Argentina: La lucha continúa
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Hace 30 años
Prof. Juan Carlos Sánchez
www.profejuanca.blogspot.com
Hace 30 años, la Argentina comenzaba a sentir un escalofrío significativo por la
ascensión al poder de una Junta Militar que se ensoñereó de los bienes y de la
vida de sus ciudadanos y habitantes, respondiendo a los mandatos de la política
exterior norteamericana, en plena Guerra Fría y del poder económico local,
fieles intérpretes de una hegemonía que se consolidaría a partir de 1989 con la
caída del Muro de Berlín.
Sin dudas, campeó el terror, el mismo que hoy azota a Las Heras, Provincia de
Santa Cruz, para imponer el neoliberalismo económico que supo obtener su
continuidad en la democracia surgida a partir de 1983. Este ideario necesitó que
se cometieran los delitos de lesa humanidad, que fueron reconocidos a nivel
interamericano por el fallo "Manfredo Veláquez" de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH), tales como la desaparición forzada de personas, la
tortura sistemática y el asesinato vil, a través del lanzamiento de personas
vivas, pero cruelmente anestesiadas, al mar como lo ha reconocido el genocida
Scilingo, hoy condenado y encarcelado en España.
Estos hechos no fueron, ni son, casualidad si los enmarcamos en un contexto
particular por el cual la nueva hegemonía en Occidente, surgida a partir de
1945, comenzaba a desplegar su artillería ideológica y militar en su disputa con
la U.R.S.S. como también por la crisis del petróleo en 1975, al igual que, en el
orden local y latinoamericano, el poder económico encontraba severas
limitaciones en sus utilidades debido al reconocimiento de los derechos
laborales y de una remuneración digna de los trabajadores, cuya participación en
el ingreso nacional prometía alcanzar los niveles de la década del `50.
Entre ambas fuerzas, la hegemónica y la de los adherentes civiles con un alto
grado de participación en la economía argentina, algo que, con matices, puede
advertirse en la Latinoamérica de los `70, lograron imponer el horror económico
neoliberal que aún nos azota y que sigue perpetuando la pobreza y la indigencia,
con sus secuelas de discapacidad y muerte.
El terror supo contribuir a la consumación de las más flagrantes violaciones a
los Derechos Humanos, entendidos como el respeto al derecho a la vida y a la
dignidad humana, cuyas víctimas y sobrevivientes merecen nuestro respeto y
nuestro homenaje mediante la conmemoración, sin feriados de por medio, a través
de los numerosos actos y jornadas destinados a esclarecer y debatir lo sucedido
en el período 1976 – 1983.
Sin embargo, y regresando a nuestro presente, los paradigmas y las paradojas del
pasado siguen sobrevolando para dar cuenta de su presencia, de su actualidad en
forma significativa. Nos atraviesan, a veces, sin que nos demos cuenta ni darnos
tiempo a tomar conciencia de su magnitud. Y no es un dato menor, en estos
tiempos que corren, teniendo en cuenta lo que sucede y ha venido sucediendo en
la Argentina desde 1983.
El plan económico de Martínez de Hoz fue refinado por la democracia durante el
mandato extenso del menemismo, conformando una nueva realidad política,
económica y social que recogió los paradigmas económicos y sociales de la
dictadura militar; constituyendo esto, sin dudas, una de las paradojas de la
democracia...
Como también, paradojalmente, la sistematización de la normativa que reconoce
los derechos de las personas con discapacidad, mediante la sanción y
promulgación de la Ley Nº 22.431, proviene de un gobierno de facto que cometía,
al mismo tiempo, las más aberrantes violaciones a los Derechos Humanos. Sin
embargo, ello no significó la plena vigencia de los Derechos Humanos de las
Personas con Discapacidad como tampoco excluyó del accionar terrorista estatal a
los integrantes del colectivo, tal como le ocurrió a Carlos Poblete; quien,
padecía una discapacidad motriz y fuese el impulsor de la primera norma
relacionada con el cupo laboral de las personas con discapacidad en la
Administración Pública Nacional, luego pasaría a engrosar el listado de
desaparecidos del informe de la CONADEP, el "Nunca Más". Otra paradoja
sustancial podemos encontrarla en la sanción y promulgación de la Ley Nº 24.901,
estableciendo las prestaciones médico – sociales que les corresponde según su
patología al colectivo, junto a la reglamentación de la norma nombrada
anteriormente, durante el menemismo, en 1997; es decir, en plena democracia
aunque ello no suponga que actualmente esta categoría de derechos sea
debidamente respetada por la sociedad y el Estado, al igual que los entes
obligados a ello.
Aún hoy, nos encontramos con una justicia relativa con respecto al juicio y
castigo a los responsables de los delitos cometidos en el período más negro de
nuestra historia. Los indultos menemistas, junto a la Obediencia Debida y el
Punto Final, obstaculizaron severamente a la determinación de las
responsabilidades por parte de los militares genocidas y solamente, a partir del
2003, comenzaron a reactivarse las causas contra aquellos que se atrevieron al
terrorismo desde el Estado.
Si bien comenzó una etapa en la cual se reactivó el procesamiento de los
represores, imponiendo su prisión preventiva, aunque domiciliaria en virtud de
su edad, de acuerdo a lo establecido por el Código Penal de la Nación, nos
encontramos con que no existen indicios que suceda lo mismo con los
colaboracionistas civiles de la dictadura militar pues, como bien sabemos, todo
golpe militar requiere de una sustentación en la sociedad civil.
Entre el horror y la justicia, hoy debemos reafirmar nuestro Nunca Más a un
Estado terrorista mediante nuestra condena a los hechos acontecidos y el debido
esclarecimiento de lo sucedido a quienes no han vivido el terror político,
económico y social que, inclusive, nos llevó a una guerra cuyos sobrevivientes
nadan en la indiferencia estatal y social al igual que las personas con
discapacidad.
Y esta misión es la que debemos llevar a cabo para evitar que el desconocimiento
y el olvido del pasado no nos lleve a otra tragedia, aunque la actual, sin lugar
a dudas, tenga su origen en esos paradigmas que hoy siguen vigentes, desde la
familia y desde la escuela para que nuestros hijos y nietos comprendan la vital
importancia de ser personas y ciudadanos, lo que coadyuvará a la formación de
una sociedad y de un Estado en consonancia con los Derechos Humanos.
Prof. Juan Carlos Sánchez
Cs. Jurídicas, Políticas y Sociales
(I.S.P."Dr. Joaquín V. González")