Argentina: La lucha continúa
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¿En qué anda la Argentina?
Hugo Alberto de Pedro
La Argentina real seguía en y con sus "realidades" la semana pasada mientras la
música y las luces de los ingleses Rolling Stones entretenía a muchos, se
verificaba en las zonas aledañas al concierto que algunas de las miserias de la
exclusión económica, social y cultural se convertían en vandalismo y que la
policía realizaba justamente lo que menos sabe hacer, la prevención;
reconvirtiendo la agresión en represión indiscriminada.
La "honorable" Cámara de Diputados de la Nación convertía en ley la modificación
del Consejo de la Magistratura que aún, pese a las mentiras del oficialismo
kirchnerista y "neo-chequera-kirchnerista" establece un retroceso institucional
y la bandera de largada de una nueva colonización de la justicia vernácula.
El Gobierno Nacional anuncia, con bombos y platillos ante la atenta mirada y
complacencia de los dirigentes gremiales que lo consideran "memorable", que el
salario mínimo para los docentes de todo el país será de 840 pesos por mes y que
ello hará posible que "ningún docente estará por debajo de la línea de pobreza"
según el presidente Néstor Carlos Kirchner. Toda una política de Estado que
reniega de considerar que la buena y correcta remuneración de los trabajadores
de la educación es un elemento esencial e indispensable para conseguir la
excelencia de la instrucción abandonada desde hace décadas en el país.
La Confederación General del Trabajo -capitaneada por personajes impresentables
como Moyano, Barrionuevo, Lingeri, Viviani, Zanola, Genta, Martínez, Palacios,
Baldassini, Rodríguez y Piumato entre otros- tiene su "única" preocupación
fijada en la modificación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias.
El motivo está a la vista y tiende a sacar del tema de discusión a la cuestión
salarial y la imprescindible convocatoria a las paritarias, para dejar a los
trabajadores sumergidos en la indefección y desesperación de no poder establecer
remuneraciones y condiciones dignas de trabajo.
El conflicto generado por la instalación de las plantas de pasta de celulosa en
la República Oriental del Uruguay está muy lejos de resolverse dentro del marco
de la buena voluntad y amistad entre dos pueblos que están unidos, justamente
unidos, por una historia común de luchas por las independencias nacionales y la
solidaridad y confraternidad entre hermanos demostrada en los momentos difíciles
de dictaduras y exilios. Hoy sus respectivos gobiernos se empecinan en no rendir
honor a esos lazos que unen a sus pueblos, dejando que los negocios se lleven
adelante a cualquier costo, aún el ecológico, o bien para dejar en manos de
organismos internacionales el entendimiento debido y obligado entro nosotros. De
no arribar a una solución inmediata, justa y equilibrada las consecuencias serán
nefastas y así otra vez, como si no conociéramos las contradicciones de los
conflictos con los pueblos hermanos, los pueblos serán arrastrados a disputas
estériles e innecesarias.
En tema del juicio político al jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra sigue
transitando y transformándose cada día que avanza en una obra teatral que podrá
terminar con cualquier resultado. Menos, claro está, el que debería resultar de
una herramienta institucional tan útil como es la de juzgar mal desempeño de los
funcionarios. Prebendas, aprietes, marchas, dineros y demás yerbas reemplazan el
debate en la sala juzgadora que debe respetar la contradicción y la defensa
según lo ordena la constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Las políticas económicas internas del Ejecutivo Nacional se entregan diariamente
a ligeros e inmediatos acuerdos sobre precios con las empresas monopólicas y
oligopólicas, nacionales y extranjeras, de productos y servicios básicos que
para el ciudadano no se traducen en una mejora en su nivel de vida. Las
políticas de obras públicas siguen el camino de los "retornos" y las
"licitaciones a medida" según las necesidades de los funcionales cajeros. Ni las
unas, ni las otras están siendo diseñadas para reconstruir todo lo que el
neoliberalismo ha avasallado y destruido, porque en definitiva el sistema y
modelo aplicados no está siendo cuestionado en su concepción, implementación y
consecución.
La autonomía institucional, política, económica, financiera y fiscal de las
provincias argentinas y de sus municipios está siendo vulnerada a diario por la
acción del Gobierno Nacional que en forma hegemónica y autoritaria, con la
asistencia de sus abultadas reservas, se inmiscuye en los asuntos internos de
sus territorios. Indudablemente que cualquier acción se le está permitida dentro
del juego político que tiene como horizonte el enquistamiento y la perpetuación
de Kirchner, su familia, allegados y de quienes el pueblo exigió "que se vayan
todos" pero que la politiquería y las listas sábanas hicieron posible "que se
queden todos", en y con el poder.
La tan mentada nueva política, la transparencia e independencia de las
instituciones, la participación ciudadana en la vida democrática, la
recuperación de los recursos, rentas y trabajo nacionales y demás mendaces
propuestas de todo el arco político sigue ausente. Únicamente se puede advertir
como se pasan de los sitiales del poder los políticos para conservar los
beneficios que el sistema democrático representativo les otorga y como abandonan
las ideologías y principios según las necesidades personales los gobernadores,
intendentes, senadores, diputados y concejales.
La protesta social y obrera sigue siendo intimidada con las armadas fuerzas de
seguridad en todo el país, los líderes perseguidos y los luchadores
descalificados, amedrentados y judicializados. Los funcionarios encargados de
los ministerios claves -trabajo, interior, justicia, desarrollo social, economía
y planeamiento- no desarrollan ninguna actividad "activa" sino que simplemente
se limitan a demorar las cuestiones de fondo, para que una vez llegado al
insoportable límite de las injusticias y las barbaridades permitidas aparezca la
figura presidencial, cual salvadora y comprometida con los más altos intereses
de la Patria.
Los políticos que tanto se preocupan de aumentar sus poderes y dominios, los
legisladores que entregan sus votos y convicciones por unos cuantos pesos para
sus provincias -en el mejor de los casos- y la justicia que pareciera estar
diseñada para investigar y fallar hacia lo justo en otro planeta no tienen en
cuenta la imprescindible necesidad de entregar a los empleados y obreros,
organizados de diferentes formas, las fábricas recuperadas, administradas y
puestas en actividad por sus trabajadores. Cada día el sistema diseñado
demuestra su perversidad de forma palmaria, elocuente y clara, no permitiendo la
tranquilidad de un futuro asegurado para aquellos que han tomado a su cargo el
mismísimo derecho al trabajo y la dignidad proletaria.
Estas son algunas de las cosas en las que anda la Argentina.