Argentina: La lucha continúa
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El barco lleva su propio rumbo
Jorge Eduardo Rulli
Editorial del domingo 4 de junio del 2006
El modelo de país productor de forrajes y exportador de petróleo crudo que
nos fuera impuesto en los años noventa amenaza ahora con fortalecerse y
acentuarse con la producción masiva de Biocombustibles. Esos modelos de rol se
complementan con los monocultivos forestales para pasta de papel y con los de
minería química a lo largo de la precordillera, configurando de esa manera, el
marco de políticas de Estado no confesadas y constituyendo la ecuación básica de
las nuevas relaciones de transcolonización de la actual dependencia argentina.
Momentáneamente al menos, y pese al esfuerzo de muchos de nosotros que llevamos
una prédica persistente acerca de sus impactos sobre las poblaciones, esos
modelos no se encuentran en debate ni son parte de las agendas políticas, si
bien novedosas movilizaciones populares pugnan insistentemente por instalarlos
en los escenarios de la política nacional. No solamente estoy pensando en las
asambleas masivas de vecinos contra la mina en los pueblos de la Patagonia,
estoy pensando también y muy especialmente en la Asamblea de Gualeguaychú y en
el modo realmente sorprendente en que lograron generar un conflicto que arrastró
tanto al gobierno argentino como al del Uruguay. Estoy pensando, asimismo, en
las movilizaciones indígenas por la tierra y contra las deforestaciones de los
bosques nativos en la Provincia del Chaco, estoy pensando en los vecinos de
Catamarca que comienzan a generar sordos movimientos de resistencia contra la
empresa minera Alumbrera y también, en cientos de pueblos de la zona de
monocultivos de soja, en los que la organización contra las fumigaciones con
agroquímicos, crece y se multiplica, y comienza a canalizarse tanto en denuncias
que irán obligando al poder judicial a tomar posiciones en el tema, cuanto sobre
los intendentes a los que se presiona para que determinen algún tipo de gestión
y de planificación territorial frente a los monocultivos de soja.
En la medida en que los sectores políticos resisten los debates sobre los
grandes temas y sobre los modelos de rol, lo que resta del campo de la política
sobre el que ellos pueden en verdad operar, tomar decisiones o generar los
cambios que la sociedad demanda, espacio que no esté tampoco predeterminado por
acuerdos internacionales heredados o supervisado por organismos financieros
internacionales, es cada vez más y más limitado. Si tal como pretenden algunos
altos funcionarios, no nos está permitido hablar del petróleo o de la Soja, si
no somos capaces de planteamos siquiera volver a tener la Junta Nacional de
Granos o a la Junta Nacional de Carnes, no solo la política nacional deviene en
una especie de pobre nivel municipal de la gestión del Estado, sino que, los
grandes problemas que se instalan mediáticamente, tal como ahora el supuesto
enfrentamiento con la oligarquía vacuna, corren el riesgo de terminar en el
ridículo y desenmascararse como maniobras distractivas de los verdaderos
problemas y desafíos irresueltos.
El petróleo, los minerales de la Alumbrera, la Soja transgénica y los agro
biocombustibles son los motores de un modelo de país que pone énfasis en la
explotación y exportación de los recursos naturales y sobre el cual, como sobre
la cubierta de un navío, se desarrolla la vida pública de la Argentina… El
problema es que el barco lleva su propio rumbo, un rumbo que fijan los mercados
internacionales y en especial las grandes corporaciones, y que mientras no se
decida modificar esa ecuación profunda de la dependencia argentina, no habrá
proyecto nacional que no sea una mentira más de los discursos políticos ni
recobrará la política el rol reparador y fundacional que supo cumplir en otros
momentos de la historia.
Tres años atrás, teníamos nosotros renovadas esperanzas, lamentablemente muchas
de ellas han ido desapareciendo. Sin embargo vale recordar los que escribíamos
entonces y me refiero al libro Estado de Gracia de junio / julio del 2003:
"… en medio de la catástrofe, la población parece haberle concedido al nuevo
gobierno… un tiempo de gracia. Se percibe un clima de buena iniciativa y a la
vez se percibe una enorme fragilidad… Respetando el tiempo de gracia, asumiendo
alegremente el estado de gracia, es preciso ir pensando las condiciones y
condicionamientos de proceso que se abrirán fatalmente cuando la realidad,
cualquiera que sea, irrumpa. Pues el estado de gracia depende de percibir la
delimitación entre el bien y el mal, y no será la primera vez que el supuesto
cielo se nos haya poblado y superpoblado de ángeles truchos." Y con
cierta ingenuidad de época continuábamos: "…a nivel de políticas de
estado, algunos elementos pueden devenir sumamente significativos. A la salida
de la catástrofe, dada la abrumadora condición de desocupación, se impone un
rediseño poblacional. A la vez, la soberanía alimentaria se impone como
condición absoluta para luchar contra el hambre. Si es cierto que no vamos a
pagar la deuda con el hambre de nuestro pueblo, será cierto que la soberanía
alimentaria será un soporte de la lucha contra el hambre. Y el campo juega un
papel primordial en esta soberanía alimentaria."
Han pasado tres años desde aquellas reflexiones que hacíamos en Estado
de Gracia y debemos confesar que a nuestro criterio se perdieron las grandes
oportunidades que parecían propicias en aquel período. Que aunque es verdad que
se trató de tender puentes entre la sociedad y el estado, las representaciones
políticas y en particular el parlamento continúan siendo profundamente
ilegítimas e inoperantes. Que fue importante renovar la cúpula de la Justicia
aunque ese nuevo espíritu no haya logrado renovar de raíz el viejo y esclerosado
aparato judicial. Que fueron importantes las nuevas políticas en materias de
Derechos Humanos, aunque debamos lamentar que se remitieran al pasado ignorando
los crímenes cotidianos de modelos impuestos a espaldas de la población y que
practican con impunidad un genocidio de la pobreza, de la vejez y de la sociedad
en situación de indigencia o exclusión. Que más allá de los discursos y de las
buenas intenciones, no se avanzó un paso siquiera en políticas de renovación o
de reconstrucción del Estado y que esa obstinada timidez frente a las grandes
tareas pendientes configura el sorprendente contraste de la persistencia de un
estado neoliberal a cargo ahora de una dirigencia que ya no lo es. Que esa
dirigencia arrastra una importante limitación, no ha podido resolver su propia
historia militarista y mesiánica de los años setenta y que tal vez por ello
mismo es incapaz de proponerse una democracia participativa y plural y un manejo
de los liderazgos y de los estilos de la política con horizontalidad, con
humildad y a la vez con grandeza.
Reconocer los aspectos positivos de este gobierno no nos impide advertir que más
allá de los modelos intocados, y todo lo contrario, fortalecidos por
pensamientos "progresistas" que le rinden culto a la escala, a la dependencia a
insumos y en especial a la Biotecnología, el proyecto político se hace fuerte en
la reconstrucción de un hegemonismo político de los viejos aparatos partidarios,
con todos los vicios propios del clientelismo y del asistencialismo masivo y de
la manipulación de la pobreza. Reconocer los aspectos positivos tampoco nos
impide reflexionar que en esta complejísima situación que determina en nuestros
países la globalización, es harto difícil juzgar lo que es bueno y lo que es
malo en la acción de un gobierno, sino tenemos en cuenta como en una gestalt,
esos modelos profundos que constituyen la dependencia colonial. Pese a ello y
aunque fuera en este caso más sencillo afirmar que las buenas acciones encubren
y legitiman y por lo tanto fortalecen los modelos inconfesos que constituyen el
paquete de políticas de estado, tampoco podemos dejar de considerar que, los
cambios superficiales constantes en el marco de una creciente conflictividad de
la sociedad argentina, más allá de que esos cambios puedan significar un mero
maquillaje, en su sumatoria y en su interacción con el hervidero social en que
vivimos, desatan fuerzas sociales y alientan nuevos conflictos, y que la
constante incorporación de dirigentes sociales al gobierno abre debates y desata
asimismo situaciones de difícil previsibilidad.
Como en un destiempo histórico, la masiva cooptación por parte del Estado o del
funcionariado, la incorporación de nuevos sectores políticos en respaldo del
gobierno y un cierto pluralismo, aunque realmente más anunciado que verdadero,
crean el clima necesario como para imaginar un cierto revival de aquel estado de
gracia que viviéramos durante el año 2003 y en el que se vuelven a depositar
algunas expectativas de cambio. Un revival del 2003 en que nuevamente muchos
experimentan el sentimiento que una vez más, aunque con extremada moderación,
algunos de los cambios que se esperan son posibles… y vuelvo a César Marcos
cuando en aquellos años sesenta me decía, allá en su departamento de la calle
Cangallo; "cuando muchos comienzan a decir y a repetir que esto se pudre…
no hay análisis objetivo posible… ponele la firma que se pudre…"
En este caso no se trata de que se pudre… sino de que la belicosidad del
Presidente de los Argentinos y su hiperactividad nos acostumbra a que cada día
nos depara una sorpresa nueva y que en medio del hervidero social, de la
fragmentación del espectro de las luchas populares, y en especial de la dinámica
que tanto Evo Morales como Chavez le imprimen al proceso latinoamericano, esa
corporación política y funcionarial que tantas veces nos ahogara, no sabe bien
qué corno hacer ni cuales son las referencias del oportunismo político ni las
líneas previsibles de un pragmatismo de las derivas políticas a que puedan
aferrarse para mantener sus privilegios y a la vez enfrentarnos…
Tal vez algunos quieran ver en nuestra mirada una cierta ingenuidad
ambientalista tal como dice el amigo Verbitzky refiriéndose sin duda al GRR y en
especial a estas editoriales, o acaso un optimismo de la voluntad que refleja
inocultables características de nuestra generación. Sin embargo, no podemos
negar que estamos hablando por la Radio Nacional, que la película Hambre de Soja
de Marcelo Viñas se está proyectando en ámbitos oficiales y educativos cada vez
más extensos y que muchos de los discursos del GRR con los que durante estos
años hiciéramos escuela de formación, hoy son incorporados como propios por
cuadros medios del estado y por dirigentes políticos de base, sin que sean
mayormente reprimidos. Nacen por todas partes espacios incipientes de debate y
muchos de los funcionarios funcionales a las empresas que, hasta ayer habrían
respondido a estos desafíos con una mera resolución de cese de tareas, hoy se
ven obligados a justificar sus acciones y a permitir el intercambio de opiniones
y el que se pongan en duda las líneas oficiales de la acción política y la
vigencia de los modelos y de las ecuaciones del poder que hemos venido
denunciando.
No es demasiado pero tampoco podemos como analistas que somos, dejar de advertir
los cambios. Mucho más todavía cuando se nos ha solicitado formalmente
colaboración por parte del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Estamos en
verdad, viviendo tiempos complejos y no somos capaces nosotros de negarnos a los
desafíos ni queremos dejar pasar las oportunidades de revalidar nuestros
discursos. Sabemos bien que lo que proponemos es un cambio de paradigmas y que
reclamar otra mirada del poder sería una utopía absoluta y no lo hacemos,
simplemente continuamos instalando esta propuesta, siéndole leal a la Sociedad
civil, manteniendo el compromiso de no atarnos a las disciplinas partidarias, de
continuar creyendo en la participación y en una democracia plena, y de insistir
en la necesidad de un Proyecto Nacional que contemple necesariamente la
Soberanía Alimentaria con Justicia Social y el repoblamiento del territorio.
Hoy es cuatro de junio. Sesenta y tres años atrás se cerraba la década infame
gracias a un golpe militar nacionalista inspirado por un grupo de activistas del
Ejército entre los que se destacaba un joven coronel, casi desconocido,
apellidado Perón. El golpe palaciego le cerró el camino a la presidencia a
Robustiano Patrón Costa, el siniestro candidato del obraje azucarero y de las
potencias triunfantes en la segunda guerra, y significó en la política nacional
un verdadero cambio revolucionario, cultural, político y económico, pues se
comenzó a desmoronar la dominación británica basada en el sistema del fraude y
del negociado como instrumentos del Estatuto legal del coloniaje que, tan bien
habían sabido develarnos Scalabrini Ortiz y en especial Don Arturo Jauretche.
Estamos cada día iniciando nuevos desafíos y retomando los viejos caminos de
quienes nos guiaron en la historia patria. Nuestro compromiso es no perder de
vista aquellos objetivos que nos hemos dado hace muchos años y que son para
nosotros como esa estrella que guía al caminante.
Jorge Eduardo Rulli
Programa Horizonte Sur.
Producido por el GRR Grupo de Reflexión Rural
Domingos de 11:30 a 12:30.
En Bs.As.Radio Nacional AM 870 y filiales del país. En Tucumán
Canal 10 de CCC
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