Argentina: La lucha continúa
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Conflicto por las fábricas de celulosa con Uruguay
¿Se viene el estallido?
Fernando M. López
APM
Si los argumentos del gobierno uruguayo para justificar la custodia militar en
el perímetro donde se construye la pastera de Botnia parecieron un tanto
disparatados, basta con leer las conjeturas del gobernador de la provincia
argentina de Entre Ríos, Jorge Busti, para comprender que el conflicto
argentino-uruguayo por la celulosa avanza sobre una delgada línea que roza el
sinsentido.
Cuando se supo la noticia de que efectivos del Ejército llegarían a Fray Bentos
para sumarse a un fuerte control de seguridad, funcionarios cercanos al
presidente Tabaré Vázquez aseguraron que la medida respondía a la preocupación
frente a un posible atentado contra la planta de celulosa finlandesa. Las
autoridades orientales se basaron en declaraciones de algunos vecinos de
Gualeguaychú, donde se lleva a cabo el nuevo bloqueo del puente fronterizo
General San Martín por tiempo indeterminado. "Del otro lado algunos
representantes de la asamblea de Gualeguaychú han dicho que puede aparecer un
Bin Laden", advirtió el vicepresidente Rodolfo Nin Novoa.
Más tarde, incluso, el senador del Frente Amplio, Jorge Saravia, habló de un
eventual "copamiento" de la planta. Según el legislador, los servicios de
inteligencia de su país, manejan información sobre "la posibilidad de alguna
situación no deseada" como "puede ser algún atentado o algún copamiento".
La respuesta argentina no se hizo esperar. El propio presidente Néstor Kirchner
se refirió directamente a la decisión de Tabaré Vázquez en un acto oficial, este
jueves: "¿Por qué mandó a custodiar una papelera? No nos merecíamos semejante
afrenta, le pedimos que rectifique ese error. Por Dios, no hay que perder la
razón ni hay que buscar réditos internos en algo que nos conmueve, tratando de
mostrar xenofobias del pasado".
En esta misma línea, los ministros del Interior, Aníbal Fernández, y de
Relaciones Exteriores, Jorge Taiana, salieron a respaldar las declaraciones de
Kirchner. Fernández calificó la medida uruguaya de "desmedida" y la interpretó
como "una suerte de afrenta que hay que resolver", mientras que Taiana expresó
la queja oficial a través de una carta entregada al embajador uruguayo en Buenos
Aires, Francisco Bustillo.
Pero fue Jorge Busti quien se encargó de aportar la conjetura disparatada del
día en una entrevista radial en la que cruzó opiniones con el intendente del
departamento de Río Negro (Uruguay), Omar Lafluf. El gobernador entrerriano
consideró que, con las versiones sobre un posible ataque contra Botnia, "se
intenta crear un ambiente para hacerse una especie de autoatentado para acusar
de violentos a vecinos pacíficos".
En medio de este cruce que parece no tener fin, el representante de Botnia en
Uruguay, Carlos Faroppa, trató de desvincular a la transnacional de la presencia
de efectivos militares en Fray Bentos, que por estas horas realizan tareas de
reconocimiento y coordinación en la zona. "Fue una solicitud del Gobierno como
medida precautoria y preventiva de protección del predio", aseguró Faroppa.
Sin embargo, no sería posible entender los movimientos del gobierno uruguayo en
su defensa de la celulosa, sin saber que Botnia ejerce una enorme presión que
determina cada una de las decisiones de Vázquez en cuanto al tema desde que
asumió la presidencia, en marzo de 2005.
La transnacional finlandesa se aseguró este poder gracias al Tratado de
Protección de Inversiones que pactó con el ex presidente Jorge Batlle y, que los
legisladores de la derecha (Blancos y Colorados, por entonces con una mayoría
significativa de bancas) se encargaron de aprobar en el Congreso Nacional. El
acuerdo entre Batlle y Botnia fue suscripto el 21 de marzo de 2002, y unos meses
después el Senado le dio media sanción. En la Cámara de Representantes, la
aprobación se demoró un poco más, en el contexto de un largo debate, pero
finalmente se concretó el 4 de mayo de 2004, a pesar de la oposición de todo el
bloque frenteamplista.
El análisis del entonces diputado socialista, Ricardo Castromán, suena ahora
como una verdad difícil de digerir, aunque los hechos confirmaron la justeza de
cada una de sus palabras: "Creo que esto le va a traer muchos dolores de cabeza
al Estado uruguayo, cualquiera sea la conducción política que a partir de
octubre tome los destinos del país", dijo luego de que el acuerdo Batlle/Botnia
se convirtiera en ley.
Castromán también aseguró en esa oportunidad que el tratado "no le da muchas
salvaguardas, le da todas las salvaguardas" a la compañía. "Se habla de
compensaciones, se habla de que si se concreta la construcción de la planta de
celulosa por parte de Botnia, que pertenece al Estado finlandés, esa va a ser
tierra finlandesa donde nadie va a tocar nada ni revisar nada. El tratado y
fundamentalmente los artículos 5 y 9, están dándole todo tipo de prebendas al
Estado finlandés y a esta empresa que piensa instalarse y de esta forma nos
parece que estamos en condiciones prácticamente insalvables en este momento",
aseguró.
Precisamente, los artículos señalados por el ex diputado, además del artículo 6,
son los mismos que determinan la actual política uruguaya para asumir la
protección de las inversiones finlandesas como si fueran propias.
¿Qué establecen esos puntos del Tratado? En primer lugar, que "las inversiones
no podrán sufrir expropiaciones directas ni indirectas", en segundo término que
el "Estado deberá indemnizar las pérdidas por manifestaciones o revueltas" y,
por último, que "en caso de controversia, las empresas podrán saltearse los
juzgados nacionales y llevar el tema a tribunales internacionales, según les
parezca". Es decir, se trata de una ley que se coloca por encima del Estado
uruguayo y que, a su vez, pone los intereses transnacionales por encima de los
intereses nacionales. Tal es el legado del ex presidente Jorge Batlle sobre el
gobierno del Frente Amplio y sobre las sucesivas administraciones durante un
plazo de 20 años.
El cruce entre Argentina y Uruguay podría llegar a niveles de tensión aún más
altos en los próximos días. Todavía cuesta creer que exista la posibilidad de
algún "atentado" contra la planta de Botnia, como afirman las autoridades
uruguayas, o un "autoatentado", como especula Busti; pero dadas las
circunstancias es probable que, si el conflicto entre ambos países se agrava, la
relación bilateral estalle por los aires y tenga serias consecuencias sobre el
proceso de integración del Mercosur.
Se deberá poner especial atención a la visita a Montevideo que realizará el
presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, prevista para el 18 o 19 de diciembre.
Tabaré Vázquez intentará lograr el apoyo del mandatario brasileño, en su papel
de presidente pro-tempore del Mercosur, sobre todo para llevar el conflicto al
ámbito del bloque. Tal vez no lo logre, pero, sin duda, Da Silva será un factor
importante para calmar las aguas del Río Uruguay.