Editorial del sábado 11 de febrero de 2006 en Horizonte Sur
Jorge Eduardo Rulli
Horizonte Sur en Radio Nacional AM El modelo de país neocolonizado que provee forrajes a los grandes rodeos
europeos y chinos, un país primarizado, cuyas principales exportaciones son
actualmente la soja, el petróleo crudo y los zumos de limón, no satisface las
expectativas históricas de una élite política que provista de un discurso
progresista y hasta de izquierda, ambiciona lograr algún tipo de reconocimiento
en los marcos del Capitalismo Globalizado. Esta élite progresista, necesita un
proyecto a la medida de sus miserables ambiciones de poder, un proyecto pensado
para darle un rol en el mundo a su propia descendencia, aunque una buena parte
de la población argentina se halle condenada al hambre y la indigencia. Ese
proyecto de élite que ellos denominan con exageración el Poder del
Conocimiento, es la Biotecnología y más concretamente aún, la ingeniería
genética. De lo que se trata, es de generar un espacio de privatización y de
apropiación de las ciencias y de las tecnologías, un espacio que, en estrecha
alianza con las grandes corporaciones transnacionales, les permita ser
reconocidos y poder asociarse con el Poder globalizado en un camino que ya están
ensayando otros países intermedios como la India, Sudáfrica, Brasil y Méjico.
Se propondría de esa manera una privatización empresarial de nuestras
instituciones científicas y técnicas, instituciones que, como el INTA, el INTI,
el CONICET y muchas Universidades y ámbitos académicos, se irían supeditando
paulatinamente a los proyectos globales de Biotecnología de las grandes
Corporaciones. Y esa subordinación a las empresas se haría mediante
financiaciones de fondos especiales para la industria Biotecnológica, que
aportaría por supuesto el Estado o según ellos prefieren decir: las retenciones
a la soja. Esa política de sumisión del Estado a las grandes corporaciones, será
legitimada por la Ley que el Senado de la Nación tratará entre los primeros
proyectos de este período de sesiones que se iniciará en pocos días más. Los
tres proyectos que quedaran pendientes del año anterior y que promocionan la
Biotecnología son el Expediente 429 del Poder Ejecutivo, el 657 de Diputados y
el 1070 del Senado, todos del año 2005. Recordemos que el primer proyecto fue
presentado en un salón de la propia casa Rosada por el Ministro de Economía
Lavagna y con la presencia en primera fila de importantes empresarios de la
nueva burguesía gerenciadora de proyectos sojeros tales como Gustavo
Grobocopatel de la localidad de Carlos Casares.
Esta Ley legitimará a la Republiqueta sojera y también al pretencioso
proyecto científico empresarial de una supuesta Biotecnología Nacional, quimera
pseudo científica que disfraza o encubre el ofrecimiento miserable de usar el
propio país como laboratorio y a la propia población como masa de ensayos para
todo tipo de eventos provenientes de la ingeniería genética. Al legitimar este
modelo se estrechan las posibilidades emancipatorias y de recuperar nuestra
Soberanía Alimentaria, se cierran caminos para el ejercicio pleno de una
Democracia participativa en que sea la población quien decida el propio destino
y se ocluyen las posibilidades para todo tipo de debates sobre los proyectos de
país que queremos para nuestra descendencia.
Las actuales disputas con la empresa MONSANTO por el pago de regalías del gen RR
y la demanda de la empresa en Europa a importadores de granos argentinos,
disputas menores que empañan el modelo de neocolonización de la Republiqueta
Sojera, se resolverían asimismo en el marco de la nueva legitimación que se nos
propone, porque aceptaremos reordenar nuestra dependencia en los marcos globales
de respeto y de subordinación a los grandes sistemas de patentamiento que son
parte también, del Poder del Conocimiento que se nos anuncia como uno de los
objetivos de esta nueva Argentina prometida. En estas circunstancias resulta
redituable para la "dirigencia" política abrir polémicas con la Sociedad Rural
Argentina y con otros exponentes de las viejas oligarquías pastoriles, cuando en
realidad esos sectores solo guardan algún poder en el imaginario colectivo,
mientras tanto, se negocia el destino nacional con los grandes sojeros y con los
agroexportadores que son hoy los verdaderos poseedores del Poder. A pocos día de
iniciadas, sin embargo, aquellas controversias han quedado sepultadas por la
reaparición de la fiebre aftosa como en una película que se repite, mientras las
mafias gerenciales apropiadas de los recursos del Estado para la fiscalización y
la prevención de la salud animal, y a las que hemos denunciado reiteradamente,
continúan en sus cargos de poder, negociando espacios de impunidad con los
funcionarios de turno. Cuando hablamos de transgénicos suele argüirse frente a nuestras voces, que
se desconocen los efectos nocivos de los OGM y que se esperan pruebas de los
daños, si bien más de una vez se nos recuerda asimismo que todo progreso
conlleva riesgos y que también los automóviles provocan innumerables víctimas en
el mundo y que no por ello han dejado de usarse.... No sabemos entonces si el
contrariar sistemáticamente a la naturaleza es para ellos y también para el
común, una cuestión de principios o acaso de mera ignorancia, si este paradigma
dominante que nos ordena violentar toda norma natural es un mandato que nos
viene de la herida que se abrió tempranamente en la especie entre Cultura y
Naturaleza o acaso es algo más específico, y proviene de ese manejo instrumental
de la racionalidad que nos conduce a disputar el poder con pasión absolutamente
religiosa, pero puesta en el terreno pedestre de la relación de dominio entre
los hombres y de los hombres con las cosas y con los demás seres vivientes.
La modernidad asumió como propio este mandato de controlar, dominar y subyugar,
que alguna vez Francisco Bacon, enunció como una verdadera guerra de conquista
sobre la Naturaleza, una guerra que se lleva adelante siempre en nombre del
Progreso. Esa visión que se tiene del mundo y de nosotros mismos, esta en el
origen del actual y generalizado consumismo, de la devastación del entorno, y
del esfuerzo por mantener el anacrónico modelo del petróleo ahora con sucedáneos
y paliativos tales como los etanoles, las alconaftas y los biodiseles obtenidos
de la agricultura. O sea que, mientras en el mundo miles de millones de seres
humanos no tienen la comida suficiente para saciar su hambre, el colmo de la
irracional racionalidad de los mercados y de la globalización, es el de tratar
de hallar un reemplazo a las energía no renovables que se terminan
indefectiblemente, dedicando las tierras fértiles a producir combustibles…. Y
que no nos asombre que más de una ONG ambientalista connotada participa de esta
parodia de proponer combustibles supuestamente ecológicos para poder mantener el
sistema… y no me estoy refiriendo a los fluídos obtenidos mediante el
refinamiento y reciclado de las fritangas que serían los únicos aceptables como
combustible vegetal.
Aquella guerra de la que hablaba Bacon, estaría a punto de ganarse. En verdad
falta ya muy poco para que el hombre le imponga su definitiva voluntad a la
Naturaleza. Lamentablemente,el día del triunfo final será también el
último día de la especie humana sobre el Planeta. Nuestra misión es entonces
claramente, explícitamente, imperiosamente, el evitar que ese día llegue alguna
vez. Necesitamos hacer más y más conciencia acerca de éstos, los grandes temas,
los verdaderos temas de la política. No podemos continuar con medias tintas ni
con discursos que encubran la verdadera gravedad de la amenaza planetaria. Lo
que está en juego ya no es tan sólo el dominio de un sector sobre otro, la
hegemonía del Imperio sobre los países periféricos o el predominio del
hemisferio norte sobre el hemisferio sur. Es mucho, pero mucho más. Y debemos
resolver este desafío en nuestra generación, porque el tiempo apremia.
Aquel mandato de la modernidad de dominar a la Naturaleza entrañó asimismo el
dominio y la subordinación de la mujer a la que se consideraba al igual que a
los pueblos de color o mal llamados primitivos, como parte de esa Naturaleza a
la que se trataba de subyugar, o acaso más próxima a ella que el hombre mismo, y
también implicó la negación de nuestra propia emocionalidad y de nuestras
intuiciones, que fueron excluidas del nuevo espacio del pensamiento moderno. Es
por ello que nosotros estamos tratando de repensar la política, es por eso que
estamos tratando de revolucionar la política. Necesitamos otra mirada. Porque en
última instancia el cambio necesario es casi una mutación de lo humano que
conocíamos, el anteponer las percepciones a las ideologías hace unos años era
visto como un disparate o como una herejía, pero hoy, y en buena medida gracias
a los revolucionarios de los setenta en los gobiernos del cono sur, le está
claro a todo el mundo que lo quiera ver, que el tema no es ideológico sino de
ser capaces de generar otras miradas y de seguir caminos con corazón.
Necesitamos que la ética sea capaz de instalar nuevos debates, nuevos debates y
nuevos derroteros, tanto sobre la política como sobre la ciencia. Que haya que
establecer criterios de ética que gobiernen la política creo que es una
propuesta que al común le será comprensible y que seguramente compartirá. Pese a
ello, vivimos sumergidos en el campo más espantoso del pragmatismo político,
pragmatismo en que todas las relaciones se supeditan a las más mezquinas
especulaciones partidarias y no alzamos nuestras voces para denunciarlo. Una
cadena perversa que va del puntero del barrio al concejal y al Intendente, al
Gobernador y a las instancias más elevadas del funcionariado, alimentan al
margen de todo color político, la ecuación quasi mafiosa del toma y daca… ¿Cómo
podríamos instalar en esta agenda tan pedestre, las grandes amenazas que penden
sobre la humanidad? Lo mismo ocurre con las ciencias y con los científicos que
están desatando fuerzas sinérgicas que amenazan conducirnos a un colapso
catastrófico, y sin embargo ellos continúan decidiendo por sí, corporativamente,
tanto en el INTA como en el CONICET, tanto en la CONEA como en la Secretaría de
CIENCIA Y TECNOLOGÍA, sus presupuestos sobre los recursos de la población y sus
propias estrategias de investigación, sin que nadie pueda opinar sobre ello, tal
como si fuéramos una mera masa de maniobras de sus propios proyectos elitistas.
Recuerdo que antes que asumieran algunos funcionarios tales como el Presidente
del INTA o el Presidente del SENASA tuvimos una entrevista con ellos para tratar
de ilustrarlos sobre los problemas que hallarían. Con soberbia y pedantería nos
interrogaron a su vez sobre los postgrados que teníamos para permitirnos tener
opiniones formadas sobre las áreas en que asumirían sus responsabilidades. El
país ha perdido fortunas por la falta de humildad de esos hombres, ha pagado
carísimo el duro aprendizaje que debieron hacer, y son las grandes Corporaciones
las que se beneficiaron de sus desconocimientos y de sus limitaciones. Y que hoy
tengamos nuevamente la aftosa instalada en los rodeos de hacienda y se nos
cierren los mercados no hace sino volver a colocar estos temas con urgencia
sobre la mesa. Por eso creemos que uno de los grandes debates que debemos
instalar es el del Poder. Debemos reflexionar sobre el Poder, cada funcionario
que asume responsabilidades debería responder a los interrogantes que nos
plantea el poder y tomar conciencia de que la participación es no sólo un
derecho sino también un deber para nosotros, para los ciudadanos, un deber que
nos ha sido gradualmente mutilado hasta que dejamos de creer en la posibilidad
de ser consultados o convocados más que para el acto electoral. Desde esta
perspectiva de recuperar participación es que creemos que la Democracia también
debe ser refundada.
Algunos intelectuales nacionales que cada vez se parecen más a esa banda
ilustrada que en época de Alfonsín fuera el Club Socialista, parecieran haber
renunciado públicamente a ser la conciencia lúcida del común, han renunciado de
hecho a su rol de intelectuales y hoy sus palabras son complementarias de los
discursos del Poder, sus palabras son adormecedoras letanías que convocan a la
pasividad cuando durante años se entrenaron a nuestro lado en las luchas
nacionales y populares, para exaltar las mejores esperanzas y los mejores sueños
de los hombres. Lo lamentamos por ellos, lo lamentamos también, por nosotros que
los echamos de menos, y en especial por el país todo que los necesita.
Descolonizar el poder debe ser el recobrar esa conciencia lúcida y esa palabra
promotora de sueños y utopías, que alguna vez tuvimos... Descolonizar el poder
es asimismo recobrar una mirada sobre el ambiente y colocar la ética como un
parámetro imprescindible de toda acción política. Estamos seguros que otro país
es posible, estamos seguros también, que es posible reconstruir el Estado y
resolver con participación popular los grandes temas que tanto nos pesan, en
especial el del hambre y la indigencia. Necesitamos otro modelo de país,
centrado en las propias necesidades y en el mercado interno, en la recuperación
de los patrimonios y recursos energéticos y en especial de las riquezas del
subsuelo. Y ese país que necesitamos es posible, esta en el Horizonte Sur que
proponemos y depende tan solo de nosotros ponernos en camino para hacerlo
realidad. Jorge Eduardo Rulli
Horizonte Sur en Radio Nacional AM rtierra@infovia.com.ar