Argentina: La lucha continúa
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Las razones de la violencia en la provincia de los Kirchner
El gobierno protege la concentración de la renta petrolera para los grupos
económicos
Prensa de Frente
Boletín quincenal Nº33
El gobierno nacional, el santacruceño y los grandes medios pretenden reducir
el largo y generalizado conflicto social planteado en esa provincia patagónica
al exclusivo tema de la responsabilidad por la muerte del oficial policial Jorge
Sayago, el lunes 6, durante la movilización de los trabajadores petroleros de
Las Heras a la comisaría para lograr la liberación del delegado Mario Navarro.
Pero esos sucesos de Las Heras no hacen sino reafirmar que, en la provincia de
los Kirchner, cualquier cuestionamiento al diseño de concentración de la renta
petrolera, aunque sea en el mínimo aspecto de los costos laborales para las
empresas privilegiadas, implica la generación de un estado de violencia,
represión y criminalización de la protesta.
Santa Cruz participa en un porcentaje importante en la producción y en el modo
de apropiación de la renta petrolera argentina, calculada en 1700 millones de
dólares por año. En función de esa participación, y a partir del sustancial
apoyo que el entonces gobernador Néstor Kirchner dio en 1992 al trámite de
privatización de YPF, la provincia obtuvo de quien era en la época el ideólogo
del modelo, Domingo Cavallo, el pago de más de 500 millones de dólares en
concepto de regalías atrasadas, el monto que Kirchner depositó en bancos del
exterior y todavía no regresó al país.
En Las Heras, como en Caleta Olivia, Cañadón Seco y casi todo el norte de la
provincia, las empresas petroleras son todas subsidiarias de Repsol YPF, la
multinacional española que se quedó con YPF y que estableció desde la
privatización una relación particular, y mutuamente provechosa, con el
presidente.
Desde la devaluación de enero de 2002, el negocio de la exportación de petróleo
refloreció hasta dejar ganancias extraordinarias a Repsol y sus subsidiarias, y
al resto de las petroleras que operan en el país. Un correlato de este
reflorecimiento fue la creciente organización de los trabajadores de esas
empresas para luchar por sus reivindicaciones y sus condiciones de trabajo.
En setiembre de 2004, esas luchas –que contemplaban además la defensa de la
incorporación de desocupados a los nuevos puestos de trabajo- provocaron una
violenta represión en Caleta Olivia, con numerosas detenciones en operativos de
grupos policiales dignos de las épocas de la dictadura.
Dos meses después, la policía brava de Santa Cruz, siempre en defensa de los
intereses empresarios de las petroleras, reiteró esos métodos, con detenciones
nocturnas y golpes, en la misma Las Heras.
Durante todo el 2005 fueron innumerables los paros, movilizaciones y cortes de
ruta de desocupados, trabajadores petroleros, estatales y docentes de Santa
Cruz, dispuestos a exigir trabajo, mejores salarios y condiciones laborales,
medidas que implican un cuestionamiento al esquema vigente de reparto de la
renta petrolera.
Puede resultar importante determinar cómo y por obra de quienes murió el oficial
Sayazo. Pero las responsabilidades sobre la realidad violenta de Santa Cruz hay
que buscarlas en el gobierno nacional, en el provincial y en la relación
orgánica que mantienen con los grandes grupos petroleros.