Argentina: La lucha continúa
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Las preguntas que nadie contesta sobre las papeleras de Fray Bentos
Laura Vales *
Página 12
Las plantas papeleras usarán una tecnología que no es la mejor disponible.
Producirán cloro, que al mezclarse con el agua crea dioxinas, un cancerígeno muy
difícil de degradar. Las empresas contestan con evasivas cuando se pide
información concreta o se escudan tras informes como el del Banco Mundial, que
con toques de surrealismo afirma que hay sardinas en el río Uruguay. La historia
desconocida de la papelera en Colonia.
Según las fábricas, no habría problemas de contaminación. Pero, se queja
Argentina, no contestan preguntas concretas.
Que los organismos internacionales de crédito son capaces de apelar a los más
extraños argumentos para justificar sus posiciones no es a esta altura ninguna
novedad. Pero en el caso de las papeleras, la consultora contratada por el Banco
Mundial para medir el impacto ecológico sigue alimentando el registro de lo
insólito.
El informe fue elaborado por las firmas Pacific Consultants International y
Malcolm Pirnie, y vale comenzar con su mención porque se trata del documento de
mayor peso en respaldo de la instalación de las plantas en Fray Bentos. En él, y
con el afán de demostrar que las fábricas no van a provocar daños en la margen
argentina del río Uruguay, sus autores afirman cosas como que la calidad del
aire de Gualeguaychú no se verá afectada porque "el viento va de la Argentina al
Uruguay". Esta simplificación, que ahorraría años de estudio a los meteorólogos,
es complementada con otros datos equívocos, como que las fábricas estarán
ubicadas a 40 kilómetros de la ciudad de Gualeguaychú (cuando las imágenes
satelitales las muestran a 25 y 22 kilómetros) y una serie de traspiés
reveladores de su pobreza científica. Por ejemplo, al referirse a las especies
del río Uruguay identifican al sábalo –de principal importancia ecológica y
económica de la región– como "un miembro de la familia de las sardinas",
confundiéndolo con la especie marina de las costas europeas y africanas que,
como todo el mundo sabe, sólo llega a las costas del río Uruguay enlatada.
Estas son algunas de las observaciones –ya que no las de fondo, las más
vistosas– que la Cancillería argentina señaló al Uruguay en un proceso de
discusión que no muestra salidas a la vista. Su problema central, coinciden los
técnicos, es en realidad mucho más grave, ya que consiste en la falta de
información: el país vecino no ha contestado hasta ahora cómo van a tratar las
fábricas sus desechos industriales, a pesar de que la pregunta se viene haciendo
desde agosto.
Es este retaceo de la información el que ha cargado a toda la discusión de un
aire enrarecido, que favorece que aparezcan las peores sospechas y mantiene la
negociación estancada, ahondando el conflicto. Página/12 accedió a los
documentos que elaboraron los representantes del gobierno argentino en la
Comisión Binacional que los presidentes Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez crearon
para buscar una solución al tema.
Aquí, el detalle de la situación:
1. ¿Qué tecnología van a utilizar estas plantas?
El sistema Kraft. Harán pasta de celulosa a partir de madera. El primer paso del
proceso consiste en triturar los troncos hasta reducirlos a una pulpa, que queda
de color amarillento por la lignina, una sustancia que mantiene unidas las
fibras de los árboles. Este tipo de pulpa sirve para hacer papel de baja
calidad, como el de embalaje o el de diario. Pero si se quiere conseguir papel
blanco, esta pulpa debe ser blanqueada. Este es el paso que genera la
controversia con las dos empresas.
Inicialmente, las papeleras usaban para el blanqueo cloro elemental. Se comprobó
que el método es muy contaminante: el cloro, combinado con sustancias orgánicas,
produce dioxinas, agentes que deterioran el sistema inmunológico humano y
animal, y son cancerígenos. Por este motivo, aunque todavía quedan fábricas que
lo utilizan, desde mediados de los ’80 el cloro se fue reemplazando por otra
tecnología que usa dióxido de cloro (el proceso Kraft, o libre de cloro
elemental). Esto reduce la contaminación con dioxinas, pero de ninguna manera la
elimina ya que, aunque sea en menores proporciones, se sigue tirando cloro al
agua.
Existe un tipo de proceso totalmente libre de cloro, pero no es el que usarán ni
la española Ence ni la finlandesa Botnia. Según los documentos que las empresas
presentaron para instalarse, usarán el Kraft. Esto implica que tomarán agua del
río Uruguay y la devolverán a su cauce tras emplear dióxido de cloro en el
proceso de blanqueo. En este caso, el gran problema es la escala. Las plantas
serán de una enorme magnitud: producirán "un millón de toneladas de celulosa"
por año, la finlandesa, y "medio millón de toneladas" la española, según los
documentos de la Comisión Binacional. La promesa de las firmas es que las aguas
residuales serán tratadas "in situ antes de su vertido en el río". Pero ni
Botnia ni Ence detallaron cómo.
2. ¿Cuál es el riesgo de que contaminen?
Va a depender de cómo se use el cloro, y en qué cantidad. El problema con las
dioxinas y los furanos que se viertan al río es que se trata de compuestos con
muy poca capacidad para biodegradarse. "Son sustancias tóxicas persistentes",
definió a Página/12 un integrante de la Comisión Binacional, elementos que
quedan en la biosfera muchos años después de haber sido liberados y se almacenan
en los tejidos de los organismos vivos. En lenguaje técnico, estos compuestos
son denominados AOX, halogenuros orgánicos absorbibles. Los técnicos locales
advirtieron que el río Uruguay está limpio, pero es un ecosistema frágil. "De
acuerdo con los caudales, las concentraciones de AOX en la costa argentina
podrían llegar a 0,024 mg/l, lo que implica elevar el valor mínimo detectado en
el río doce veces", señalan en el documento de respuesta al informe del Banco
Mundial ("Análisis y observaciones al borrado de estudio de impacto acumulado de
la Corporación Financiera Internacional, 16 de enero de 2006"). Un elemento que
agrava los riesgos es "la cercanía entre ambos emprendimientos", ya que las
celulosas van a estar separadas por sólo 6 kilómetros. Por eso es posible que
los efectos se potencien, en una sinergia negativa.
Está, por otra parte, el problema del aire. Una vez obtenida la pasta de
celulosa, las papeleras vuelcan los desechos sólidos a una caldera donde los
queman para producir energía. "El humo enviado al aire puede contener azufre,
que en contacto con las nubes genera dióxido de azufre, es decir lluvia ácida",
sostuvo el consultado. "Existen procedimientos para tratar las emisiones y
limpiarlas de azufre. Si se realizan, los riesgos se pueden controlar. Pero de
todas formas, el mejor proceso no es el Kraft, sino el libre de cloro." Los
negociadores revelan un dato que caldea la discusión con el Uruguay: en Colonia
existe una pequeña fábrica de papel, Fanapel, que trabaja con el sistema más
contaminante, con cloro elemental. La empresa ha propuesto cambiar su tecnología
a la libre de cloro. "Ence y Botnia, con su enorme tamaño, deberían utilizar el
mismo método", consideran aquí.
3. ¿Qué datos niegan las empresas?
Lo más grave es que no detallan qué tratamiento van a darles a los efluentes
líquidos y los gases que emitan. Al igual que en cualquier industria, hay
procedimientos técnicos específicos, ¿cómo evaluarlos si no se sabe en qué
consistirán? Este pedido de información lleva cinco meses. Fue formulado
inicialmente el 3 de agosto en Montevideo, en la reunión inaugural del Grupo
Técnico de Alto Nivel (GTAN).
Las respuestas dilatorias que dio el Uruguay desde entonces fueron:
- "Se dispondrá de esta información detallada, por ejemplo del tratamiento de
efluentes, en los tiempos correspondientes".
- "En relación con el punto 7 (allí se pedían los manuales de procedimiento con
medidas de control y correctivas), ambas empresas disponen de sendas
declaraciones de política ambiental, las cuales figuran en sus respectivas
páginas web", y
- "Las preguntas pendientes fueron trasladadas al emprendatario, sin haber
recibido aún el retorno correspondiente. La información será remitida a la
Delegación Argentina en cuanto esté disponible" (respuesta enviada luego de tres
meses de espera).
4 . ¿Por qué la Argentina rechaza el informe encargado por el Banco
Mundial?
Porque, aunque también carece de esta información, promete que no van a ocurrir
inconvenientes ambientales. En este sentido, el análisis del Banco Mundial, dice
la Cancillería, es de un "optimismo infundado". Los datos sobre el diseño y la
operación de las plantas son tan pobres que no alcanzan "el nivel de descripción
de una planta típica que puede encontrarse en la bibliografía". La información
faltante fue suplantada, entonces, por manifestaciones de esperanza. Por
ejemplo:
- "Las emisiones de contaminantes del aire (...) serán controladas usando la
mejor tecnología disponible (...) y no se espera que afecten la salud".
- "Los efluentes líquidos (...) serán tratados según normas internacionales
(...) por lo que presentan un muy bajo riesgo para la vida acuática".
Como fue mencionado al inicio de esta nota, el Banco Mundial luce sus
capacidades retóricas al hablar de la cuestión de los vientos, un tema clave
para prever cuánto del olor a huevo podrido característico de las papeleras va a
llegar a la turística Gualeguaychú. Luego de asegurar que el viento va de la
Argentina al Uruguay, y en un esfuerzo para desmerecer los registros que lo
contradicen, el informe dice cosas como que el viento va del Brasil al Paraguay
y proviene del oeste en Mar del Plata, aunque aquella zona no tenga relación
alguna con la de las papeleras.
La conclusión argentina es que, teniendo en cuenta el carácter intrínsecamente
contaminante del proceso Kraft, el tamaño de las papeleras (que van a procesar
un millón y medio de toneladas de pasta de celulosa por año), la cercanía entre
ambos emprendimientos (de 6 kilómetros), la fragilidad ambiental del río Uruguay
y los usos que se da al agua (consumo humano, recreación con contacto directo),
es necesario tomar medidas antes de que comiencen a funcionar.
Los vecinos de Gualeguaychú reclaman, en este sentido, que las obras se frenen y
se realice un estudio ambiental independiente. ¿Quién puede tomar la decisión de
suspender las construcciones? "Sólo el Estado uruguayo, un soberano", dicen los
negociadores argentinos. El próximo fin de semana la Comisión Binacional
terminará su trabajo sin haber llegado a un acuerdo. Aunque entonces quedará
abierta la vía de los tribunales internacionales, esta opción no convence al
gobierno argentino, que considera que la mejor solución es un acuerdo racional
entre las partes. Pero eso, por ahora, parece más que difícil.
* Publicado en el Diario "Página 12" de Buenos Aires, el 22 de enero del
2006.