Argentina: La lucha continúa
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La construcción de un poder destituyente
Un "no" positivo capaz de impugnar el funcionamiento de
la maquinaria del poder y, a la vez, de visibilizar redes de intercambio y
politización.
Por el Colectivo Situaciones *
Fechas como éstas reclaman ser interrogadas. Es de suponer que la elaboración de
su significado no deba quedar en manos de personas y grupos autoconsiderados
"destacados" o "especialistas", ni resolverse en la intimidad de una "esfera
privada", sino que atañe a una reelaboración pública continua. Y esto concierne,
antes que nada, al 19 y 20 de diciembre del 2001 como momento privilegiado para
vislumbrar el sinuoso trayecto de las luchas sociales y políticas que
reformularon y construyeron un nuevo espacio público, más allá –y haciendo
estallar– las fórmulas representativas clásicas (ciertamente agotadas) de lo
común mercantilizado y estatalizado.
No se agrega mucho si se recuerda que la historia y el contexto de aquellas
jornadas fueron de crisis. Las nociones de reacción y manipulación tan
recurrentes como interpretaciones de aquel diciembre olvidan el carácter
anticipatorio y radicalizador del protagonismo social que se venía desarrollando
en los barrios y que irrumpió a los ojos del mundo en aquellas fechas: desde los
escraches contra los genocidas a los movimientos y cortes de ruta de los
desocupados de todo el país, pasando por las primeras ocupaciones de fábricas
hasta la maduración de una conciencia antirrepresiva y experimental que primero
desestructuró el absurdo intento de estado de sitio y luego se organizó en
asambleas vecinales.
Que el llamado "modelo neoliberal" estaba ya agotado y que el propio sistema
político estaba completamente ciego, sordo y mudo a las demandas de cambio
constituyó la parte menor de la novedad. La mayor fue, sin dudas, el alto nivel
de autoorganización de quienes tomaron a su cargo las protestas y las consignas
de un nuevo tipo de insurrección urbana (en serie con otras de América latina:
de Caracas a Quito, pasando por La Paz y Oaxaca), totalmente desarrollada por
fuera de las coordenadas políticas tradicionales. Lo que quedó como marca
indeleble fue la construcción de un poder destituyente, de un rechazo que abrió
a nuevas derivas políticas: fue un "no" positivo capaz de impugnar el
funcionamiento de la maquinaria del poder y, a la vez, de visibilizar redes de
intercambio y politización. Hoy vemos la permanencia de estas innovaciones
políticas en las nuevas luchas gremiales, en las formas asamblearias de la
protesta social (Gualeguaychú, familiares de Cromañón), en la resistencia
cotidiana desde la precarización de las vidas y en la organización antirracista
de los migrantes contra la explotación y el abuso policial.
Más allá de la desilusión de quienes creían ver de cerca la llegada al poder o
de los vaticinios más generalizados de una catástrofe rápida y definitiva, las
formas organizativas ensayadas durante la crisis están hoy reelaborándose, al
mismo tiempo que la mediatización actual sólo se hace lugar para reflejar una
nueva ola de consumismo.
Desde entonces también quedó abierto el 19 y 20 en la disputa por cómo operar su
traducción institucional, algo que el actual gobierno parece haber comprendido
rápidamente, aunque su resolución esté plagada de astucias y chicanas, antes que
de un auténtico compromiso de fondo con las dinámicas desde entonces
desplegadas. Por otro lado, una nueva perspectiva analítica tomó fuerza desde el
2001: el pensamiento y la investigación en y desde abajo, abriendo una batalla
interpretativa y de lenguajes para narrar lo que pasó y para presentar el
sentido de las luchas actuales. ¿Qué quedó entonces? Una sociabilidad lo
suficientemente madura como para comprender que tras la proliferación de las
imágenes y los discursos de la normalización, opera un fondo permanente de
excepcionalidad (que incluye el excedente no institucionalizable del 19 y 20)
que reclama profundizar las invenciones políticas, eludiendo tanto las recetas
conocidas de las izquierdas convencionales como, y sobre todo, el retorno de las
derechas más reaccionarias.
* Colectivo de investigación militante.