Argentina: La lucha continúa
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Juicio contra un represor en La Plata
"Etchecolatz era un represor que se daba a conocer en los campos de
concentración"
Lo dijo una ex detenida-desaparecida, que presentó un informe sobre el
funcionamiento integrado de los centros clandestinos de detención del "circuito
Camps", bajo el control de Etchecolatz. También declaró hoy Jorge Julio López,
otro de los sobrevivientes por cuyo secuestro y torturas está siendo juzgado el
ex policía: afirmó que el represor lo torturó personalmente y que dirigió el
fusilamiento de un matrimonio.
LA PLATA (28-06-06) - El Tribunal Oral Nº 1 recibió hoy el testimonio de Adriana
Calvo, una integrante de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD),
quien presentó un extenso informe sobre el circuito de centros clandestinos de
detención que funcionaron bajo el mando de la Policía de la provincia de Buenos
Aires. La declaración de Calvo se complementó con la del también sobreviviente
Jorge Julio López —cuyo caso se investiga en esta causa—, quien hoy relató que
fue torturado personalmente por el ex Director de Investigaciones de esa fuerza,
Miguel Etchecolatz.
En una larga jornada de testimonios, el juicio contra el represor Etchecolatz se
reanudó con estremecedores relatos de la situación que vivían los prisioneros en
los campos de concentración del llamado "circuito Camps".
En primer lugar, Jorge Julio López prestó testimonio ante los jueces, abriendo
así la etapa del juicio oral dedicada a su caso, uno de los ocho por los que
está siendo juzgado el ex policía. Además, su declaración también aportó a otro
de los casos, el del matrimonio desaparecido compuesto por Patricia Dell'Orto y
Ambrosio De Marco: López presenció cómo la pareja era fusilada en el "Pozo de
Arana", en una matanza "dirigida personalmente" por Etchecolatz.
El sobreviviente, quien hoy tiene 76 años, declaró que fue secuestrado en
octubre de 1976 por una "patota" que integraban, entre otros, Etchecolatz y su
chofer, el policía Hugo Guallama, a quien hoy reconoció en una fotografía que le
exhibió el Tribunal.
López estuvo detenido ilegalmente en dos centros clandestinos de la zona de
Arana: el Destacamento policial y el "Pozo de Arana", que funcionaba en el viejo
casco de la estancia La Armonía. En el primero estuvo dos días ("nos picanearon
toda la noche", contó), y luego fue trasladado al segundo, en donde también fue
sometido a torturas.
Mientras estaba secuestrado allí, en una oportunidad escuchó que una mujer mayor
pedía a gritos que no le pegaran. "Decía: '¿por qué no me defendió, Padre?'. Le
preguntaron quién la había traído, y dijo que era (Monseñor Antonio) Plaza",
describió el testigo, y agregó: "Aparentemente, ella se había refugiado en la
Catedral para que no la secuestraran, y Plaza les dijo (a los represores) 'yo se
las voy a llevar'. Y ahí estaba".
Cuando Patricia Dell'Orto y su esposo Ambrosio De Marco llegaron al centro
clandestino "estaban deshechos". "Era noche y día que los torturaban, porque no
declaraban", recordó el ex detenido-desaparecido, que conocía a la pareja porque
militaban juntos en una unidad básica barrial.
A principios de noviembre ("fue el día que pusieron la bomba en la Jefatura de
Policía", recordó), llegó al lugar la "patota" y reunió a todos los prisioneros
en una misma celda. En ese momento, pudo hablar con Patricia, quien le contó que
había sido violada por los represores de la "patota". "Avisale a mis nenes y a
mis padres donde estuve", le pidió la joven.
López señaló que en ese momento los guardias ingresaron al calabozo y se
llevaron a uno de los detenidos, Norberto Rodas (quien permanece desaparecido).
"Escucho un martillazo y un tiro, un grito y no habló más", recordó. Cuando
volvieron a entrar al calabozo y se llevaron a Patricia, López logró asomarse
por una pequeña mirilla en la puerta. "Ella les pedía que no la maten, que
quería criar a sus nenitas", recordó hoy el testigo, entre lágrimas. Vio cómo
fusilaron a la joven, y luego a Ambrosio De Marco. "Si alguna vez encuentran los
cuerpos, van a ver que tienen un tiro en la cabeza", sostuvo.
El ex detenido-desaparecido se emocionó al recordar a Patricia: "Ella nunca
agarró un arma en la mano. Se dedicaba a cuidar chicos y darles de comer. Esas
eran mujeres de oro, y ellos las mataron".
Según el sobreviviente, fue Etchecolatz en persona quien "dirigió esa matanza":
"Era un asesino serial, no tenía compasión", dijo, e indicó: "Yo sentí que
mataron a más esa noche. Decían que por cada soldado que muriera, iban a morir
cinco de nosotros".
En una oportunidad, los guardias trajeron a los prisioneros una olla repleta de
albóndigas. "Algo le habían puesto, porque nos dormimos todos", rememoró. Cuando
López despertó, estaba en la comisaría 5º de La Plata, junto a varios otros
prisioneros que habían sido trasladados junto a él desde Arana. Allí, compartió
el cautiverio con Guillermo Efraín Cano, Julio Mayor y María Hebelia Sanz
(quienes testimoniarán también en este juicio).
"Un día llegó la patota, y empezaron por mí y por Cano, a picanearnos", afirmó
el testigo. En esa sesión de torturas estuvo presente Miguel Etchecolatz. "Me
miraba desde un costado y les decía (a los otros torturadores): 'subile, subile
más'. La picana era a batería, y él decía que no era suficiente", aseguró.
Desde la comisaría 5º, López fue trasladado a la 8º, en donde tiempo después le
comunicaron que sería puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. El 4 de
abril de 1977, fue llevado desde allí en un camión del Servicio Penitenciario
Provincial a la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, de donde fue liberado recién el
25 de junio de 1979.
"La investigación la seguimos haciendo nosotros"
En tanto, el Tribunal tomó declaración a la sobreviviente Adriana Calvo, quien
fue citada a modo de "testigo de concepto", para ilustrar el funcionamiento
integrado de los campos de concentración de la provincia de Buenos Aires, la
sistematicidad del plan represivo, y el control que tenía sobre los centros
clandestinos la Policía provincial.
Calvo prestó un testimonio exhaustivo y completo —que acompañó con una
presentación visual en diapositivas, con datos reunidos por la AEDD— y que
incluyó, no sólo la descripción puntual de una serie de campos de concentración,
sino también organigramas del aparato represivo a nivel nacional y, en
particular, de la organización interna de la Policía provincial, en la que se
destacaba el rol cumplido por la Dirección de Investigaciones de esa fuerza, en
ese momento bajo el mando de Etchecolatz.
"Es una tarea que lleva muchos años, que ha sido muy trabajosa y por supuesto es
incompleta, no sólo por la condiciones de la represión, que era clandestina,
sino por la impunidad posterior", comenzó a relatar la sobreviviente, que
integra el equipo de investigación de la AEDD.
La testigo informó que el "circuito Camps" estuvo integrado por al menos 29
centros clandestinos de detención. "Los prisioneros eran trasladados varias
veces de un centro clandestino del circuito a otro, y estos traslados no seguían
un patrón común", describió, y añadió que también existían traslados desde y
hacia fuera de ese circuito, "lo que demuestra la coordinación que había entre
las distintas zonas represivas del país".
"También los represores iban de un campo a otro", contó. Uno de los ejemplos más
acabados fue el mismo Etchecolatz: "Surge con claridad que es uno de los pocos
represores que se daba a conocer en los campos de concentración", sostuvo, y
añadió que hay "innumerables testimonios" de sobrevivientes que lo identifican
en diversos lugares en la misma época. "De hecho, (Etchecolatz) les sacaba la
capucha y les preguntaba '¿vos sabés quién soy yo? Él mismo les hacía saber
quién era".
Calvo se detuvo sobre la "dependencia militar que tenían los campos de
concentración del 'circuito Camps'", pero remarcó que eso significaba que la
fuerza policial tuviera menos poder sobre lo que sucedía dentro de ellos. Indicó
que el personal que custodiaba a los prisioneros estaba generalmente compuesto
por integrantes de la fuerza "que hasta estaban de uniforme".
La testigo explicó que, en aquella época, la Jefatura de la Policía provincial
se organizaba a través de tres direcciones generales: Inteligencia, Seguridad e
Investigaciones —ésta última al mando de Etchecolatz—, que trabajaban de manera
integrada e interconectada. "El traslado de prisioneros abarcaba dependencias de
las tres ramas", señaló.
Luego, la ex detenida-desaparecida hizo, a modo de ejemplo, una breve
descripción de algunos de los centros clandestinos que componían el "circuito
Camps": la Brigada de Investigaciones de La Plata, el Destacamento de Arana, el
"Pozo de Arana", la Comisaría 5º de La Plata, el "Pozo de Banfield", el "Pozo de
Quilmes", "La Cacha", "Puesto Vasco" y la Brigada de Investigaciones de San
Justo.
Sólo entre estos nueve campos, la AEDD contabilizó 1486 personas secuestradas,
entre desaparecidas y liberadas. 25 son jóvenes que nacieron en cautiverio: sólo
dos crecieron con sus familias biológicas. Nueve de ellos recuperaron su
identidad en los últimos años, y el destino del resto sigue sin conocerse.
"Esta investigación está desde hace 30 años, y hasta el día de hoy,
exclusivamente en manos de los organismos de derechos humanos —manifestó Calvo—,
ya que el Estado, el gobierno, abandonó su obligación de hacerla hace muchísimos
años. En realidad no la hizo nunca, y aún hoy esta investigación la seguimos
haciendo nosotros". Y agregó: "Hemos pedido la apertura de los archivos, pero
todavía no hemos obtenido respuesta".
"Si hoy puedo vivir esto, se lo debo a mis compañeras"
Después de la reconstrucción que hizo del aparato represivo desplegado a través
del "circuito Camps", Adriana Calvo contó su propia experiencia como
detenida-desaparecida.
Relató que fue secuestrada el 4 de febrero de 1977, en su casa de Tolosa, y en
el momento estaba embarazada de tres meses. Era docente de la Facultad de
Ciencias Exactas de la UNLP e integraba el gremio de docentes de esa facultad,
"que por supuesto había sido prohibido por la dictadura militar". "Esa
militancia fue la causa de mi secuestro", afirmó. Ese día también fueron
secuestrados su esposo de ese entonces, Miguel Laborde, y otro de sus compañeros
de militancia, Mario Féliz.
El primer centro clandestino por el que pasó Calvo fue la Brigada de
Investigaciones de La Plata, en donde estuvo pocas horas, hasta que se decidió
su siguiente destino: el Destacamento de Arana. "Era un lugar destinado
específicamente a torturas —contó—. En la máquina represiva, era el engranaje
destinado a destruir a los secuestrados". Permaneció allí una semana, atada y
con los ojos vendados.
"(En Arana) todos fuimos torturados, porque estar allí era una tortura. Yo no
comí un solo bocado durante los siete días que estuve", narró la sobreviviente,
y recordó que, durante las sesiones de tortura, "lo único que les interesaba (a
los represores) eran nombres y citas. Nunca escuché un interrogatorio de tipo
político". "Lo terrible era después escuchar a esas personas que habían sido
nombradas, siendo torturadas", añadió.
"Llegamos a ser cinco o seis personas en un mismo calabozo que tenía un metro de
ancho por dos de largo, sin colchón, sin comida y sin abrigo", describió. Pudo
recordar los nombres de muchos de los prisioneros con los que compartió el
cautiverio en ese lugar.
El segundo lugar de detención de Adriana Calvo fue la comisaría 5º de La Plata,
en donde se reencontró con varios de los prisioneros a quienes conoció en Arana.
En la 5º permaneció desde el 12 de febrero hasta el 15 de abril de 1977. Allí,
estuvo secuestrada, entre otras personas, con la hoy desaparecida Inés Ortega,
que tenía 17 años, estaba embarazada y dio a luz en ese lugar. Su hijo estuvo
desaparecido hasta el año pasado, cuando fue localizado y recuperó su identidad.
"Inés tuvo su bebé tabicada y sobre una mesa de la cocina de la comisaría, y la
atendió (el médico policial Jorge Antonio) Bergés", relató la ex
detenida-desaparecida.
"Los guardias que nos controlaban eran el personal de la comisaría 5º",
puntualizó Calvo. Y añadió que los policías "se peleaban" por rotar las
funciones y estar en la parte trasera de la dependencia, en donde funcionaba el
centro clandestino. "Les resultaba más gratificante 'atender' a los prisioneros
ilegales que atender al público", indicó, y añadió que los efectivos "pasaban
lista a los detenidos, teníamos que decir presente".
El 15 de abril, Adriana comenzó su trabajo de parto: "Esta vez era Inés la que
me acompañaba a mí". Luego de varias horas, en las que sus compañeras de
calabozo golpeaban la puerta llamando a los guardias, Calvo fue retirada por los
represores y colocada dentro de un auto. "Yo todavía tenía esperanzas de que me
llevaran a un hospital", señaló.
El vehículo comenzó un trayecto a toda velocidad que se interrumpió en la
rotonda de Alpargatas: allí, en el asiento trasero del auto, Adriana dio a luz a
su beba, Teresa. "Pararon en la banquina y con un trapo sacado de la guantera
ataron el cordón umbilical", recordó la sobreviviente. Ella y su hija recién
nacida fueron llevadas al centro clandestino conocido como "Pozo de Banfield",
que funcionó en la Brigada de Investigaciones de esa localidad.
Allí las recibió el médico Bergés: el represor hizo subir a Adriana a una sala,
con su beba en brazos. El médico colocó a la prisionera en una camilla y le sacó
la placenta "frente a todos los guardias, que se reían y miraban el
espectáculo". Luego, Bergés mandó pedir un balde y un trapo de piso: "Me obligó
a juntar la placenta, y limpiar la camilla y lavar el piso", contó.
En el "Pozo de Banfield", afirmó la ex detenida-desaparecida, los represores
"coleccionaban a los prisioneros de varios campos de concentración distintos".
De hecho, se reencontró con otros prisioneros con quienes había estado en otros
centros, entre ellos varias mujeres que habían sido secuestradas embarazadas, y
que tuvieron sus bebés estando en cautiverio. Calvo estuvo 13 días en este
lugar. "Mi hija Teresa estaba desnuda, sin pañales, sin abrigo, sin nada",
indicó, y agregó: "Necesito destacar la inmensa solidaridad que recibí de mis
compañeras de cautiverio".
"En Banfield se comía muy poco, el hambre era terrible, y ellas dejaban de comer
para que yo pudiera alimentar a Teresa", recordó emocionada. En otra
oportunidad, como los detenidos tenían piojos, los guardias tiraron una pastilla
de gamexane en los calabozos, y querían llevarse a Teresa, porque decían que le
iba a hacer mal. "Yo instintivamente me fui para atrás y dije que no, y todas
las compañeras, alrededor de 20, se pusieron delante de mí y gritaban como
leonas 'no se la llevan', y era imposible que me la sacaran si no nos mataban a
todas, era una muralla humana que no podían atravesar".
"Teresa se quedó conmigo. Y Teresa hoy tiene 29 años y está a punto de hacerme
abuela —concluyó Adriana, con la voz quebrada—. Y si yo hoy puedo vivir esto,
sin duda se lo debo a las compañeras. Así que quiero brindarles mi
agradecimiento, mi homenaje, y mi absoluto compromiso de seguir luchando hasta
que todos estos genocidas vayan a parar a la cárcel".
Sobreviviente de tres centros clandestinos
En último lugar, prestó testimonio ante el Tribunal Víctor Jorge Illodo,
sobreviviente del "Pozo de Quilmes", el Destacamento de Arana y la comisaría 8º
de La Plata.
Illodo fue secuestrado en los primeros días de diciembre de 1977. Durante el
operativo, realizado por un grupo de tareas policial, le robaron desde el sueldo
hasta el reloj. "Quedate tranquilo, pibe, que tenés la casa llena de policías",
le dijeron.
El testigo contó que fue llevado en primer lugar a la Brigada de Investigaciones
de Quilmes: "Entrar ahí fue escuchar alaridos. No gritos, sino alaridos",
describió. En ese sitio lo sometieron a un simulacro de fusilamiento y, a las
pocas horas, lo trasladaron al Destacamento de Arana.
"Un día llegaron coches, ruido de tacos, presentación militar, 'sí, mi coronel'.
Todo el mundo se cuadraba", rememoró, y agregó: "Después de eso, empezaron a
sacar gente para interrogar. Jorge Bonafini fue el primero, y cuando volvió
dijo: 'me fue mal, me dijeron que esta noche me acuestan'".
Cuando interrogaban a los prisioneros, contó el ex detenido-desaparecido, los
represores les advertían: "Cada uno sabe lo que tiene. El que no tiene nada, se
irá. Y el que tiene, si cree en Dios que se entregue a Dios".
Allí estuvo entre uno y dos meses. Los guardias le habían dicho que no era común
que los detenidos estuvieran en ese lugar tanto tiempo. "Dieron a entender que a
los que se quedaban mucho tiempo los mataban", sostuvo.
A principios de febrero de 1977, Illodo fue finalmente trasladado a la comisaría
8º: "Se presentó el comisario (Rubén) Sabich y nos dijo que nos saquemos las
vendas, que 'esto aquí no corre' ". Sin embargo, pasó un mes hasta que los
policías asentaron su nombre en el libro de entradas y comenzó a recibir visitas
de su familia. Estuvo allí por lo menos seis meses.
Illodo fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, y trasladado al
penal de Devoto. Desde allí en una ocasión fue retirado y sometido a un Consejo
de Guerra, en dependencias del Primer Cuerpo de Ejército. Allí reconoció un acta
que le habían hecho firmar durante su cautiverio en la 8º.
Desde la cárcel de Devoto, Illodo fue nuevamente trasladado, esta vez a la
Unidad 9 de La Plata, desde donde fue liberado tiempo después.
Adelanto de audiencias
El juicio se reanudará el próximo viernes 30 de junio: para ese día se
espera la declaración de dos sobrevivientes que viajarán especialmente desde La
Pampa para prestar testimonio. Se trata de María Hebelia Sanz y Julio Mayor, un
matrimonio que estuvo secuestrado junto a Jorge Julio López en el "Pozo de
Arana" y en la Comisaría 5º de La Plata.
El Tribunal informó que los otros dos testimonios previstos para ese día no se
producirán: el sobreviviente Ismael Hipólito Forese ha fallecido, y su esposa,
Ofelia Mónaco, no se encuentra en condiciones de salud que le permitan viajar y
declarar.
JUSTICIA YA EN LA PLATA está integrado por: Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos La Plata; Asociación Anahí; Asociación de Ex
Detenidos-Desaparecidos (AEDD); Central de Trabajadores Argentinos La
Plata-Ensenada; Central de Trabajadores Argentinos Prov. de Bs. As.; Centro de
Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH); Comité para la Defensa de la
Salud, la Ética y los Derechos Humanos (CODESEDH); Comité de Acción Jurídica (CAJ);
Familiares de Desaparecidos (La Plata); Fundación Investigación y Defensa Legal
Argentina (FIDELA); H.I.J.O.S. Regional La Plata); Liberpueblo; Liga Argentina
por los Derechos del Hombre (LADH); Madres de Plaza de Mayo (La Plata);
Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH).
Teléfonos de contacto:
Nilda Eloy: (0221) 453-3136
Luciano Sívori: (0221) (15) 561-0248
Adriana Calvo: (011) (15) 4068-3608
Guadalupe Godoy: (011) (15) 5113-1589
Myriam Bregman: (011) (15) 4170-2398