Argentina: La lucha continúa
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Mercedes-Benz: Reunión internacional de delegados sindicales. Represión, subcontratación, precarización
Gaby Weber
A mediados de abril, en Berlín, se encontraron por primera vez activistas de
base –miembros de comisión interna y delegados– de todas las fábricas de
DaimlerChrysler para discutir cómo los trabajadores se pueden organizar en
épocas de globalización para defenderse contra una multinacional que actúa cada
vez más agresivamente en todo el mundo.
Llegaron varios sindicalistas de las dos plantas de DaimlerChrysler en Brasil
(Sao Bernardo y Minas Gerais), de Africa del Sur, de Ohio (Estados Unidos),
España y de casi todas las fábricas en Alemania. De Argentina no fue invitado el
Smata sino un integrante de la Comisión Interna de la cual, durante la dictadura
militar, desaparecieron varios miembros: Eduardo Fachal, y la autora de esta
nota, para informar sobre la situación argentina.
Esta primera "Conferencia Internacional de Trabajadores de DaimlerChrysler" fue
organizada por la "Daimler-Coordinación", que ya desde hace muchos años
intercambia experiencias a nivel internacional. En Berlín, todas las charlas
fueron traducidas al alemán, inglés, portugués y español. Mientras la central
sindical alemana, DGB, apoyó esta iniciativa, el sindicato metalúrgico alemán,
IGMetall, se ofendió, obviamente por dos razones: una, porque teme que se esté
construyendo un espacio opositor internacional que no es controlado por él y que
es crítico al sindicalismo tradicional. Y, además, la IGMetall sigue apoyando a
sus amigos argentinos del Smata, sindicato corrupto dirigido por el eterno José
Rodríguez.
La conferencia tenía varios centros. En primer lugar, estaba el intercambio
sobre las experiencias para desarrollar estrategias comunes contra una patronal
que apuesta, cada vez más, a dividir a los trabajadores de los diferentes países
para que compitan entre ellos por los puestos de trabajo. Así, colegas se
transforman en competidores.
El relato sobre Argentina y la dictadura fue impactante, sobre todo por la
actitud de los sindicatos frente al fascismo. En Argentina, las fábricas de la
industria automotriz pagaron –así lo obliga el convenio laboral– el uno por
ciento sobre las ventas a Smata para la "erradicación de los elementos negativos
en la fábrica". Smata colaboró estrechamente con la represión y Rodríguez,
recién después de la dictadura, se "enteró" de que había desaparecidos. Después
del golpe, en Alemania los organismos de derechos humanos –entre ellos Amnistía
Internacional– difundían todas las informaciones sobre los acontecimientos en
Argentina, pero ni la Comisión Interna de Daimler-Benz ni los dirigentes de la
IGMetall movieron un dedo para apoyar a sus compañeros en Argentina.
Hay una carta –que yo entregué hace años al Juicio de la Verdad en La Plata–, de
mayo de 1976, en la que el director de Daimler-Benz, un ex oficial de la SS,
Hanns Martín Schleyer, "tranquiliza" el jefe de la IGMetall, Eugen Loderer,
diciendo que la empresa "siempre colaboró con el ministro de Trabajo (Ruckauf) y
el Smata para combatir a la subversión". Y en 1978, la comisión interna de
Mercedes-Benz Argentina, ya después de la desaparición de 14 luchadores y en
manos del Smata, escribió una carta a sus colegas en la Comisión Interna de
Stuttgart, hablando que la situación de 1975, de un "estado de anarquía" que por
suerte podía haber superado y ahora los miembros de la comisión interna otra vez
están a favor de su militancia metalúrgica de siempre para defender los puestos
de trabajo. José Rodríguez fue durante casi 30 años vicepresidente de la Fitim,
gracias a su apoyo de la cúpula de la IGMetall, y cuando se logró finalmente
suspenderlo de la Fitim, fue presentado por su abogado Esteban Righi –actual
procurador de la Nación– como "víctima de la dictadura".
Subcontratación
Otros temas de la Conferencia Internacional fueron los caminos hacia una nueva
estrategia contra el capital. "Los problemas son cada vez mas parecidos", dijo
Walter Souza, de la Comisión Interna de DaimlerChrysler de Sao Bernardo. "A
veces son más violentos, a veces más sutiles".
Uno de los métodos para bajar los salarios y hacer el trabajo cada vez más denso
es el famoso "outsourcing" (tercerización, subcontratación) de áreas de
producción enteras. La patronal despide obreros y contrata una tercera empresa
para la misma tarea, en la cantina, la limpieza, la seguridad. Los empleados de
estas empresas ganan mucho menos y casi siempre tienen contratos no estables, es
decir, con menos derechos. Todos los sindicatos se quejan del "vaciamiento" de
los convenios laborales, pero hacen poco para enfrentar al capital.
En Alemania, la Comisión Interna no se siente responsable de estos colegas
tercerizados y les recomienda formar una Comisión Interna propia. Pero, en estas
empresas es muy difícil, y en los pocos casos que funcionó, la empresa, contrata
a otra empresa para la limpieza, etc. Los brasileños ya están un paso adelante.
Contaron en Berlín que la Comisión Interna se declara responsable también por
los obreros tercerizados y los protege de esta manera. Es decir: así la
competencia de la Comisión Interna no depende del contrato del trabajador con la
casa matriz sino del lugar donde éste trabaja y del producto que fabrica.
Otra arma es el "benchmarking": la comparación de los precios de producción de
los distintos componentes. Se comparan los costos de producción de Argentina o
Brasil con Alemania –independientemente del costo de vida en los países. Si la
patronal ve que una rueda se puede producir en Argentina con un precio 10 y en
Alemania con 25, la lógica capitalista indica el traslado de la producción.
Muchas veces, este proceso se da en dos etapas: primero se presiona a los
obreros de bajar "voluntariamente" sus sueldos y/o trabajar más horas con el
mismo sueldo. Pero al final, esto no lleva a que la producción permanezca en el
país. Porque en el mundo, siempre se encuentra un lugar donde la gente se
conforma con menos. ¿Cómo luchar contra eso? Resistir desde la entrada y seguir
luchando para la reducción de la jornada laboral. A la larga, esto también
favorece a los trabajadores en Africa o Brasil, es decir: un "benchmarking"
positivo.
Burocracia
El sindicalismo oficial no tiene respuestas, y presenta los famosos "principios
éticos", en los cuales las empresas prometen, sin sanciones, respetar los
derechos de los trabajadores. Pero, en los principios éticos de DaimlerChrysler,
que la Comisión Interna en Alemania firmó en noviembre de 2003, figura un
articulo que obliga a todos los empleados de la empresa a tener una actitud a
favor de la compañía también fuera de su trabajo. Si el empleado, por ejemplo,
hace declaraciones que violan los intereses de la empresa, puede ser echado.
La Comisión Interna Internacional –donde están también los representantes de
Brasil, Africa del Sur, etc.– rechazó estos "principios". Así que los
trabajadores alemanes están aprendiendo de sus compañeros en otros países. Muy
interesantes fueron los relatos de los activistas alemanes, describiendo las
condiciones de trabajo en las fábricas de su país que hacen acordar cada vez más
a las condiciones de trabajo en el "Tercer Mundo".
"Se acabó la lucha por los cerebros", dijo Tom Adler, de la Comisión Interna de
Stuttgart, "hoy en día, el trabajador ya no se identifica más con "su" empresa
porque lo están explotando hasta que revienta".