Argentina: La lucha continúa
|
Las mentiras y dignidades de la cuestión santacruceña
Queda prohibida toda forma de explotación de las personas que atente contra
la dignidad humana.
Artículo 10 de la Constitución de la provincia de Santa Cruz
Hugo Alberto de Pedro
Lamentablemente una vez más la muerte y las decenas de heridos es el corolario
de la incapacidad de los gobiernos provinciales y nacionales -elegidos muy
democrática y representativamente- en conseguir el bienestar general, afianzar
la justicia y asegurar la paz, menos aún la de bregar por la unión nacional.
La austral provincia de la República Argentina con sus 200.000 habitantes posee
inmensurables recursos petroleros, gasíferos, mineros y pesqueros, tierras aptas
para el desarrollo de la determinado tipo de ganadería y productos agrícolas; y
todas sus industrias derivadas que deberían estar instaladas al servicio de la
producción provincial. Debemos, entonces, condenar el accionar de los diferentes
gobiernos provinciales y nacionales y no podemos menos que solidarizarnos con la
luchas de sus trabajadores, sea cual fuere su actividad.
En aquellas tierras fue aplicado el mismísimo modelo de exclusión social y
vaciamiento de las empresas públicas que arrasó a la Nación toda, y las
consecuencias están cada vez más a la vista de todos. Claro, menos para los
políticos que se debaten por conseguir el poder y una vez logrado no abandonarlo
a cualquier costo y por cualquier forma. Hoy se presentan como diferentes los
que fueron y son iguales a aquellos.
Las falsas promesas institucionales de cualquier orden, la inexistencia de un
proyecto superador de la realidad provincial que condena a sus habitantes y que
tiene una estructura de empleo que hace que las mayorías sean dependientes de la
actividad pública siempre tan prebendaria como extorsionadora, el ingreso
provincial puesto al servicio de la especulación financiera y de la obra pública
entregada únicamente a los socios del poder, con una justicia diseñada a medida
del poder y para seguridad de él, el manejo de la información y la persecución
periodística, etc. son algunos de los motivos que van generando cada vez más
descontento social.
Como suele ocurrir siempre, la única respuesta de las instituciones es la
persecución judicial junto a la intimidación y represión de las fuerzas
policiales y de seguridad. Porque desde los despachos del poder parten cada una
de los órdenes y políticas que necesariamente terminan en el sojuzgamiento y
explotación de los trabajadores y del pueblo en general.
Para el poder, provincial y nacional, los conflictos sociales y laborales pueden
mantenerse sin resolverse todo el tiempo que ellos estimen necesario. Solamente
cuando el cansancio y la espera de las víctimas del modelo terminan por ser
incontrolables aparecen con sus improntas autoritarias y represivas. Antes no
hacen nada, solo el juego político de su propio poder los mantiene ocupados.
Los habitantes de Santa Cruz, fundamentalmente por la calidad humana y temple,
deberían estar disfrutando del bienestar que sus riquezas les permitirían vivir
con dignidad y con proyectos de vida que superen a las diferentes generaciones,
pero ahí están los políticos para hacer justamente lo contrario de lo que
establece la inteligencia y las acciones de bien y de humanidad de los derechos.
Esta no es la primera vez que los trabajadores santacruceños deben salir a
luchar y pelear por sus derechos y dignidades, la historia comienza en los
principios del siglo pasado con los peones del campo que fueron reprimidos y
asesinados, siguiendo con las luchas de docentes, obreros de la construcción,
mineros del carbón, municipales, pesqueros y petroleros.
Y es por eso que desde el poder quieren instalar la idea de los infiltrados en
las luchas obreras, pretenden desviar la atención solamente hacia un episodio de
intolerancia y que no se ventile una realidad que palpable. Ayer eran los
inmigrantes extranjeros ahora son los inmigrantes internos y los activistas
políticos los que, para el poder, llegan a las tierras santacruceñas para
violentar la tranquilidad y los proyectos burgueses, oligárquicos y de las
transnacionales. Todas mentiras, porque existe una sola verdad que cualquiera
puede ver convertida en realidad y que es la injusticia en la distribución del
ingreso y las riquezas, la pauperización del empleo privado y público, el
desempleo encubierto como la falta de políticas económicas y productivas activas
y sustentables.
Mientras que no se cambien las políticas económicas y sociales en Santa Cruz,
hasta que la justicia deje de ser dependiente del poder de turno, hasta que las
riquezas y los negocios no estén manejados por los corruptos y socios de las
administraciones políticas sino al servicio de la comunidad nada podrá cambiar.
Ellos, los políticos, buscarán y señalarán con su dedo acusador a cualquiera que
luche, con tal que no se ponga en tela de juicio sus improntas y criterios
vacíos, como perversos, de gobernabilidad e institucionalidad. Obviamente que
son muy rápidos para constituir un comité de crisis y enviar fuerzas armadas
federales para intimidar a los pobladores y trabajadores en lucha, pero muy
lentos para solucionar los problemas que aquejan a los habitantes y cierran los
caminos al desarrollo de sus jóvenes.
Los santacruceños demostraron, ayer y hoy, que son muchas las cosas que hay que
cambiar y por las cuales jamás se deberán bajar los brazos ni entregar ninguna
de las conquistas conseguidas. Más triste y terrible será el futuro de Santa
cruz y de la Nación si compramos la idea que el problema son los cortes de rutas
y la lucha social.
Que así sea siempre, a pesar de sus gobernadores, intendentes, diputados y
concejales, como también de su actual presidente.