Argentina: La lucha continúa
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Almirón, la Triple A, Villa Constitución y Santa Fe
Los prólogos
Carlos del Frade
Argenpress
El asesinato de Constantino Razzetti, la invasión a Villa Constitución
financiada por los empresarios de la ciudad, entre otros José Martínez de Hoz y
Arturo Acevedo, la trayectoria de Agustín Feced y el relato de un santafesino
sobreviviente de los años setenta y que da cuenta del origen de la Triple A, son
elementos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de reabrir la investigación
sobre el grupo paraestatal y que arrojan luz sobre los soportes económicos y
políticos de asesinos como Rodolfo Almirón, ahora descubierto en una localidad
cercana a Valencia, en España, a través de una investigación periodística
publicada por el diario "El Mundo". El capítulo santafesino de la Triple A o la
huella de Almirón en el segundo estado santafesino resume algunas certezas: los
grandes empresarios apoyaron la conformación de estos grupos de tareas y lo
siguieron haciendo durante el terrorismo de estado; la información en torno a la
militancia social, gremial y política ya venía acumulándose desde los años
sesenta; los integrantes de las patotas irregulares de principios de los setenta
luego se fusionaron a través del Batallón 601 de inteligencia; y el eje de la
producción de torturas, información y secuestros fueron los archivos de la
Policía Federal Argentina que, increíblemente, no tiene ningún imputado en la
justicia federal sant fesina.
Almirón y la Triple A
Horacio Salvador Paino llegó a ser teniente primero del ejército argentino e
integró, desde sus orígenes, la Triple A.
Sus declaraciones ante la Cámara de Diputados de la Nación, primero, y en los
medios de comunicación uruguayos, después, sirvieron para explicar la ingeniería
inicial del organismo paraestatal.
La parte operativa estaba dividida en ocho grupos dirigidos por Rodolfo Almirón,
"Coquibus", Miguel Angel Rovira, López, Farquarsohn, Pasucci, José Miguel
Tarquini y Rubén Escobar.
"Almirón, otro defenestrado por la policía federal por su visible complicidad
con contrabandistas, traficantes y ladrones, la verdadera pesada de la década
del sesenta, acumulaba además una acusación por homicidio: el 9 de junio de
1964, él y un tal Vicente Lavía fueron detenidos por el asesinato del teniente
Earl Thomas Davies, un norteamericano de 23 años en la conocida boite Reviens,
de Olivos. Almirón y Morales en algún momento estuvieron asociados con la banda
de "El Loco" Prieto, que murió quemado en la prisión. Una venganza por sus
actividades como delator", contó en su indispensable libro "Buenos Muchachos",
el imprescindible y siempre presente Carlos Juvenal.
El 14 de julio de 1975, la señora de Perón y del doctor Antonio Benítez,
ministro del Interior, suscribieron un decreto por el que enviaban en comisión
al exterior a Miguel Angel Rovira, Rodolfo Eduardo Almirón, Oscar Miguel
Aguirre, Pablo César Meza, Héctor Montes y Jorge Daniel Ortiz. "El decreto
aclaraba que los fondos para la misión en el extranjero serían provistos por el
Ministerio del Interior. Un puente de plata, como el que cruzó López Rega",
explicó Juvenal en su impecable trabajo.
En abril de 1983, la revista española "Cambio 16" publicó una nota titulada "Así
mata Almirón" y apuntó aquel asesinato del teniente Davis en la década del
sesenta.
Villa Constitución
"El Grupo Villar fue una de las principales vertientes en la formación de la
Alianza Anticomunista Argentina (AAA), siendo el autor de los atentados que se
produjeron en el período anterior a su aparición pública, de indudable origen
policial. Algunos de sus miembros prestaron servicios en tareas de represión
política como los llamados viborazos, en Córdoba, los tucumanazos y otros.
Posteriormente, pese al retiro de Villar, el grupo permanece cohesionado y en
operatividad bajo el liderazgo de su inspirador. Del entorno de Villar integran
las AAA, el principal Jorge Muñoz, el inspector Jorge Veyra, el inspector
Gustavo Eklund, el subinspector Eduardo Fumega, el inspector Alejandro Alais, el
principal Bonifacio, el inspector Félix Farías y el principal retirado Tidio
Durruti", sostiene el ex comisario de la policía federal, Rodolfo Peregrino
Fernández, en su declaración ante la Comisión Argentina de Derechos Humanos, en
1983.
Se trató de la más precisa y clara descripción sobre el origen de la Triple A en
la Argentina y sus principales operativos, entre ellos, Villa Constitución, el
20 de marzo de 1975.
"La designación de José López Rega en 1973 como ministro de Bienestar Social
trae aparejada la rehabilitación de los oficiales de la policía federal, Juan
Ramón Morales y Rodolfo Eduardo Almirón, que habían sido separados del servicio
por su vinculación con importantes bandas de delincuentes comunes. Morales y
Almirón fueron ascendidos y reincorporados como oficiales retirados a cargo de
la custodia del ministro de Bienestar Social y posteriormente, de la custodia
presidencial", agregaba Fernández.
Morales y Almirón, "conjuntamente con el principal José Famá -quien era de
confianza personal de López Rega en razón de su parentesco- y sectores
parapoliciales reclutados entre conocidos delincuentes comunes, como Antonio
Melquíades Vidal, alias Tony o antiguos represores como Héctor García Rey,
conformaron la otra vertiente principal de las AAA, cuya existencia, así como el
nombre de sus jefes principales, era conocida por la oficialidad de la policía
federal argentina", añadió.
Almirón habría participado del asesinato del diputado peronista Rodolfo Ortega
Peña y en junio de 1975 "abandonó el país junto a López Rega".
A continuación, Fernández relató la represión ilegal en Villa Constitución
contra los trabajadores de Acindar, Metcon, Vilber y Marathon.
Señaló que el procedimiento, la invasión de aquel 20 de marzo de 1975, fue
comandada por el comisario Antonio "Don Chicho" Fischietti, quien había sido
delegado de la Federal en la provincia de Tucumán.
"Al frente de los efectivos policiales regulares destinados en la zona rotaron
los oficiales Salas, Morales, Muñoz y otros", indicó.
Después narró cómo se les pagó dinero extra para generar las detenciones y
posteriores torturas en el ex albergue de solteros de Acindar, cuando el gerente
era José Alfredo Martínez de Hoz y el presidente del directorio, Arturo Acevedo.
"Las patronales de las industrias metalúrgicas instaladas allí, en forma
destacada el presidente del directorio de Acindar, ingeniero Arturo Acevedo,
establecieron una estrecha vinculación con las fuerzas policiales mediante pagos
extraordinarios en dinero. Acindar se convirtió en una especie de fortaleza
militar, con cercos de alambres de púas. Los oficiales policiales que
custodiaban la fábrica se alojaban en las casas reservadas para los ejecutivos
de la empresa...Acindar, pagaba a todo el personal policial (jefes, suboficiales
y tropa) un plus extra en dinero, suplementario al propio plus que percibían
oficialmente los efectivos, tarea que estaba a cargo del jefe de personal de
dicha empresa de apellido Aznares, así como del jefe de relaciones laborales,
Pellegrini", informó el ex comisario de la Federal.
La "banda" Aníbal Gordon
El 25 de setiembre de 1983 fue secuestrado Guillermo Patricio Kelly.
Cuando fue liberado, luego de ser "retenido" en una casa operativa de Rosario,
San Martín al 4800, acusó directamente a Aníbal Gordon y su grupo de tareas, "la
brigada Panqueque".
Gordon formó parte de la Alianza Libertadora Nacionalista, justamente al lado de
Kelly, se enroló en la Concentración Nacional Universitaria y luego se integró a
la Triple A y a la inteligencia militar.
Junto al general Otto Paladino, llegó a formar parte de la selecta custodia de
Juan Domingo Perón cuando se entrevistó con el líder radical Ricardo Balbín. Era
el 31 de julio de 1973 y los aires de Ezeiza anunciaban las furias de marzo del
’76.
Fue uno de los cuatro mil hombres que asaltaron Villa Constitución el 20 de
marzo de 1975.
Bajo su mando operacional estuvo la suerte de los detenidos de Automotores
Orletti y también de sus órdenes dependían las maniobras de militares como el
entonces capitán Cabanillas que, en la década del noventa, llegó a ser titular
del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario.
Gordon, junto a Palladino, llegó a tener una agencia de seguridad privada, "Magister"
y su "brigada Panqueque" fue relacionada con el robo a los tribunales rosarinos
y al museo Estévez.
El crimen de Razzetti
"El crimen de Constantino Razzetti fue político, resulta verosímil que haya sido
cometido por la Triple A, encuadra en la calificación de 'lesa humanidad', es
por lo tanto imprescriptible y corresponde una investigación amplia, profunda y
sin limitaciones en el fuero federal", sostuvo el fiscal federal rosarino,
Claudio Palacín, al oponerse a la apelación presentada por su colega Adriana
Saccone que había negado la posibilidad de considerar e investigar el crimen de
Constantino Razzetti, producido el 14 de octubre de 1973, como un hecho de lesa
humanidad y atribuible a la Alianza Anticomunista Argentina.
'Comencemos a bucear, dejemos de hacer surf', escribió el fiscal en su dictamen.
Agregó que efectivamente se trató de un crimen 'esencialmente político' y que,
además, 'debe calificarse como un crimen de lesa humanidad'.
'No puedo menos que coincidir también con el denunciante en que los delitos de
lesa humanidad son imprescriptibles', dijo el fiscal general que con su posición
confirmó la decisión de Sutter Schneider en cuanto a que era pertinente abrir la
investigación pero avanzó sobre el criterio de que se haga por averiguación de
la Verdad Histórica sin la citación a imputados.
'No debemos continuar con el dilema popular del huevo o la gallina ni seguir
atando el carro delante de los caballos... Gráficamente: comencemos a bucear,
dejemos de hacer surf', remarcó el fiscal.
Para Palacín corresponderá la intervención de la Unidad de Asistencia para
Causas por Violaciones a los Derechos Humanos a cargo de Griselda Tessio y
creada, justamente, por la Procuración General de la Nación.
"Seguramente impulsará, sin dilación alguna, la rápida, total y cabal
investigación' del homicidio de Constantino Razzetti.
El origen de la Triple A
Jorge Castro es sobreviviente por partida doble.
Primero resistió las torturas del terrorismo de estado por su militancia en el
Ejército Revolucionario del Pueblo, y segundo, cuando el agua del río Salado se
llevó todo y dejó a su familia en el barro.
Fue militante cristiano en tiempos de la iglesia de Vicente Zazpe, mientras su
papá, Saturnino "El Potrillo" Castro, se empeñaba en su fe peronista a pesar de
las persecuciones, cárceles y la muerte cercana después de la caída del general,
allá por 1955.
En el relato de la historia de su familia parece sintetizarse gran parte de la
historia argentina.
La pelea de su viejo, del Potrillo, lo llevaron a ser militante reconocido
nacionalmente de la mítica resistencia peronista y luego, por esas extrañas y
profundas razones de la vida colectiva de los pueblos, estuvo en la conformación
de la Triple A.
El relato de Jorge es el primero que revela fecha y lugar del principio del
grupo paraestatal y su profunda relación ya no sólo con López Rega, sino con el
mismísimo Juan Domingo Perón.
"El 8 de octubre de 1973, Osinde le organizó el cumpleaños a Perón. Se hizo una
comida en Gaspar Campos y a esa comida asistieron quinientos suboficiales de
todo el país. Entre ellos, mi viejo con la delegación de Santa Fe...
"En esa comida Perón les da un discurso. Los saluda uno por uno y ejerció una
presión política muy fuerte. En un momento Perón les dice que los va a
necesitar, que de vuelta va a necesitar de suboficiales del ejército argentino.
Que él sabía que habían resistido y que después Lopecito, por López Rega, se va
a encargar de la organización de ellos...
Quedaron entre 200 y 300 suboficiales de todo el país. Se reunieron en un salón
aparte.
"Perón, Ossinde y López Rega están con ellos. Les pide que en los viajes de
Isabelita conformaran grupos para custodiarla de los zurdos...
"Cuando mi viejo vuelve, justo se había producido el nacimiento de nuestra
primer hija, Victoria, el 9 de octubre. Viene muy parco, no cuenta todo, no es
ningún boludo. Y la cosa se destapa el 7 de noviembre, porque viene Isabelita a
Paraná...
"Entonces ese día a la mañana, mi vieja estaba que trinaba. El viejo le había
dicho que le planchara el traje, la camisa, y todo el día nosotros habíamos
escuchado cruces de palabras entre ellos, hasta que como a las tres y media de
la tarde viene un Falcon verde con tres tipos que yo conocía, que eran del
Círculo de Suboficiales de Santa Fe y lo buscan a mi viejo...
"Entra al dormitorio, yo no lo veo, se pone la pistola y se va, y mi vieja queda
llorando. Cuando se va, mi vieja nos agarra a nosotros y nos cuenta: "Tenés que
pararlo, está metido en cosas raras…". Y se va de custodia de Isabelita a
Paraná, entonces cuando vuelve, yo empiezo a hablar con mi viejo, y al principio
mi viejo no quería reconocer.
"Nosotros ya teníamos conocimiento de que se estaban conformando grupos
paramilitares, entonces ahí le dije realmente vas a estar en la vereda de
enfrente, y ahí lo cagué: "Vos en cualquier momento vas a dejar sin padre a tu
nieta". Eso fue directo a la mandíbula. No sabía qué contestar ante eso. Bueno,
ahí viene un período de impás. Teníamos conversaciones hasta que llega el
intento de copamiento al regimiento de Azul. Aparece Perón de uniforme por
televisión y mi viejo golpeando la mesa. Nos fuimos de casa.
"...Yo a principios del ‘73 me había ido a vivir a Chile porque el partido me
mandó cuatro meses. Vuelvo justo para la asunción de la democracia y mi viejo se
entera después porque la hace confesar a mi vieja que me había firmado la patria
potestad para pasar la frontera. Hasta que lo mataron a Allende...Hasta llega a
colaborar con nosotros sobre los cuidados que había que tener con los fierros...pero
duró hasta que Perón se fue a la derecha. Después el partido quería que mi viejo
entrara...No se dio", dice Jorge y sigue en su militancia en la Casa de los
Derechos Humanos de Santa Fe.
Feced siempre estuvo...
Hijo del director de escuela pública, el español Blas Feced, Agustín nació el 11
de junio de 1921, en Acebal y antes de ingresar a la Gendarmería Nacional
trabajó como docente en Colonia "El Ombú", en Arroyo Seco.
Su primera actuación contra "la subversión peronista" fue en noviembre de 1960,
cuando distintos grupos de la resistencia tomaron el Batallón 11 de Infantería,
en Rosario. Feced al mando de una docena de hombres reconquistó el lugar.
La segunda aparición fue en ocasión del segundo Rosariazo, en setiembre de 1969,
en apoyo a la represión que había comandando el entonces teniente coronel
Leopoldo Fortunato Galtieri, encargado de un batallón de Corrientes. En 1970,
Feced fue nombrado, por primera vez, jefe de la Unidad Regional II de Policía.
Ya por entonces estaba casado con Martha Abal y tenía cuatro hijos, tres mujeres
y un hombre.
Hasta el advenimiento de la primavera democrática de la mano de Héctor Cámpora,
el comandante estuvo en Rosario combatiendo a la subversión, primero al Ejército
Revolucionario del Pueblo y luego del asesinato de Aramburu, a Montoneros. Fue
la obsesión de su vida y el sello que lo identificaría ante las fuerzas armadas
argentina, paraguaya y chilena.
El 28 de noviembre de 1972 participó del secuestro, torturas y muerte de Angel
Brandazza, como lo reconoció el ex agente de policía Angel Farías, ahora
extrañamente incluido en la lista de pedidos de captura internacional que
realizara el juez español Baltasar Garzón.
El propio Farías admitió ante la Comisión Bicameral de la Legislatura de Santa
Fe, presidida por el entonces diputado justicialista Rubén Dunda, que "Feced
torturaba con su propia gente, hacía trabajos por las suyas".
Desde 1974 a principios de 1976, Feced volvió a la clandestinidad. Tenía otro
nombre bajo el cual recibía el sueldo y la jubilación y se desplazaba por toda
la región del litoral argentino.
El 11 de setiembre de 1984, ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas,
declaró que estuvo "escondido, tres años en Misiones, diez condenas a muerte por
los tribunales populares de la FAR y el ERP, en aquel tiempo el ERP era dueño de
Rosario, después aparecieron los Montos".
Aseguró que estuvo exiliado dentro de su propio país, agradeció al Ejército
Argentino "que nunca le quitó el apoyo" y dijo pertenecer a un organismo que no
identificó. Gracias a eso pudo mantener a la familia "allá lejos y un auto
viejo, necesario para seguir peleándolos" y así descubrió "la cárcel del pueblo
de Campana" y el ERP de Resistencia que "se había extendido hasta Oberá".
Le llegaron a ofrecer el mando de la Triple A, desde el seno de la
administración de María Estela Martínez de Perón, pero no aceptó porque no era
un cargo público, si no subterráneo.
Esto lo dijo la mujer que acompañó a Feced durante diez años en su trayectoria
en Rosario a este cronista en 1999.
Feced quería ser nombrado ante las cámaras de televisión...
Pero no se lo aceptaron, comentó entonces la concubina del ex gendarme.
La misma mujer fue muy clara al decir que su marido era permanentemente invitado
a comer o desayunar junto a Arturo Acevedo, presidente de Acindar, o Alberto
Gollán, titular de Canal 3 y Radio 2.
Aquel ofrecimiento fue después del asesinato del comisario Villar a cargo de una
célula de Montoneros.
Por aquellos tiempos, Feced ya era integrante del Batallón 601 y cobraba sus
haberes bajo el apellido de Carlucci.
Señales
En sus declaraciones ante la Comisión Argentina de Derechos Humanos, el ex
oficial de la Federal, Rodolfo Peregrino Fernández, sostuvo que uno de los
primeros nombres de la Triple A fue "Comando Libertadores de América". Aquella
definición fue utilizada por el ex oficial de la policía santafesina, José Lo
Fiego, uno de los principales imputados por delitos de lesa humanidad en Rosario
y comentada en la causa 47.913 por una sobreviviente a sus torturas.
Los primeros crímenes de la Triple A no son los vinculados a Rodolfo Ortega Peña
o al padre Carlos Mugica, sino los registrados en octubre de 1973, contra el
periodista José Colombo, en San Nicolás, y contra el dirigente peronista
rosarino, Constantino Razzetti.
El comisario Muñoz que formó parte de los primeros grupos de las 3 A, como bien
señala Fernández, desarrolló su actividad en San Nicolás, como lo apunta la
excelente investigación que está llevando a cabo el fiscal federal de aquella
ciudad, José Murray.
El principal hecho de envergadura de la Triple A es la invasión a Villa
Constitución y allí, aunque por ahora no se lo menciona, todo el grupo vinculado
a Rodolfo Almirón participó de los secuestros y torturas, avalados y pagados por
la gerencia de Acindar, en aquel momento a cargo de José Alfredo Martínez de
Hoz.
De acuerdo al testimonio de Jorge Castro al relatar las experiencias de su
padre, la Triple A no es solamente una creación de José López Rega, sino que,
aunque cueste aceptarlo especialmente entre los militantes y simpatizantes del
peronismo, tuvo el aval -por lo menos en el comienzo- del propio general Juan
Perón.
El ofrecimiento de la jefatura de las 3 A a Agustín Feced cuando supuestamente
debía estar en posición de retiro y muy lejos de cualquier actividad policial o
de inteligencia interna (1974 - 1975) muestra la existencia de un aparato
estatal ilegal que no es lo mismo que decir paraestatal. Feced recibía sueldos,
información y logística al mismo tiempo que en la cámara de diputados de la
provincia de Santa Fe lo denunciaban como un feroz torturador. Y ese dinero
venía del estado nacional democrático y nunca dejó de llegarle.
Si no se tienen en cuenta las causas Razzetti, Villa Constitución y la propia
historia personal de Agustín Feced, es posible que vuelva a demorarse la condena
judicial contra el poder económico expresado en José Alfredo Martínez de Hoz y
los dirigentes políticos, gremiales y eclesiásticos que apañaron y sostuvieron a
hombres como Rodolfo Almirón.
La pista santafesina de la Triple A, en conclusión, no se trata de un simple
apéndice más, sino de una clave estructural para entender los puentes que van
desde los años sesenta a la terrorismo de estado del 24 de marzo de 1976.
Ojalá que jueces federales y medios de comunicación de Buenos Aires entiendan
que la historia argentina va mucho más allá de la General Paz.