Argentina: La lucha continúa
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Milagros no hay*
Alejandro Kacero
La integración latinoamericana y caribeña se inserta en la estrategia del
Bloque Regional de Poder (BRP) que impulsa Venezuela y que, básicamente,
significa unir fuerzas entre los Estados y Pueblos de la Patria Grande para
deshacerse de la opresión de los poderosos del mundo, en especial de Estados
Unidos.
Dentro de esa concepción que abarca todos los aspectos de la vida de las
naciones está incluida, desde muy temprano, la integración militar.
Está claro que un proceso de Liberación, en este caso continental, significa un
salto cualitativo en varios campos. Pero en donde resultará muy difícil avanzar
será en el área de cooperación militar.
A largo plazo todo proyecto de desarrollo independiente choca con los intereses
de los poderosos; y esto se suele resolver por la vía militar.
Cómo integrar a Fuerzas Armadas y de Seguridad (FAS), que fueron en su mayoría
fuerzas de ocupación en sus propios países al servicio del Imperialismo?
No son el "Brazo armado de la Patria",o "El Pueblo en armas" en abstracto si no
un objeto de disputa en la lucha de intereses entre dominantes y dominados.
Desde 1955 y, más aun, cuando se insertaron en la Doctrina de la Seguridad
Nacional (DSN), el Pueblo percibió claramente que le habían robado las armas y
actuó en consecuencia. Así se convirtieron en el brazo armado del enemigo con
uniforme local (dejo para otra ocasión la historia anterior).
Esa inserción en la DSN, fue consensuada. Por un lado el trabajo permanente en
adoctrinamiento "anti subversivo" de los franceses y yanquis; por otro la
complacencia de los militares continuadores de la "Libertadura" (no Revolución
Libertadora).
No hace falta ser peronista para saber que en el periodo 1945-55 fue cuando más
se distribuyó la riqueza en el país. Esto es lo que el Pueblo defendió: su
derecho a la dignidad humana.
En el desarrollo de esta secuencia que llevó el enfrentamiento hasta 1976, donde
el objetivo había pasado a ser el de destruir las chimeneas que daban sostén a
la clase obrera sublevada, las FAS terminaron por perder todo sentido
sanmartiniano: desaparecieron personas, mataron, robaron, sustrajeron niños;
pero fundamentalmente se pusieron al servicio de la destrucción del país por el
enemigo.
Por supuesto que no fueron los únicos: jueces y clérigos, políticos que fueron
intendentes o funcionarios, empresarios que se enriquecieron a costa de la
sangre derramada, se salvaron porque aparentemente, no tenían las manos
manchadas de sangre. Ninguno de todos ellos tuvo su CONADEP o el equivalente al
Juicio a las Juntas. En el caso de los empresarios, mandantes locales del
Imperio, siempre salieron impunes: fueron sucesivamente llamados la Patria
Financiera, la Patria Contratista, la Patria Privatizadora. Y con el dólar a $3
fueron la Patria Devaluadora, tiraron a millones de argentinos a la miseria.
Curiosamente las FAS tuvieron la oportunidad de acercarse al Pueblo y a Latino
América con la guerra de las Malvinas. Guerra que no podía terminar de otra
manera que con la derrota ya que fue lanzada por los lacayos militares del Amo
del Norte para combatir a su principal socio, los ingleses. Sin embargo, hay que
decirlo, una parte de los que combatieron tuvieron un comportamiento heroico en
una esquizofrenia difícil de explicar. Mientras unos hacían de David frente a
Goliat, otros daban instrucciones por la radio, pero no sus tropas, si no a sus
agentes financieros para que multiplicaran en la City porteña sus capitales mal
habidos.
Tuvieron otra oportunidad en el informe elaborado por la comisión militar
presidida por el Tte. Cnel. Rattembach (1984) que condenaba y mandaba fusilar a
la conducción de la guerra. Tampoco pudieron aplicar, aunque mas no sea, el
concepto de honor. Cuestionando la Conadep y alzándose en armas en Semana Santa,
Monte Caseros y Villa Martelli, definitivamente se perdieron.
Los militares argentinos (como corporación) todavía no han terminado de caer en
la cuenta del papel que cumplieron. Y si alguien allí quiere recrear el espíritu
del Libertador defendiendo la Soberanía Nacional debería comprender que la única
manera es sumarse al Pueblo en la reconstrucción de un país con justicia.
Justicia en todo sentido. Pero en lo que hace a las FAS esto solo tiene un
camino práctico. No alcanza con una declaración televisiva a lo Balza que nunca
fue acompañada por hechos.
Hay que sacarse toda la mugre; decir toda la verdad de lo sucedido durante la
dictadura en acto público; entregar toda la documentación; colaborar activa y
sinceramente en la búsqueda de los cuerpos y en la de los más de 400 niños
secuestrados (los desaparecidos que todavía están vivos); dejar de defender a
los procesados de las FAS; reconocer a los militares asesinados por los
militares como Valle, Cogorno y Alberte así como muchos sancionados, echados o
congelados que no se prestaron a ese juego (Cesio y Urien entre otros).
Para que alguien perdone tiene que haber alguien que se arrepienta sinceramente.
Y lo demuestre.
Solo así las FAS podrían aportar a la integración con pares extranjeros
que se animaron a volver al ejemplo de los libertadores San Martín y Bolívar,
verdaderos artífices tanto de la liberación de la opresión foránea como de la
igualdad, la libertad y la justicia social al interior de la Patria.
Pero que nadie se engañe, milagros no hay. Ese proceso solo se puede dar si
también el Pueblo se organiza en el mismo sentido ya que la batalla es en todos
los planos, no solo al interior de las Instituciones Armadas. La lucha contra la
impunidad, y el consiguiente castigo a los culpables dentro de las confesiones
religiosas, de la Justicia, de la función publica, de la producción, de las
finanzas, de la política como servicio al Pueblo, y no así mismo, también deben
ser concretados.
Si no fuera así no solo no habrá integración militar sino tampoco Bloque
Regional de Poder, es decir fuerza suficiente para lograr la segunda y
definitiva independencia.
Alejandro Kacero
*El título está tomado de la película dirigida por Gaby Weber sobre la
complicidad de la empresa Mercedes Benz en la desaparición de los trabajadores
de esa fábrica en 1976.
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