Argentina: La lucha continúa
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A 70 años de la huelga general de masas de enero de 1936
Nicolás Iñigo Carrera
Este fin de semana se cumplen 70 años de uno de los hechos de
lucha callejera de masas más importantes y menos conocidos en la historia de la
clase obrera argentina.
Los días 7 y
8 de enero de 1936 en la ciudad de Buenos Aires la clase obrera protagonizó una
huelga general, declarada en solidaridad con los obreros de la construcción, en
huelga desde octubre de 1935 por aumento de salarios, reconocimiento del
sindicato, descanso dominical, jornada de cuatro horas los sábados, abolición
del trabajo a destajo y responsabilidad empresaria en los accidentes de trabajo.
Por su
envergadura la huelga general de enero de 1936 fue comparada en su momento con
la Semana de Enero de 1919, la llamada "Semana Trágica". La huelga tuvo una alta
adhesión, de más de sesenta mil trabajadores. Pero su rasgo más destacado, como
en 1919, fue la lucha callejera.
Mientras
columnas de manifestantes recorrían los barrios de la ciudad y trataban de
realizar las asambleas y mítines convocados previamente en las principales
esquinas de Buenos Aires, piquetes de huelguistas rodearon las fábricas y
exhortaron a los comerciantes a cerrar sus negocios, dando lugar a choques
armados con la policía. Masas formadas por cientos (y en algún caso por miles)
de mujeres, hombres y niños impidieron la circulación de los medios de
transporte y destruyeron más de ochenta carros de reparto, chatas, tranvías y
ómnibus. Los partidarios de la huelga, después de varios choques y
enfrentamientos armados con la policía, lograron controlar, durante la mañana
del día 7, parte de la ciudad, sobre todo los barrios del norte, noroeste, oeste
y sudoeste de Buenos Aires, desde la Av. Pueyrredón hacia el norte y oeste,
desde el Río de la Plata hasta el Riachuelo (principalmente, pero no sólo, Villa
Urquiza, Villa Devoto, Villa del Parque, La Paternal, Villa Mitre, Flores, Nueva
Pompeya, Parque Patricios). La policía tuvo que replegarse y atrincherarse en
las comisarías, y mantuvo el control del centro de la ciudad, mientras tropas
del ejército y la marina ocupaban posiciones en lugares considerados vitales,
como el Departamento Central de Policía, el puerto y otros. Sólo en el sur de la
Capital (Barracas, La Boca), donde la policía había tomado especiales
precauciones, las manifestaciones obreras fueron más o menos rápidamente
controladas. El presidente de la Nación, general Agustín P. Justo, tuvo que
interrumpir sus vacaciones para interceder directamente frente a las empresas
constructoras.
Los hechos se
prolongaron el día 8 (también en Nuñez, Floresta y Mataderos), luego que el
Comité de Defensa y Solidaridad con los Obreros de la Construcción prolongó la
huelga general, en protesta por la acción de la policía (que allanó locales y
domicilios y detuvo a centenares de dirigentes obreros y manifestantes) y la
política del gobierno nacional.
Esta huelga
general constituyó un hito en el ciclo de la historia de la clase obrera
argentina que comenzó en la década de 1930 (aunque, sin duda, pueden encontrarse
varios de sus rasgos en la década anterior) y llegó hasta mediados de la década
de 1970. En esta huelga general, momento de unidad de la clase obrera en que
superó la lucha económico - profesional, dio comienzo, después de alrededor de
diez años, el enfrentamiento del conjunto de los obreros contra el conjunto de
los patrones y el gobierno del estado o sea, por lo menos embrionariamente,
contra la forma de organización social vigente. Con este hecho volvió a emerger
la clase obrera y se hizo presente en el escenario político, enfrentándose al
gobierno, que intervino para impedir que pudiera llevar adelante la huelga
general.
Al hacerse
presente en la lucha política la clase obrera creó las condiciones para
postularse como dirigente de una alianza política que comenzaba a gestarse en
esos momentos y emergió pocos meses después, el 1º de mayo de 1936, en el
fallido intento por constituir en Argentina un Frente Popular, del tipo de los
que alcanzaron el gobierno en Francia, Chile y España. Esta alianza, que tuvo un
antecedente político en la Alianza Civil formada en 1931, fue la forma política
que intentó tomar, principalmente en el terreno electoral, el movimiento de
protesta social que recorría todo el país desde comienzos de la década y del que
participaban distintas fracciones sociales excluidas del poder político por el
régimen encabezado por el gobierno de la Concordancia. La embrionaria alianza
política, tuvo como meta la incorporación al sistema institucional político de
fracciones sociales excluidas, utilizando la vía electoral. Pero, el movimiento
social más amplio, contuvo también en su seno a quienes pretendían ir más allá,
es decir a los que no pretendían incorporarse al sistema institucional político
sino superarlo, junto con la forma de organización económica y social vigente.
En la huelga
general de masas del 7 y 8 de enero, como dijimos, la clase obrera se hizo
presente en el escenario político, y eso creó las condiciones para ocupar un
lugar en la alianza política que se estaba gestando, pero, a la vez, en este
hecho se expresó el enfrentamiento social contra el conjunto de los patrones, el
gobierno del estado y, como tendencia, contra el sistema social mismo.
¿Cómo
explicar que un hecho de estas dimensiones haya sido borrado del recuerdo de la
clase obrera y el pueblo argentinos? ¿Cómo es que esta huelga con elementos
insurreccionales casi no figura en las historias de la clase obrera argentina?
No es extraño que la huelga de enero de 1936 haya sido ignorada por las
historias oficiales y académicas, escritas desde la perspectiva de la clase
dominante, que pretende siempre borrar aquellos hechos en que las clases
oprimidas intentan modificar sus condiciones inmediatas de vida o construir una
alternativa a su poder.
Más llamativo
es que las historias escritas desde la militancia obrera y popular también la
hayan ignorado. Sea desde la perspectiva político ideológica que pretende negar
la historia de la clase obrera anterior a 1945, sea desde las diversas
perspectivas político ideológicas que tuvieron su momento de predominio antes de
esa fecha, todos han coincidido en olvidar la huelga general de enero 1936. Y en
todos los casos la negación del hecho está directamente ligada a una concepción
que sólo registra de la realidad aquello que tiene vinculación con la propia
posición y organización político ideológica. Los que dentro del movimiento
obrero se oponían a lo que consideraban "acciones violentas" ignoraron el hecho
y éste quedó borrado de su memoria; también hubo quienes, por haber perdido el
control del sindicato de obreros de la construcción, negaron que el hecho se
hubiera producido; para los que participaron activamente en él como militantes
políticos o sindicales el hecho quedó registrado como un momento de "la gran
huelga del sindicato de la construcción", limitando así a un ramo productivo y
una organización de los intereses económico-profesionales, inmediatos, lo que
fue un hecho que involucró al conjunto de la clase obrera y que afectó a la vida
política del país. En otras palabras, el sectarismo de las distintas
organizaciones políticas terminó borrando la huelga de enero de 1936 de la
memoria de los trabajadores argentinos.