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Argentina: La lucha continúa

24 de marzo: viene con trampa

"Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la necesidad, cualquiera sean los medios. Si no hay ley, fuera de la ley también lo vamos a hacer, y lo vamos a hacer violentamente."
Perón, a los diputados de la  JP, 22/1/1974.

El gobierno proyecta declarar feriado del 24 de marzo, como "Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia". A la vez, por chapucería o mala fe, muchas organizaciones y personas públicas invitan a recordar esa fecha como la del "inicio (¿?) del genocidio". ¿Es eso cierto?
No, es absolutamente falso: cuando el peronismo le cedió en 1976 su lugar a las fuerzas armadas dejó tras de sí 2.000 muertos, más de 900 casos de desapariciones forzadas (cifras de la CONADEP), las cárceles llenas de presos sin proceso y miles de exiliados que debieron huir del país para salvar sus vidas. Pero dejó algo más: muy completas y detalladas listas de personas que luego fueron asesinadas o secuestradas.
Por ejemplo, fue el peronismo el que realizó encerronas contra los que marchaban en los cortejos fúnebres de los asesinados Silvio Frondizi y Rodolfo Ortega Peña. Los detuvo y los fichó cuidadosamente: muy pocos sobrevivieron a la posterior cacería desatada contra ellos.

Para eso vino

Los militares no se habrían lanzado al golpe si el peronismo no les hubiera despejado el camino, descabezando y desarticulando todas las organizaciones sociales de lucha surgidas a partir del Cordobazo. En el '73, cuando estaban en el poder, las fuerzas armadas tenían todos los elementos materiales como para cometer el genocidio, pero no estaban dadas las condiciones políticas: hubieran debido enfrentarse con millones. Sólo después del trabajo de desmovilización y fragmentación realizado por Perón en el seno de las masas, enfrentando unos con otros diversos sectores de éstas, pudieron los militares poner en marcha su bruta maquinaria de matar.

¿Aniquilar, qué?

No han sido muy divulgadas las "directivas" dadas por el Líder a sus incondicionales del partido y de la burocracia sindical, en las cuales, luego del asesinato de Rucci, declaraba la guerra total contra los díscolos de dentro del peronismo. Pero lo que no puede desconocerse, por el propio interés puesto por el gobierno en su difusión, fue la sucesión de pronunciamientos que el entonces presidente formuló a consecuencia del intento de copamiento de la guarnición de Azul, realizado por la guerrilla el 19 de enero de 1974.
Un día después Perón vistió por primera vez en 18 años el uniforme de general para prometer desde la cadena de radio y TV "aniquilar a subversión". El 22, en carta abierta a los militares de la guarnición de Azul, dijo cómo lo haría: "exterminando uno a uno a esos psicópatas", contando con el apoyo de las grandes mayorías.
Debemos reconocer que cumplió.
Ya hemos mencionado, desde el p unto de vista material, el saldo de asesinatos, secuestros, bombas y amenazas que dejó el peronismo antes de cederles la posta a los militares. Y queda claro que Perón en persona estableció la doctrina de esos crímenes, la misma que siguieron luego las fuerzas armadas a partir de 1976.
Solamente resta apuntar que la "subversión" a la que Perón y los otros asesinos se referían no es para nosotros una mala palabra. Al contrario: abarca a quienes no acatábamos ni el restablecimiento del "orden" de los explotadores, que el General había venido a apuntalar, ni la reestructuración capitalista aggiornada que se proponía el peronismo, reacomodamiento de los sectores económicos hegemónicos que ha caracterizado a cada uno de sus períodos de gobierno.

Un candil, en medio de la oscuridad, ya es algo

El peronismo, que se propuso y logró aniquilar la "subversión" ahora se propone aniquilar la memoria: el genocidio y todos los males que, a su turno, caen sobre los trabajadores y desposeídos no serían posibles sin la complicidad de los partidos populares. Sí, es cierto, DESPUÉS de la masacre hubo un juicio a las Juntas, se descolgó un retrato... pero lo que tenemos que preguntarnos es qué hicieron DURANTE.
El peronismo tiene hoy todos los votos, toda la plata, todos los medios. Puede adulterar la historia a su antojo, pero al hacerlo se condena: quienes deliberadamente ocultan un crimen se están señalando a sí mismos como autores o cómplices.
Confiando en su aparato propagandístico y en la desmemoria ciudadana, el partido gobernante, con este aparente repudio al genocidio, contrabandea su propia impunidad.
Oiga: no le dejemos correr esta mentira. Detrás vendrán cosas peores.

VECINOS MEMORIOSOS.

Fuente: lafogata.org