Argentina: La lucha continúa
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24 de marzo de 1976 a treinta años. ‘El Pavón’ del siglo XX
Alberto Lapolla *
El genocidio como política permanente
Es bueno mirar desde nuestra historia lo ocurrido en la Argentina luego del
24 de marzo de 1976, con el inicio del mayor genocidio del siglo XX. En una
nación ‘construida’ en base al genocidio recurrente por parte de su clase
dominante. Fuera ésta la hispana que a hierro, fuego y sangre arrebató sus
tierras a nuestros paisanos los indios, o en su versión criolla anglófila
o hispanófila. Siempre la política dominante fue el genocidio de las masas. El
24 de marzo de 1976 se inscribe en esa línea, recurriendo nuevamente al
genocidio para devolver la nación a la etapa neocolonial de la que la había
sacado la Revolución de los militares y civiles nacionalistas del GOU, del 4 de
junio de 1943. Revolución que puso fin a la Década Infame, al ‘Fraude
Patriótico’ y a la sumisión argentina a la corona británica. No casualmente el
período histórico cerrado por los nacionalistas del GOU, se había abierto en
1861 con la batalla de Pavón. Fue allí cuando Urquiza regaló a Mitre la
Organización de la ‘Granja Británica’ –al decir de Don Arturo Jauretche-
conocida como Organización Nacional, abandonando la batalla ganada por los
federales, permitiendo así que Mitre, Sarmiento, Sándes, Irárzabal, Paunero y
Campos realizaran el primero de los cuatro genocidios que fundan la nación
liberal. 50.000 federales serían pasados a degüello por los ‘civilizados’
porteños entre 1861 y 1866. Era la forma de imponer la ‘civilización’ europea a
los bárbaros gauchos y paisanos que se habían sublevado para siempre después de
1810. El genocidio liberal continuaría con el exterminio del pueblo paraguayo y
su modelo de desarrollo autónomo, independiente, inclusivo y autosuficiente
respecto de las potencias europeas dominantes. 750.000 paraguayos -sobre una
población de un millón de habitantes- fueron asesinados por las tropas porteñas
y brasileñas, o llevados como esclavos al Brasil. Simultáneamente el racismo
porteño-criollo aprovecharía para deshacerse de la población afro-argentina que
en términos generales hasta entonces constituía el 35-40 % de la población de
las ciudades, con picos en Corrientes, Santiago del Estero y Tucumán. 30% era la
población de color en Buenos Aires. Fueron la infantería de la guerra del
Paraguay –y de todas las guerras desde 1806-, carne de cañón, muriendo como
moscas. Fueron también las víctimas propiciatorias de la epidemia de fiebre
amarilla de 1871. El ejército cerró los barrios de San Telmo y Montserrat para
impedir que negros y mulatos pudieran escapar a la peste. Sus cadáveres por
millares fueron enterrados en fosas comunes. El general Roca completaría los
genocidios fundantes, arrebatando la Patagonia a Mapuches, Ranqueles y
Tehuelches, para transformarla en un inmenso latifundio británico-oligárquico.
Los pocos indios sobrevivientes al genocidio de Roca y Levalle serían
exterminados a ‘patacón por par de orejas’ o ‘patacón por par de
huevos de indio’. Esta segunda variante, para evitar actitudes
‘humanitarias’ de los asesinos a sueldo, que cortaban las orejas y dejaban vivos
a ‘nuestros paisanos’ los indios. Los criminales eran pagados por los
Martínez de Hoz, los Braun Menéndez, los Menéndez Behety y los estancieros
ingleses que se apropiaron en masa de las tierras australes. Para 1939 sólo el
20% de la Patagonia pertenecía a dueños argentinos. Hoy la cifra es casi la
misma. La civilización ‘occidental y cristiana’ de entonces –un poco más laica,
por el influjo victoriano- no admitía gauchos, ni caudillos, ni montoneros, ni
indios ni negros. Sarmiento ‘el padre del aula’ no dejó dudas al
respecto: ‘La clase decente forma la democracia, ella gobierna y ella
legisla.(..) Cuando decimos pueblo entendemos los notables, activos,
inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase
pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara, (Sarmiento
era senador entonces. AJL) ni gauchos, ni negro, ni pobres,. Somos la gente
decente, es decir patriota. (...) las masas populares cuando llegan al poder
establecen la igualdad por las patas, el cordel nivelador se pone a la altura de
la plebe y !ay de las que lo excedan de una línea! El ejercicio de la soberanía
popular traería como consecuencia la elevación de un caudillo, que representa en
todos sus instintos la mayoría numérica en despecho de la minoría ilustrada.’
(1) El ‘granero del mundo’ debía liquidar a sus habitantes originales
para dar lugar a la población sobrante europea, que era expulsada del trabajo
por la segunda revolución industrial y amenazaba con estallidos revolucionarios.
‘La marcha al Oeste detiene la revolución en Europa’ decía Karl Marx al
constatar la soledad de los Comuneros de París en 1871, y la huida en masa de
los trabajadores europeos desocupados, a las nuevas tierras ‘despejadas’ de
habitantes originarios en Sudamérica, Norteamérica, Sudáfrica, Indochina o
Australia.
Del granero del mundo a la nación industrial
De tal forma el período comprendido entre 1861 a 1943 -tan reivindicado por
los economistas liberales y colonialistas- es la etapa del modelo
agro-exportador del ‘granero del mundo’, de la granja británica, de
‘la Argentina como parte estructural del Imperio Británico’ al decir de
Julito Roca. Este modelo vergonzoso sería denostado y desenmascarado por
patriotas como Leandro Além, Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Manuel Ugarte y
otros, quienes señalaban que la nación no era más que una factoría británica,
pese a tener bandera, himno y presidente. Algo similar había escrito Vladimir
Lenin en su célebre libro el Imperialismo Etapa Superior del Capitalismo,
ubicando claramente a la Argentina como una semicolonia británica. El
revolucionario bolchevique hablaba de la Argentina para eludir la censura
zarista: las mismas palabras podían entonces ser ubicadas para describir a Rusia
y su dependencia de Gran Bretaña y Francia. De tal forma el intento yrigoyenista
de desmontar el modelo agro-exportador chocará contra las limitaciones y el
temor a las masas característico de los gobiernos radicales, lo cual haría
señalar a don Arturo Jauretche que el yrigoyenismo ‘fue sólo un balbuceo’
contra los intereses oligárquicos e imperiales. La revolución verdadera debía
‘acabar con el dominio inglés-oligárquico sobre la nación’. La situación
mundial al calor del debilitamiento británico entre 1939 y 1943 –de manera
similar al debilitamiento español posterior a Trafalgar- permitió que maduraran
fuerzas nacionalistas en el conjunto de la sociedad argentina, cristalizando en
una corriente industrialista, autónoma y nacionalista en la conducción del
Ejército, ya iniciada por el general Mosconi en tiempos de Yrigoyen. La muerte
del probritánico Agustín P. Justo, despejaba el camino a los nacionalistas. De
tal forma, el movimiento cívico-militar de junio de 1943 daba origen a la nación
industrial, tecnológica, científica y autónoma en lo militar, en lo energético,
con plena soberanía alimentaria y con el mayor mercado interno de América
Latina. Nación que perduraría hasta 1976 y aunque ya muy golpeada -pero
fácilmente recuperable- hasta 1989-1990. Si en 1943 la Argentina no producía un
alfiler por sus propios medios, cuando en 1955 el peronismo fuera derrocado, la
nación ya producía barcos, locomotoras, energía nuclear, trenes, motores,
automóviles, aviones a reacción, barcos, represas, puentes, rieles, tractores,
etc. Pero además la clase trabajadora con seis millones de trabajadores en
blanco y sindicalizados –el 100% de la clase obrera industrial- recibía en ese
1955, el 54% de la renta nacional y la Argentina poseía por entonces el segundo
PBI per cápita del mundo. En 1956 comenzaba el Tercer plan Quinquenal que
abordaría la construcción de la industria pesada, es decir la industria de
industrias que nos haría definitivamente libres. No fue así. La vieja oligarquía
unida a los intereses británicos desplazados, lo impidieron. El almirante Rojas
fue muy claro: ‘para que desaparezca el peronismo deberán desaparecer las
chimeneas’,(2) señaló ufano en 1955. En 1955 no fue posible, sería necesario
llegar a un nuevo genocidio, el mayor del siglo XX, liquidar físicamente a dos
clases sociales –la burguesía industrial intermedia de la CGE y a la clase
obrera- para devolver la nación al estado colonial y poder desindustrializar la
nación. Hoy la republiqueta sojera y ‘repsolera’ se basa en la destrucción de
esa nación industrial, tecnológica y científica que construyera el peronismo con
la clase trabajadora al lado y como destinataria del progreso. La republiqueta
exportadora de commodities es el triunfo de los viejo sectores
antinacionales derrotados en 1943.
Definiciones.
Videla fue muy claro al asumir el rol sarmientino-mitrista de finales del
siglo XX: ‘El objetivo del proceso de Reorganización Nacional es realizar un
escarmiento histórico.(...) En la Argentina deberán morir todas las personas que
sean necesarias para terminar con la subversión.’(3) Respecto de los métodos
uno de sus principales ‘degolladores’ –uno de los miles de ‘Sandez’ de 1976-
Ibérico Saint Jean, fue más claro aún: ‘primero mataremos a los subversivos;
después a sus colaboradores; después(..) a sus simpatizantes; después(..) a los
que permanezcan indiferentes; y finalmente a los tímidos.'(4) Todos eran
enemigos para los militares que asaltaron el poder en 1976. Y así fue a lo largo
de nuestra historia, la oligarquía sólo considera viables a los de su clase y a
los inversores extranjeros, claro está. En su país de estancias-latifundios, con
vacas -y ahora soja- no hace falta gente. Es más la gente molesta. En las
condiciones de 1976, el plan del estado mayor oligárquico era el escarmiento y
el genocidio para acabar con la nación industrial y la poderosa clase obrera por
ella producida. El Dr. Emilio Fermín Mignone fundador del CELS, fue testigo
directo de este nuevo proyecto: ‘De pronto vimos entrar exultante al general
Alcidez López Aufranc, que acababa de ser nombrado presidente de la empresa
siderúrgica Acíndar, sucediendo a Martínez de Hoz; se acercó al grupo y saludó.
Klein lo felicitó por su designación diciendo "ahí se necesitaba un
hombre enérgico como usted". López Aufranc sonrió complacido. Luego la
conversación se orientó hacia los rumores de una posible huelga en el sector,
señalando Klein que tenía noticias de la detención de 23 delegados de fábrica.
El general creyendo que yo también pertenecía a la banda adueñada del poder,
comentó tranquilizándolo: "No se preocupe Walter -le dijo-
todos están bajo tierra." (7) Juan Alemann economista de todas las
dictaduras y visitante de la ESMA, fue más claro aún: ‘Con esta política
(la represión y los 30.000 desaparecidos. AJL) buscamos debilitar el enorme
poder sindical que era uno de los grandes problemas del país. La Argentina tenía
un poder sindical demasiado fuerte, frente al cual era imposible el
florecimiento de cualquier partido político, porque todo el poder lo tenían
ellos.(..) Hemos debilitado el poder sindical y esta es la base para cualquier
salida política en la Argentina..'(8) La oligarquía volvía a aplicar
la máxima sarmientina basada en el terror. ‘Si mata gente (se
refiere a Sández. AJL), cállense la boca. Son animales bípedos de tan
perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor(...)he aplaudido
la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado
pícaro (El Chacho Peñalosa. AJL) y ponerla a la expectación, las chusmas
no se habrían aquietado en seis meses.(...) El derecho no rige sino con
los que lo respetan, los demás están fuera de la ley.’(5) Es decir, no se
aplicará la ley para los opositores políticos al plan general de la dictadura.
Reciclando a Sarmiento, la dictadura instituyó el terror como política de
dominación. En el siglo XIX los desaparecidos fueron degollados por miles y sus
huesos dejados a orear en el campo, sus cabezas expuestas en picas o enterrados
en fosas comunes. En el siglo XX la Argentina aportará al mundo la palabra
desaparecido. Era necesario escarmentar a un pueblo, y en particular a una
generación –tal vez dos- que había intentado ‘tomar el cielo por asalto’,
completando la inconclusa Revolución Peronista. No importa tanto el Tercer
gobierno peronista -y la sabiduría oligárquica de traer al país a un Perón
octogenario que difícilmente hubiera podido resolver el escenario abierto en
junio de 1955, en los términos de 1973-, como ese escenario sangriento que había
permanecido basculando espectralmente sobre la nación, a la espera del tiempo
del genocidio. Cuando la Marina de Guerra y los aviadores navales bombardearon a
su pueblo indefenso en junio de 1955, anticiparon el retorno de la política de
la masacre. Perón no quiso dar batalla y a diferencia de Fidel en Bahía de
Cochinos, prefirió que el tiempo y la distancia agudizaran los conflictos de los
‘libertadores’. Ellos supieron en mayo de 1969, cuando el Cordobazo, que
el tiempo se acababa y que había que cambiar algo para no perder todo. ‘Hay
que pactar con Perón antes que esto salte por los aires’(6), expresó blanco
sobre negro el general Aramburu antes de ser ajusticiado ¿por los montoneros? No
sólo lo expresó; todo indica que había llegado a un acuerdo secreto con Perón
para una salida negociada a la crisis abierta por la rebelión del proletariado
cordobés. Luego de la muerte de Aramburu, derrocado Onganía, cuando Lanusse
anunció el acuerdo con Perón –el GAN- Ibérico Saint Jean renunció al ejército,
preparándose para mejores ocasiones donde enarbolar su picana y los vuelos de la
muerte, sobre la juventud rebelde.
El retorno al modelo colonial.
‘El objetivo del Proceso de Reorganización Nacional, es devolver al país al 3
de junio de 1943’, expresó uno de los mayores genocidas, el general Albano
Harguindeguy. Sin duda lo logró. Con la ayuda del menemismo en los ’90, que
completó la obra de demolición de la dictadura: ‘la dictadura legitimada’
llamamos al menemato en un trabajo de 1996. Palabras similares expresó Álvaro
Alsogaray poco antes de morir festejando el triunfo del amo colonial: ‘He
cumplido mi misión. Hemos devuelto la nación al 3 de junio de 1943,’ se
ufanó el papá de María Julia. ¿Podríamos preguntarnos cómo es posible que gente
nacida en la Argentina se vanaglorie de haber devuelto la nación al estado
colonial y haber destruido su potencial industrial, energético, habiendo
destrozado las condiciones de vida de su población?. Pero no hay colonia sin
coloniales. Así como no hay nación sin Patriotas. Desde 1976 a la fecha la
nación tiene 4.5 millones de habitantes menos de los que debiera tener de haber
seguido el nivel de crecimiento de 1945-1975. 30.000 desaparecidos, más de 3
millones de emigrados, aproximadamente 450.000 compatriotas muertos por causas
vinculadas al hambre desde 1989, hasta hoy. El 50% de la población vive bajo la
línea de pobreza y el 25% está en la indigencia. Entre 50 y 70 personas mueren
de hambre por día en nuestro país desde 1989. El 10% más rico recibe el 54% de
la renta nacional. El 10% más pobre el 5%. La frialdad de las cifras hablan por
sí solas de la derrota sufrida en 1976 y completada en 1989-90, con los acuerdos
de Madrid y la política del infame traidor a la Patria nacido en Anillaco. La
Argentina es el único país del mundo que ha entregado su petróleo a una potencia
extranjera sin haber sido invadido militarmente, que ha destruido su red
ferroviaria –la mayor de América Latina-, que ha privatizado rutas construidas
por la nación y las provincias, que devolvió la renta agraria a la oligarquía
liquidando la Junta Nacional de Granos y de Carnes, entregando el control de la
renta granaria a las multinacionales nacionalizadas por Perón en 1943. Ha
entregado a las multinacionales un capital estatal valuado en 1 billón (12
ceros) de dólares a cambio de 26 mil millones de dólares. La nación industrial,
tecnológica y científica ya no exporta camiones, ni siquiera ‘la mejor carne
del mundo’. Exportamos proteínas vegetales de soja transgénica forrajera
para que otros países produzcan carne (China y la UE) y sean ellos quienes la
exporten. Exportamos soja, petróleo crudo y gas natural. Repsol ha
contrabandeado la mitad del petróleo que dice haber sacado, agotando nuestras
reservas, estafando a la nación en una suma de varios miles de millones de
dólares. Por la misma razón en Bolivia, el gobierno de Evo Morales metió presos
al presidente y vice de Repsol. En nuestro país el gobierno –estrechamente
vinculado a la petrolera hispano-británica- mira para otro lado, se pelea con
los ganaderos o con Uruguay por las papeleras. La Argentina ha vuelto a ser una
colonia del capital financiero internacional, remachada por una deuda externa
ilegítima y ficticia que el gobierno paga rigurosamente. Hemos dejado de ser una
Patria justa libre y soberana. Los 30.000 desaparecidos y el terror generalizado
sobre la población instrumentado por un sistema basado en la masificación de la
tortura, sólo comparable al de la inquisición católica-española de los siglos XV
y XVI, permitieron que la nación perdiera su independencia y su soberanía. Es
bueno recuperar la memoria y reconstruir la historia del genocidio de nuestros
compañeros y compañeras. Pero la segunda parte de la ecuación; la historia del
presente, la memoria del presente, consiste en desmontar el modelo de dominación
neocolonial construido por los Harguindeguy, Martínez de Hoz, Alemann, Alsogaray,
Videla, Saint Jean, Carlitos, Cavallo, Machinea, De La Rúa, Chacho
y demás enemigos de la nación. Casualmente en esa segunda parte de la ecuación
se encuentra el tramo más difícil a recorrer, pues no es posible hacerlo sin una
nueva etapa de la construcción de la herramienta política y social del pueblo en
su marcha por la Liberación Nacional y Social, completando la obra inconclusa de
Moreno y de Perón. Tal vez allí radique el mayor homenaje a nuestros héroes
masacrados en los 616 campos de exterminio de la dictadura, arrojados vivos al
mar, enterrados en tumbas colectivas, sumergidos en lagos o en otros lugares.
Nuestra historia está plena de genocidios pero también de la justa ira del
pueblo argentino que después de diciembre de 2001 recuperó su dignidad,
sumándose a esta nueva hora americana. Romper el modelo colonial reconstruyendo
la Patria justa, libre y soberana es la mejor manera de sepultar el infame
recuerdo de los masacradores. También con justicia, sin olvido ni perdón.
‘Como no sea mediante una guerra civil devastadora, resulta difícil imaginar
cómo puede deshacerse la revolución efectuada por Perón.(..) Hacerles realizar a
nuestros enemigos lo que nosotros necesitamos que hagan para que se destruyan
solos.’ Harry S. Ferns.
Historiador Británico especialista en Argentina (9)
1.- Citado por Paz Carlos, en Poder, Negocios y Corrupción en la Época de Rivadavia, pag., 71. De Alejandría, BsAs. 2000
2.- La Nación Octubre de 1955
3.- Videla J. R. Declaraciones en Washington el 08-09-1977, reproducidas por Crónica el 9-9-77
4.- Gillispie Richard, Montoneros Soldados de Perón, Grijalbo 1987, pag304
5.- Archivo Mitre Tomo 9
6.-Lapolla Alberto J. Kronos Tomo I, El Cielo Por Asalto, De la Campana, 2004
7.- Andersen Martín, Dossier Secreto, Planeta, 1993 pag212
8.- Citado por Andersen Martín, Dossier Secreto, Planeta, 1993, pag212
9.- Citado por González Julio C. En Los Tratados de Paz por la Guerra de Malvinas, Del Copista 2004. La primera frase citada corresponde al libro de Ferns H., Argentina, Sudamericana BsAs 1973. Pag 247. La segunda al libro de Ferns H. Gran Bretaña y Argentina en el Siglo XIX. Solar-Hachette, Bs. As. 1968, pags 296-299.
*Autor de El Cielo por Asalto: 1966-1972 y La Esperanza Rota:
1972-1974. En preparación la Derrota: 1974-1976. Partes de Kronos (1966-1976)
Una historia de las luchas y las Organizaciones revolucionarias de los años
setenta.