Argentina: La lucha continúa
|
El gobierno K no ha hecho nada para esclarecer el caso
La desaparición de López debe llevar a la cárcel a todos los genocidas
Daniel Cadabón
Vivimos en medio de un a situación repúgnate. Tan repugnante como
esclarecedora.
Los "viejos" represores vuelven a aparecer, todos los días, por los medios de
comunicación, como si se tratara de un grupo más, que tiene una serie de
reivindicaciones para hacerle al estado. Los dueños de los chupaderos, los
profanadores de la carne, los violadores en cámaras de tortura, los que
secuestraron niños, los ladrones de bienes ajenos, presentan sus demandas como
si se tratara de una minoría oprimida, tienen un reclamo que hacer y
encuentran las puertas abiertas para expresarlo libremente en estos tiempos
derechos y humanos.
No fueron suficientes las distintas prebendas de las que vinieron gozando
durante décadas. Quieren más. Quieren que se les reconozca los servicios
cumplidos por el "bien de la patria". ¿Descabellado? De ninguna manera.
El golpe de estado de 1976 fue exigido, reivindicado y financiado por el
conjunto de los sectores dominantes del país. El peronismo en el poder desde el
´73 no había podido desactivar la creciente movilización obrera que desde el
Cordobazo recorría a lo largo y ancho toda Argentina. Espantados frente a la
crecientes perspectivas de la movilización popular, que alcanzó un desarrollo
extraordinario a partir de las jornadas huelguísticas de junio-julio del ´75,
las clases dominantes hicieron que la alarma sonara y una sola consigna los
unificó: "hay que parar esto, no importa como".
Los financistas internacionales y locales estaban alarmados, igual que los
empresarios nacionales y foráneos. La iglesia y algunos intelectuales estaban
alarmados; la prensa y sectores medios asustadizos; los terratenientes al
unísono con los burócratas sindicales, apretados por la combatividad de sus
bases. TODOS demandaron el golpe de la capucha y la picana, en ese gran frente
unitario antiobrero y antipopular. Pedían pacificar el país, y se lo pidieron a
Videla, a Agosti y Masera; pero también se lo pidieron a Camp, Etchecolatz , al
"tigre" Acosta , al "turco" Julián y a las bandas armadas peronistas de la
triple A. No hubo errores ni hubo excesos en la solución final.
Una vez que los dirigentes políticos, tan locuaces en sus disertaciones,
explicaron que no tenían respuesta para esta nueva situación (Balbín, UCR), todo
estuvo dispuesto para que radicales y peronistas acompañar la "gesta", no sólo
con decretos que avalaran el exterminio, sino con cuadros que continuarían
integrados a la burocracia estatal golpista.
La demanda, bajo promesa de colaboración y bronce eterno, fue simple: "Señores
de las FFAA, brazo armado e insustituible del estado, concientes de su
papel histórico frente a un país que se halla al borde de la disolución.
Procedan".
Hacia 1982 el agotamiento del régimen militar se hacia visible en las
calles, los dueños del terror habían perdido su maleficio, debían ser removidos
para que las urnas hicieran su trabajo.
Cumplida su tarea con 30000 desapariciones forzadas, y después del desastre de
una guerra entregada cobardemente al enemigo, los Capitanes de la
industria y las finanzas decidieron reemplazar a los capitanes de las Fuerzas de
represión; se necesitaba una nueva forma de dominación, un gobierno fuerte que
pudiera disciplinar al pueblo con consenso propio.
Lo único permanente en el capitalismo es el proceso de dominación y acumulación
de ganancias, todo lo demás es transitorio. "Gracias por los servicios
prestados, serán recompensados". Y lo fueron.
Durante 23 años, las relaciones de equilibrio entre los sectores vinculados a la
represión y los partidos burgueses (vinculados a la represión) fueron un factor
de negociación permanente y una fuente de aprendizajes para ambos sectores (que
si bien sufrió algunas grietas, por ejemplo en la semana santa de Alfonsín) de
conjunto la burguesía supo manejar, para dar la impresión de que la reprensión
se había mudado definitivamente de la política argentina y que, en todo caso,
sólo operan "mafias residuales de la dictadura", "nichos de represores"... que
atentan contra la democracia. Pero la burguesía no puede seguir eternamente
discutiendo en este frente, era necesario cerrar filas y poner al estado en la
dirección de su recomposición y la recomposición del estado capitalista,
inexorablemente, se inicia con la recomposición de sus fuerzas de seguridad.
El juicio a las juntas basado en el enigmático título de "Nunca más" impone
definitivamente la teoría de los dos demonios. Esta teoría no es un aspecto
menor, es el franco reconocimiento de que la dictadura fue necesaria, aunque se
critiquen sus excesos. El "Nunca más" fue el gran intento, transformado en
literatura, de dar un final a la historia. No alcanzó, la dictadura reclama
bronce e impunidad.
Las leyes de Obediencia debida y Punto final, y los posteriores indultos, se
orientaron en el mismo camino: recomponer el estado y a sus FFAA, brazo armado e
insustituible del mismo.
Los dueños de los chupaderos y sus financistas, los burócratas buchones y la
curia cómplice, los políticos y los jueces colaboradores, laboraron fuertemente
para cerrar este ciclo. Pero la historia es caprichosa.
Toda esta política de recomposición del estado sufrió duros reveses durante
todos estos años, pero esto no implica que la burguesía la abandone, ni la
abandonará, porque es una cuestión estratégica que se le impone.
Demandar al estado su propia depuración considerándolo independiente de los
crímenes terroristas, es considerar erróneamente que el proceso de recuperación
democrática fue una revolución triunfante. No lo fue. La "democracia" consolidó
las estructuras económico-laborales provenientes de la dictadura y no sólo eso,
la democratización tiene un funcionamiento sostenido en normativas legales que,
en un 50 por ciento, si no más, tienen su génesis en el proceso de
reorganización nacional.
Kirchner, a partir de su asunción al gobierno, no tiene otro propósito que
continuar con la obra de sus antecesores. El argentinazo fue el nuevo llamado de
alerta. Es urgente la recomposición del estado, porque de lo que se trata es de
la continuidad del "proceso de dominación y acumulación de ganancias", ningún
otro objetivo es más prioritario.
La llamada derecha, que se moviliza en estas horas con el apoyo de la iglesia y
de la prensa, ha hecho urgentes llamados a que el gobierno K deje de juguetear
demagógicamente con el discurso sobre el pasado. Nuevamente la cuestión de la
pacificación se impone.
El acto en Plaza San Martín, saludado por el obispo Bergoglio, se inscribe en
esta orientación; no se trata de confrontar a fondo con el gobierno, ya ni
siquiera se solicita la reivindicación en bronce de los actos terroristas,
simplemente de que reflexione y aproveche su consenso social y electoral, para
ponerle un punto final, una amnistía, al conjunto de los actos genocidas. No se
aceptan más juicios ni a los represores de ayer ni a los de hoy.
Que la iglesia haya apoyado este acto demuestra que no se trata de dinosaurios,
como le gusta publicar a Pagina 12 , ni de sectores marginales, "residuos de la
dictadura" como sostiene el gobernador Solá. Se trata de un enfrentamiento entre
las camarillas del propio estado; donde unas recurrieron a la provocación de una
crisis política, desapareciendo al compañero Jorge López, para demostrar hasta
donde están dispuestas a llegar.
En la movilización del viernes 6 en la Plaza de Mayo, los organismos no sólo
cambiaron un pronunciamiento programático, de repudio a esta desaparición y de
acusación al encubrimiento, por una poesía. Fueron taxativos "nada de justicia
popular en contra de los secuestradores. "Justicia legal", esto es estatal.
Los organismos de DD.HH., coptados en su mayoría por el actual discurso
kirchnerista, terminan derechizando sus posturas en el limite de su propia
impotencia programática: la demanda de que el estado actúe.
La movilización de los intendentes de la patota y de los borocotizados
"nacionales y populares", no tiene como único propósito el de diferenciar a
Kirchner y Solá del costo político por el secuestro del compañero Jorge; se
trata sobre todo, de que la reivindicación de justicia no se desmadre y sea
tomada por los luchadores, que ya han convocado a multitudinarias marchas donde
la figura del presidente no salió muy bien parada.
La provocación está lanzada. Jorge López está desaparecido desde hace 20 días y
no ha habido hasta el momento ninguna acción de parte del gobierno destinada al
esclarecimiento del caso.
El kirchnerismo moviliza su tropa; pero no abre los archivos policiales, de la
SIDE o de las demás fuerzas represivas. El kirchnerismo posa de fuerza de
oposición llamando a concurrir a la Plaza de Mayo, pero no tiene un solo
detenido, ni da nombres de sospechados. Ya sabemos que Kirchner en pleno
secuestro instruyó a Aníbal Fernández para que le sacara dramatismo al "caso
López", diciendo que éste estaba en la casa de una tía. Más tarde instruyo a
Bonafini para que sostenga la hipótesis de que el compañero era un colaborador
de la cana. Pero, en medio de su gritería histérica en contra de la derecha,
pocos se percataron de que el presidente tuvo tiempo de viajar a Neuquen y
compartir tribuna con Sosbich (representante de la derecha por antonomasia) con
el pretexto de una reivindicación a la gesta de Malvinas. ¿Pura apariencia o
comienzo de una negociación?.
Estamos en medio de una gran pulseada, que plantea la urgencia de la aparición
con vida de Jorge, la depuración y el desmantelamiento del aparato represivo y
la cárcel definitiva a todos los genocidas. El gobierno K. cumple bien con el
dicho "dime de que presumes y te diré de que padeces". La lucha por la aparición
con vida de Jorge no es una cuestión de estado, es una causa nacional!!.
Los gremios que en cada uno de sus actos reivindicaban a los "30000 compañeros
desaparecidos, presentes" deben convocar a un paro nacional hasta que Jorge
aparezca.
Es necesario la formación de comisiones de investigación independientes que
agrupen a familiares, ex detenidos-desaparecidos, gremios, comisiones internas y
sectores democráticos, para exigir la apertura de archivos, los nombres del 95
por ciento de represores en libertad, de los integrantes de las fuerzas
represivas que continúan en actividad y la lista de aquellos que financiaron sus
actividades. El gobierno si quiere mostrarse democratizando "las instituciones
replublicanas" debe romper con la iglesia que apoya actos donde se regodean los
torturadores.
Jorge López compañero, tu testimonio no sólo debe servir para encarcelar al
asesino Etchecolatz , debe sobre todo servir para extirpar definitivamente a los
genocidas y sus cómplices de la Argentina.