Argentina: La lucha continúa
|
Desapariciones y proclamas: la Argentina vuelve a temblar
Claudio Tognonato*
El 28 octubre de 1976, un día después de su secuestro, Jorge López fue
torturado, por vez primera, con descargas eléctricas. Estamos en el primer año
de la dictadura militar argentina (1976-83), y aquel día, el impertérrito
comisario Miguel Etchecolatz, mano derecha del ex jefe de la policía Ramón
Camps, ordenaba a los torturadores elevar el voltaje de las descargas, a fin de
hacer hablar a López. Han pasado treinta años, demasiado tiempo, desde luego,
pero el 20 de septiembre de 2006 un tribunal argentino ha condenado a
Etchecolatz a cadena perpetua.
Tras la reciente abrogación de las leyes de impunidad que habían impedido la
apertura de nuevos procesos, muchos militares tienen que responder ante la
justicia y se arriesgan a parecidas condenas. La declaración de Jorge López
había sido decisiva para encarcelar a Etchecolatz, pero el día de la lectura de
la sentencia el testigo no se hallaba presente en la sala, no pudo comparecer
ante el tribunal. Tres días antes, el 17 de septiembre, López salió de su casa,
tomó un colectivo para presentarse en La Plata y desapareció en la nada. Desde
entonces no se tienen más noticias de él, no hay rastro y la prensa habla del
primer desaparecido de la democracia.
La sociedad argentina ha vuelto a vivir en estas últimas semanas en un clima de
gran tensión. Ha vuelto la sombra de aquel poder oculto, nunca desarticulado, de
la estructura clandestina de la represión. La desaparición de López se produce
en medio de una marea de intimidaciones a magistrados, asociaciones de derechos
humanos y familiares de desaparecidos. Tras los últimos sucesos, el miércoles,
una carta anónima amenazaba a Estela Carlotto, presidente de las Abuelas de
Plaza de Mayo, mientras otros anónimos intimidatorios llegaban a los tres jueces
que han condenado a Etchecolatz y a otros funcionarios. El mensaje es claro:
quien quiera procesar a los militares, quien quiera atestiguar, se arriesga
todavía hoy a convertirse en un nuevo desaparecido.
Desde el día mismo de su toma de posesión, el presidente Néstor Kirchner se
manifestado muy firme en cuestiones de derechos humanos. Inmediatamente después
de asumir el gobierno, Kirchner dijo en plena Asamblea de las Naciones Unidas
ser "hijo de las Madres de Plaza de Mayo", y no ha quedado desmentido. El
trabajo de denuncia y la condena de los militares que participaron en la
dictadura continúa sin descanso.
Han pasado ya 23 años desde que los militares decidieron volver a sus cuarteles.
Tras la peor dictadura que haya conocido jamás la Argentina, significada por la
tortura y desaparición de 30.000 personas, los militares consideraron que su
misión había terminado. Su aparato represivo nunca fue desmantelado. Mucho
delitos y secuestros de personas en estos últimos años se han atribuido a lo que
ha venido en llamarse "la mano de obra desocupada", esto es, a las bandas
armadas paramilitares que se quedaron sin trabajo tras la venida de la
democracia.
A las crecientes tensiones creadas por la desaparición de López, buscado por
todo el país, y a la marea de mensajes intimidatorios, se ha sumado ayer una
carta del ex general Reynaldo Bignone, jefe de la última junta, publicada en una
página web. En esa carta, el militar golpista lanza un llamamiento a los
"jóvenes" para "terminar el trabajo que nos quedo pendiente". Se dirige a las
nueva quintas, invitándolas a completar su obra. Bignone ha sido procesado por
el robo de niños hijos de desaparecidos y por el Plan Cóndor, que coordinaba la
represión entre los militares de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, haciendo
imposible en los últimos años de las dictaduras la fuga de miles de personas.
Ahora Bignone podría ser procesado por instigación a delinquir y apología del
delito.
En una plaza del centro de Buenos Aires, ayer por la tarde, un grupo de
militares nostálgicos programó un acto en conmemoración "de las víctimas del
terrorismo y en memoria de todos aquellos que han dado la vida por la patria".
En una manifestación parecida realizada el año pasado, algunos militares
reivindicaron el terrorismo de Estado, y han sido duramente sancionados por el
gobierno. En Argentina vuelve a vivirse en un clima de pesadilla que se creía
superado para siempre.
Claudio Tognonato es corresponsal del cotidiano comunista italiano Il
Manifesto en Buenos Aires.
Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març