No
todos los nombres que palpitan en nuestra historia tienen el mismo significado.
No hay un significado unánime. Para muchos "Puerto Belgrano" es la gloriosa
plataforma de los míticos Gloster Meteors de los bombardeos del ’55. Se suele,
todavía, un poco en conversaciones privadas, evocar el chiste de la época: que
los obreros peronistas que salieron a "dar la vida por Perón" huían agazapados
no bien venían los Gloster Meteors. La conclusión es: ¿Dónde estaba la valentía
de esos "grasas" que no enfrentaban a los Gloster? Otros aducen que los "grasas"
fueron muy imprudentes y se quedaron en la Plaza de Mayo por orden de la CGT que
–también irresponsablemente– los envió. Dicen que de no mediar esa doble
imprudencia, los Gloster de la Marina no habrían matado a tanta gente. Como si
la culpa fuera de las víctimas.
Para otros "Puerto Belgrano" es un nombre que mete miedo o, cuanto menos,
intranquiliza. Siempre suele salir algo ligado con la muerte o la persecución
ideológica de ahí. La Base Almirante Zar será –para algunos cavernícolas y para
muchos cautelosos momentáneos– el inicio del merecido escarmiento que se buscó
la subversión. Para otros, el inicio del modelo de masacre que se implementó a
partir del ’76. Para todos estos –para los que ven una continuidad entre los
Gloster del ’55 y la ESMA del ’76–, que la Marina tenga un "Servicio de
Inteligencia" no es algo que serene los nervios o alegre el espíritu. Remueve
los más oscuros recuerdos y –precisamente– nos recuerda que la Muerte siempre
acecha. Porque es la Muerte eso que late en la Inteligencia de la Marina. ¿Por
qué llevan archivos secretos? ¿Por qué vigilan a sectores de la ciudadanía? ¿Por
qué vigilan a los indigenistas? ¿Qué metodología tienen hoy para definir al
"enemigo"? Dado que para la "Inteligencia Militar" la realidad –la entera y
total realidad– se divide entre ellos y "el enemigo". Esta figura –la del
"enemigo"– puede tomar distintas formas pero la finalidad de espiarlo, seguirlo,
conocer su modo de actuar o hasta sus modales más secretos, íntimos, será
siempre la de reprimirlo o aniquilarlo.
Se equivocan quienes bromean con la dupla de conceptos "inteligencia" y
"militar" y hacen el transitado chiste sobre la ausencia de inteligencia en los
militares. No, los militares son muy inteligentes. Es más: si acaso definiéramos
"inteligencia" como la acción de llevar a cabo lo que más le conviene a uno, la
"inteligencia militar" sería una de las inteligencias más inteligentes. Cierto
es que se bromea diciendo que la dictadura militar prohibió en Córdoba un libro
llamado La cuba electrolítica. Se les dice: "¡Qué brutos!" Se los ridiculiza. Y
muchos, sabiamente, saben que ahí radica uno de las caras del terror. La
"inteligencia militar" es torpe, pero en su torpeza está su expansión, su
despliegue mortal. Ellos no necesitan muchas pruebas. Leen "cuba" y hacen fuego.
De ahí que uno no terminará nunca de quemar libros de su biblioteca. Todos, al
final, eran peligrosos.
Cierta vez, mi amigo Marcelo Brodsky me mostró la ficha de entrada de su hermano
desaparecido en la ESMA. Tenía errores de ortografía. La "inteligencia militar"
no necesita ser "culta". Sólo necesita señalar a su enemigo, marcar su
territorio. Y ese territorio tiende a ser vasto porque el enemigo acaba por no
tener contornos. La "inteligencia militar" es paranoica. Todo servicio de
inteligencia es paranoico. Esa paranoia tiene elementos que funcionan como
poderosos disparadores. "Cuba" es marxismo, es guerrilla, es foquismo, es guerra
fría, es Castro, es el Che y es "Tercera Guerra Mundial". "Cuba electrolítica"
es lo mismo. La subversión usa muchos disfraces. La subversión se infiltra en el
sano cuerpo social de los argentinos. "Electrolítica" es –quién podría dudarlo–
una maniobra de la subversión para infiltrar un texto subversivo. Como ahora no
pueden decirle "Cuba" a esa isla guerrillera le dicen "electrolítica" para
disimular. Tal vez en Córdoba hayan fusilado a unos cuantos bajo este entramado.
Hoy se trata de vigilar para castigar después. La "inteligencia naval" sabe que
no puede castigar ahora. Ergo, lo que ahora hace es vigilar. El poder –según
Foucault lo ha desarrollado con rigor– vigila y castiga. Para vigilar tiene un
panóptico: una torre ubicada en el centro de la prisión que forma, alrededor del
panóptico, un anillo. El panóptico permite ver sin ser visto. El panóptico rompe
el par ver/ser visto. Desde el panóptico se ve a los presos en sus celdas y
éstos no pueden ver a quienes los ven. La "inteligencia naval" (que es la que
nos ocupa durante estos días en que hemos sabido que siguen y siguen y siguen
vigilándonos) es un panóptico secreto. Ellos, que nos vigilan, nos ven.
Nosotros, que somos vigilados por ellos, no los vemos.
La "inteligencia naval" tiene una particular obstinación con la "inteligencia
subversiva". Los que con más tesón persiguieron a "ideólogos e intelectuales"
fueron los hombres de la naval Bahía Blanca. Esta ciudad (cuyo nombre evoca a un
hermoso tango de Di Sarli) lanzó en 1976 una caza de brujas en la Universidad
del Sur. Ni McCarthy fue tan impiadoso. En rigor, McCarthy no mató a nadie,
logró que unos cuantos se suicidaran, otros marcharan al exilio o trabajaran
utilizando seudónimos. Pero los marinos del sur torturaron y secuestraron y
escamotearon cuerpos, esa modalidad de la "inteligencia" del ’76. La caza de
brujas de la "inteligencia naval" en el ’76 apuntó a la "inteligencia
subversiva" o "cultural", como si quisieran medir fuerzas con ella. La Razón
–que exaltaba esas glorias de los guerreros del ’76– publicó el 5 de agosto:
"Bahía Blanca.- Perduran los ecos de las revelaciones sobre la penetración
ideológica en las universidades nacionales y organismos oficiales hechas por las
autoridades de la delegación local de la Policía Federal y por el Comandante de
la Subzona de Defensa 51 del V Cuerpo de Ejército, general Vilas, Este expuso
con claridad el accionar de esos ideólogos que al injertar ideas extrañas a
nuestro sentir nacional convierten a la Universidad en una usina generadora de
delincuentes subversivos".
Toda esta campaña fue dinamizada por La Nueva Provincia, diario que vivía
destinado a combatir la subversión y, muy especialmente, "el accionar marxista
en los claustros". Esto determinó la triste suerte de muchos profesores que
apenas si habían puesto un par de libros de Marx en su bibliografía. Pero la
inteligencia naval no se detiene ante proporciones. Todo es peligroso o puede
serlo. De ahí la peligrosidad, para los ciudadanos, de las acciones de la
inteligencia naval: nadie sabe qué es lo que lo condenará. Ellos, ahora,
esperan. ¿Por qué habrían de tener archivos si no esperaran utilizarlos alguna
vez? ¿Por qué filman a los manifestantes si no pensaran reconocerlos en el
futuro? Por ahora, actúan en secreto. Juntan datos. Cuentas a cobrar. Ninguno de
nosotros sabe por qué (en ese futuro que la "inteligencia naval" espera) habrá
de ser perseguido. Nadie sabe qué acto de hoy lo condenará mañana. A mí, acaso,
esta nota. Alguien anotará a todos quienes escribieron contra la Marina cuando
se descubrieron sus archivos de inteligencia. Hoy tenemos un presidente que los
persigue, que los castiga y los transfiere y hasta es capaz de degradarlos. (¡Ya
está! Así se lee en la Argentina mediática y boba de hoy. Luego de leer mi
última línea se dirá: ¡este tipo es kirchnerista! Tan bajo hemos caído. Ya nadie
lee. Sólo se intenta saber si uno está "a favor o en contra" de algo.) Pero
mañana habrá alguien o más de uno o, por qué no, un gobierno entero que se
pondrá a su servicio. Y entonces llegará el momento de cobrar las cuentas.
Por último la "inteligencia militar", al ser paranoica, es kafkiana. Toda la
narrativa de Kafka tiende a demostrar que uno puede ser declarado culpable sin
saber de qué se lo acusa. Josef K., el personaje de ElProceso, "sin haber hecho
nada malo fue detenido una mañana". Los conceptos de "subversivo" o "enemigo"
tienen tal vastedad y vaguedad en la "inteligencia militar" que pueden aplicarse
a cualquiera. Supongo que esto significa decir: todos estamos en peligro. El
principio persecutorio es insaciable. Se trata de detenerlo no bien se lo siente
latir. Hoy, la serpiente, en su huevo, late y espera.