En un mundo conformado por grandes bloques económicos y con un poder
hegemónico absolutamente desbalanceado como el que hoy encarna EEUU, el MERCOSUR
ha sido un intento defensivo y de sobrevivencia de los países que avizoraron que
su debilidad individual podía compensarse en una unión de intereses comunes,
negociando dentro de ellos los que son contradictorios.
El MERCOSUR tiene un funcionamiento limitado, consecuencia de la inexistencia de
reglas claras y compensatorias. Cuando se unen, como es lógico, países de
distintos desarrollos económicos, es imprescindible fijar políticas que se
adelanten a los problemas originados en los crecimientos asincrónicos.
Una comunidad económica con el objetivo último de una Confederación Política
debe asemejarse a un partido de polo. En este deporte, los jugadores de mayor
handicap le otorgan una ventaja a los de menor capacidad. Si un equipo de cuatro
jugadores, con 10 de handicap cada uno juega con otro en el cual cada jugador
tiene 5 de handicap, el primero le otorga al segundo, al iniciar el partido
veinte tantos de ventaja para que la competición sea pareja. La Comunidad
Económica Europea intenta tener este diseño donde las economías más poderosas
(Alemania, Francia, Italia) le dan handicap a Grecia o Portugal.
El ALCA, en cambio, ha sido planificado como un match de boxeo impúdico, donde
un peso pesado de 90 kilos combate usando los dos brazos con un peso mosca de 49
kilos al que se le ata una mano, y donde el primero es a su vez el árbitro y el
jurado. Esto se vende como muy beneficioso para el boxeador de menor peso.
En el interior del MERCOSUR, se han puesto en práctica alguna metodología
larvada intrínseca al ALCA, al cual los países integrantes del MERCOSUR se
oponen con diferente entusiasmo. Aquí se practica una pelea entre un boxeador de
peso liviano como es Brasil, un gallo como es Argentina y dos moscas como son
Paraguay y Uruguay, bajo la apariencia de la igualdad de condiciones. A lo cual
se ha incorporado Venezuela, que cumple el papel de Tío Patilludo generoso, con
una genuina vocación de integración continental.
José " Pepe" Mujica, Ministro de Agricultura y Ganadería del Uruguay, e
histórico de los Tupamaros, lo expresó sin eufemismos: " Si Brasil no nos deja
entrar nuestro arroz, la Argentina nuestras bicicletas y cuando tenemos la
posibilidad de acceder a inversiones se oponen, el MERCOSUR no nos sirve para un
carajo"
En este contexto es que estalla el conflicto por las plantas de celulosa.
Las plantas de celulosa
Hace muchos años que el Uruguay ha promovido y fomentado las plantaciones
forestales. Sobre esta base original, se están montando las fábricas Orión de la
empresa Botnia y la M` Bopicua del grupo ENCE, de España. Ambas empresas tienen
antecedentes de desidia ambiental. La española en las rías de Pontevedra y la
finlandesa en Valdivia, Chile.
Dejamos sentado como un versión de amplia circulación y que fuera recogida por
el editorialista de Clarín Julio Blank, que la radicación original de estas dos
plantas era la Provincia de Entre Ríos, y que finalmente las empresas decidieron
la otra orilla del Río Uruguay por el fuerte peaje, eufemismo de coima, que se
exigió en la tierra de Urquiza y de Pancho Ramírez.
Hace ya varios años que el proyecto está en marcha, sin que la Cancillería
Argentina intentara adelantarse al problema en su etapa embrionaria cuando más
fácil es solucionar de común acuerdo los problemas a dilucidar. Es cierto que la
Presidencia de Jorge Batlle era un escollo complicado, tanto como las
preocupaciones de los gobiernos argentinos zarandeados por la más profunda
crisis económica de su historia.
Podrían resumirse las quejas por la instalación de estas plantas, vistas desde
el lado argentino como la contaminación del excepcional Río Uruguay, la muerte
de los peces, los problemas de salud para sus habitantes y la liquidación de su
principal industria que es el turismo.
Desde el lado uruguayo, luego de desechar los problemas ambientales, argumentan
las ventajas: una inversión equivalente a más del 10% del PBI uruguayo, la mayor
de toda la historia, la ocupación de mano de obra en un país carente de
industrias, y la modificación de la composición de sus exportaciones. Toman para
ello un ejemplo muy ilustrativo: donde la empresa Botnia fabricará pulpa de
celulosa hoy hay una astilladora de eucaliptos y pinos. En su balanza comercial
exporta astillas de bajo precio e importa papel caro. Esto, en otras épocas, se
conocía como el deterioro de los términos del intercambio.
La mala conciencia argentina
En un trabajo realizado por Sergio Federovisky para el suplemento Futuro de
Página 12 se sostiene: " El país tiene escasa autoridad moral para reclamar a
Uruguay que detenga una industria presuntamente contaminante. La Argentina
queda, a los ojos de cualquiera que observe con desapasionamiento el asunto,
presa del doble standard. Por un lado, aparece amenazando con ir a los foros
internacionales a defender su derecho al ambiente sano y, por otro, el país
tiene fronteras adentro un desbarajuste ambiental imposible de disimular.
Citemos un ejemplo pertinente. Argentina fundamenta su protesta diplomática por
el tema de las papeleras en el recurso compartido- el río Uruguay- que aparece
amenazado por este proyecto. Hace apenas dos meses, se dio a conocer un estudio
realizado por Freplata- organismo ambiental binacional rioplatense- donde
quedaba en evidencia la contaminación record del Río de la Plata. El informe
contenía tres conclusiones categóricas respecto a ese "recurso compartido" entre
Buenos Aires y Montevideo: a) que Uruguay había revertido la contaminación de
origen cloacal que se había expresado en sus costas hace una década b) que la
costa de Buenos Aires había alcanzado en ese mismo tiempo y hasta la actualidad
niveles de contaminación similares al Riachuelo y el Río de la Plata c) que la
casi la totalidad de la contaminación del Río de la Plata como cuerpo de agua se
explica por la actividad incontrolada de las industrias radicadas del lado
argentino y por la ausencia de tratamiento de los residuos cloacales de las
ciudades emplazadas desde Santa Fe hasta Magdalena"
Procedimientos técnicos
La fabricación de celulosa requiere como primer paso eliminar la lignina que
contiene la madera de los árboles. Eso se consigue con procesos en base de soda
cáustica. Pero la pulpa que se obtiene es muy oscura, conservando residuos de
lignina. Y entonces hay que blanquearla. ¿Como se hace? Tradicionalmente con el
uso de cloro. Y aquí ingresamos a la etapa más contaminante. Hay un
procedimiento con cloro gaseoso o cloro elemental, que hoy está prácticamente
desechado por ser extremadamente contaminante dado la gran cantidad de dioxina y
furanos que producía.
El método más generalizado, usado por estas plantas en el mundo, en más de un
80% incluidos EEUU y Canadá, es el ECF, que en términos vulgares significa libre
del cloro elemental. En lugar del cloro gaseoso usa dióxido de cloro con lo que
reduce la contaminación del método anterior en un 80%. Este es el sistema que
usarán las fábricas hasta ahora localizadas en Fray Bentos. La misma que emplea
la más moderna planta de la Argentina: Alto Paraná.
En un informe del diario Perfil del 5 de febrero, con relación a Alto Paraná, la
empresa forestal más importante de la Argentina fundada en 1976 y actualmente en
manos de la empresa chilena Arauco, se recogen testimonios preocupantes en
Misiones : " Hay una manera infalible de saber cuando va a llover en Puerto
Esperanza y también en Wanda a cinco kilómetros y en Puerto Libertad a diez. El
olor a podrido avisa. Es fuerte y pasa de las fosas nasales al cerebro en
segundos. Esos días mejor no respirar. Pero cuando el tiempo está bien, y el sol
pega fuerte, el vaho ahí. Algo normal para la gente de la zona, que lo advierte
pero lo soporta, como tantas cosas. Podemos decir que estamos casi acostumbrados
al olor. Pero para quién viene de otro lado, hay días en que es difícil
respirar. Es un olor fuerte, como a repollo podrido"
El ingeniero Enrique Martínez, Presidente Instituto Nacional de Tecnología
Industrial ( INTI) dice que "la utilización de éste método no es porque sea más
barato, sino porque el oxígeno y el agua oxigenada son muy potentes para
eliminar la lignina pero no son tan potentes para darle brillo a la celulosa una
vez convertida en papel. El factor principal para que el papel alcance el grado
de blancura que se desea es el dióxido de cloro.
Lo óptimo es la utilización del procedimiento TCF (libre de cloro) donde se usa
como blanqueadores de la pulpa de celulosa para obtener una pasta blanca,
oxígeno, ozono, o peróxido de hidrógeno. Este método es el ideal en la
actualidad y es usado en Escandinavia, Alemania, Austria e implica el 7% del
total de las plantas de celulosa del planeta. Según Enrique Martínez, "se
obtiene un papel más opaco y con menos resistencia en la fibra. No es casual que
los papeles de mayor calidad se produzcan mediante el proceso que usa el dióxido
de cloro. Ahí también ha habido presión de las organizaciones ambientales para
reducir la contaminación, y efectivamente hay tratamiento de los efluentes con
métodos biológicos que reducen la contaminación provocada por el cloro
prácticamente a cero. A pesar de las protestas, la contaminación del Río Uruguay
que se está discutiendo hoy no es por el cloro sino por el nitrógeno y el
fósforo, que demandan oxigeno para oxidarse y hacen aumentar la cantidad de
algas en el agua disminuyendo el oxigeno. Eso es lo que hay que asegurarse de
evitar en la planta de tratamiento previo para que no constituya un problema." Y
afirma categórico en este reportaje de Página 12 del 1º de febrero: "Lo que se
debe hacer es estar seguros de que aquí va a haber un tratamiento de efluentes
equivalente al que se hace en Finlandia. Ahí es donde no ha habido hasta ahora
documentación sobre el tema y eso genera dudas"
El senador Rodolfo Terragno, en un artículo publicado en la Revista Debate,
sobre el tema sostiene: "Los efluentes no se limitarán a la cantidad (reducida)
de dioxinas y furanos. Las papeleras liberan otros desechos, como metanol o
amonios, menos agresivos pero no inertes. La firma alemana Julius Shulte Sohne,
que tiene una planta en pleno Dusseldorf, procuró resolver el problema mediante
un "circuito cerrado de agua": el líquido nunca sale de la planta. El circuito
cerrado- sistema que en la Argentina emplea Celulosa Campana- es un
perfeccionamiento pero no la panacea. El agua que interviene en la producción de
pulpa debe ser purgada, y las impurezas son, luego, quemadas o biodegradadas.
Parte de los contaminantes que no fueron a un río, suelen terminar en el aire.
Los residuos sólidos van a rellenar suelos."
El otro problema, de aparente difícil o imposible resolución es el olor a huevo
podrido (ácido sulfhídrico)
Acotado los anteriores, este sólo puede ser resuelto, aparentemente, cambiando
la ubicación de las plantas, alejándolas de las zonas turísticas de Fray Bentos
y Gualeguaychú. El cuadro político
Los habitantes de Gualeguaychú consideraron, con razón, en función de una parte
de la información disponible, que "su río", el turismo y su futuro estaban en
juego. El gobernador Busti, de una trayectoria, para ser benevolente, sinuosa,
se puso al frente de los reclamos ecológicos para no dejarse arrebatar la
bandera en su interna con el Intendente de Gualeguaychú. El ex Canciller Bielsa
dio aire a las protestas. Kirchner las alentó procediendo como un político en
campaña y no como un jefe de Estado que debe utilizar los recursos diplomáticos
para solucionar un problema internacional. Los cortes de ruta, para poner el
problema en la agenda nacional, provocaron del otro lado un abroquelamiento de
todas las fuerzas políticas en torno de Tabaré Vásquez, en el marco de una
profunda disconformidad con las políticas en el interior del MERCOSUR
Un nacionalismo provinciano empezó a reemplazar a un proyecto continental.
Greenpeace agregó combustible a las llamas con un procedimiento belicoso sacado
de las artimañas de Lord Canning. Es llamativo, para no ser más duro, la forma
en que actúa esta agrupación ambientalista: en los países coloniales y
semicoloniales, junto con los, a veces, justos reclamos ambientalistas, se
encubre una posición fuertemente anti industrialista, es decir funcional a los
países industriales. En cambio en el primer mundo su mayor preocupación es la
muy loable sobrevivencia de las ballenas.
El Presidente uruguayo, a su vez, respondió como el político de un país víctima
y no como el mandatario, que más allá de las diferencias actuales, tiene enorme
puntos de contactos con el argentino. Es impensable, por historia, por tradición
y por futuro un problema de semejante envergadura entre Uruguay y Argentina.
Mucho menos ir al Tribunal de la Haya, una forma de patear la pelota afuera, sin
resolver el problema.
Es bueno recordar, que por un verdadero problema territorial, como es Malvinas,
Argentina nunca recurrió a esta vía.
Datos complementarios
Argentina tiene sobre el Río Paraná, en la Provincia de Buenos Aires, frente a
Entre Ríos, 4 plantas de celulosa. En Entre Ríos hay una sola en Ibicuy, a 123
kms de Gualeyguachú. Santa Fe, frente a Entre Ríos tiene una sola, y Misiones,
frente a Paraguay tres plantas. Ninguna utiliza el procedimiento TCF, que como
sostiene Terragno, Greenpeace y el gobierno de Entre Ríos le exigen al Uruguay.
Es bueno, aclarar, que la producción de todas estas plantas no alcanzan a la
mitad de la que producirán las de Fray Bentos que están en cuestión.
Uruguay tiene una sola planta de papel llamada FONAPEL ( Fábrica Nacional de
Papel) instalada en Colonia, que produce apenas el 2,33% de las que fabricarán
Botnia y Ence .
Con relación a la cantidad de personal ocupado se habla de ocho mil personas,
pero el dato tiene la trampa, hábilmente manejada, de que incluye los que
intervienen en la construcción de la obra que una vez terminada, cesan en su
trabajo. Estos emprendimientos, una vez concluidos, se manejan con dotaciones
reducidas.
En Finlandia hay 45 papeleras, 19 fábricas de pulpa y figura en los primeros
lugares en todos los parámetros, entre ellos el de calidad de vida
Hay soluciones si hay voluntad política
Lo primero que deben hacer ambos gobiernos es bajarse del caballo. Debe
realizarse una reunión cumbre entre ambos presidentes. Parar por noventa días la
continuación de las obras y poner todas las cartas sobre la mesa.
Simultáneamente durante ese tiempo no debe haber cortes de rutas ni camiones
abasteciendo las obras. Debe respetarse la soberanía uruguaya, actuando en un
pie de igualdad, al tiempo que se debe recordar y poner en vigencia, en la
práctica, el Estatuto del Río Uruguay que es un río compartido por ambos países.
Nada que pueda afectarlo se puede hacer sin el consentimiento recíproco. Y esto
no va en detrimento de la soberanía de cada país. Deben descartarse los informes
sesgados del Banco Mundial y los interesados de las empresas. Poner toda la
documentación existente a la luz pública y designar una comisión de 6 técnicos
de prestigio, con visión amplia, tres de cada país, y un representante político
por cada estado, para que en función de lo ya hecho, de los procedimientos a que
se comprometen las empresas, determinen como se los mejora para compatibilizar
la seguridad ambiental y la industrialización. Dicha comisión deberá expedirse
en un plazo perentorio de 90 días.
Se debe actuar sin fundamentalismos inconducentes. Como dice Rodolfo Terragno:
"Está claro: la industria del papel, contamina. Si no se quiere vivir en una
sociedad pastoril -dependiente de naciones industriales, capaces de administrar
los riesgos ambientales y no renunciar a las fábricas- se necesitan de reglas
que recorten los riesgos"
Se debe ser cuidadoso para que ni los gobiernos ni los pueblos queden ni se
sientan derrotados. Y en el futuro, proponer la creación de un organismo de
control binacional sobre todos los cauces comunes.
Como bien dijo Pepe Mujica: "el conflicto por las papeleras se ha transformado
en irracional. Argentina no es un país hermano. Yo lo siento como un gemelo"
En las dilucidación correcta de la plantas de celulosa, sin vencidos, solo con
los pueblos como vencedores, se podrá empezar a reformular el proyecto histórico
del MERCOSUR. Basta que las partes recuerden la visión continental de Artigas y
San Martín. A partir de allí, la solución está cercana.
Si no es así, lo que el conflicto irresuelto arrojará es una enorme
contaminación política, con el olor podrido de un gigantesco fracaso. Entre sus
brumas puede divisarse la sonrisa satisfecha del fantasma de Canning, del
cadáver político de Bush, y el vuelo de rapiña de sus halcones.