscentes del lenguaje setentista, sino también, que han usado en
nosotros las reservas intelectuales más importantes de que disponen.
Para comenzar, sino una respuesta al menos un comentario. Cuando refiere a
nosotros, Verbitsky sin mencionarnos, nos denomina como. "ciertos
ambientalistas". y si por una parte y en relación al GRR es un indudable
menoscabo y una definición más que estrecha de nuestra caracterización y
actividades, que señala además por parte del autor una supina ignorancia
respecto a los activismos relacionados con la ecología, en el caso en que sus
referencias me implican personalmente, resultan algo más que paradójicas. Que
alguien que sin haber sido nunca peronista, fuera conducción de una organización
como Montoneros que, en su momento intentó conducir al Peronismo e inclusive
desplazar a su Líder, me denomine justamente a mi como ambientalista, a mi, que
cargo esta enorme mochila emocional e histórica que me desvela y con la que
tantas veces ya no sé qué hacer. porque es como un mandato que llevo de tantos
linajes que quedaron en el camino. y ser apenas para alguien un ambientalista a
nivel casi de la Romina Picolotti que expresa al tercer sector empresarial de la
ecología, no solo me resulta risible, sino que me ejemplifica el modo
esquizofrénico y de desmemoria que rige en ciertos ámbitos intelectuales.
Entiendo que lo que estamos criticando desde el GRR es en general un modo de
ejercitar el intelecto, un modo tal que en este caso, y a pesar de su enorme
inteligencia y capacidad lo hace quedarse muchas veces a nuestro amigo Verbitsky
y a muchos otros intelectuales argentinos, en la mera superficie de las cosas,
ignorando la necesaria complejidad del pensamiento en la era de la
globalización, aferrados a sus esquemas de pensamiento como a maderos de
naufragio en medio de la crisis oceánica de los paradigmas y en medio del
tránsito civilizatorio entre dos matrices tecnológicas, la del petróleo que se
repliega derrotada y las nuevas biotecnologías que se nos imponen gradualmente,
acompañadas aún con los viejos y todavía para ellos, seductores ropajes del
progreso de los siglos XVIII y XIX.
Me estoy refiriendo a la sobrevaloración de los datos estadísticos y a una
particular interpretación de la situación de la propiedad inmobiliaria de la
tierra en la Provincia de Buenos Aires que viene a discutir nuestra mirada sobre
los modelos hegemónicos de producción, sobre la importancia relativa que le
damos a la propiedad de la tierra y al rol de los propietarios en relación al
gran tema del Poder. Y una vez más, debemos recordarnos que información no es
equivalente a conocimiento. Verbitsky viene a descubrir con Basualdo que
el grueso de la propiedad de la tierra en la Provincia continúa en las mismas
manos y que además, apenas un ocho por ciento de la tierra es trabajada en
función de formas de tenencia ajenas a la propiedad.
No comprendemos bien qué es lo que tanto uno como el otro pretenden haber
descubierto en estos números estadísticos, pero si que la intención que llevan
es la de negar los cambios que hace diez años señalamos y anticipamos, y que
ellos durante ese tiempo ignoraron o invisibilizaron.
Insistimos una vez más que basta salir al campo para comprobar el extraordinario
y creciente grado de sojización, el despoblamiento masivo, el que se ha impuesto
un modelo de agricultura sin agricultores, el que la tenencia de la tierra ya no
equivale al trabajo de la tierra ni al vivir en ella y que el poder ha emigrado
de manos de la vieja oligarquía a los nuevos y cada vez más poderosos
Agronegocios, a las cadenas agroalimentarias y a las Corporaciones exportadoras.
Verbitsky dice refiriéndose a esos propietarios: "En 1996 dedicaban a la
ganadería el 70 por ciento de sus tierras, en las que la utilización de pastos
naturales supera la media provincial, y solo el 30 por ciento a la producción
agrícola. Esto demuestra que el sector social fundador del Estado moderno en la
Argentina, conservaba a fines del siglo XX la matriz estructural que presentaba
a sus principios y que le ganó la denominación de "oligarquía"vacuna". No
disentimos con Verbitsky en ello, pero lamentamos que olvide que justamente en
ese año 1996, se habilitó para su comercialización la Soja transgénica RR de
Monsanto y que la situación del campo argentino en estos últimos diez años
transcurridos cambió radicalmente de manera tal que, hacer un diagnóstico
estructural sobre la situación de aquella época pensando que mantiene alguna
vigencia resulta absolutamente descabellado. La sojización no sólo ha desplazado
otros cultivos, sino que ha desplazado a la misma ganadería, empujándola a
corrales de engorde donde amontonada como en chiqueros se la alimenta con granos
balanceados a los que se añaden hormonas y antibióticos. Tal como dice el
conocido filósofo neoagrarista Gustavo Grobocopatel de la localidad de Carlos
Casares, los Agronegocios han democratizado la agricultura, dado que ahora
cualquiera puede practicarla, aún sin vivir en el campo ni saber nada al
respecto, sino teniendo solamente la intención de llevar adelante un negocio
verde y por supuesto, el dinero necesario.
En estos momentos, estamos iniciando una etapa aún mucho, pero mucho más
peligrosa, la creciente sojización alentada ahora por las campañas que presentan
a los biocombustibles como la nueva panacea, pondrá inevitablemente en situación
de riesgo las tierras dedicadas a proveer de alimentos a la propia población,
amenazándonos con nuevas crisis alimentarias en el horizonte cercano. Pero
además, podemos dar testimonios de otras gravísimas situaciones: las
fumigaciones que acompañan los cultivos biotecnológicos están poniendo en grave
riesgo la salud y la vida de las poblaciones de las ciudades pequeñas,
amenazando con destruir los actuales habitats humanos y transformando el cáncer,
los abortos y los nacimientos con malformaciones, en epidemias masivas de las
pequeñas y medianas localidades que conviven territorialmente con la agricultura
industrial y en especial con los sojales.
Creemos que la interrupción brusca de las exportaciones de carnes fue una enorme
torpeza y que no es cierto que se haya conseguido el objetivo de bajar el precio
de la carne en el mercado interior. Si, en cambio, lo que se ha conseguido es
desalentar a productores que frente a las fuertes pérdidas de suelo que generan
los monocultivos intentaban retornar a la ganadería. La interrupción de las
exportaciones de carnes ha consolidado el poder de los Agronegocios y ha
establecido en todo caso, una pulseada política con sectores de la oligarquía
que son una rémora frente a los nuevos modelos de gerenciamiento y de
producciones rurales. Las manifestaciones de cuatro por cuatro en la provincia
de La Pampa, las editoriales del diario La Nación y algunas disonancias
discursivas de líderes rurales, no ponen en riesgo la estabilidad institucional
de la República, pero permiten en cambio recrear un clima de confrontación que
es útil para mantener la adrenalina política que convoca a los nuevos
reagrupamientos preelectorales. Eso es todo, se trataría para los operadores
políticos que juegan a las rayuelas de la política mientras perdemos las
oportunidades de un momento excepcional de las relaciones internacionales, se
trataría tan solo de saber elegir al enemigo más débil y de buscar el camino del
tensionamiento social y de las confrontaciones de discursos que transforman en
circo el ejercicio de la política. La solución no es tal como afirma Verbitsky
apoyándose en Basualdo, la de aumentar las retenciones a las exportaciones,
medidas que en todo caso serían solo un paliativo que permita continuar
reciclando el actual modelo, a la vez que contener con planes asistenciales la
pobreza y el desempleo cronificados en un país de economía decididamente
agroexportadora. La solución es volver a la Junta Nacional de Carnes y en el
caso del trigo, que preocupa también porque no alcanza a cubrir las necesidades
nacionales y cuando se toma frente a ello como presunta solución, la misma torpe
medida de impedir su exportación, la política debería ser la de volver a
la Junta Nacional de Granos. Así de sencilla es nuestra propuesta: volver a
instaurar la Junta Nacional de Carnes y la Junta Nacional de Granos, como en los
viejos tiempos, y volver a tener políticas de Estado en el sector agropecuario,
políticas que no sean generadas tal como confiesa ahora el propio Grobocopatel
en el diario Clarín del sábado 24 de junio, por las mismas corporaciones de los
Agronegocios y de las Biotecnologías.
Y para terminar, me pregunto ¿por qué razón, son tantos los que no pueden ver
más allá de la superficie de las cosas? Por qué existe ese rechazo en tantos
intelectuales a negar los modelos de rol que nos neocolonizan? ¿Por qué razón
ignoran las relaciones y configuraciones que nos impone la globalización? A
principio de siglo muchos pensadores se esforzaron hasta descubrir las
relaciones de dependencia que determinaban el sometimiento y el coloniaje
argentino. Tengo un libro de la colección "Hechos e ideas" cuyo autor es Eduardo
Rumbo y que tiene por título PETROLEO Y VASALLAJE y por subtítulo CARNE DE VACA
Y CARNERO, CONTRA CARBON MÁS PETROLEO. Gusto tener ese libro siempre al alcance
de mi vista porque me recuerda el esfuerzo de tantos intelectuales nacionales
por comprender y poner en claro a principios del siglo veinte, las ecuaciones
básicas de la dependencia: CARNE DE VACA Y CARNERO, CONTRA CARBON MÁS PETROLEO.
Ellos lograron ese objetivo y gracias a esa conciencia pudieron surgir luego los
movimientos nacionales y populares que condujeron las luchas de nuestros
pueblos. Tenemos una gran deuda con ellos y el mejor modo de ser leales a esa
tradición del pensamiento nacional es la de comprender en las circunstancias
actuales cuáles son ahora las particulares ecuaciones de la dependencia. Menudo
desafío. Me temo que muchos intelectuales formados o acaso deformados, en sus
mejores años de juventud por los manuales de marxismo vulgar de la Marta
Harnecker que fueron hasta el año 72 lectura obligatoria en Montoneros,
encuentren dificultades en comprender de lo qué estoy hablando. Somos
conscientes que no podremos encontrar nuevos caminos de liberación si no
resolvemos los problemas pendientes, los debates inconclusos, las memorias que
dejamos bajo las alfombras de la historia porque todavía no podemos asumirlas...
Pero no son luchas fragmentadas, hablamos de las pasteras y de las sojas y
estamos a la vez tratando de resolver los viejos dilemas revolucionarios,
exponemos sobre las matrices planetarias de los biocombustibles y estamos
haciendo referencia a las luchas de liberación de la última posguerra y a los
diversos caminos ensayados por líderes como Nasser, como Getulio o como Perón.
La historia es una y necesitamos retomar el cause interrumpido de su fluir
diacrónico para que las nuevas generaciones sepan, tal como nosotros supimos
alguna vez, de dónde vienen, para entonces puedan saber hacia dónde ser dirigen.
Jorge Eduardo Rulli www.grr.org.ar