Argentina: La lucha continúa
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"La construcción del enemigo"
Editorial del día domingo 9 de julio de 2006
Jorge Eduardo Rulli
El tema de mi última editorial no es un tema agronómico como alguno podría
suponer, tampoco refiere tan sólo a un debate propio de los modelos del
desarrollo. No se trata de ocultar el rol de la llamada oligarquía vacuna, sino
de reflexionar sobre el poder que ahora detentaría. Nadie niega que se halle esa
oligarquía sobre el escenario político, de lo que se trata es de ver en qué
lugar de ese escenario está ubicada, si como dicen muchos kirchneristas se
halla en el centro o acaso se ha corrido y el rol principal de la obra le
corresponde a una oligarquía gerenciadora y empresarial ligada a las grandes
corporaciones internacionales. No es un debate menor el que llevamos. No solo
porque podríamos estar peleando contra fantasmas sino porque el poder que
suponemos reside en la nueva oligarquía de los Agronegocios, es infinitamente
mayor al de la oligarquía vacuna.
En realidad de lo que se trata, es de esclarecer y debatir sobre los modos de
ejercitar la política, o como habría dicho Perón: acerca de los estilos de la
conducción. Se trata también, de poner al descubierto maneras de actuar que más
allá de que se referencien en el peronismo, mezclan modelos de pensamiento de
los años setenta con otros de los noventa. ¿A qué me refiero? Me refiero
concretamente a lo que se denomina "la construcción del enemigo", y cuando hablo
del pensamiento de los años setenta me refiero a cómo se puede consciente
o inconscientemente, practicar un modo rígido de pensamiento político que tienda
a clasificar en blancos y en negros, a la vez que indiferenciar matices, que se
nutra en la confrontación y que se deje aún influir por los mitos y los
estereotipos propios de la guerra fría.
Si superponemos ese pensamiento a los marcos neoliberales de los años noventa, a
su respeto por las leyes del libre mercado y su descreimiento en el rol del
Estado, podemos llegar a comprender muchos de los caminos erráticos de los
últimos tiempos: los discursos convocantes en simultáneo con las agendas
medrosas, los gestos cargados de reminiscencias revolucionarias y los elencos
funcionariales entremezclados de antiguos cavallistas, menemistas y duhaldistas,
justificados siempre por el viejo aserto de que lo nuevo se abre paso
necesariamente, entre las antiguas formas de la política... Extrañas forma de
interpretación de la dialéctica en esta orilla del mundo, y que no sólo
posibilita ampliamente justificar todo tipo de transformismos y travestismos,
sino que pareciera condenar a la exclusión definitiva de la política, a todos
aquellos que no transamos, que no nos mudamos de camiseta, que expresamos
siempre lo que pensamos, y que no nos subimos a los trenes victoriosos ni
apostamos nunca por el candidato que se supone con más chances.
La construcción del enemigo comprende algunas reglas elementales, entre ellas y
fundamentalmente, la de que el enemigo que se elige deber parecerlo, que debe
ser un enemigo posible y que de ninguna manera puede poner en riesgo nuestro
propio proyecto. De esa manera, es tarea de muchos de nuestros dirigentes
alimentar a su "enemigo" o a sus "enemigos" posibles durante mucho tiempo,
previamente a ese momento áureo en que deberán apelar a la falsa confrontación
que planifican. Así se explican tantos dineros invertidos en el Señor Blumberg,
los salvavidas arrojados al Señor Hadad y a su radio reaccionaria, los
profesores de las escuelas militares que siguen formando cuadros en los antiguos
cultos a la lucha antisubersiva. si no existieran esos oficiales que nos dan la
espalda en los actos protocolares o que nos irritan cuando asisten a actos
funerarios por sus muertos malditos, tal vez estaríamos obligados a plantearnos
seriamente si acaso resulta necesario mantener un ejercito en la Argentina o tal
vez, tener que reconocer que la única hipótesis de conflicto válida que tenemos
los argentinos es la que surge de la ocupación de parte de nuestro
territorio nacional por la Gran Bretaña y en ese caso estaríamos tal vez
obligados a modificar las viejas estrategias y los dispositivos navales
obsoletos de nuestra marina de guerra, todavía preparada para acompañar a su
portaviones en la custodia del Atlántico sur y preservarlo de los submarinos
soviéticos.
Qué portaviones? Hace años que ya no los tenemos. Y qué submarinos soviéticos?
Seguramente muchos de nuestros oyentes ni sabrán de qué estamos hablando. Sin
embargo, estoy refiriéndome nada menos que a los planes estratégicos de nuestra
flota de mar.
Alguno cree que puede ser casual que de pronto aparezca un francotirador en
plena avenida Cabildo? No en Crovara, no; no en Temperley o en Bernal, no,
aparece allí, en el centro mismo de la escena, bajo los focos mismos de la
televisión que con títulos catástrofe nos anuncia: pánico en Buenos Aires.
Se viola a una muchacha en la estación Callao del Subterráneo, en pleno día.
es interesante darse un paseo por allí e imaginar la osadía que debieron haber
desplegado los violadores. y el robo misérrimo en un colectivo que terminó con
la amputación de los dedos del pobre colectivero. le cortaron los dedos porque
sí nomás. porque sí nomás? Los partidarios de la guerra contra la subversión
hacen una misa y reúnen a mil de sus partidarios! Cuando poco tiempo atrás las
campañas de Derechos Humanos arreciaban, esto habría sido absolutamente
impensable. Qué está ocurriendo que la bestia se despierta, que pareciera
encontrar clima para salir a la calle, para llenarnos las pantallas de la
computadora de sucios mensajes memoriosos de comisarios y de mayores retirados?
Creo que se están disputando en las calles las significaciones del dominio
social y en medio de un tránsito timorato y errático entre un modelo de
seguridad nacional y otro de seguridad ciudadana, y que los que ejercieron poder
en el anterior modelo no han sido desplazados y ofrecen cada vez mayores
resistencias.
Pero, tal vez, no deberíamos preguntarnos por qué razón lo hacen, ya que
esa defensa de sus privilegios y esa resistencia está en la razón misma de su
naturaleza, lo que deberíamos preguntarnos es por qué razón a casi veinticinco
años de democracia todavía se encuentran esos sectores en el ejercicio de
semejantes y extendidos poderes. Me pregunto: acaso se los alimenta? Acaso la
política al respecto es la provocación y no la resolución definitiva de los
problemas? En realidad esos sectores horribles, configuran la imagen ideal de un
enemigo que nos permite reagruparnos no por nuestros propios méritos sino por
los deméritos de ellos, pero que en verdad, no nos pone en verdadero riesgo.
Yo me pregunto ahora, si acaso estas prácticas que ni siquiera podría aseverar
que son pensadas, en el sentido de ser proyectadas conscientemente como
estrategias, serán tal vez parte inherente del accionar político? Me pregunto si
acaso Perón construía también sus falsos enemigos, me pregunto si lo hacía Ben
Bella en Argelia o acaso Nasser en Egipto. Tiendo a creer que no, que ponían
toda la energía en construir un gran frente nacional en procura de los objetivos
de cambio y de transformación que se proponían.
Tiendo a creer que construir la unidad del Pueblo todo, conciliando intereses
diversos, recreando los vínculos de las personas en la Comunidad y resolviendo
los problemas que se suscitan en toda sociedad compleja, no sólo les posibilitó
a esos grandes hombres estar muy por encima de sus contemporáneos y ser
reconocidos como líderes, sino que les habría impedido toda maquinación mezquina
de construir pequeños enemigos para seguir concitando en derredor las propias
tropas y evitando los debates que ellos consideran peligrosos.
Creo profundamente como analista político y como comunicador social, que los
ciudadanos tenemos derecho a hacernos estas preguntas. Y creo que tenemos ese
derecho, porque mientras tantos juegan al transformismo y convierten la política
en una ruleta o a lo sumo en un ajedrez donde los objetivos suelen extraviarse
en los meandros de las intrigas y de los enjuagues partidarios, nosotros como
Pueblo pagamos un costo demasiado alto. Cada negociación turbia, cada
transacción politiquera, cada construcción de falsos enemigos, cada acción
diversionista, cada disputa por temas menores, cada desencuentro por razones
mezquinas, postergan soluciones y retrasan los cambios necesarios. Cada segundo
que ellos especulan con sus agendas y sus cronogramas electorales nuevos niños
son lanzados a la miseria, nuevas criaturas se prostituyen, innumerables
víctimas mueren por causas evitables o son atropellados por un modelo que
prioriza los automóviles por encima de las personas. Cada segundo que ellos, en
la corporación política, ocupan en sus erráticos discursos o en sus componendas,
se pierden suelos y bosques nativos que son irrecuperables, la droga avanza
sobre nuevos adictos y la desnutrición condiciona para siempre el desarrollo
neurológico e intelectual de las próximas generaciones de argentinos.
Me parece que como ciudadanos, deberíamos ser mucho más duros de lo que somos,
que deberíamos ser mil veces más exigentes de lo que somos, me parece que
deberíamos levantar nuestras voces como nunca antes, para exigir ahora esa
justicia que hace tanto necesitamos. Porque la necesitamos ahora, porque no hay
razones para postergar un día más la nacionalización del petróleo o la
recuperación de nuestros ferrocarriles, porque no hay razones que justifiquen
mantener el peaje de las autopistas o el que no podamos volver a las
jubilaciones del Estado. No hay razones. No hay razones para continuar
soportando la contaminación del Riachuelo o el genocidio sobre miles de
localidades pequeñas y medianas que son envenenadas impiadosamente por los
aerofumigadores. No hay derecho. No, no hay derecho a que tengamos que seguir
esperando justicia. El momento internacional es absolutamente excepcional. Es un
momento único. Absolutamente único. No lo perdamos, no perdamos esta gran
oportunidad que nos regala la historia. No lloremos mañana por lo que no fuimos
capaces de hacer hoy, sencillamente porque nos faltó el coraje de tomar las
decisiones necesarias.
Jorge Eduardo Rulli www.grr.org.ar