Argentina: La lucha continúa
|
La traición en una sociedad flexibilizada
Trabajo y educación en Argentina
Rafael Colombo
La denominada "flexibilidad laboral" se erige como un mecanismo de opresión
dirigido a satisfacer las exigencias del poder empresarial en contra del sector
trabajador. Estas exigencias tienen un fuerte respaldo de los organismos
internacionales de crédito. En pocas palabras, flexibilizar el campo laboral
implica suprimir –total o parcialmente- toda la legislación que ampare los
derechos del trabajador. ¿El objetivo? Profundizar las asimetrías en la relación
Patrón–Empleado en favor del primero.
De esta manera, el salario, las indemnizaciones por despido, la jornada laboral,
las modalidades de contratación, la seguridad social, etc., quedan sometidas a
las leyes del mercado. El estado permanece al margen, es un "gendarme" que
custodia y defiende la "libre competencia"
Como podrán ver, el estado y el derecho forman un "corpus" meramente
instrumental para garantizar un estado de situación. ¿Quiénes resultan
favorecidos entonces? En primer lugar, los intereses privados, personificados en
este caso, en el empresario capitalista que detenta los medios de producción. La
burocracia estatal, recibe sus migajas también.
Karl Marx expresa en su libro "La ideología Alemana" (texto escrito entre 1845 y
1846, publicado en forma póstuma en 1932) que el estado "... es la forma bajo
la que los individuos de una clase dominante hacen valer sus intereses comunes…".
Si bien podríamos realizar importantes consideraciones y criticas a esta
definición, lo cierto es que Marx no está del todo equivocado.
La teoría social clásica, esta vez, de la mano del sociólogo alemán Max Weber,
nos provee otra importante definición de estado: El estado weberiano es aquel
que busca "…la pretensión al monopolio del uso legitimo de la fuerza física
en la imposición de su orden". Como bien señala Paul Ricoeur (filósofo
francés recientemente fallecido) es un concepto pesimista de estado, que por
cierto, no esta muy alejado de la definición leninista; en "Estado y
Revolución", Lenin sostuvo que el estado estaba definido por los medios, vale
decir, la coacción, la violencia. La diferencia estriba, en que para Weber la
coacción no está sostenida por la violencia física, sino por la pretensión y
creencia de legitimidad. Ricoeur diferencia estos dos conceptos debido a sus
semejanzas. El hecho de que Weber haya relativizado el historicismo y por ende,
la lucha de clases, para realizar un análisis atemporal, con una fuerte vocación
universalista, nos aleja de la definición marxista esbozada líneas atrás.
Con este marco teórico, bastante precario por cierto, propongo analizar el caso
argentino.
Estado y traición
El estado Argentino, por ejemplo, promovió desde 1989 en adelante, leyes que
fueron en contra de la clase trabajadora. El menemismo –bajo la legitimación,
entre muchos otros, de quien hoy es presidente de nuestro país - se encargó de
cercenar derechos constitucionales referidos al trabajo. Todos sabemos lo que
sucedió durante la presidencia de Fernando de la Rua; la reforma laboral
(también conocida como la "Ley Banelco"), las coimas en el Senado, las valijas
de Pontaquarto.
En la actualidad, el gobierno de Néstor Kirchner no tomó medidas serias y
contundentes destinadas a la generación de empleo. Tampoco se evidencian
proyectos que devuelvan al trabajador su dignidad. Mucho menos, políticas que
distribuyan equitativamente el ingreso.
Un claro ejemplo de ello es la nueva ley laboral. Esta ley deroga la reforma
laboral instrumentada por el gobierno de la Alianza. En primer lugar, se debería
"anular" la ley por estar viciada en su estructura formal, es decir: el
consentimiento de los legisladores que votaron la ley está alterado por las
coimas. Anulando la ley, los convenios flexibles firmados durante la vigencia de
"la banelco" dejarían de existir. "Derogando" la ley, no hay efectos
retroactivos, y por lo tanto, los convenios persisten. Este en un primer punto.
Un segundo punto es el monopolio que detentan los dirigentes sindicales para
negociar salarios y condiciones de contratación. Los trabajadores quedan a
disposición de personajes como Moyano, Rueda, Zanola, Cavalieri, comandantes de
"sociedad de beneficencia", vale decir, lumpenproletariados, del
sindicalismo argentino. El tercer punto refiere a la vigencia del "trabajo a
prueba", un mecanismo que legaliza la arbitrariedad del empresario para emplear,
evaluar, y luego despedir sin causa alguna.
Estos tres puntos constituyen un mero esbozo de los problemas de la ley. Existen
otros puntos importantes, a saber: la constitucionalidad de la ley 24.557 de
Riesgos de Trabajo, la ultractividad de los convenios laborales, los fondos de
jubilaciones y pensiones, la reducción de los aportes patronales. Todos ellos
exigen un análisis mas detallado. Análisis que dejo para otra oportunidad.
Propongo a continuación explorar el problema de la flexibilidad dentro del
contexto de la educación.
Eficiencia y productividad
La ley federal de educación, expandió la flexibilidad laboral al ámbito
educativo.
Fiel a las consignas del neoliberalismo, la ley receptó dos principios:
eficiencia y productividad. Los sistemas deben atender, en principio, a los
parámetros del capital. Reducir costos implica, por ejemplo: despedir personal
improductivo, precarizar el salario real, contratar introduciendo cláusulas
leoninas, disminuir gastos en capacitación.
Al compatibilizar el interés del capital, vale decir, reunir a las empresas,
bancos, entidades financieras, fabricas, con el fin de ser mas "eficientes y
productivos", se elabora una perversa estrategia en donde todo vale. Rige así,
la ley del más fuerte.
Es bien sabido que uno de los principales objetivos del capital es consolidar un
sistema educativo que produzca mano de obra barata.
Es sabido también, que las políticas educativas instrumentadas desde el
menemismo hasta hoy están diagramadas por los organismos internacionales de
crédito. Los gobernantes de turno se limitaron a recibir las órdenes del Banco
Mundial.
El sistema educativo sufrió un grosero ultraje. Nos hicieron creer que educar
era costoso, que los docentes tienen muchos beneficios sociales, que la
posibilidad de acceder al sistema educativo es privilegio de unos pocos.
El sociólogo Gerstner Fabián explica que las políticas de la Banca Internacional
"…tienen el objetivo global de disminuir el gasto estatal para derivar fondos
hacia el pago de la deuda externa". A titulo de ejemplo, el estado argentino
permitió la intervención del Banco Mundial en la organización de las finanzas
nacionales. El BM nos decía donde debíamos destinar las partidas
presupuestarias. Al mismo tiempo – dice Fabián – el Banco Mundial "...actúa como
prestamista colocando dinero a alto interés para que se financie el ajuste de
los sistemas".
De esta forma, asistimos a una desvalorización del estado como principal
diagramador y operador de la política educativa. El estado resigna
maliciosamente su soberanía para satisfacer los intereses del capital.
Otro aspecto importante según Fabián es el control ideológico. El Banco Mundial
no sólo nos dice "cuánto debemos gastar" sino que, además, nos dice "qué debemos
enseñar". Ejemplo de ellos son el programa de Contenidos Básicos Comunes (CBC),
los Contenidos Básicos de la Capacitación Docente, los criterios para tomar
evaluaciones (Sistema nacional de evaluación de la calidad de educación)
Ya lo había dicho Marx: "La clase que dispone de los medios de producción de
la vida material, dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios de la
producción intelectual".
El sistema de ideas y valores, es propiedad del capital. Es también, el medio
para difundir las ideas que legitiman el dominio burgués.
Por otro lado, si la escuela era el lugar donde los alumnos concurrían para
aprender, hoy es, además, el lugar donde los alumnos van a comer. Pensar en una
institución educativa supone hoy, pensar en un comedor escolar. Y si esto es,
por parte del estado y de la dirigencia política, un crimen, es por parte de los
docentes y padres, un acto de resistencia.
Pensemos por un instante en lo que comúnmente se llama "cooperadoras". ¿Por qué
surge una cooperadora? ¿Por qué las escuelas, unidades policiales, centros
culturales, clubes de barrio, hospitales, dependen de la buena voluntad de
algunos ciudadanos para poder subsistir? El "nacimiento de una cooperadora" es
un síntoma de abandono estatal. Defender las instituciones es, hoy en día, tarea
de los ciudadanos.
La lucha de clases y la distribución de la riqueza
El abandono estatal fue producto de una macabra conspiración contra los
ciudadanos. No estamos hablando de un estado que "se equivocó"; tampoco de un
estado que hace "lo que cree mejor para la sociedad"; mucho menos hablamos de un
"fracaso". Nada de esto es cierto. El estado elaboró un plan estratégico en
connivencia con la clase dominante, vale decir, la burguesía nacional e
internacional.
Todos ellos sabían que, por ejemplo, privatizar los servicios públicos (agua,
luz, teléfono) era un gran instrumento para perpetuar la acumulación de capital
mientras la población sufría el aumento de pobreza y la desocupación. El estado
tenia conciencia de lo que iba a suceder.
Por lo tanto, podría decir que, por un lado, la sociedad no solo suple al estado
en sus funciones indelegables. Además tiene que luchar contra un gobierno
corrupto que conspira contra su propio pueblo.
Por otro lado, diría que el conflicto argentino (al igual que el conflicto
mundial) es un conflicto de clases. Como dijo Marx al principio del "Manifiesto
Comunista" (1848): "Toda la historia de la sociedad humana, hasta la
actualidad, es una historia de luchas de clases". Naturalmente, este
conflicto esta repleto de matices.
Pero antes que nada cabria preguntarse ¿Qué es una clase?
Anthony Giddens explica en "Capitalismo y moderna teoría social" que para Marx
las clases "… no son más que desigualdades en la distribución del ingreso".
Las clases se determinan por la relación de producción. En esa relación, un
grupo minoritario - propietario de los medios de producción- se apropia de la
producción excedente. De esta forma, el capital explota al trabajo asalariado
Por lo tanto, el estado asegura los intereses de la clase dominante al
acompañar, fiscalizar y legitimar el proceso de acumulación del capital.
La ecuación resultante de este proceso es presentada por Karl Popper en "La
sociedad abierta y sus enemigos": el estado protege, sirve y ampara la
permanencia de una situación que posibilita el aumento de riqueza en la
burguesía numéricamente decreciente, y el aumento de la miseria en la clase
trabajadora numéricamente en aumento.