Argentina: La lucha continúa
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La marcha por López y nuestra ceguera "militante"
Juan Rey
El pasado miécoles fue la marcha para exigirle al gobierno la aparición con
vida de Julio López, a un mes de no tener noticias de él. Fuimos los que, en
general, vamos siempre.
Y el hecho de que hayamos sido los de siempre los que estuvimos en la Plaza me
da rabia. Porque en eso algunos entusiastas verán consecuencia, que no
claudicamos. Otros se emocionarán de la imagen de su ordenada y numerosa columna
(en algunos casos repleta de gente llevada a través de prácticas clientelares
parecidas a las de los partidos burgueses), de que su capacidad de movilización
se mantiene a pesar del reflujo. Yo siento bronca. Porque encuentro que si
seguimos siendo los mismos es porque la gente, el pueblo, van por otro lado.
En general, las discusiones, debates, reflexiones (sobre cómo tomar el
poder del estado para desde ahí...; o de cómo buscar caminos emancipatorios
distintos; o de cuáles son los límites de la autonomía, cómo encarar nuevas
relaciones entre compañeros, etc., etc., etc.-todas ellas fructíferas y
necesarias) que se dan en la militancia, no tienen en cuenta lo que hoy me
parece de una necesidad primordial para todo el campo popular: el desafío de
generar un diálogo con la gente.
Las organizaciones (todas, en mayor o menor medida) siguen -seguimos- pecando de
soberbia, una soberbia muy parecida a la de nuestros opresores. Seguimos
creyendo que tenemos la posta. Nuestras prácticas eso dicen. No vemos la
necesidad de dialogar y aprender de los que no estuvieron en la Plaza. De esos
que sí la colmaron (para sorpresa de muchos) el 19 y 20 de diciembre y que
siguieron poblando muchas plazas en las posteriores asambleas barriales.
Pienso y me pregunto si, en vez de haber ido a la movilización, no debí haberme
quedado hablando con mis compañeros de facultad, gente común, ni enterados
ninguno de ellos de que se hacía. Pero el deber ser me llevó por Avenida de
Mayo, soportando los chillidos del altoparlante de la camionetita del partido
que (ese sí!) tiene en su programa todas las respuestas...
¿Qué tal si todos los que ayer estábamos -los de siempre-, nos volcamos a abrir
espacios de intercambio con la gente? Con los vecinos de clase media. Con los
laburantes de las barriadas. Con los jóvenes, sin futuro ni presente... ¿La
causa de López acaso no refleja la existencia de redes criminales con impunidad
garantizada a través de policías, punteros, jueces, intendentes, etc? Quizás
este no sea el caso, pero tranquilamente puede serlo. ¿Y eso no involucra a todo
el pueblo?
Por eso vayamos a generar un ida y vuelta verdadero. Donde la palabra del que no
estuvo sea tomada en cuenta. Donde nuestra propuesta primera sea que la gente
proponga. Donde escuchemos y aprendamos. Construyendo por abajo espacios
democráticos, es decir, del pueblo y, sobre todo, por el pueblo. No de nosotros
para el pueblo (la lógica de la representación es un invento burgués tristemente
reproducido por muchas vanguardias).
Me parece que por ahí viene la mano.
Creo que eso es lo verdaderamente revolucionario.