Argentina: La lucha continúa
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Nadie sabe mucho, poquito, ¿nada?
Por M. W.
Imagen: Bernardino Avila
Página 12
El
paradero de Jorge Julio López continúa siendo una incógnita. Los encargados de
buscarlo dicen estar moviendo cielo y tierra pero los resultados son, hasta el
cierre de esta nota, irrisorios.
"No desechamos ninguna pista", confía uno de los más importantes responsables de
la pesquisa. "Todas las denuncias se investigan. Hay personas que llaman y
exigen hablar con una alta autoridad, sea León Arslanian o el propio gobernador.
A nadie se le dice que no. El gobernador ha visitado cantidades de personas,
nunca se sabe quién puede fantasear o aportar algo esencial. Algunos comentan
hechos que luego se comprueba que no tenían nada que ver. Uno sencillamente
exigió la presencia de Felipe para sugerirle que hicieran una batida en Punta
Lara. No es que supiera nada, tenía una corazonada", sacude la cabeza. "Hemos
dado vuelta a sospechosos, puesto miles de policías en la calle, no se extrañe
que en esta movida desentrañemos otros crímenes, de cualquier otra naturaleza",
dice, jurando que no bromea.
Pero no hay certezas sobre el testigo ausente. Sus familiares, que eligieron el
silencio, hablaron a principios de la semana con el gobernador y le pidieron que
mediara una entrevista con el Presidente. Solá habló con Néstor Kirchner, quien
recibió a los parientes al día siguiente.
En el gobierno nacional priman la mesura y la incertidumbre. Son pocos los
funcionarios políticos o de seguridad que consideren que la existencia de una
célula terrorista de derecha sea la hipótesis más posible, pero no la desdeñan.
Según ellos, tras tantos días de búsqueda y tareas de inteligencia es casi
irreal que no surja ningún elemento tangible, ninguna red, ninguna trama
imaginable. Un recuerdo del pasado aviva su lectura: a los pocos días del
asesinato de José Luis Cabezas se manejaba una hipótesis bastante certera acerca
de los móviles del crimen y de la organización que lo ejecutó. Este diario la
publicó a los tres días, en nota firmada por Raúl Kollmann. Ahora, a casi tres
semanas vista, no hay ni atisbos de un relato verosímil.
A la vez, cualquier ciudadano común (el cronista por ejemplo) puede recelar de
la competencia de las fuerzas de seguridad, sobre todo si algunos colegas
podrían estar implicados. Todo modo, dicen en provincia, ninguna pista se
relega, ningún curso de investigación se obtura.
En los gobiernos nacional y provincial se avizora como crecientemente factible
un futuro temido: que López no aparezca y no se conozca el porqué. La incerteza
podría ser un designio de un grupo perverso, una prolongación de los efectos
aterrorizantes y disciplinatorios de la desaparición de personas, ese delito que
ahora, a la chita callando, se quiere desincriminar.