Argentina: La lucha continúa
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El kirchnerismo intervino en la crisis de la UBA
La policía votó al nuevo rector
Daniel Cadabón
Bastante conocida es la fábula que cuenta sobre un escorpión que queriendo
cruzar un pantano le pide a una rana que lo ayude, transportándolo sobre el
lomo. La rana es reticente y desconfiada y pide al escorpión que le garantice
que no la va a picar ya que ella conoce a los de su especie y no son confiables.
El escorpión, agobiado por la necesidad de cruzar las pantanosas aguas, le
garantiza a la rana que jamás hará algo así con ella, cómo puedo darle un
picotazo fatal a quien me ayuda en esta empresa -dijo el escorpión- y con este
argumento convenció a la rana.
La travesía se realizaba en calma, hasta que, en la mitad del pantano la rana
sintió que el aguijón de la alimaña atravesaba su piel, e incrédula preguntó por
qué antes de sentir que el frio de la muerte la envolvía por completo. Por qué
-reflexionó el escorpión- mientras se hundía en las aguas pestilentes junto a su
ex-colaboradora, porque el instinto maneja mi aguijón.
Desde el sábado, 15 de diciembre, el edificio mas representativo del
funcionamiento democrático y republicano fue blindado por un espectacular
operativo policial (la menos democrática, aunque si representativa de las
instituciones burguesas). Con la presencia de más 500 policías, estrictos
controles de ingreso y un espectacular despliegue de seguridad que incluyó
infantería, carros hidrantes, helicópteros y brigada de explosivos, se preparó
la realización del sexto intento de asamblea universitaria que, para elegir
nuevo rector de la UBA, luego de 5 frustrados intentos, se hizo en el Congreso
Nacional el lunes 18 de diciembre.
El Congreso Nacional fue el ámbito elegido para realizar un nuevo acto
conspirativo. Mientras la polica recreaba las escenas del 19 y 20 de diciembre
de 2001, reprimiendo violentamente a jóvenes universitarios en las calles,
contando con la asistencia de grupos patoteriles afiliados a la UCR y al
kirchnerismo; en el interior del legislativo se volvieron a escuchar las viejas
frases, que desde siempre, acompañan al acto represivo: Son una minora de
delincuentes, no son estudiantes... mírenlos, esa es la violencia que
necesitamos erradicar definitivamente de nuestra universidad... declaró el
flamante rector peronista, Rubn Hall, en su primera aparición pública ocupando
este prestigioso puesto.
Mientras eran pronunciadas estas frases, la unidad nacional policial-patotera de
pejotistas y radicales, encargada de proteger la realización de la asamblea,
golpeaba a diestra y siniestra a los estudiantes opositores y con cada trompada
hacia mas grande la fosa en donde se enterrara la autonomía universitaria.
Que la autonomía universitaria se enterrara en la casa de la democracia, no deja
de ser educativo. Que las camarillas profesorales, máxima expresión de la
intelectualidad argentina, hayan elegido a los bastones largos para darse
seguridad en un suceso de tanta trascendencia, tampoco. Hall considera
delincuentes a los estudiantes que luchan, mientras se hace elegir rector en una
sesión donde la votación de su cargo pasó inadvertida para la mayoría de
los asambleístas presentes. ¿Quién votó al rector de la Universidad de Buenos
Aires? Los bastones largos.
Todas estas maniobras, comunes a las asambleas en los sindicatos burocráticos,
permitieron que por primera vez en 20 años, la UBA esté conducida por un rector
y un vicerrector que se reconocen peronistas. Fue la decisión política del
gobierno Kirchner, al proveer fuerzas represivas y habilitar el Congreso lo que
permitió concretar, finalmente, este objetivo.
El recurso represivo para definir la elección del nuevo rector tiene como
propósito central continuar con la política de destrucción de la educación
pública en todos los niveles educativos. No es casual que hace apenas unos días
se haya votado la Ley de Educación Nacional que privatizará escuelas y jardines
y que desmantelará los derechos laborales de los docentes de la enseñanza
primaria y media.
Rubén Hall, aunque llore al recordar sus orígenes, es la continuidad de esta
política de desmantelamiento al nivel de estudios superiores de grado. Hall es
el brazo ejecutor de la menemista Ley de educacin Superior, reivindicada por
Filmus y Kirchner.
La violencia y el grotesco papel que le han tocado protagonizar a los consejeros
universitarios no da para ningún premio Nobel, aunque si para el Guiness de los
record. A las 10, mientras el decano de Económicas, Alberto Barbieri -que,
después se supo, había sido elegido presidente de la asamblea en algún momento-,
gritaba frases inaudibles, algunas manos se levantaron y la voz corrió entre los
presentes: "Ya se eligió rector" (La Nación y Página12). La virtualidad acompañó
el acto: Barbieri contó frente a las cámaras de televisión 120 voluntades en
menos de un segundo (se nota que el decano de Económicas tiene una capacidad
única para los números) y más tarde declaró: "Hubo una moción de orden del
decano de Farmacia, Alberto Boveris, proponiendo a Hall, y se votó. Según lo que
pude observar, no hubo manos levantadas por la abstención y la negativa, así que
se superaron los 119 votos necesarios". Verdaderamente extraordinario.
"Qué pasó?", preguntaba un decano, desconcertado, a los periodistas, mientras
una profesora se retiraba enojada: "Esto es una burla. Ahora somos más truchos
que los de la FUBA". (La Nación)
Levantada la sesión, algunos consejeros se felicitaban; otros se permitían
alguna broma; los más serios repetían que fue "lo único que se pudo hacer", es
decir sesionar entre gases, detenidos, golpeados. El bochorno público de los
representantes del pensamiento científico argentino muestra que el cruce del
pantano ensucia y contamina los métodos, haciendo que las neuronas profesorales
y el espíritu crítico de estas personas se hunda en el lodo.
La represión policial, avalada por las camarillas profesorales y asistida por
grupos de choques de la Franja Morada y los engendros kirchneristas
universitarios, son una fuerte señal de lo que se viene en relación a la futura
democratización en la UBA.
La crisis está lejos de haber concluido y quizás algunos comprendan, más
temprano que tarde, que el instinto no se modifica.