Argentina: La lucha continúa
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El mundo por el avieso
Hace 30 años se cerraba el ciclo de terror
Emir Sader
Agência Carta Maior
Día 24, se completan 30 años del golpe militar en Argentina, que cerró el
círculo de regimenes de terror que dominaron a América del Sur. La alianza entre
el gobierno de los EUA y las elites militares y de gran empresariado de los
países de la región impuso los mayores sufrimientos de los que fueron víctimas
nuestros pueblos, desde las masacres de los pueblos indígenas a la esclavitud.
En esta semana, en el día 24, se completan 30 años del golpe militar en
Argentina. Con esto se cerraba el círculo de regimenes de terror que dominaron
la región, desde los golpes militares en Brasil y en Bolivia en 1964, pasando
por los realizados en Chile o en Uruguay en 1973.
Fue el periodo más oscuro de la historia del continente. La alianza entre el
gobierno de los EUA y las elites militares y del gran empresariado de los países
de la región impuso los mayores sufrimientos de los que fueron víctimas nuestros
pueblos, desde las masacres de los pueblos indígenas a la esclavitud. Varios
millares de personas fueron ejecutadas, centenas de millares fueron presas y
torturadas, sin órdenes legales, otros tantos se exiliaron de sus países. Se
cometieron crímenes pudorosos – tortura, secuestro, desaparición, ejecución – en
nombre de una "Doctrina de Seguridad Nacional", pionera de las doctrinas de
guerra del gobierno de Bush.
Fueron atacados todos los vestigios de democracia social y política, fueron
destruidos los sindicatos y los partidos, perseguidos los movimientos
estudiantiles, obrero y campesino, reprimidas las universidades y toda forma de
pensamiento crítico e independiente. Las economías de la región fueron sometidas
abiertamente al dominio del capital extranjero, desnacionalizadas las empresas,
privatizado el patrimonio público, desarticuladas las formas de integración
regional, mercantilizada la imprenta, se impuso definitivamente el monopolio en
los sectores industrial, comercial, bancario, agrario y mediático.
La historia de la región pasó a estar marcada por un antes y un después de las
dictaduras militares. Las elites dominantes, a través de esos regimenes de
terror, trataron de hacer que las clases populares pagasen caro su atrevimiento
de disputar el poder a nuestras sociedades. Quisieron reducirlas a "su lugar" de
clases subalternas, exploradas, humilladas, discriminadas y, con la represión
que desataron contra ellas, prepararon el camino para los gobiernos
neoliberales.
El golpe argentino fue el más sangriento de todos, porque tuvo que enfrentarse
con una oposición que, además de la fuerza de las masas, consiguió construir una
impresionante fuerza militar. Contando con las tenebrosas experiencias de
tortura de la dictadura brasileña – el "palo de arar" fue una de las mercancías
de pauta exportadora de la dictadura - y de los fusilamientos de la dictadura
pinochetista, la dictadura argentina también aprendió, como la chilena, que no
valía la pena detener las personas. Pinochet dijo a Videla que la experiencia
del Estado Nacional era negativa, que se sucedían campañas por la liberación de
los presos, que desgastaban el régimen. Había que "hacerlos desaparecer".
A partir de allí, los presos que eran interrogados sin capucha sabían que serían
fusilados, porque no importaría a sus torturadores ser reconocidos. Millares de
personas tuvieron sus cuerpos abandonados en el río de la Plata, en los dos
vuelos semanales conocidos como vuelos de la muerte, que eran acompañados
siempre por un sacerdote de la iglesia católica argentina.
Fue probablemente éste el destino de Teorinho, el pianista de Vinicius que se
encontraba de excursión en Buenos Aires, cuando fue detenido, por engaño, por
usar barba, confundido con un líder montonero. Como había sido torturado sin
capucha, porque el dirigente montonero sería fusilado, Teorinho fue asesinado
para no transmitir su testamento sobre las torturas y sobre los torturadores.
Fueron dos décadas de horror para la región, que todavía no se recuperó de sus
efectos. Muchos políticos que participaron de las dictaduras – en Brasil, para
citar apenas los que andan por los noticiarios del periódico, como Antonio
Carlos Magalhães, Jorge Bornhausen, Marco Maciel, para citar apenas a algunos,
mayoritariamente en el PFL (Partido da Frente Liberal) – continuaron impunemente
ocupando cargos públicos.
Las amnistías encubrieron los criminales y sus cómplices. Por lo menos Videla y
Pinochet tienen que afrontarse con algunas de las consecuencias de sus crímenes.
Pero las raíces que los regimenes de terror implantaron - incluida la promoción
vergonzosa de algunos grupos económicos – continuaron presentes en nuestras
sociedades.
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Emir Sader es profesor de la Universidad de Río de Janeiro (UERJ),
coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de UERJ y autor, entre otros,
de "A vingança da História" ("La venganza de la Historia").
Versión en portugués: http://agenciacartamaior.uol.com.br/templates/colunaMostrar.cfm?coluna_id=2996
*Traducido del portugués para Rebelión y Tlaxcala ( www.tlaxcala.es) por Àlex
Tarradellas