Argentina: La lucha continúa
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La censura puede vestirse de cordero
Marcela Valente
IPS
Primero fue en provincia y ahora afirman que llegó al gobierno nacional de
Argentina. La aplicación de sutiles métodos para restringir el acceso a la
información y la libertad de prensa es ya un problema cotidiano, según
periodistas, empresarios y asociaciones civiles.
Las nuevas formas de censura a la libertad de expresión pasan, por ejemplo, por
el reparto arbitrario de publicidad oficial, las llamadas coercitivas de
funcionarios a periodistas, editores y dueños de medios, las demoras en la
sanción de una ley de acceso a la información o la negativa a dar entrevistas o
ruedas de prensa, sostienen los denunciantes.
"A medida que pasa el tiempo y las democracias se van consolidando los
mecanismos de presión sobre la prensa también se van sofisticando, por eso se
habla de censura indirecta y sutil", dijo a IPS el director ejecutivo de la
Asociación por los Derechos Civiles (ADC), Roberto Saba.
La ADC y la organización internacional Iniciativa Pro-Justicia de la Sociedad
Abierta llevaron adelante una investigación que titularon "Una censura sutil.
Abuso de publicidad oficial y otras restricciones a la libertad de expresión en
Argentina". Este trabajo brinda datos y testimonios del quehacer cotidiano de
periodistas.
El principal mecanismo de control que se indica en el libro es el uso abusivo de
la publicidad del Estado, un problema que fue señalado también por la
organización civil Poder Ciudadano y por el informe argentino de la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), que agrupa a las empresas editoras de diarios y
revistas del hemisferio.
"En algunas provincias existe una alta proporción de publicidad oficial en los
medios", dijo Saba. Por ejemplo, en Tierra del Fuego, el distrito más austral
del país, 75 por ciento de los avisos son pagados por el estado provincial que
distribuye ese presupuesto según el criterio de la administración política de
turno.
En el gobierno nacional, la dependencia de los medios respecto de la publicidad
es menor. Sin embargo, la sospechas de arbitrariedad en su reparto son similares
en cuanto esa decisión está a cargo de la Secretaría de Medios, que depende de
la jefatura de Gabinete.
"Hay una alta discrecionalidad para el reparto, no hay transparencia ni normas
objetivas para regularla", comentó el director de ADC. Esta falta de objetividad
permite que un funcionario ahogue financieramente a medios chicos, añadió.
Luego de apelar a la vía legal para obtener la información del gobierno, Poder
Ciudadano informó que el Estado disponía de 88 millones de pesos (unos 30
millones de dólares) para publicar avisos en los medios de comunicaciones en
2005, pero que en la primera mitad de ese año ya había desembolsado 75 millones.
El informe señaló la falta de un criterio objetivo para distribuir la pauta
publicitaria. Un medio como el rotativo Página 12, de Buenos Aires y con alcance
nacional aunque de tirada reducida, recibe proporcionalmente más publicidad que
diarios de mayor circulación como Clarín, también de la capital argentina y que
distribuye unas seis veces más de cantidad de ejemplares.
El texto sugiere que el gobierno de Néstor Kirchner reconoce de ese modo a los
medios que le resultan afines.
Del mismo modo, la SIP expresó su preocupación en el informe de 2005 por lo que
consideró "un sistema de premios y castigos" para asignar la publicidad oficial
"sin aplicar criterios técnicos ni ninguna regla de distribución objetiva".
Esta modalidad restrictiva no se registra en ningún otro informe del hemisferio
excepto en el capítulo correspondiente a Costa Rica, respecto de un caso de
retiro de publicidad al diario La Nación por una cobertura crítica al gobierno,
según la SIP.
El problema es señalado también por muchos periodistas. Una encuesta realizada
por el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) entre 282 reporteros de Buenos Aires
y 17 provincias indicó a fines de 2005 que 50 por ciento de los profesionales
consultados considera que "la dependencia de la publicidad oficial" es uno de
los más graves problemas que afrontan.
También siete de cada 10 periodistas consultados expresaron percibir
"influencias del departamento comercial" en la redacción de los medios donde
trabajan.
Pero las organizaciones civiles y de periodistas también se quejan por las otras
formas de coacción. Una de las más mencionadas por los entrevistados en la
investigación de ADC son las llamadas de ministros y funcionarios de alto rango
para protestar por artículos publicados o notas emitidas en radio o televisión.
"Algunos funcionarios lo justifican en que se trata de llamadas correctivas por
datos erróneos, pero a la vista del efecto de autocensura que provocan debería
generarse una cultura de repudio a ese tipo de llamadas inadmisibles", señaló
Saba.
Esa práctica es una modalidad característica de la gestión Kirchner, aseguran.
El periodista Nelson Castro, que trabaja en radio y televisión, admitió en el
informe de ADC que los funcionarios tienen la costumbre de contactar a los
periodistas "no para corregir sino para reclamar por determinada cobertura
crítica del gobierno".
En el estudio de ADC, algunos periodistas señalan que las llamadas cesaron sólo
después de la difusión de esta modalidad por parte de periodistas reconocidos
por su independencia editorial, pero los reclamos se trasladaron a los dueños de
los medios de comunicación. Así comenzaron a adelantarse a las coberturas para
influir en la forma de presentar temas controvertidos.
La encuesta de Fopea indica que 52 por ciento de los periodistas entrevistados
admitieron haber recibido ese tipo de "llamadas". Del total de contactados, 48
por ciento dijo que su medio siguió adelante con la información pero la otra
mitad dijo que las notas se levantaron o fueron modificadas, o que el periodista
sufrió alguna represalia.
Los periodistas consultados para el libro de ADC también acusaron al gobierno
nacional de influir en la designación o veto de periodistas seleccionados para
acompañar a Kirchner cuando sale de gira en el avión presidencial "Tango 01", de
gran capacidad. No hay cupos para el medio sino para determinados periodistas.
Por otra parte, el acceso a la información pública no está reglamentado y se
restringe de múltiples maneras. Existe un proyecto que sufrió múltiples
modificaciones y aún no fue aprobado por el parlamento.
Periodistas contactados por ADC aseguran que hay ministros y funcionarios que se
reúnen con ellos a escondidas porque tienen prohibido hacerlo por orden
presidencial.
El informe de la SIP remarca que Kirchner nunca ha brindado conferencias de
prensa en los casi tres años de gobierno. "Esa falta de apertura impide
garantizar la veracidad informativa", señaló la asociación empresarial.
También Fopea apuntó que las ruedas de prensa en Argentina se convirtieron en
"monólogos", sin oportunidad alguna para preguntar. Es usual que los
funcionarios convoquen a reunión de periodistas para sólo hacer anuncios y se
niegan a responder preguntas y levantan la sesión.
En la misma línea, un comunicado emitido en noviembre por Fopea y la Asociación
de Corresponsales Extranjeros llamó la atención sobre "el manejo informativo
cerrado" de las delegaciones gubernamentales que asistieron a la IV Cumbre de
las Américas, realizada ese mes en la meridional ciudad de Mar del Plata.
Más de 200 periodistas que integran las dos agrupaciones criticaron el escaso
contacto de las delegaciones con la prensa. Hubo solo tres conferencias y una de
ellas, que fue con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, constó de una sola
pregunta y una respuesta que se prolongó por más de una hora.
"Esto marca una tendencia al aislamiento de los líderes y al desprecio del
trabajo de los periodistas", denunciaron las dos entidades.
Finalmente, 39 por ciento de los periodistas encuestados por Fopea consideraron
que el gobierno de Kirchner es el que mayor presión coercitiva ha ejercido sobre
los medios desde la recuperación de la democracia en 1983, y otro 25 por ciento
considera que la presión es similar en las distintas gestiones.
Al respecto, Saba admitió que durante la administración de Carlos Menem
(1989-1999) también había manejos arbitrarios de la publicidad oficial y que la
modalidad característica de influencia en los medios no era esa sino la amenaza
de querella judicial contra los periodistas que hablaran mal de los
funcionarios.
Sin embargo, el directivo recordó que esa forma de presión quedó en desuso luego
de que un caso que llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos
derivó en la derogación definitiva de la figura penal del desacato en relación
con la prensa.