Para negar el verso del golpe económico contra los trabajadores en el 2001, bajo
la bandera de hacer competitiva a la Argentina (escondiendo la búsqueda de más
rentabilidad) señalemos que en 1950, el país exportaba casi el cuádruplo que
España, cerca de dos veces y media lo que México y Chile y apenas un 20 % menos
que Brasil. Hoy las ventas al exterior sólo representan una cuarta parte de las
españolas, un 20 % de las mexicanas, una vez y media las chilenas y menos de la
mitad de las brasileñas. En el mismo lapso de medio siglo, la participación de
la "burguesía nacional" argentina (con todas las ventajas, subsidios y prebendas
del estado más un pauperismo generalizado de la población) en el comercio
mundial se redujo del 2,0 al 0,4 % aunque aumentaron sus ganancias. Su
composición sigue sesgada a favor de los productos agrícolas y combustibles, que
representan casi el 80% del total.
La industria manufacturera alcanzó en 2005 un nuevo récord de producción física,
levemente superior al que obtuvo en 1998. Los datos oficiales muestran que el
sector fabril en su conjunto produce poco más que hace ocho años con 10% menos
de obreros, menos horas trabajadas y salarios muy inferiores en dólares: ¡Es el
posfordismo, estúpido! Podrá decirse que el sector fabril es un gran aporte al
crecimiento y consolidación de la burguesía nacional. En conjunto el sector
fabril habría terminado 2005 creciendo menos que el total del PBI, que habría
superado el 9%. El actual modelo productivo, con tipo de cambio alto
(depreciación del peso), inflación de intensidad variable, salarios formales
bajos y universalización del trabajo en negro, es decir: una suerte de
acumulación primitiva del capital, logró el año último que las exportaciones
aumenten sólo un vergonzoso 50% más que el PBI (en valores constantes). A pesar
de que se ha sacrificado a los más débiles en el Moloch del capital, nuestra
burguesía nacional necesita más sangre fresca para sus márgenes de ganancias.
¿Qué motorizó el crecimiento del PBI en 2005 en el "País en Serio"? En medio del
modelo de acumulación populista y según los datos oficiales en 2005 la
intermediación financiera tuvo tasas de crecimiento que duplicaron a la del PBI
y más que duplicaron la de la producción fabril. ¿Volvió la Patria Financiera
por la ventana? Este es el "País en Serio" de ex montoneros, guevaristas en
desuso, patriaslibres y demás desechos de la militancia revolucionaria.
Entonces, para todos los compañeros, que quede en claro que la inflación no sólo
es funcional a este gobierno, como lo vimos, sino otra de las formas que tiene
el "Capital-Parlamentarismo" para subsidiar a los grandes negocios. Es
simplemente una de las técnicas mediante las cuales la riqueza es transferida de
la masa de la población trabajadora a manos de las corporaciones favorecidas por
el plan de acumulación del capital post-convertibilidad. Y sino pregúntenle a
Techint, Repsol o Cargill…
d) HACIA UN POPULISMO CÍNICO:
La inflación es percibida como un fenómeno negativo porque castiga a los más
pobres, en especial a los más desprotegidos: trabajadores estatales, en negro y
precarios, jubilados y pensionados y los trabajadores negados por el capital
(desempleados). Esto en el contexto de una Argentina que tiene, con estadísticas
poco fiables, 15 millones de pobres, 5 millones de indigentes, un ingreso
promedio 10 % inferior a la canasta de pobreza y un 80 % de hogares con un
ingreso promedio inferior a los 1500 pesos. Por eso en las últimas encuestas un
casi 80% de las personas estaba de acuerdo con el control de precios de Kirchner,
un mecanismo intermedio, tibio, demagógico y… vetusto. Aparte, clasista, en el
peor sentido del término. Ya en el 301 DC, el emperador romano Diocleciano
decretó un furioso control de precios, con un "Edictum De Pretiis Rerum Venalium",
un edicto de precios máximos, para controlar la inflación desbocada durante la
crisis de la Tercera Centuria del Imperio, llegando a tener pena de muerte para
los especuladores. También hubo control de precios en la Revolución Francesa,
esta vez ya en la edad moderna, y hubo uno muy parecido con Krieguer Vasena, el
ministro de economía del dictador Onganía en la década del ’60.
Los viejos luchadores obreros saben que control de precios es, traducido al
punto de vista obrero, cepo salarial. No es casualidad: ya la UIA pidió, a
mediados de 2005, un gran acuerdo con los gremios para acotar, por dos años, los
reclamos salariales, incluidos las indemnizaciones. Pero aparte del cortoplazo
de la visión de Kirchner-Miceli, las paritarias en marzo, el cinismo no puede
ser más perverso: éste gobierno nacional y popular se fundamenta en la inflación
dirigida por y desde el estado. Juega un papel crucial en la gestión de las
finanzas públicas (el déficit cero, que en épocas de la Alianza era un pecado de
ortodoxia y hoy es un triunfo populista). Mientras que la recaudación aumenta
casi espontáneamente siguiendo a los precios, el "Capital-Parlamentarismo" no
aplica mecanismos de indexación automática sobre rubros importantes del gasto
público, como salarios y jubilaciones. Así, por la vía de licuar las
remuneraciones, la inflación contribuye a aumentar el superávit fiscal.
"¿Porqué la inflación se ha transformado mágicamente en el problema Nº1? Lo que
en realidad perturba al populismo de K. no es la inflación creada por su propia
política, no: lo que bloquea el desarrollo del capital es la inflación "roja",
la inflación generada por la enconada lucha obrera, la inflación que baja los
niveles de rentabilidad de nuestra "burguesía nacional"
Luego de la devaluación, la inflación acumula casi un 70%. Estimando el
incremento de precios para el último trimestre del 2005 y para el 2006 (el
Presupuesto proyecta 9,1%), se puede proyectar que la inflación acumulada
superará el 80% en el 2006. Por otro lado, el haber medio jubilatorio –según la
ANSES– aumentó un 53% y los salarios públicos –según el INDEC y el último
aumento otorgado– alrededor de un 44%. Para ninguno de estos rubros, el
Presupuesto contempla ajustes adicionales a los ya concedidos durante el 2005.
Estos datos alcanzan para ilustrar la gran importancia que tiene la inflación
como determinante del superávit fiscal:
. En el Presupuesto 2006 el gasto previsional es de $28,8 mil millones. Si las
jubilaciones hubieran aumentado al ritmo de los precios (como en Europa), lo
presupuestado debería ser de $33,9 mil millones. Así, la caída de las
jubilaciones produce un ahorro de $5,1 mil millones.
· El gasto en remuneraciones presupuestado para el 2006 es de $17,5 mil
millones. Gracias a que los salarios están congelados, el
"Capital-Parlamentarismo" disminuye sus erogaciones en unos $4,4 mil millones.
· El superávit primario proyectado para el 2006 es de $17,8 mil millones. Es
decir, casi un 60% del superávit fiscal se logra con licuación de jubilaciones
(¿a quién joden los viejitos desorganizados?) y salarios (estatales, incluyendo
maestros y personal sanitario).
Pero si la inflación está siendo utilizada con intensidad para sostener el
ajuste fiscal provocado por la devaluación y para mejorar la renta del capital,
indirectamente reduciendo los gastas indirectos del capital,… ¿porqué la
inflación se ha transformado mágicamente en el problema Nº1 del "País en Serio"?
Lo que en realidad perturba al populismo de K. no es la inflación creada,
dirigida y tolerada por su propia política, no: lo que bloquea el desarrollo del
capital es la inflación "roja", la inflación no prevista, la inflación generada
por el capital a causa de la enconada lucha obrera, de la intolerable presencia
proletaria en la puja de ingresos, la inflación que baja los niveles de
rentabilidad de nuestra "burguesía nacional". Ésta es la inflación que se
combate, la inflación que el capitalista individual y los grupos económicos
aplican para compensar la presión obrera durante el 2005. Los salarios son
"costos de producción" para el burgués. Cualquier aumento de salarios sin
aumento de la productividad, como es el caso del ciclo iniciado en 2002 con la
mega devaluación, reducirá la rentabilidad del capital, porque los salarios sólo
pueden aumentar en el capitalismo en condiciones de rápida formación de capital.
La formación de capital representa un exceso de la producción sobre el consumo,
puede conducir a un aumento del consumo pero el consumo no puede por sí mismo
conducir a la formación de capital (inversiones). Tal es lo que busca Kirchner
con la inflación deliberada. Debe quedarnos en claro que el control de precios
no es otra cosa, dado que la fuerza de trabajo es una mercancía, que un
congelamiento de los salarios de los sectores fordistas. La concertación es
ciernes es radicalmente antiobrera, y apunta a los sectores sindicalizados de
industria y servicios, ya que Kirchner ha consolidado como complemento del
modelo social de acumulación insustituible que los trabajadores estatales
desciendan en su nivel de vida y arrojar al pauperismo más cruel a los
trabajadores informales, precarios y en negro, casi un 50% de la fuerza de
trabajo argentina. Ni hablar de los trabajadores negados por el capital
(desempleados).
"Sólo con tasas de inflación de dos dígitos se podrán lograr crecimientos en la
recaudación impositiva consistentes con el mayor gasto público. Peor aun, si con
un crecimiento de la economía de casi el 10% anual, el sostenimiento de las
finanzas públicas demanda tasas de inflación del orden del 10%, con incrementos
en el PBI inferiores al 5% -como se proyecta para los próximos años-, la tasa de
inflación requerida para financiar el gasto público será sensiblemente más alta"
El crecimiento de los precios juega a favor de los buenos resultados fiscales
del "Capital-Parlamentarismo" siempre que no lo acompañe la fastidiosa tendencia
del proletariado a mantener su salario relativo al menos al nivel del año 2001.
Por un lado, porque permite aumentar casi automáticamente el valor de la
recaudación. Por otro, porque la inflación permite erosionar de manera solapada
el valor real de los salarios públicos y las jubilaciones. Al presidente
"defensor de los derechos humanos", al derribador de cuadros de dictadores
pasados ya inofensivos, no le conmueve un ápice la miseria planificada,
generalizada y creciente de ancianos, ni la desesperanza de miles de empleados
públicos, incluso de sanidad y educación, ni hablar de los condenados a los
subsidios de desempleo. El presupuesto para el año 2006, la verdadera ciencia
del capital, es un ejemplo ilustrativo. Mientras se proyecta que los aumentos de
precios (inflación) incrementarán la recaudación del Estado, no se contemplan
ajustes para los salarios y las jubilaciones. Si los salarios y las jubilaciones
crecieran a la misma tasa que los precios al consumidor, el gasto público
crecería aproximadamente 0,7% del PBI. Es decir, el superávit fiscal se
reduciría a menos de la mitad del valor proyectado. Similares tendencias se
observan en la gran mayoría de las provincias y municipios. Esto implica que,
sólo con tasas de inflación de dos dígitos se podrán lograr crecimientos en la
recaudación impositiva consistentes con el mayor gasto público. Peor aun, si con
un crecimiento de la economía de casi el 10% anual, el sostenimiento de las
finanzas públicas demanda tasas de inflación del orden del 10%, con incrementos
en el PBI inferiores al 5% -como se proyecta para los próximos años-, la tasa de
inflación requerida para financiar el gasto público será sensiblemente más alta.
No es casualidad que empresarios nacionales sugirieran incluir una cláusula
salarial en el convenio de concertación de precios, que permitiera ajustar los
precios si había subas de sueldos, o de un industrial nacional que pidió "denos
una mano con las comisiones internas de los trabajadores". En esto K. es
ortodoxamente keynesiano y burgués: entra en escena tan pronto como el capital
privado pone en peligro el presente al descuidar el futuro.
"Los sectores transables contabilizan, en promedio, un costo laboral 37 %
inferior a diciembre 2001. Al presidente "defensor de los derechos humanos", al
derribador de cuadros de dictadores pasados ya inofensivos, no le conmueve un
ápice la miseria planificada, generalizada y creciente. Kirchner ha logrado,
como complemento del modelo social de acumulación, arrojar al pauperismo a los
trabajadores precarios y en negro, casi un 50% de la fuerza de trabajo
Argentina. Ni hablar de los trabajadores negados por el capital (desempleados)
condenados a los subsidios de desempleo"
No nos puede sorprender las palabras de Méndez, el titular de la UIA, quien sin
sonrojarse afirmó que Kirchner era el gobierno que mejor los había tratado en
los últimos veinte años, y no es para menos. En base a datos del Indec al tercer
trimestre del año pasado, que los sectores transables aún contabilizan, en
promedio, un costo laboral 37 % inferior al mes previo a la devaluación
(diciembre 2001). Si lo medimos en dinero, la transferencia del capital al
trabajo, por medio del binomio Duhalde-Kirchner, ha sido brutal e históricamente
sólo comparable al "Rodrigado" en 1975: los salarios reales en el 2005
representan un retroceso del 50% con respecto al peronista año de 1974, y
mientras en 1974 la diferencia de ingresos entre el 10% más pobre y el 10% más
rico era de 9,5 veces, dicha proporción se elevó hasta un… ¡48%!. Héctor Méndez,
este empresario del plástico perspicaz y sincero, tenía toda la verdad cuando
reclamo que si paraban los pedidos salariales disminuiría la inflación…
e) LA LEY DECRECIENTE DEL SALARIO RELATIVO: DESCUBRIENDO A ROSA LUXEMBURGO:
Desde comienzos de 2002, desde el fetiche del nuevo proyecto nacional y popular,
la carne vacuna, del asado a la paleta, aumentaron entre el 144% y el 185%
respectivamente. Con una suba del 117%, el filet de merluza se ha transformado
en prohibitivo para el paladar proletario. El pollo, con un incremento del 134%,
vuela cada vez más de la dieta popular.
Pues bien, renunciemos a las carnes. Eso sí, si pensamos en hacernos unos fideos
con aceite no nos irá mucho mejor; ya que el aceite de maíz no aumentó el 100,
ni el 150 o el 200 %, sino es escalofriante ¡280%! Entonces, en el país de los
lácteos, vivamos a pan y queso. Pero aquí también hay malas noticias: el
cuatirolo subió el 185%. Nos quedamos entonces con el glorioso pan con manteca,
infaltable en la mesa de la clase obrera fordista. Tampoco. En el mejor de los
casos nos tendremos que resignar a bajar el consumo, la manteca después de la
devaluación trepó un 137%. ¡Que suerte que existen las salchichas de bofe tipo
Viena! Sí, ¿Pero hasta cuándo? Las salchichas llevan acumulado un aumento del
120 %. El pancho del mediodía, o la cena de los últimos 15 días del mes, es la
última pseudo proteína cárnica de saborea millones de argentinos. Vivir a mate
no se puede, pero tampoco es barato. La yerba subió al doble en cuatro años. ¿Y
un matecito dulce? También es un lujo. Será de bondadosos nomás que los patrones
los cuidan a los trabajadores del peligro de tener diabetes, que subieron el
azúcar en un 158 por ciento. Con este bruto colchón de ganancias que se hicieron
los burgueses con las necesidades más elementales de la multitud, no es
descabellado que jueguen por un tiempo, en tándem con el gobierno, al
keynesianismo del control de precios de un puñado de alimentos.
Preguntemos a nuestros vecinos, ¿Quiénes tuvieron ingresos que crecieran en
estos cuatro años un 185 % como la paleta y un 280 % como el aceite de maíz? Los
salarios en blanco, fordistas, aumentaron más que la inflación promedio, pero
menos que los alimentos. Ni que decir de los sueldos de los seis millones de
empleados no registrados o en negro, puestos posfordistas, por fuera de
convenios laborales y aumentos cesaristas dados por decretos desde la
presidencia de Duhalde. Estos nuevos pobres con empleo, son buena parte de ese
tercio en la miseria endémica producto del capital que explota trabajo humano.
Empresarios que sacan de sus hogares a una buena parte de la población que vive
en la pobreza si no se vende por un salario, y que abandona su casa para
ingresar a la pobreza asalariada perpetua.
"La "Ley de la caída tendencial del salario relativo" indica que cada vez se
agranda más la distancia recíproca entre la clase obrera y la capitalista, y la
medición de esta distancia, se vuelve decisivamente importante, pues la posición
recíproca de las clases está más condicionada por los salarios relativos que por
el nivel absoluto de los salarios. Para evaluar correctamente la situación de
los obreros en la sociedad actual, es necesario investigar el salario relativo,
es decir: la participación que representa el salario del obrero en el producto
total de su trabajo"
En el 2001, el salario mensual de un trabajador "en negro" equivalía a 110 kg.
de asado. En el peor momento de la crisis llegó a equivaler 60 kg. y con el
reciente aumento de salarios, vía la lucha de clases, apenas elevó las
posibilidades de consumo a 68 kg.
· Carne de menor calidad no mejora el poder adquisitivo. En el 2001 (con De la
Rúa, si, el que dormía), el salario del trabajador "en negro" equivalía a 122
kg. de carne picada, en lo peor de la crisis llegó a equivaler 68 kg. y hoy
equivale a 76 kg. El capital "robó" al trabajo 46 kg. de carne.
· Con productos más económicos, los valores son distintos pero la tendencia es
similar. En el 2001, el salario del trabajador "en negro" compraba 830 kg. de
harina, hoy compra 497 kg.; compraba 480 litros de leche, hoy compra 330 litros;
o bien, 350 kg. de arroz, hoy compra 186 kg. Lo que significa que con Kirchner, no sólo ha descendido el salario
real, sino, como se ve en la distribución de la riqueza, el salario relativo.
¿Qué significa esta simple comprobación? Una ley que es contrapartida a la
tendencia al descenso de la tasa de ganancia: la del salario relativo.
"La productividad industrial entre 1991 y 2005 creció a un ritmo anual del 4,8%,
mientras el salario nominal decrecía un 0,5% anual. Estos incrementos de
productividad produjeron que el salario relativo de la clase obrera Argentina
transfiriera al capital un equivalente a tres años de masa salarial. Para que el
salario real recupere la relación del año 1991 debería aumentar alrededor de un
50% por encima de todos los aumentos desde el año 2002"
En 1849 escribía Marx en "Trabajo Asalariado y Capital", que ni el salario
nominal, es decir la suma de dinero a cambio de la cual el obrero se vende al
capitalista, ni el salario real, es decir la suma de las mercancías que puede
comprar a cambio de ese dinero, agotan las relaciones contenidas en el salario.
Ante todo, el salario aún está determinado por su relación con la ganancia, con
el beneficio del capitalista; es un salario relativo. El salario real expresa el
precio del trabajo en relación con el precio de las restantes mercancías,
mientras que el salario relativo expresa la participación del trabajo en el
nuevo valor creado por él, en relación con la participación que en él cabe al
trabajo acumulado, al capital. El salario real podrá seguir siendo el mismo,
podrá aumentar, y, no obstante, el salario relativo podrá descender. El
descubrimiento del salario relativo como categoría no es de Marx, sino de
Ricardo, pero lo fundamental es el especial énfasis que los clásicos extraían de
ella, así como las conclusiones político-prácticas. La "Ley de la caída
tendencial del salario relativo", bautizada por Rosa Luxemburgo en sus clases de
economía política, indica que cada vez se agranda más, necesariamente, la
distancia recíproca entre la clase obrera y la capitalista, y la medición de
esta distancia, como Marx escribía en los "Grundrisse", se vuelve decisivamente
importante, pues "la posición recíproca de las clases está más condicionada por
los salarios relativos que por el nivel absoluto de los salarios". Y Rosa
señalaba: "para evaluar correctamente la situación de los obreros en la sociedad
actual, es necesario investigar no sólo el salario absoluto (la magnitud del
salario en sí), sino también el salario relativo, es decir: la participación que
representa el salario del obrero en el producto total de su trabajo". ¿Qué
quiere decir esto? Que si el salario se mantiene constante, el salario en forma
absoluta no disminuye, mientras se abaratan la producción de los medios de vida
a través de progresos ocurridos en la producción, el obrero necesitará menos
tiempo para reponer su salario. Si la productividad del trabajo crece en un 15%,
se ha reducido la participación del obrero en el producto, es decir: su salario
relativo, incluso a pesar que el salario absoluto aumente. La participación del
obrero en el producto depende de la productividad del trabajo: cuanto menor a
cantidad de trabajo con que se produzcan sus medios de vida, su reproducción
como fuerza de trabajo, tanto menor será su salario relativo. En consecuencia:
el obrero tiene que dedicar una parte cada vez menor de su jornada a la
reposición de su salario, y se hace cada vez mayor la parte en la cual crea
trabajo no retribuido, ergo: plusvalía para el capital.
"La lucha contra la caída del salario relativo, lucha en la cual son incapaces
los sindicatos oficiales, entraña la lucha contra el carácter de mercancía de la
fuerza de trabajo, es decir: contra la producción capitalista en su conjunto.
Porque ya no es una lucha que se desenvuelva en el terreno de la economía
mercantil sino un asalto revolucionario, subversivo, contra la existencia de
esta economía"
En el "País en Serio" se cumple escrupulosamente: a pesar de los lamentos de
nuestros economistas de izquierda, que repiten machaconamente la tesis de la
desindustrialización, la productividad industrial entre 1991 y 2005 creció a un
ritmo anual del 4,8%, mientras el salario nominal decrecía un 0,5% anual. Estos
incrementos de productividad produjeron que el salario relativo de la clase
obrera argentina, pese a los últimos años de lucha, transfiriera al capital un
equivalente a tres años de masa salarial, alrededor de 40.000 millones de pesos
entre 1992 y 2005. Para que el salario real recupere la relación del año 1991
debería aumentar alrededor de un 50% por encima de todos los aumentos desde el
año 2002. ¿De qué concertación precios-salarios podemos hablar? Pero en los
papeles de Rosa de 1916 se señala una cuestión fundamental: "que la lucha contra
la caída del salario relativo, lucha en la cual son incapaces los sindicatos
oficiales, entraña la lucha contra el carácter de mercancía de la fuerza de
trabajo, es decir: contra la producción capitalista en su conjunto. Porque ya no
es una lucha que se desenvuelva en el terreno de la economía mercantil sino un
asalto revolucionario, subversivo, contra la existencia de esta economía, es el
movimiento socialista del proletariado".
30 de enero de 2006
Colectivo Nuevo Proyecto Histórico