Argentina: La lucha continúa
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Por ANRed - L
Alfredo Coto -quien construyó su poder en la década menemista y hoy es dueño
de más de ciento setenta locales entre super e hipermercados- no sólo precariza
las condiciones laborales de sus empleados, sino que persigue a quienes quieren
organizarse, mediante amenazas, retiros voluntarios o cesantías.
Esteban Rolla, trabajador despedido de Supermercados Coto en enero
pasado, relató a ANRed cómo es ser un empleado que trabaja para el
símbolo del empresariado nacional era K.
Condiciones laborales: de los mecanismos de suspensión a los contratos con
salarios por debajo de la línea de pobreza
Empecé a trabajar en el 2004 en la sucursal 66 de Belgrano como cajero. Yo
venía de un trabajo en un locutorio y sentí mucho el cambio. Coto es un lugar
organizado, con mucha jerarquía y es una presión que se siente. Esa adaptación
me costó muchísimo. Las condiciones de laburo que te hacen sentir son fuertes:
el ritmo de trabajo, los tiempos de descanso que pasan por alto, la presión
psicológica por las fichas especiales que marcan errores, desde pavadas hasta
los que supuestamente son más graves (y que también son pavadas).
Esas fichas se usan para desmoralizarte y para sacarte plata porque sirven
como argumentación interna para llamarte la atención y después suspenderte.
Por ejemplo, si tenés que ir al baño, tenés que dejar tres changuitos en tu
pasillo; si dejás dos, es un error. Si fichás de más también es un error. Pero
en una sucursal donde hay 30 cajas y sólo 10 habilitadas, el trabajo se triplica
y hay errores que cometes sí o sí, no hay forma de no cometerlos. El mismo jefe
te dice que no hay forma de que no los cometas. Esos mismos errores son los que
le sirven a ellos para suspenderte, sacarte plata y presionarte
psicológicamente.
Después de tres suspensiones, te echan. La gente que no se adapta a ese
ritmo tan fuerte entra en el proceso del despido. Te pueden echar con causa
porque lo manejan ellos. La mayoría de la gente firma sumisamente y no pide
fotocopia. Esto es una práctica normal de la empresa.
Los contratos, en general, son de 3 meses de prueba y después quedas
contratado. Los contratos varían. Hay de 36 horas semanales, 6 días a la semana
y cobras 650 pesos. Hay otro de 24 horas, los jueves, viernes, sábados y
domingos. Y después tenés los de 8 horas: trabajan 4 horas a la mañana, en el
medio tienen 3 horas de descanso y 4 horas a la tarde. Una parte del personal,
como los repositores, trabajan 8 horas por día y su sueldo de 800 pesos, que
también está por debajo de la línea de pobreza.
Ahora se dio el caso de que empiezan a tercerizar el sector de limpieza y de
seguridad. Esta tercerización implica sueldos más bajos, flexibilización, más
horas de trabajo y menos personal. De hecho, a partir de esto, despidieron
un montón de gente.
Los tipos son abiertamente descarados en cuanto a la forma de explotación. El
jefe de personal nos dijo "Somos como McDonalds. Lo único que nosotros somos
explícitos: a ustedes les vamos a sacar el jugo lo más que podamos". Y los
jefes te lo hacen sentir de esa manera.
Cuando vos entrás al comedor, hay un cartel con las ganancias de cada sector.
En la sucursal que yo estaba, el promedio de facturación mensual era de tres
millones quinientos mil de pesos. Eso también es descarado. El sector
supermercado creció mucho y a ellos los favoreció en cuanto a las ganancias por
el consumo y por lo que bajó la mano de obra, ya que nuestro sueldo cada vez
está más licuado. Seguir manteniendo el sueldo como en los 90 -y prácticamente
con aumentos irrisorios por detrás de la inflación- para ellos es un negocio
redondo. Además, Coto tiene una ganancia impresionante; porque junto con las
cadenas de supermercados tienen frigoríficos.
Primeros pasos en la organización de los trabajadores
Durante todo el 2005, en comercio hubo un montón de formas de organización de
los compañeros, tanto en capital como en las provincias, principalmente por las
condiciones laborales.
El 1° de mayo del año pasado Coto quería juntarlo con el franco. Ese hecho
pequeño produjo que se empezara a hablar de las condiciones que pasamos adentro,
de la explotación psicológica. Hacíamos asambleas por fuera de los delegados,
por fuera del control de la empresa y que cuesta mucho. Los pibes tienen mucho
miedo de hablar de organizarse pero ven al mismo tiempo que hay más trabajo, que
hay reactivación, que la empresa gana más y saben que su trabajo es de
explotados. Lo ven en todos lados: el trabajo para la juventud es precarizado.
Entonces hay otro ánimo para organizarse. Así comenzamos a hacer asambleas por
el tema del 1° de mayo y lo revirtieron en la semana. Después seguimos
discutiendo el tema de las condiciones laborales y empezamos a sumar a otros
sectores. Después se diluyó un poco y explotó un poquito más adelante. Lo mismo
en otras sucursales.
Se empezó a dar un proceso de politización durante todo el año. Hubo
elecciones para delegados y saltó la discusión de qué cuerpo de delegados
queríamos nosotros, cómo nos organizábamos... porque es nuestro derecho.
Por un lado se presentó la burocracia que vino directo a hacer política por
medio de tipos muy pegados a la conducción del gremio. Nos juntaban en los
McDonald's para presionar por el delegado que ellos habían puesto. Sacaban fajos
de billete y nos preguntaban qué queríamos comer. Nos querían comprar con
asistencialismo: esa es la política que usa la burocracia. A micro eso y a
macro comprar delegados con mucha plata.
La elección de delegados politizó mucho: además de la burocracia, había un
representante de un partido de izquierda. Compañeros de mi sector me decían que
me presentara para delegado, pero yo no me presenté para no dividir los votos
entre el partido de izquierda y la burocracia. Sabía que si ganaba la
burocracia, iba a romper lo que incipientemente habíamos echo. Finalmente, ganó
el delegado del partido de izquierda.
Paritarias, escraches y traslados
Después de las elecciones, en el mes de agosto, el sindicato de comercio
(cuyo titular es Armando Cavalieri) y la empresa firman las paritarias. Se
estipuló un aumento del 18 por ciento, 9 en septiembre y 9 en octubre, absorbido
mayoritariamente por decretos del gobierno. Es decir que no había un aumento
real, sino que era un cambio de números en el recibo de sueldo.
Hicimos asambleas fuera del horario de trabajo en la puerta de la empresa y
decidimos que si el aumento era trucho íbamos a la medida de lucha.
A partir de que empezamos a luchar, el delegado se pone al frente. Cuando
tuvimos el recibo de sueldo y nos dimos cuenta que era una truchada, decidimos
estar en asamblea permanente en el comedor y noventa compañeros paramos
prácticamente el supermercado.
Ese día resolvimos que íbamos a hacer una medida de lucha por el tema de las
paritarias, porque nos paguen el domingo cine por cien o sino descanso
dominical, por el tema del sueldo para que esté por arriba de la línea de
pobreza... reivindicaciones que no las contemplaba el acuerdo trucho del gremio
con la empresa.
En esa asamblea decidimos un escrache para el día siguiente. El día del
escrache estaba la policía adentro del supermercado, junto con gente de
seguridad. Todo militarizado. Sesenta compañeros hicimos una asamblea en el
playón y decidimos salir al salón donde están los clientes. Cantamos y
repartimos volantes contra la empresa.
La gente lo tomó a bien. Muchos se dan cuenta de la explotación y se
solidarizan con eso. Otros no. Porque al estar en Las Cañitas, que es un barrio
con un poder adquisitivo importante, muchos son patrones y entonces están del
otro lado.
El escrache salió bien y además se coordinó con la sucursal 108. Mientras
ellos tomaban esa sucursal, nosotros hicimos el escrache. Fue un hecho
significativo de coordinación y todo decidido por mandato en asamblea.
En los días posteriores, el delegado no apareció y la empresa apareció con
todo: apretando a los compañeros, a trasladarlos de sucursal, a ofrecer plata.
Habíamos dicho 'si tocan a uno, nos tocan a todos'. Pero, por ejemplo, un
compañero vive en Pacheco y le dicen 'te mandamos al lado de tu casa' y por una
cuestión de dinero aceptaba. En ese ínterin -de domingo a jueves que no
estuvieron los delegados- la empresa dividió.
El jueves quieren trasladar compulsivamente una compañera. La metodología es
que llegas y te espera en la puerta una escribana y un abogado, que te dicen
'estás en otra sucursal' y te mandan en remise. La compañera dijo que no firmaba
y que no se iba. Hicimos una asamblea a la noche, pero éramos 20 por la división
que maniobró la empresa.
Al otro día a la mañana, armamos volantes porque era una persecución a la
compañera por quererse organizar. Estaban todos los auditores de la empresa
con cámaras de fotos, con filmadores, había cana. Todo para amedrentarnos.
El núcleo de 20 entonces quedó más dividido.
Igual se hizo un escrache con la FUBA, el Centro de Estudiantes de Sociales
de la UBA, y también había trabajadores, como los telefónicos.
Decidimos tomar la sucursal a la noche ocho personas. Quedamos que al otro
día a la mañana se sumaban los que se fueron por problemas personales. Nos
encerraron en el comedor, nos sacaron desde el agua hasta la tele, porque como
había salido en Crónica no querían que viéramos que repercusiones.
Al día siguiente, volvieron los compañeros e hicimos toda la tarde un
escrache. El tema de la toma era medio loco, porque más allá de que teníamos
bronca porque no queríamos que trasladaran a la compañera, me parecía una medida
separada del resto de los compañeros. Y hay que medir para no exponer a ningún
compañero, así como es importante la cohesión de los compañeros.
A la noche, levantamos la toma porque no tuvimos respuesta. Además, era un
fin de semana largo y nadie viene a la sucursal. A la compañera la trasladan.
El traslado fue un despido encubierto. Así como tantos otros.
Igual fue un golpe fuerte para Coto. La toma de la 108 fue la primera huelga
y ésta era la segunda y además le tomamos el supermercado, cuando ellos están
acostumbrados a pasar por arriba de los trabajadores sin que digan nada.
El despido antisindical
A la semana, el delegado se tomó un mes. Seguramente ya había arreglado con
la empresa. Muchos lo tenían como referente y cuando nos dimos cuenta que se
borró, que era un traidor, la empresa ya había avanzado mucho con los
despidos. Habían echado a 20 y trasladado a 10 más. El grupo activista que
quedaba era muy pequeño.
Nos empezamos a organizar por fuera del delegado y salió la idea de un
petitorio. Cuando vos tenés una determinada cantidad de firmas en contra del
delegado, se hace una asamblea y se le sacan los fueros. La comisión interna con
lo que había echo no nos representaba, ya que a pesar de haber dirigido una
lucha la llevó a la derrota y después nos dimos cuenta que había arreglado con
la burocracia. Además, el delegado vendía todos los datos y nos había marcado a
todos.
Nosotros entendimos que necesitábamos organizarnos porque sabíamos qué
tipo de comisión interna queríamos. Yo había estado enfermo y durante dos
días no fui. En esos días, tres compañeros arreglaron para irse. Uno no quiso y
lo trasladaron de sucursal. A mí me llamaron en diciembre para ofrecerme plata
pero no quise. Separaron a todo el grupo. Entonces en el medio de buscar las
firmas para el petitorio, la empresa traslada, pone plata y la base está
asustada porque estaba permanentemente amenazada.
El jefe de personal me empezó a llamar para apretarme, para decirme que me
echaba o me ofrecía guita. Me mantuve todo diciembre así, queriendo juntar
firmas y organizarnos, pero el núcleo fuerte no estaba. Se complicó mucho. La
patronal me aislaba: como la línea de cajas es bastante larga, me ponían solo y,
si venía algún compañero, los jefes venían a separarnos.
En enero y teniendo en cuenta que la empresa estaba en conocimiento de mi
intención de ser delegado, llegó a la sucursal y en la puerta estaba el auditor,
el abogado de Coto, el jefe de personal y la escribana. Me leen una carta en la
que me despiden y no me dejan entrar. El telegrama es el artículo 80, el de
prescindir de mis servicios, es sin causa. No tenían causa para echarme como
trabajador; tenían causa por perseguirme por activista, pero eso no lo pueden
poner. En el sentido legal, estoy con el CeProDH, avanzando por ser una
persecución sindical y discriminatoria.
A la vez, empecé con la campaña por la reincorporación. Por todo lo que yo
pasé, me di cuenta de que la única forma de que los laburantes mejoremos las
condiciones de trabajo, de que peleemos por tener un cuerpo de delegados con
mandato de base y con prácticas democráticas, es organizándonos. Si me voy, no
voy a cambiar nada. Decidí pelear por la reincorporación para dar la lucha
desde adentro.
Pero quedó miedo. Los compañeros me apoyan pero hay miedo de firmar un
petitorio por mi reincorporación. Ellos saben que eso puede ser un escrache y
que la patronal avanza despidiendo.
El papel de la Comisión de Apoyo
La solidaridad es notoria. El petitorio lo firmó el diputado Carlos
Tinnirello, las comisiones internas del Subte, del Garrahan, el Bauen, Zanon,
sindicatos de otros lugares como Mendoza, Rosario y Córdoba, así como otras
organizaciones.
También se formó una Comisión de Apoyo que es recontra positiva. Lo
que adentro cuesta muchísimo, afuera se ve de otra manera. Entonces, además de
la campaña por dentro, me junté con compañeros de AuSol, que vienen de un
proceso similar al mío y del que también habían echado gente (se refiere a
Federico Iglesias) y decidimos hacer la comisión de apoyo en el Bauen, que
nos abrió las puertas a todos. En una marcha por la libertad de los presos
políticos, hablamos con los compañeros de AuSol para unificar y golpear más
fuerte contra la precarización laboral y por ser nuestro derecho el
organizarnos. Los sectores que no hicimos una experiencia de organización
hasta el final o los sectores que están empezando, ahora contamos con una
comisión que va coordinando para acompañar.