Argentina: La lucha continúa
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Pasaron 365 días sin sus zapatillas, sin sus vidas, con los sobrevivientes sufriendo…
Buenos Aires no ha llorado, ni parece que quiera llorar
Elena Luz González Bazán
Argenpress
La tragedia comenzó a las 22,50 del jueves 30 de diciembre del 2004, el 31
fue un dolor, el rechinar de las gomas de las ambulancias, las sirenas cubriendo
el aire de Buenos Aires, no hubo llantos en Buenos Aires, los 100 muertos que se
daban sobre la mañana del 31 de diciembre no produjeron llantos entre los
habitantes porteños, se festejó, se tiraron toda la pirotecnia que había a mano.
Buenos Aires no lloró ese día, ni lo hizo los siguientes…
Los 175 muertos que había por la tarde del 31 no producían dolores, había una
total insensibilidad, nada paró en Buenos Aires.
Siguió la vida normal, no hubo minutos de silencio, ni conciencia por lo que
pasaba, si bien la televisión no tuvo más remedio de pasar lo que estaba
sucediendo, todo daba a entender que eran los muertos de otros lados. Estos
muertos no le pertenecen a Buenos Aires…
La masacre fue en la Capital de la República, fue en el corazón del comercio
colonial, por donde las carretas iban y venían, por donde pasó el primer tren,
aquel 30 de agosto de 1857, estación Once de Septiembre, parada obligada…
Todo esto tiene Once y, el dolor por sus muertos.
Luego fueron los 194 muertos que tenemos hoy, así de sencillo, nombres que se
pueden pronunciar y que cubren las cabezas dolientes de sus familiares, de esos
padres que no podrán festejar un fin de año como antes. Este año menos…
El dolor es de todos, o parece que no, en realidad es de algunos, las luchas y
disputas internas no son parte de la muerte, eso le pertenece a los vivos,
nosotros, aún en este mundo deberemos dar cuenta de nuestros egoísmos.
Los que entregaron su vida, y en esto no vale si sabían o no de los peligros, si
las bengalas, si la inconciencia, ya no están, murieron, ya no hay forma de
retarlos, castigarlos o reprenderlos por la inconciencia colectiva. Ya murieron,
quedan sus retratos, sus voces, sus recuerdos y el Santuario de Once…
La muerte no tiene categorías, estas muertes injustas son muertes siempre… vale
por aquellos que inculpan a las víctimas, o las comparaciones de si eran o no
luchadores sociales, esto por lo menos requiere de alguna voz discordante. Nadie
los levantó como luchadores, eran jóvenes que se iban a divertir, la diversión,
la música es una necesidad humana, condenarla es pretender que sólo algunos
tienen derecho, los menos.
La toma de conciencia, el compromiso y la participación social es parte de los
vivos…
Buenos Aires y sus individualistas ciudadanos no han llorado, la mayoría de los
chicos eran oriundos de la provincia de Buenos Aires, y Buenos Aires, esta
Capital cosmopolita se espanta ante los dolores de quienes son como ellos. Hay
que preguntarse porque hubo marchas multitudinarias por la muerte de Axel
Blumberg y no por los chicos de Cromagñon.
Han pasado 365 días, las miserias no sólo están en los estamentos
gubernamentales, donde se utilizan distintas formas para no hacerse cargo de las
responsabilidades por República Cromagñon… ya no vale la disculpa, ni la música
lúgubre, ni el compromiso sin sentido…
Lo que vale es poder llorar colectivamente y sinceramente… ¿seremos capaces?
No quisiera volver a ver nuevamente tus zapatillas colgando sin tus pies… sin el
sonido de tu voz, sin la sonrisa de quien te espera…
A vos, un chico de Cromagñon, todos los chicos de ese boliche nefasto, te
prometemos intentar no permitir que los olviden…
Por ahí, en algún momento, logramos que Buenos Aires llore por vos pibe de
Cromagñon…
/ La Fogata