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Venezuela: Territorios productivos y soberanía agroalimentaria
Miguel Angel Núñez
Los territorios productivos son espacios que han sido seleccionados de
acuerdo a los sitios donde se encuentran materiales genéticos de embriones
originarios y semillas precolombinas. Estos territorios se demarcan según las
escuelas bolivarianas, rurales e indígenas, vinculándose hasta el momento 9
etnias y cubriendo 16 estados del país.
Esta originaria iniciativa, nacida en el proceso revolucionario venezolano,
comienza a sistematizar el caudal de conocimientos que se han registrado,
partiendo de distintas metódicas participativas. Se trata de una relación entre
los maestros y alumnos de las escuelas con los "libros vivientes", quienes son
personas en su mayoría ancianas, que guardan un profundo conocimiento ancestral
sobre las características y manejo ambiental de nuestros recursos genéticos que,
a lo largo de la historia, permanecen aún en nuestros espacios rurales.
Hasta el momento, con un promedio 40 escuelas por estado, nos garantizan
aproximadamente 500 territorios productivos, donde los representantes de los
colegios en conjunto con los "libros vivientes" han verificado y establecido in
situ cómo seleccionan sus semillas; cómo las secan y las preservan; cómo las
germinan; cómo se siembran y cómo se cuidan los cultivos (agroecológicamente);
cómo se le da valor agregado a los productos, cómo se comercializa y se valora
la cultura gastronómica del cultivo-alimento en su área geográfica. Todos estos
conocimientos se han valorado en 37 cultivos precolombinos y en cruces de
animales y embriones. Un denso conocimiento se ha generado, el cual es
indispensable rescatarlo y revalorarlo como parte de nuestro patrimonio cultural
y científico, para ser transferido a nuestras nuevas generaciones y
sustancialmente poder colaborar con el auténtico fundamento de una política de
soberanía agroalimentaria, como es la base de nuestras semillas y embriones
autóctonos.
Los territorios productivos que se han venido definiendo nos reportan cultivos
con los siguientes aportes amerindios: yuca, maíz cacao, batata, papa, maní,
tomate, ají, pimentón, vainilla, caraotas, frijoles, auyama, ocumo, chayota,
mapuey, moriche, palmito, onoto, frutales como la lechosa, guayaba, mapuey,
guanábana, aguacate, piña, níspero, riñón o anón, merey, cotoperíz, parchita,
hicaco, jobo, semeruco o cerecita, la maya, el merecure, plantas como algodón,
tabaco, coca. Animales y embriones: gallinas (diferentes cruces), pollos,
gallos, pavos, patos, guineos, gansos, codorniz, perdiz, palomas, guacharaca,
pájaros, avestruz, ganado, morrocoy, cochino, abejas, ovejas, perros, peces,
burros, mulas, caballos macho, yegua, chiguire, danta, chivos, gatos, búfalo,
gusanos de seda entre otros.
El valor de las metódicas participativas
Este inédito y valioso encuentro reflexivo en relación al tema de los
germoplasmas y embriones ha sido financieramente apoyado por la Lic. Trina
Manrique del CONAC, siendo concebido por un revolucionario a carta cabal,
curtido en las luchas de los 60, el compañero. Libio Rangel, quien en conjunto
con 140 facilitadores a nivel nacional, iniciaron sus viajes por los territorios
señalados haciendo uso de los calendarios productivos social y culturalmente.
Dicha metódica participativa ha estado orientada a sustentar un proceso de
investigación y acción permanente de las particularidades socioculturales del
entorno escolar y sus comunidades. Desde el inicio se destacó el legado
histórico gastronómico de las comunidades productivas, llegándose a encontrar
con este cúmulo de conocimientos e iniciativas que apuntan hacia la construcción
colectiva de una referencia nacional e internacional, la cual exponga, valore y
potencie las múltiples ventajas comparativas que nuestros sistemas agrícolas
tropicales nos presentan como las bases materiales de la agricultura social del
siglo XXI.
Reflexiones encontradas:
Las distintas dinámicas de las metódicas participativas que se han utilizado con
los "libros vivientes" presagian llenar 3000 cuadernos de registros para
analizarlos, sistematizarlos y presentárselos al Presidente Chávez.
Naturalmente de esta cantidad de registros se desprenden un sin fin de
reflexiones en diferentes dimensiones, dignas de ser tomadas en cuenta para
acercarse a debatir desde otras perspectivas científicas e ideológicas, lo que
debe ser una auténtica política de soberanía agroalimentaria.
A continuación presentamos algunas reflexiones fundamentales para la propuesta
sugerida:
1) No cabe dudas que existen en nuestras comunidades productivas estrategias
agroalimentarias locales definidas por los campesinos y productores.
2) Dichas estrategias han tenido un uso sustentable de los recursos naturales,
donde los campesinos y productores demuestran conocimientos de sus limitaciones
y potencialidades ecológicas y biológicas, haciendo uso de tecnologías populares
propias de su racionalidad ambiental y de su acervo histórico-cultural.
3) Se afianza el significado y reconocimiento social y cultural del conocimiento
productivo de nuestro campesino como base para lograr una autosuficiencia
agroalimentaria local, totalmente desconocida por las instituciones de
investigación y académicas de las ciencias agrícolas y pecuarias. Se cumple con
la aplicación de l Articulo No 19 de la Ley de Tierras.
4) Una vez más se pone de manifiesto que el atributo de la endogeneidad
agroalimentaria debe sustentarse en el manejo agroecológico del suelo y el
sistema productivo como base para garantizar la utilización y la pureza de los
materiales genéticos que tenemos en nuestro país. Dicho de otra manera, para
avanzar en al oferta y la demanda de un sistema o cadena productiva hacia la
consecución de una seguridad y soberanía agroalimentaria local y regional,
debemos tomar en cuenta que la preservación, manejo y uso de nuestra
biodiversidad es y será inseparable de cualquiera de las estrategias
agroalimentarias a definir para superar el hambre.
5) Las experiencias de los territorios productivos venezolanos se relacionan con
otros procesos investigativos de algunos países latinoamericanos tropicales, los
cuales también nos demuestran que es posible encontrar un equilibrio social y
ecológico de las áreas donde se han establecido las dinámicas productivas
similares a las nuestras.
Reflexiones finales:
Es nuestro devenir revolucionario hemos aprendido y compartido con el Movimiento
Vía Campesina, que la lucha por el derecho a la tierra y los territorios, el
derecho al acceso al agua, los bosques, los suelos y la defensa de la vida son
inseparables de la soberanía alimentaria, entendida como el derecho de los
pueblos a decidir de forma autóctona, sin ningún tipo de presión, ni imposición,
la agricultura que quieren tener y los alimentos que quieren consumir como se ha
establecido en nuestra Constitución Nacional. Afirmamos, sin semillas no hay
agricultura, sin agricultura no hay alimentos y sin alimentos no hay pueblos.
Una vez que en nuestra Venezuela revolucionaria hemos re-encontrado las bases de
nuestro patrimonio genético de nuestras semillas y embriones, nos preguntamos
¿Qué instituciones del gobierno nacional van a potenciar los conocimientos
rescatados y valorados en los territorios productivos?
¿Cuales instituciones gubernamentales de la academia que siguen a espaldas al
proceso revolucionario agroalimentario, incorporarán el carácter científico y
tecnológico que nuestros recursos genéticos nos están aportando?
¿Cómo nuestra bien ofertada asesoría internacional cubana, brasilera y argentina
en materia agroalimentaria pueden integrar las enseñanzas de nuestros
territorios productivos?
¿Como podríamos institucionalmente articular los conocimientos encontrados en
los territorios productivos y producir la sinergia exigida en impulsar nuestra
soberanía agroalimentaria?
¿Qué debiésemos hacer para que este inédito proceso de revalorar nuestro
patrimonio genético-biológico no fallezca, no lo desvirtuemos y pueda recibir un
sustancial apoyo del gobierno nacional para su ampliación?
Por último; ante la inexistencia de una institución gubernamental que haya
podido dedicarse a las actividades de los territorios productivos y ante los
resultados encontrados, muchos nos preguntamos ¿constituyen estos conocimientos
las bases para la creación de un Ministerio de Asuntos Campesinos? Hacemos tal
reflexión, por cuanto la situación actual de cualquier proceso de soberanía
alimentaria pasa también por saber distinguir que en el mundo existen dos tipos
de agriculturas que se encuentran enfrentadas. La agricultura industrial
corporativa transgénica que siempre ha tenido el suficiente apoyo para su
relativo desarrollo científico y tecnológico y, la agricultura de los pequeños
productores, que aún sin los apoyos requeridos, nos siguen demostrando su
existencia y otras reales posibilidades de su desarrollo.