Argentina: La lucha continúa
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La ofensiva de Barrionuevo y los gordos contra Moyano
Danzas y contradanzas de la burocracia sindical para seducir al capital
Prensa de frente
Siempre iguales a sí mismos -lo que en la suma de tiempo acumulado y de retrocesos de los que fueron co-autores en la situación social y política de los trabajadores los hace cada vez peores-, los dirigentes tradicionales del sindicalismo argentino reeditaron en estos días los enfrentamientos y conspiraciones palaciegas que reiteran periódicamente desde los ’60, divididos en facciones que expresan los modos de asociación de la burocracia con los grupos económicos que disputan la hegemonía de cada etapa del capitalismo periférico en el país. Vandoristas y paticipacionistas, Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y los "gordos", volvieron a ejecutar alrededor del cadáver de Perón sus viejas danzas, "seduciendo al capital".
Las peleas de las respectivas patotas en la quinta de San Vicente, el 17 de octubre, sirvieron como excusa, como "causa bélica", para volver a dirimir -en los umbrales de un año electoral en el que los grupos económicos quieren reaseguros de que recuperarán rentabilidad a costa de los denominados "costos laborales"- qué sector de la burocracia sindical ofrece mejores garantías y a qué sector del poder económico hay que dárselas prioritariamente.
No es sorprendente, también hay antecedentes históricos, de que para un gobierno de sesgo desarrollista como el de Néstor Kirchner, asociado básicamente a las multinacionales petroleras y exportadoras y a algunos grupos locales dedicados a la construcción -con subsidios estatales y renta privada-, es más confiable el modelo sindical vandorista que reproduce en estos tiempos Hugo Moyano. Es más operativo imponer topes a las presiones de las bases obreras por la recomposición de sus atrasados salarios y de sus precarizadas condiciones de trabajo a través de dirigentes que viven haciendo amagues de medidas combativas para terminar negociando las condiciones corporativas de los favores realizados.
Del mismo modo que en las épocas de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, signadas por la hegemonía del capital financiero y de las empresas de servicios públicos privatizados, resultaban más funcionales los herederos del participacionismo de los tiempos de Juan Carlos Onganía y su agente de redisciplinamiento capitalista, el ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena. Un estilo de asociación directa, con participación personal en la generación de empresas subsidiarias del núcleo del modelo, que con tanta ortodoxia cultivan Barrionuevo, Carlos West Ocampo, Armando Cavalieri u Oscar Lescano.
Como en la batalla de San Vicente, en los pases de ofensiva y contraofensiva
de palacio las bases de los gremios no tienen ninguna participación, salvo la de
sujetos de nuevas traiciones. Nada, en esa pelea, tiene como eje sus intereses
de clase.