Argentina: La lucha continúa
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Jefe militar con el código a favor
Marcela Valente
IPS
Es un funcionario acusado de malversar caudales públicos. Tras dos años de
trámites, la justicia federal de Argentina derivó el caso al fuero militar. El
episodio habría pasado inadvertido si el imputado no fuera el jefe del Estado
Mayor General del Ejército.
La causa comenzó con una presentación de la Oficina Anticorrupción en 2004, en
la que se acusaba al actual comandante en jefe del Ejército, teniente general
Roberto Bendini, de administrar bienes públicos de manera fraudulenta cuando se
desempeñó al frente de la Brigada Mecanizada de Río Gallegos, la capital de la
austral provincia de Santa Cruz.
El juez federal Gerardo Caamaño, de la ciudad de Río Gallegos, ordenó diversas
medidas de prueba y convocó a declarar a Bendini y a otros imputados.
Empero, de manera sorpresiva y luego de dos años de trámites en busca de
esclarecer el caso, el magistrado se declaró incompetente este mes y derivó la
causa a la justicia militar. La decisión es cuestionada por fiscales y
opositores al gobierno de Néstor Kirchner.
El caso aparece como detonante del debate sobre el destino del Código Militar,
que ha sido utilizado en democracia también para juzgar e incluso destituir a
uniformados que denunciaron las violaciones de los derechos humanos cometidas
por la última dictadura (1976-1983).
Durante su misión en Santa Cruz, Bendini mantuvo una estrecha relación con
Kirchner, quien gobernó esa provincia por tres periodos consecutivos desde 1991,
lo cual abonó el camino para el ascenso del militar al máximo cargo de la fuerza
en 2003.
En su tarea como jefe del Ejército ha mostrado una subordinación intachable al
poder civil, una actitud militar que estuvo ausente en buena parte del siglo XX,
y ha sido crítico de sus pares que actuaron durante la dictadura, responsables,
entre otros crímenes, de la desaparición de 30.000 personas según organizaciones
humanitarias.
En 2004 protagonizó un hito en la historia castrense argentina al cumplir la
orden de Kirchner y descolgar de la galería de rectores del Colegio Militar un
retrato del ex general Jorge Videla, unos de los principales cabecillas de esa
dictadura.
Sin embargo, su desempeño como administrador en la brigada de Río Gallegos entre
2002 y 2003 llamó la atención de los encargados del control de la gestión en la
función pública, tanto en la Oficina Anticorrupción como en la Fiscalía de
Investigaciones Administrativas.
Según la denuncia tramitada por la Oficina, en esos años Bendini abrió una
cuenta bancaria a su nombre, en la que depositó y movilizó fondos estatales por
al menos 500.000 pesos (unos 165.000 dólares actuales). La gestión financiera se
hizo sin permiso del Tesoro Nacional.
En la misma causa están acusados otros seis militares de la misma brigada y la
esposa de uno de ellos, supuesta beneficiaria de algunas de las operaciones
comerciales realizadas con esos fondos. La mujer tiene un taller de diseño de
joyas y Bendini habría gastado el equivalente a unos 15.000 dólares en copras de
ese tipo de bienes.
También los investigadores indican la adquisición de vajilla, perfumes y
artículos de iluminación no compatibles con la ornamentación austera de
guarniciones militares. Según la denuncia, 25 por ciento de los gastos no tienen
documentación de respaldo y, sobre el resto del dinero movilizado, buena parte
se destinó a gastos suntuarios.
Martín Montero, director de investigaciones de la Oficina Anticorrupción,
declaró a IPS que el organismo "no es parte querellante" sino que se limitó a
presentar la denuncia. "No sería prudente que opine sobre un proceso en el que
esa repartición no está interviniendo directamente", justificó.
En cambio, la decisión del juez Caamaño fue cuestionada por la Fiscalía de
Investigaciones Administrativas, que trabaja junto con la Oficina desde la
Procuración General de la Nación.
También fue criticada por el fiscal federal de la causa, Miguel Segovia, y por
diputados que pidieron el juicio político del magistrado.
El titular de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, Manuel
Garrido, consideró las excusas del juez "inaceptables y basadas en argumentos
inverosímiles".
Garrido había señalando "innumerables desprolijidades, inconsistencias y
adulteraciones" del Ejército para "enmarañar los documentos y encubrir maniobras
ilegítimas".
Por su parte, Segovia apeló la resolución ante la Cámara Federal de Río
Gallegos, que deberá resolver en mayo si confirma el pase a la justicia militar
o si devuelve el expediente a Caamaño.
El fiscal del caso argumentó que entre los acusados hay una mujer que es civil y
no podría ser sometida a proceso por un tribunal militar.
Pero sobre todo, el fiscal señaló que, por su ubicación jerárquica en la cúspide
de la pirámide castrense, Bendini, el principal acusado, puede ser juzgado por
un tribunal integrado por subordinados suyos, un hecho que podría favorecer su
absolución.
En diálogo con IPS, el diputado Adrián Pérez se manifestó convencido de que
Bendini "es absolutamente responsable" de los delitos que se le imputan y que
resulta "escandaloso" que el juez pretenda su desvinculación del caso.
Pérez, legislador del opositor partido Afirmación para una República
Igualitaria, es uno de los que pidió el juicio político al magistrado federal
por esta decisión.
"Estamos frente a un delito común, y la Corte Suprema de Justicia ya sentó
jurisprudencia. Estos delitos, aun si son cometidos por militares, deben ser
sometidos a la justicia civil", remarcó Pérez, para quien el Código Militar debe
aplicarse a una serie restringida de conductas.
Precisamente, Raúl Zaffaroni, uno de los miembros de la Corte Suprema, fue
convocado por la estatal Universidad de Buenos Aires para elaborar una propuesta
al Ministerio de Defensa sobre el destino del Código Militar.
Zaffaroni admitió que analiza recomendar la derogación del código castrense, que
data de mediados del siglo XX, pues entiende que "no está adaptado a la realidad
democrática" y hay un compromiso de renovación de su letra asumido por Argentina
ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La idea de Zaffaroni es incorporar los delitos perpetrados por militares al
Código Penal y dejar el fuero castrense sólo para sancionar inconductas internas
en las Fuerzas Armadas.