Argentina: La lucha continúa
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Cuatro años de la última rebelión del pueblo argentino.
Un presente de incertidumbre y recomposición del poder neocolonial en una nueva hora americana.
Alberto J. Lapolla
'Era el pueblo de Mayo que sufría
No el odio forastero
Sino la vergonzosa tiranía
Del olvido, la incuria y el dinero.
El mismo pueblo que ganara
Un día su libertad al filo del acero
tanteaba el porvenir y en su agonía
Le hablaban sólo el Río y el Pampero,
De pronto alzó la frente y se hizo rayo
(¡Era Octubre y parecía mayo!)
y conquistó sus nuevas primaveras,
El mismo pueblo fue y otra victoria
y como ayer enamoró a la gloria(..)
Leopoldo Marechal -El 17 de Octubre.
Se fue la gente, volvió el Pueblo
Durante la noche del 19 de diciembre de 2001, aquellos que tuvimos la suerte de
marchar junto al pueblo retomando el camino de la historia popular de los
argentinos, no pudimos menos que recordar otras marchas y otras peleas en esas
mismas calles treinta años antes. Confirmando a Gramsci en el sentido de 'que
los pueblos marchan con toda su historia encima y suelen retomarla allí donde la
dejaron'1, el pueblo argentino recuperaba la calle, expulsaba mediante su
movilización contundente a un gobierno colonial y mentiroso, que había intentado
abrir el camino de la represión masiva para tapar el hambre de los argentinos.
Hambre creado y propagado hasta el hartazgo por el gobierno del más infame
Traidor a la Patria que gobernara la nación en el siglo XX, entre los años 1989
y 1999. En dos jornadas maravillosas el Pueblo argentino recuperaba su categoría
histórica -negando aquello que G. Fernández Meijide, Chacho Álvarez y demás
teóricos de la recolonización nacional, señalaban en el sentido que ya no había
Pueblo sino gente, que la categoría Pueblo era del pasado. Porque claro, si
existe el Pueblo también debe existir la oligarquía y eso vulneraría los
acuerdos ideológicos y políticos que dieron origen a esta democracia vigilada y
colonial. El Pueblo en la calle, volteaba al inepto -y harto corrupto- habitante
de la Rosada -el Opa Solemne lo llamaron acertadamente alguna vez- recuperando
la categoría histórica de la movilización popular como eje central de la
construcción nacional de los argentinos. Desde que en 1780 el Padre Túpac Amaru
se levantara contra la barbarie española, y nos dejara el ejemplo invencible de
su ejército de 100.000 indios y su atroz suplicio en nombre de la libertad y la
dignidad de los explotados de América, los pueblos americanos hicieron de la
resistencia su mayor identidad continental y de América el continente donde la
Revolución siempre está renaciendo . Continuando su lucha con otras formas, en
1806 el pueblo de Buenos Aires expulsaría al virrey Sobremonte por cobarde,
eligiendo a uno propio. Primer acto de soberanía triunfante del pueblo americano
por sobre el Imperialismo Español, luego de haber derrotado dos veces los
intentos anexionistas del otro Imperio de entonces, el Inglés. Se abría así un
nuevo período de la Revolución Continental clausurada apenas treinta años antes
con el suplicio de Túpac, su familia y el exterminio de 100.000 indios por los
'civilizados' españoles. Revolución que no casualmente eclosionaría en 1809 en
las hoy redentas tierras del gran Condorcanqui, y su compadre Tomás Catari, ya
que la nueva ola revolucionaria que nos daría la independencia comienza
precisamente en Chuquisaca y la Paz. De allí alumbrarían las grandiosas jornadas
de 1810 y la revolución indoamericana de Moreno, Castelli, Belgrano, Güemes,
Artigas, Ascencio Padilla y Juana Azurduy. Revolución efímera pero que como
dijera Moreno 'no importa si nos derrotan con lo que hemos hecho la
independencia de América ya es irreversible'16.
Siguiendo el camino de sus mayores el pueblo argentino y en particular el de
Buenos Aires, se ha sublevado una y otra vez torciendo el rumbo de la infamia
que nos gobernara tantas veces desde el aciago derrocamiento y posterior
asesinato de Moreno. Y esto no es una expresión de porteñismo del que creemos
carecer, sino consecuencia del brutal centralismo de nuestra nación, que ha
producido que todo el poder se concentre alrededor de unas pocas manzanas que
rodean a la Plaza de Mayo. De allí que cada vez que ese lugar convoca la
rebelión popular, produce cambios casi inmediatos en la estructura del poder.
Baste recordar que el Cordobazo tuvo la misma magnitud o tal vez mayor aun, que
la rebelión del 19 y 20 de diciembre, sin embargo Onganía cayó un año después,
ejecución de Aramburu mediante. El sentido contrario puede observarse en el ya
citado agosto de 1806, el 25 de mayo de 1810, el 26 de julio de 1890, el 17 de
octubre de 1945 o en diciembre de 2001.
Ser pueblo, es ser memoria
La rebelión del 19 y 20 continuó entonces esta tradición de lucha de las masas
americanas, en el sentido señalado por Alcira Argumedo, en cuanto a que desde la
conquista española y su brutal genocidio original, cada generación de americanos
se ha sublevado contra el poder opresor europeo -español, portugués, holandés,
francés o Británico- y sus representantes vernáculos. Dicha marcha ascencional
es particularmente notable a partir de la ya citada Gran Revolución india
americana del Inca Túpac Amaru y de su invicto predecesor Don Juan Santos
Atahualpa2. En particular podría decirse que sus herederos directos, el pueblo
boliviano ha vivido de rebelión en rebelión hasta el reciente triunfo del que
será el segundo Presidente Indio de América después de Benito Juárez, el
compañero Evo Morales. Pero el primero que redime a los maravillosos y
cultísimos pueblos del Altiplano. Esos pueblos heroicos que durante diez años
impidieron con su sangre la derrota de la Revolución de Mayo. Es indiscutible el
carácter dignificador y revolucionario que resume el triunfo del MAS boliviano.
En este marco la rebelión del 19 y 20 tuvo el gran mérito de sumar una nueva
generación a dicho derrotero de lucha, enlazada con los sobrevivientes de las
luchas setentistas que en conjunto llenaron la oleada de movilizaciones y
asambleas populares posteriores a diciembre. Si los hijos de los Revolucionarios
de 1890, que combatiendo bajo el mando de Alem e Irigoyen enarbolaron una
consigna que haría historia: 'Patria o muerte', hicieron posible el triunfo del
Peludo Yrigoyen en 1916. Desarrollando además la Reforma Universitaria y el gran
movimiento huelguístico de resistencia social de los años veinte, inventando en
las calles de Córdoba la consigna 'Obreros y estudiantes unidos adelante', que
recorrería el mundo. Consigna a todas luces anticipatoria por su contenido de
clase de la ya casi olvidada 'Piquete y cacerola la lucha es una sola' que
heriría los oídos del poder colonial durante el año 2002. Así de seguido la
generación de sus hijos realizó el 17 de octubre de1945, abriendo el cauce a la
Revolución Nacional y Social del Pronismo. La generación siguiente, enlazada con
la anterior que diera forma obrera y popular al peronismo, construyeron la
Resistencia a la restauración oligárquica posterior a 1955. Ellos dieron el
golpe de gracia al proyecto de la Libertadora a partir del heroico Cordobazo que
abriera la gran gesta revolucionaria de los años 70. Luego vendría la derrota de
1976; la mayor sufrida por las fuerzas populares desde la batalla de Pavón en
1861, y similar en la magnitud del genocidio producido por la oligarquía. Tal
vez más grave aún por el carácter calificado del aniquilamiento de los cuadros
del movimiento popular, dirigentes sociales que empalmaban estratégicamente la
lucha popular desde 1945 hasta 1976. No en vano más del 55 % de los 30.000
desaparecidos fueron dirigentes sindicales de base.
En diciembre del 2001 otra generación tomó la posta de la historia, sumándose
con sus rasgos característicos y con las formas de lucha de que dispone, así
como con sus códigos y contenido específico, tal cual pudo verse en la heroica
jornada del día 20 de diciembre y en la batalla del Puente Pueyrredón de junio
de 2002. Allí Darío Santillán retomó los más sublime de nuestra historia, al dar
su joven y hermosa vida, para intentar salvar a su compañero Maximiliano
Kostecki, en el mejor estilo de Cabral, de Dorrego, de Juana Azurduy o de la
heroica generación del setenta. El día 20 en la batalla de Plaza de Mayo -y en
otros lugares del país ese día, los anteriores y los posteriores- la juventud
ocupada y desocupada, dio una pelea frontal y heroica a las fuerzas represivas.
Una nueva juventud fogueada en la lucha contra la policía del gatillo fácil, la
corrupción y el asesinato de jóvenes y de pobres, en las villas, en los barrios
carenciados, en los estadios de fútbol y los recitales, puso a raya a las
fuerzas represivas. Pese a su barbarie, las fuerzas policiales -con un saldo de
35 ciudadanos muertos, 40 en todo el país- debieron ceder el control de la
ciudad al pueblo, siendo derrotadas por la acción heroica de jóvenes -y
cincuentones- que usando piedras y motos enfrentaron a un enemigo que disponía
de todo el arsenal de fuego. Dicha juventud retomó y reformuló la herencia de
sus antecesores de los años 70, abriendo un nuevo período histórico que aun
transitamos, aun cuando todavía no haya generado una nueva expresión política
que lo contenga. Tal vez debamos volver al pensador sardo y recordar su apotegma
respecto que 'hay crisis, ya que muere lo viejo, pero aun no nace lo nuevo'4 .
En una mirada panonámica podría decirse que hasta allí los '70 eran asignatura
pendiente. A partir del 19 y 20 los '70 son ya historia. O empiezan a serlo.
La crisis está allí.
Ya en la misma noche del 19 de diciembre la multitud que marchó contra la
explosión del modelo neoliberal, mostró señales de un tiempo nuevo. En realidad
la crisis del capitalismo colonial argentino era de tal magnitud que se hallaban
al descubierto los dos elementos principales del poder capitalista neoliberal
actual: la democracia burguesa colonial, con su representación destrozada al
calor del 'que se vayan todos' y sus políticos escondidos y disfrazados y el
capital financiero desnudando la esencia expropiadora del capitalismo, robando
desembozadamente sus ahorros a los dos tercios inferiores de la nación. Esta
realidad expropiadora objetiva, era la base del acuerdo en la calle entre los
trabajadores desocupados y las capas medias -expresadas casi de inmediato en el
enorme movimiento de las asambleas populares-, alianza que desveló al poder
colonial durante casi un año y medio. Destruir esa alianza fue -y es- el
objetivo de todos los partidos coloniales existentes. Es el objetivo principal
del elenco gobernante, que ha obtenido éxitos importantes en la tarea de
desmontar y cooptar la enorme movilización popular emergente del estallido de
diciembre. Este éxito gubernamental se debe principalmente a la mendacidad, el
oportunismo y la estupidez existentes en algunos sectores del campo popular, que
se han sumado alegremente a un proceso de emprolijamiento del poder colonial que
nos gobierna desde 1989. Sólo la inexistencia de fuerzas de recambio político no
aparecidas hasta entonces, ni hasta hoy, así como la supervivencia de una
izquierda ahistórica, permitieron que el 19 y 20 no eclosionara en un nuevo
proyecto político nacional, superador de la crisis. Luis Zamora tendrá sus
razones para haberse negado a jugar el rol que la historia le puso frente a sí.
Sin embargo la crisis está abierta y pese a los éxitos momentáneos del poder en
comprar, encuadrar y domesticar a algunos sectores del movimiento popular, el
mismo seguramente alumbrará una nueva etapa de la marcha histórica de los
argentinos, una vez más, enmarcada en el resurgimiento de la Patria Grande
Americana. La fragilidad del sistema es tal que cada nuevo elemento de crisis
devuelve al poder colonial a la situación del 19 y 20, tal como se comprueba con
la crisis desatada por la masacre de Cromañón o en la protesta popular contra la
privatización y depredación ferroviaria de Haedo.
Piqueteros, asambleas populares y empresas recuperadas
El 19 y 20 alumbró tres elementos que podrían ser la punta para un nuevo
movimiento popular: un potente movimiento de trabajadores desocupados,
encuadrado en el Movimiento Piquetero; una expresión natural de organización
política popular a través de Asambleas Populares y una profundización del
mecanismo de ocupación y puesta en marcha por sus trabajadores de las empresas
abandonadas por la burguesía: las Empresas Recuperadas. La enorme potencialidad
de dicho movimiento sumado a la posibilidad entonces, de un frente con las
izquierdas -juntos en la calle piqueteros, asambleas populares y partidos de
izquierda realizaron las movilizaciones más numerosas y continuadas desde la
traición menemista- y los sectores antimodelo, llenó el período de movilización
de masas más alto de estos tiempos; el comprendido entre diciembre de 2001 y
mayo de 2003. La enorme potencia de esta confluencia en junio-julio de 2002
-luego de la masacre del Puente Pueyrredón-, obligó a Duhalde a irse seis meses
antes y a abandonar de hecho la política activa, aunque necesitó que las urnas
se lo confirmaran en el octubre reciente. Pero el poder colonial es sabio: en el
llamado a elecciones hecho por Duhalde estaba el Talón de Aquiles del movimiento
popular. Ese enorme potencial de movilización y de acción que se expresaba en la
calle, no tendría expresión política alguna. Y así fue. El PJ -expresado ahora
en su ala 'izquierda'- volvió al gobierno y pudo por ahora regenerar el poder
colonial post Anillaco. Claro está que con nueva forma y contenido algo difrente.
Ya no gobierna el parasitismo financiero aunque se cumpla a rajatabla con el FMI
-eso sí gritando mucho-, ahora mandan Repsol, Techint y los amigos del
Presidente.
El poderoso movimiento piquetero -único movimiento de tal magnitud en el mundo
de trabajadores desocupados- y el de las Empresas Recuperadas, recoge la
herencia directa del mayor movimiento sindical que alumbrara América Latina
durante el siglo XX: el existente en la Argentina entre 1890 y 1989. En el
sentido que estamos analizando es imposible no ubicar la existencia de dicho
movimiento sin considerarlo como heredero del potente y revolucionario
movimiento sindical clasista y combativo de los años 70, que había jaqueado como
nunca antes al poder burgués existente. La estrategia del mando capitalista
argentino de desindustrializar a la nación de manera brutal, destruyendo
físicamente a la clase obrera, no se entiende sin esa comprensión. Fue el propio
presidente de la UIA Elvio Coelho, ya en 1971 -es decir a dos años del Cordobazo
y con el Viborazo aun palpitando- quien expresara blanco sobre negro a James
Petras los planes que la gran burguesía aplicaría inexorablemente a partir de la
dictadura genocida. "A pesar de todo, no creo que ellos (los guerrilleros A.J.
Lapolla) fueran el motivo central del golpe militar que se planeaba en la
Argentina (el de 1976. AJL). Ya en 1971 me había impresionado un diálogo que
mantuve, si mal no recuerdo, con Elvio Coelho, entonces Presidente de la Unión
Industrial Argentina (UIA). Yo le preguntaba porque no se lanzaban a la
industrialización como en Brasil" "- Porque los sindicatos son demasiado fuertes
y eso nos llevaría a una guerra civil- contestó. - Pero, ¿porqué no lo intentan?
-Porque podemos perder - dijo."5 Coelho no hacía más que refirmar las palabras
del hirsuto almirante Isaac Rojas quien en 1955 había expresado toda la visión
estratégica de la oligarquía nacida en la Argentina: 'Para que desaparezca el
peronismo, deberán desaparecer las chimeneas.'6 Realizada la matanza otro
empresario 'argentino', Don Juan Alemann reseñó en 1980 la labor realizada por
los genocidas: "Con esta política (la represión y los 30.000 desaparecidos. AJL)
buscamos debilitar el enorme poder sindical que era uno de los grandes problemas
del país. La Argentina tenía un poder sindical demasiado fuerte, frente al cual
era imposible el florecimiento de cualquier partido político, porque todo el
poder lo tenían ellos. (...) Hemos debilitado el poder sindical y esta es la
base para cualquier salida política en la Argentina."7 Es imposible pensar a la
Argentina de hoy después de la destrucción de la nación industrial, tecnológica,
militar y científica sin considerar estos planes del estado mayor capitalista.
Desde allí debe verse al movimiento piquetero -y a las empresas recuperadas por
sus trabajadores- como el heredero de dicha clase obrera destruida en su esencia
principal, el trabajo y la solidaridad natural del empleo común. No otro es el
significado de la despedida del Ingeniero A. Alsogaray, quien señaló antes de
morir: 'He cumplido mi misión. Hemos logrado que el país retornara al 3 de junio
de 1943.' 8 El Capitán Ingeniero estaba en lo cierto: en 1976 la nación poseía
seis millones de trabajadores industriales sindicalizados con pleno empleo; en
el 2001 la cifra de trabajadores industriales se había reducido a menos de un
millón.
El hambre como disciplinador social
Debe señalarse sin embargo, la enorme dificultad que entraña para los
trabajadores desocupados -y también de las empresas recuperadas-, el que su
lucha se de hoy por fuera de los marcos del empleo, el sindicato, la fábrica, la
empresa. Carente del núcleo de cohesión que brinda el empleo y el trabajo, el
camino es mucho más arduo y espinoso, debiendo no pocas veces recomenzar su
construcción. El poder colonial juega a ello combinando el clientelismo, la
cooptación, la dádiva y la represión, ejercidos sobre la base objetiva del
hambre del pueblo. Hay ya sectores del conurbano bonaerense -el corazón del
proyecto de destrucción de la clase obrera y de la política de devastación
social de la nación- con dos generaciones crecidas fuera del empleo, la
educación regular, el servicio militar y la comida en el hogar. El hecho de que
la conducción sindical se encuentre en gran parte en manos de cómplices de la
destrucción de la nación y de su propia clase, y no asuma la representación de
los trabajadores desocupados, disminuye la potencialidad política del movimiento
y le impide cohesionar a otros sectores sociales como ocurriera en los '70 con
la CGTA y el movimiento sindical combativo. El nuevo capitalismo post URSS, basa
su poder en el hambre y el desempleo masivo. Es esta la base de dominación del
poder colonial actual. Sin embargo es al mismo tiempo su punto de mayor
debilidad, dada la brutal contradicción que derrama sobre la sociedad, tal como
lo demostrara la gran rebelión popular de diciembre y las réplicas de Cromañón y
Haedo. La base real del capitalismo colonial argentino impide la consolidación
del modelo vigente desde 1989, por el contrario tiende a coagular a los dos
tercios de la sociedad contra la cúpula social. Cúpula excluida por sí misma en
countries, barrios privados, cerrados, plazas enrejadas y restaurantes que
cierran el ingreso a los pobres. Ya en el 2001 la transferencia del 80% más
pobre de la sociedad al 20% más rico, era de 27.4 mil millones de dólares
anuales entre 1989 y 2001. Es decir de 274 mil millones de dólares en diez años.
9 Hoy las cifras son aun mayores, pese a los desesperados intentos del gobierno
por ocultarlos: el INDEC señaló en julio de 2005 que la grieta entre el 20% más
pobre y el 20% más rico de la sociedad se profundizó aun más durante el segundo
semestre de 2004, ya que la brecha pasó de 13,3 a 14,3 veces. Al mismo tiempo el
10% más pobre pasó de recibir el 1.4% del PBI al 1.3% del mismo.10 Hoy la
diferencia en mayor aun: 'esta deuda social es aún acuciante: luego de haber
logrado el mayor crecimiento del PIB de los últimos cien años, la población en
situación de pobreza e indigencia se mantiene en los mismos niveles de fines de
2001 (38.5% y 13.6% respectivamente). Ello se debe en gran medida a que la
distribución de los ingresos no se ha modificado desde el punto más crítico de
la crisis del año 2002, pues el 20% más pobre de la población continúa
recibiendo sólo el 4.4% de los ingresos totales, mientras que el 20% más rico
mantiene una participación superior al 50%.'15 Esta tarea que se negó a realizar
Lavagna estará en el centro de los reclamos que afrontará Felisa Miceli, pero
luego del pago de casi 10.000 millones de USS al FMI, y los otros prometidos es
muy difícil que el 2006 sea un año de distribución. Por lo menos si no cambia la
matriz estructural de la economía. El problema para el gobierno es que, dado el
proyecto estratégico burgués 'argentino' a que hacemos referencia más arriba,
empeñado en mantener un nivel salarial que apenas cubre el 60% del costo de la
canasta familiar, cada empleo que se crea, crea un nuevo pobre. Si a esto se
suma que la propagación del monocultivo de soja transgénica forrajera destruye
cuatro de cada cinco empleos en el campo11 , y el 49.6% de toda la tierra del
país (es decir la mitad de la tierra cultivable) está en manos de 6900
empresas-familias14, la situación del empleo y la distribución es
estructuralmente insoluble dentro de este modelo. El mismo no permite la
política plesbicitaria que el gobierno pretende, de allí la necesidad de cerrar
los espacios críticos de cualquier especie -cualquier camino puede devolver al
'que se vayan todos' al centro de la escena, como descubrió Ibarra. De allí la
necesidad de avanzar en los acuerdos mediáticos con Haddad, Blumberg, Monetta,
Tinelli, Ávila, Manzano y demás envenenadores de la conciencia colectiva. Esa es
la razón que pese a ser nuestro país unos de sus fundadores Telesur sólo puede
verse 4 horas por día en un canal de cable de escasa difusión. Por el desarrollo
natural de las cosas el modelo regeneraría otro 19 y 20, aun mayor
probablemente. De allí que el poder trate de aislar lo más posible a los pobres
excluidos, de los pobres medios. La rejas de Ibarra -dentro de las cuales quedó
prisionero- son un intento desesperado por echar a los pobres de Buenos Aires y
enemistarlos definitivamente con la clase media, bastante nazificada por la
campaña mediática de criminalización de la pobreza. En esta línea se dan los
intentos del gobierno por destruir al MNER17, a los movimientos piqueteros que
no se subordinan y disolver la CTA, para subsumirla en la CGT ya castrada de
toda representación obrera, por vía de Delía. Pero la realidad y el pueblo dirán
lo suyo. No hay que olvidar que una de las enseñanzas de diciembre fue que la
realidad social pudo más que el sojuzgamiento de la mentira mediática a
repetición. Pese a su retroceso y dispersión actual el movimiento piquetero
mostró también una madurez superadora respecto de los años 70. Si la brutal
provocación del duhaldo-felipismo en el Puente Pueyrredón se hubiera realizado
antes de 1976, es muy probable que la cifra de muertos hubiese sido mucho mayor.
Es evidente que el movimiento popular ha aprendido sobre el uso desmedido, de la
violencia en la epopeya de los '70.
'En busca de los obreros de san Petersburgo' 12
El otro gran elemento surgido de la rebelión lo conformaron las asambleas
populares que afloraron naturalmente en los 18 meses que siguieron a la crisis
de diciembre y aun continuan su marcha. Para desgracia de nuestro pueblo, que
había hecho le esencial, es decir, salir a la calle, enfrentar a la represión y
voltear al gobierno infame, la otra parte, la conducción política necesaria para
crear un nuevo proceso político, no existía. Era un conjuto vacío. Fue allí
donde se mostró el carácter verdaderamente infantil de la 'izquierda' existente
en nuestro país. Su papel en la crisis consistió en 'aparetaear' y destruir los
elementos de poder popular que habían brotado espontáneamente en las masas. No
eran formas del 'poder soviético' lo que se discutía en las asambleas de
ciudadanos que se propagaron como hongos por la Ciudad y el conurbano. No era el
tránsito de 1905 a 1917 en la Rusia revolucionaria, como los militantes de
algunos partidos de izquierda expresaban ante atónitos ciudadanos. Era una vez
más el viejo democratismo popular criollo característico y fundante de Nuestra
América. Así fue después de las invasiones inglesas, así fue en Mayo de 1810,
esas eran las prácticas de los Querandíes, de Artigas, de Castelli, de
Monteagudo, de Moreno, de Dorrego, de Belgrano, de Guemes, de San Martin, de
Zapata, de Villa, de Sandino. Eso es el zapatismo. Lo que ocurría en las calles
era la herencia de Artigas cuando exclamaba a los delegados 'mi poder emana de
ustedes y cesa ante vuestra presencia' o cuando enunciara el viejo apotegma
federal, democrático y republicano retomado luego por Felipe Varela: 'naides es
más que naides'. Era la herencia de San Martín cuando fue designado jefe del
ejercito continental por una asamblea de oficiales americanos en Rancagua y
convocó a luchar para 'ser libres' porque 'lo demás no importa nada' a sus
'compañeros del Ejercito de los Andes'13 . Fue Rodolfo Terragno quien entendió
la magnitud de la crisis: 'el pueblo ha abolido de hecho el artículo 22 de la
Constitución Nacional', señaló, advirtiendo a sus compañeros el tamaño de la
rebelión. Pero claro, como señalara Rodolfo Walsh 'nuestra izquierda conoce muy
bien como Lenin y Trotzky tomaron el Palacio de Invierno, pero desconoce como
Martín Rodríguez y Rosas se hicieron del poder en 1820'. Teniendo en cuenta que
la Nueva Izquierda surgida en los setenta en sus dos vertientes, el Peronismo
Revolucionario y la Izquierda Revolucionaria Guevarista, fuera destruida por la
dictadura, la izquierda remanente que sobrevivió es la que ya tenía fuertes
limitaciones de comprensión política entonces. Esa izquierda fósil es la que
debió salir al encuentro de la crisis de diciembre y ayudar a alumbrar un nuevo
momento histórico. Por supuesto, no estaba en condiciones siquiera de llamar a
la partera. La realidad mostró que la izquierda existente estaba tan muerta como
el resto del sistema político colonial existente, solo que no lo sabía. En lugar
de buscar los caminos de unidad propia para generar una fuerza política nueva
capaz de profundizar lo espontáneo, se dedicó a destruir lo espontáneo y mirarse
el ombligo. Frente a lo espontáneo radica la mayor debilidad de la izquierda,
tal cual nos estallara en las manos en los '70. Cuando ocurriera el Cordobazo
sin 'ninguna organización revolucionaria detrás' -como si semejante movimiento
sindical de la clase obrera no fuese una formidable construcción social de los
trabajadores- muchos dirigentes revolucionarios de entonces se dijeron que eso
no podía ser, que había que organizar y controlar lo espontáneo. Allí se
profundizaría la leninización colectiva y coercitiva del proceso político de los
'70. Tal vez su máxima expresión lo constituirá la leninización de prepo de las
FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) -que no eran leninistas- conocido como Proceso
de Homogenización Política Compulsiva. Puede pensarse que en los tiempos de la
expansión de la Revolución Cubana, de Viet Nam, de la China socialista y de la
existencia de la URSS podía darse aun crédito al leninismo como teoría
revolucionaria. Hacer lo mismo en el hoy, es ignorar nada menos que el colapso
de la URSS, la transformación capitalista de China y la desaparición del
socialismo policíaco europeo por la movilización de sus pueblos. La realidad de
la Argentina de diciembre debía ser metida de prepo en las páginas del ¿Qué
hacer? o del Estado y la Revolución, y no en el pensamiento de Artigas, de
Castelli, de Moreno, de Alem, de Perón, de Evita. Era mejor seguir buscando 'a
los obreros de San Petersburgo', en la Argentina que aceptar al pueblo tal cual
es. La izquierda argentina sigue siendo hija de Mitre y Sarmiento, cree que hay
que 'educar al soberano', 'concientizarlo' y no interpretarlo, acompañarlo, ser
parte de él.
Otra hora de la Patria Grande
El 19 y 20 fue también la expresión argentina de la ola de rebelión antiliberal
que viene recorriendo América Latina desde el alzamiento zapatista. A partir de
allí América Latina ha retomado su línea de confrontación con el imperialismo y
vuelve a transformarse en el centro de resistencia revolucionaria del mundo como
lo fuera en los setenta. En particular desde el afianzamiento de la gran
Revolución Bolivariana de Venezuela comandada por el compañero Hugo Chávez. El
hecho de la reivindicación Bolivariana de Chávez y su revolución, posee el
aditamento de que desde el vamos retoma la revolución continental de la Patria
Grande como proyecto estratégico continental, el camino fundante de la
Revolución Latinoamericana desde los tiempos de la Guerra de la Independencia.
La Revolución Bolivariana ha consolidado la posibilidad de transitar otro camino
en América Latina, como herencia inconclusa de la derrota de la lucha
continental de los '70, sacando enseñanzas de las derrotas de las revoluciones
chilena y sandinista, reformulando la propia Revolución Cubana en la propuesta
de un nuevo Socialismo, plural, democrático y participativo. El triunfo del
compañero Evo Morales sin duda profundiza y radicaliza esta perspectiva
continental. La última vez que los pueblos indios de América se sumaron
masivamente al proceso revolucionario fue durante la Guerra de la Independencia,
de allí la magnitud épica del tiempo que estamos atravesando. No casualmente la
Iglesia católica española -la heredera de la Inquisición, del franquismo y del
genocidio americano- se burló descaradamente de Evo Morales. La derecha
franquista española entendió exactamente de que se trataba el triunfo del Aymara
Morales y respondió con los reflejos del repugnante racismo de los
conquistadores. Poseedor de una sabiduría política ancestral Don Evo contestó
como corresponde: viajó a Cuba, a Venezuela y a España a negociar con Rodríguez
Zapatero para acordar el precio que pagará Repsol por el gas boliviano. Después
vendrá a Buenos Aires ya habiendo arreglado con el dueño del circo, perdón de
Repsol. El triunfo de Morales repercutirá de forma inmediata en Ecuador y Perú
donde el militar nacionalista y americanista Ollantay Humala pasó a ser el nuevo
enemigo de los medios de comunicación del Imperio y tal vez el próximo
presidente del Perú. Presidentes mestizos e indios, pueblos en movimiento y
sublevados a lo largo de todo el continente muestran la dimensión histórica y
épica de la etapa que transitamos. Período que continúa pero profundiza la lucha
continental de los años 70, abierta por la Revolución Peronista y profundizada
por la Cubana. Junto a su política de derechos humanos -del pasado- en su
alianza con Chávez -mediatizada a través de Repsol y Techint- y en darle un
golpe mortal al ALCA en Mar del Plata se encuentra tal vez lo mejor del
Presidente Kirchner, aun cuando dicho apoyo se realiza sobre la base de mantener
el modelo de dominación colonial en nuestro país, marcando sus límites. Una vez
más se trata para el campo popular de poder reformular un nuevo proyecto de
Liberación Nacional y no de disputar migajas de un gobierno que viene a
impedirlo. La herencia del 19 y 20 de diciembre puede constituir un punto de
partida de un nuevo movimiento popular argentino, que se enmarque en la nueva
hora continental, ayudando a concluir la tarea de la emancipación nacional y
social del pueblo argentino y americano. Tal vez debamos hacer caso una vez más
a Marechal: 'Trabajemos desde abajo en el humus auténtico de la raza, con la
raíz hundida en sus puras esencias tradicionales, porque el humus de abajo
siempre conserva la simiente de lo que se intenta negar en la superficie.'
1 Gramsci Antonio. Gramsci dans le texte. París 1985
16 Carta de Moreno a Belgrano, citado por Casco Marcos, La Argentina un Tigre en
Acecho. Corregidor 1996
2 Argumedo Alcira, Los Silencios y las voces en América Latina. Colihue.1999
4 Gramsci Antonio, opus cit.
5 Seoane María. Todo o Nada. Planeta, 1991.
6 La Nación, Octubre, 1955.
7 Andersen Martin, Dossier Secrteto. Planeta. 2001
8 Clarín abril-2004
9 López Artemio, Clarín 30-01-02
10 Argenpress 05-07-05
15 Declaración del IMFC. 1-1-06
11 Botta G., y Selis D. UNLP. 2003
14 Censo Nacional Agropecuario 2002.
17 Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas
12 Duhalde Eduardo Luis, Revista Crisis segunda época
13 San Martín José, Orden General del 27 de julio de 1819