Argentina: La lucha continúa
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Un grupo concentrado que provoca conflictos gremiales
Roggio SA, un monopolio dueño de los Subtes y unas cuantas empresas más
Uno de los sectores donde hubo más paros en los últimos años es el del
transporte, particularmente el subte. Los empleados quieren recomponer sus
salarios y Metrovías se resiste. Echemos una mirada a Roggio, dueño de esa y
varias empresas más.
Emilio Marín
LA Arena
El martes y miércoles previos a Semana Santa, porteños y bonaerenses no pudieron
viajar en las cinco líneas de subterráneos y el Premetro. Algunos pasajeros
afectados y casi todos los medios de comunicación achacaron el problema a los
empleados en huelga. En esa oportunidad pararon varios centenares de
tercerizados que reclamaban ser encasillados en el convenio de UTA, lo que
implicaba mejores haberes.
Metrovías-Roggio tiene tercerizadas buena parte de las tareas. Hay 21 compañías
que contratan a los empleados y les abonan salarios deprimidos, aunque varias
pertenecen al mismo holding, caso de Taym. Otras, como Compañía de Seguridad
Metropolitana (CSM), también jugarían en el equipo capitaneada por Aldo Roggio,
titular del monopolio en el orden nacional.
La lectura sobre cuáles son las causas de los conflictos gremiales no debería
obviar la responsabilidad patronal. Esta rechazó el encasillamiento de los
tercerizados en UTA como antes había negado a sus empleados formales de
Metrovías la recomposición salarial del 53 por ciento solicitada desde 2004.
La memoria-balance presentada el 27 de enero de 2005 reconoció que en 2004 la
empresa había transportado 269 millones de pasajeros, 5,62 por ciento más que en
el ejercicio anterior.
Además de Metrovías, los Roggio tienen la concesión del ramal ferroviario
General Urquiza, en Buenos Aires, y en enero de 2005 ingresaron en la Unión de
Gestión Operativa SA, que administra el ramal San Martín.
La otra novedad es que ha formalizado una alianza con el operador ferroviario
Emepa para entrar con el 40 por ciento del paquete accionario de Shima. Se trata
del consorcio conformado por Sideco-Macri y la empresa china Sanhe para recibir
la concesión del ramal Belgrano Cargas.
Ninguno de estos emprendimientos conlleva mayores riesgos. Como fundador de la
"Patria Contratista", que sigue gozando de buena salud, Roggio recibe subsidios
millonarios del Estado. Entre enero y noviembre de 2004 había cobrado 90
millones de pesos del Estado como operador de Metrovías y el Urquiza. Serán
muchos más cuando les ingresen sus partes del San Martín y el Belgrano.
El periodismo que come de la mano de los monopolios calla que el Estado
subvenciona los trenes privados con más de 477 millones de pesos anuales. Ahora
guardan silencio los que clamaban por la privatización agitando el cuco de que
el Estado "perdía" un millón de pesos diarios. Hoy pierde en serio una suma
mayor.
La expansión
La negativa de Roggio a acceder a los reclamos gremiales provocó el paro
ferroviario del 12 de marzo de 2004 y el de subte del 17 de marzo, los paros de
subte del 2 al 5 de abril, 18 y 22 de noviembre y 6 y 7 de diciembre. En febrero
de 2005 siguió esa estadística hasta que los empleados consiguieron una parte de
lo solicitado. Después hubo otras medidas de fuerza de los tercerizados,
comentadas al inicio.
La contención salarial se explica porque estamos hablando de miles de
asalariados, 3.000 en Metrovías. Aflojarles implica dinero y los directivos no
quieren perder ni un mango.
Esa política es inexplicable desde otro ángulo: el contraste irritativo entre
los haberes del personal y los ejecutivos. Cuando éstos quisieron poner a la
defensiva a sus dependientes porque percibían buenos sueldos, uno de los
delegados contestó: "A mí no me dá vergüenza ganar 2.000 pesos, me da vergüenza
que los jubilados ganen 300 y que los ejecutivos se lleven 20.000 pesos o más".
¿Ese gremialista estaba exagerando? Los volantes y afiches que pegaron en los
vagones, alertaban: "los directivos de la empresa cobran sueldos que van desde
los 22 a los 45.000 pesos por mes. El señor Juan Ordoñez, vocero de la empresa,
cobra 23.000 pesos. En total los directivos reciben una masa salarial superior a
los 600.000 pesos mensuales". Nunca fueron desmentidos por Metrovías.
Roggio SA, nueva denominación de Benito Roggio e Hijos SA, explota en total a
10.000 empleados en nuestro país, Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile, Bolivia,
Perú, México, Ecuador, Colombia y Venezuela, y en Texas, EE.UU. Si en todos
estos "mercados" les saca el jugo a sus empleados como en Argentina, se puede
deducir el volumen de sus ingresos. Sólo en Metrovías le entran 220 millones de
pesos anuales.
Esa expansión se dio de la mano inicialmente de la dictadura, con la que obtuvo
obras como la construcción del estadio mundialista de Córdoba, el edificio de
ATC, rutas y puertos. Luego vino el gran salto con el menemismo, lo que es
admitido por la página oficial de la empresa: "la década de los noventa se
caracterizó especialmente por la privatización de los servicios públicos en la
Argentina y la región, proceso en el cual Benito Roggio e Hijos S.A. participó
de manera activa. Como resultado de distintas licitaciones se le adjudicaron en
concesión varios proyectos de construcción y operación de rutas por peajes, así
como la operación integral de la red de subterráneos de Buenos Aires y el
ferrocarril Urquiza. También toma parte en los procesos de privatización en
Latinoamérica y participa de concesionarias de rutas en Brasil, Paraguay y
Ecuador, y de servicios de higiene urbana en Uruguay, Brasil, Bolivia y México".
Como dicen los abogados, a confesión de parte (neoliberal), relevo de pruebas.
Si los automovilistas que viajan a Mar del Plata o a La Plata, o los que llegan
a Capital por la autopista del Oeste, no lo sabían, ahora lo saben. El que les
mete la mano en el bolsillo con el peaje aumentado, es Roggio. Este controla
Coviares, concesionaria de la autopista Buenos Aires-La Plata, Covisur S.A. a
cargo de la autovía Buenos Aires-Mar del Plata y en Puentes del Litoral S.A.,
concesionaria de la construcción y operación del puente que une Rosario con
Victoria.
No es burguesía nacional
Roggio opera en tres grandes rubros: la construcción, el transporte y el
presunto saneamiento ambiental, donde interviene con Clima desde hace veinte
años en ciudades como Buenos Aires y Córdoba y otras de Brasil, Uruguay y
México. En 1996, con Cliba, compartía con Manliba-Macri los 220 millones de
dólares anuales que le cobraban al municipio gobernado por Carlos Grosso, Jorge
Domínguez y Fernando de la Rúa. Esas alternancias de peronistas y radicales no
causan preocupación a la empresa que también las disfrutó en Córdoba. Allí se
turnaron los radicales Ramón Mestre y Rubén Martí, Germán Kammerath (Unión por
Córdoba) y Luis Juez (Partido Nuevo). Todos pagaron sin chistar 5 millones de
pesos mensuales.
Pero esos tres filones no son los únicos porque Roggio también juega sus fichas
a la informática con Prominente, y al escolaso y turismo con CET, que gestiona
dos hoteles cinco estrellas con casinos.
Néstor Kirchner quiere recrear una "burguesía nacional" y se equivoca al ubicar
a Roggio en esta categoría, a la que excede largamente con su plantel de 10.000
empleados. Se trata de gran burguesía asociada al imperio, como lo demuestran
sus sociedades con los estadounidenses de Burlington en Metrovías, la cadena
Hilton en la construcción de hoteles y casinos, Grupo Suez y Agbar en Aguas
Cordobesas.
Coherente con esa pertenencia, Aldo Roggio es vicepresidente de la Cámara
Argentina de la Construcción y directivo de la Asamblea Empresaria Argentina; su
hijo Sergio preside la Fundación Mediterránea. O sea, son parte constitutiva del
establishment empresario y monopolista.
La verdadera burguesía nacional, como Zanello de Las Varillas, denunció a Roggio
en 1999 por violar la ley de compre nacional y adquirir 80 vagones en Brasil con
197 millones de dólares de subsidios estatales, en vez de hacerlo en el país a
la mitad del precio.