Argentina: La lucha continúa
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Israel es una máquina de asesinar palestinos, entre ellos muchos niños, en Gaza
Emilio Marín
Las concesiones del gobierno de Néstor Kirchner al lobby israelita de Tel
Aviv, Nueva York y Buenos Aires no podía ser más inoportuno, políticamente
hablando. Es que desde fines de junio Israel ha reocupado Gaza y asesina
palestinos al por mayor.
El 25 de junio último guerrilleros palestinos atacaron un puesto israelita en
Gaza, mataron a dos soldados y tomaron prisionero al cabo Guilad Shalit.
Independientemente de la opinión que se pueda tener del hecho, fue una acción
contra un blanco militar por parte de quienes resisten la prolongada ocupación
israelita de su tierra. Gaza fue ocupada por Israel en junio de 1967.
Cuando Ariel Sharon aún estaba en la jefatura del gobierno, en setiembre de
2005, había evacuado la zona sin aceptar ninguna negociación con la Autoridad
Nacional Palestina. Y, a modo de extraña auto compensación, creía que ese paso
al costado en Gaza lo autorizaba a dar dos al frente en Cisjordania, conservando
allí muchos enclaves ilegales.
La seudo retirada israelita de Gaza duró nueve meses, lapso durante el cual
Sharon y su sucesor Ehud Olmert siguieron bombardeando intermitentemente a la
población civil con aviones y artillería, y llevando a cabo ejecuciones
selectivas, masivas y mixtas.
Desde el 28 de junio de 2006, los tanques Merschava fueron lanzados a la
reocupación de la Franja con la poética designación de Lluvias de verano, y
desde el 1 de noviembre la operación fue bautizada como Nubes de Otoño.
En ambos casos, estaciones de la muerte pues en total fueron aniquilados unos
500 palestinos. En los últimos quince días fueron asesinados más de 200
personas, entre ellas muchas mujeres y niños. Por caso, los disparos de
artillería sionista contra viviendas de Beit Hanun, en el norte de la Franja,
les quitaron la vida a 18 miembros de una familia palestina, entre ellos 8
niños.
Con el cinismo copiado de George Bush, el premier Olmert adujo una "falla
técnica de la artillería israelita, lo revisé, lo verifiqué para explicar esa
bestialidad. Unos días antes sus tropas habían disparado contra mujeres
palestinas que hacían de escudos humanos frente a una mezquita donde se habían
refugiado unos combatientes. Dos de ellas murieron y se convirtieron en heroínas
de Beit Hanun, Palestina y el mundo árabe.
Desde que se inició la Segunda Intifada, en setiembre de 2000, los palestinos
vieron morir a más de 5.000 de los suyos. Los responsables fueron los sucesivos
gobiernos de Ehud Barak (laborista), Sharon (Likud) y Olmert (ex Likud, hoy
Kadima). El actual premier tiene como viceprimer ministro al laborista Shimon
Peres y en la cartera de Defensa al también laborista Amir Peretz, lo que no fue
óbice para que incorporara al gabinete al neonazi Avigdor Lieberman, del partido
Yisrael Beitenu. Para decirlo con palabras de la política argentina, el
arrasamiento de los palestinos es una política de Estado de Israel con las
excepciones de Meretz y los comunistas árabes-israelitas.
La paradoja A veces hay atentados de organizaciones integristas contra blancos
civiles israelitas, aunque desde febrero de 2005 y hasta la masacre de Beit
Hanun regía una suspensión de esas acciones de parte de Hamas. Ahora podrían
reanudarse, de acuerdo a la lógica de que si nuestros hijos se ahogan en sangre
en Gaza, sus hijos en Israel no deberían estar más seguros. Así lo declaró el
vocero de esa organización, Fawzi Barbhoum, cuando eran sepultadas las víctimas
de aquella masacre.
El contraste es nítido, porque el grueso de las víctimas de los tanques,
misiles, cañones y fusiles israelitas proviene de la población civil palestina.
La otra parte, en cambio, apunta contra blancos militares o gubernamentales que
encarnan la ocupación israelita. Esa es la norma, aunque suele haber
excepciones.
Ya quedó desactualizada pero vale la pena citar la estadística del Centro de
Información Nacional Palestino difundida el 11 de octubre último por el Frente
Democrático para la Liberación de Palestina. El número de palestinos caídos por
la ocupación sionista desde el inicio de la Intifada de Al-Aqsa hasta finales
del mes de julio del corriente año, alcanzó la cifra de 4.464, entre ellos 826
menores, mientras la cifra de heridos se elevó al número de 47.440 se lee en su
sitio de Internet.
Al momento de iniciarse las operaciones del presente mes, había en las cárceles
israelitas 10.300 presos palestinos a los que la ley autoriza a torturar. Es el
único país del mundo donde esa práctica de la policía política (Shin Bet) cuenta
con la venia del máximo tribunal de justicia.
Si el panorama ya era tétrico, en la última semana de octubre se puso peor.
Es que se incorporó al gobierno de "unidad nacional el partido ultraderechista
de Lieberman, quien ocupa el ministerio de Asuntos Estratégicos. Se ocupará de
planificar las agresiones contra los vecinos palestinos, libaneses y, sobre
todo, de Irán.
El flamante ministro ejemplificó: hay que tratar a los de Gaza como los rusos
trataron a los chechenos.
Los palestinos están cada vez peor pese a que el 25 de enero último eligieron
democráticamente su nuevo gobierno, encabezado por Isamil Aniye, de Hamas.
Cuatro ministros y treinta diputados palestinos fueron hecho prisioneros por
Israel.
La paradoja es que en los únicos momentos en que aflojó la política israelita
fue cuando Olmert, Peretz y el jefe de las Fuerzas Armadas, general Dan Halutz,
ordenaron la invasión de El Líbano. Entre julio y agosto de este año, 40.000
efectivos asesinaron allí a 1.300 personas y destruyeron medio país o más. Sólo
en esos días se vivió un cierto respiro en la Franja, finalizado cuando la ONU
votó la resolución 1.701 de alto el fuego en territorio libanés. Los tanques
dieron marcha atrás, repelidos por Hizbollah, pero fueron para adelante a
triturar Gaza.
Ayudita de George W Es cierto que Israel tiene un formidable ejército y almacena
200 armas nucleares nunca inspeccionadas por la Organización Internacional
de Energía Atómica.
Pero sus fechorías contra Beirut y la población palestina no se podrían haber
realizado contando sólo con su fuerza propia, que -dicho sea de paso- en la
campaña libanesa quedó con la moral por el suelo y por lo menos 160 cadáveres en
el subsuelo.
El factor político, que al fin de cuentas es lo esencial en todas las guerras,
es decisivo para que el estado judío se sienta con derecho a invadir, ocupar,
anexar, bombardear, matar, torturar y un largo etcétera. En su caso, la ayuda
del amigo bien visible, Estados Unidos, le permite hacer todo lo reseñado hasta
aquí, y mucho más, sin que en noviembre haya sufrido siquiera una resolución
adversa de la ONU.
Cuando el Consejo de Seguridad finalmente votó por fin una moción crítica a
instancias de Qatar, Washington ordenó a su delegado John Bolton que la vetara
por ser sesgada políticamente y no reconocer que el bombardeo a Beit Hanún había
sido un accidente. Entre 1972 y 1992 Estados Unidos vetó más de 30 resoluciones
de reproche a su portaaviones en Medio Oriente.
Desde entonces la cuenta debe haber subido a aproximadamente 45 vetos que
preservaron a Israel, el mayor factor de guerra en la región.
Junto con ese apoyo político, hay que mensurar la ayuda financiera y militar
dispensada por la superpotencia, que bordea los 5.000 millones de dólares
anuales.
La alianza se patentizó el 13 de noviembre último, cuando George Bush recibió a
Olmert en la Casa Blanca. En vez de reprenderlo por sus campañas en Gaza y El
Líbano, donde incluso utilizó bombas de fósforo, alabó su determinación de
amenazar a Irán con un ataque militar en caso de continuar con su programa de
investigación de la energía nuclear.
Aunque el gobierno argentino jure que su entredicho con Irán no tiene nada que
ver con esa estrategia estadounidense-israelita, acusar sin pruebas a Teherán
por el acto terrorista de la Amia y pedir la detención de nueve altos
funcionarios, entre ellos el ex presidente Ali Rafsanjani, es parte de esa
campaña y sirve para justificar nuevas agresiones contra Teherán.
Con la excusa de combatir el terrorismo en Gaza, Israel quiere aniquilar el
gobierno de Aniye electo a principios de año. Y aunque dispara con ese propósito
de burlar la voluntad democrática palestina, no hay que perder de vista que su
objetivo mayor es destruir a Irán, tema donde tiene coincidencias con el
republicano Bush y la demócrata Hillary Clinton.
Néstor Kirchner debería salirse de ese tablero equivocado al que lo llevaron
Eduardo Elztain (Irsa-Cresud), Miguel Kiguel (Banco Hipotecario) y Enrique
Eskenazi (Bancos de Santa Cruz, San Juan, Santa Fe y Entre Ríos), el Congreso
Judío Mundial y la bolsa de Wall Street.