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Basura nuclear francesa rumbo a Rusia
Julio Godoy
IPS
Francia exporta a Rusia miles de toneladas de basura nuclear cada año y se
escuda en un decreto de "seguridad nacional" para bloquear el debate sobre el
tema, denunció el grupo ambientalista Greenpeace.
"Este tipo de tráfico de basura nuclear entre Europa occidental y Rusia dura ya
más de tres decenios, y permite a las grandes compañías productoras de energía
atómica, como Electricidad de Francia, almacenar sus desechos radiactivos en
sitios extremadamente contaminados en Siberia", dijo a Tierramérica Grégory
Gendre, portavoz de Greenpeace en Francia.
El primero de este mes, una veintena de activistas de la organización
ambientalista intentaron sin éxito bloquear el despacho de 450 toneladas de
uranio empobrecido, del puerto de Le Havre, 360 kilómetros al noroeste de París,
en la costa atlántica, hacia instalaciones de enriquecimiento del material
radioactivo en Rusia.
Según el estudio "La France nucléaire" (Francia nuclear), publicado en 2002 por
el Servicio Mundial de Informaciones sobre Energía Wise-París, cada año la
estación nuclear francesa de Eurodif, a orillas de río Ródano y 700 kilómetros
al sur de la capital francesa, produce 15.000 toneladas de uranio empobrecido.
La mayor parte de estos desechos no tiene uso posterior y es simplemente
almacenada en la central nuclear. Hoy se acumulan en sus almacenes unas 200.000
toneladas de este material.
Pero entre 30 y 40 por ciento del uranio empobrecido que se desecha anualmente
en Eurodif --entre 4.500 y 6.000 toneladas-- es enviado a Rusia, donde es
sometido a tratamiento de "enriquecimiento", para reconvertirlo en combustible
de centrales nucleares. Apenas una décima parte de ese uranio regresa a Francia,
el resto permanece en Rusia en condiciones inadecuadas, según los activistas.
Greenpeace advierte además que el transporte del uranio se realiza en
embarcaciones rusas convencionales, sin adecuados dispositivos de seguridad, a
lo largo de una ruta que atraviesa grandes ciudades como San Petersburgo y Tomsk,
y las costas de Bélgica, Holanda, Dinamarca, Alemania, Suecia, Noruega y
Finlandia.
Un derrame accidental o un ataque terrorista podría ser devastador, señala el
grupo, que interpuso una demanda ante una corte de distrito en Moscú contra la
compañía estatal rusa Tecksnabexport, encargada de la importación del uranio.
Los promotores de la energía nuclear consideran a esta fuente como una
alternativa para generar electricidad de manera más limpia que con combustibles
fósiles (petróleo, gas y carbón), acusados de agravar el efecto invernadero y de
recalentar el clima del planeta.
Para Charles Hufnagel, portavoz de Areva, la institución estatal francesa que
administra la producción y tratamiento de combustibles nucleares, el transporte
del uranio empobrecido a Rusia son "tarea de rutina".
"El uranio empobrecido tiene una radiactividad muy baja, y su transporte no
representa problemas de seguridad", aseguró Hufnagel
Pero según Stephan Lhomme, de la federación Sortir du Nucleaire (Terminar con la
energía atómica), tal minimización de los riesgos sanitarios de los desechos
radiactivos solo demuestra la irresponsabilidad de Areva y del Estado francés.
"Si bien es cierto que el uranio empobrecido tiene una radiactividad mínima,
constituye de todos modos un elemento cancerígeno, altamente peligroso para la
salud humana", dijo Lhomme a Tierramérica. "Si no fuese así, los ejércitos del
mundo no lo utilizarían como material para construir armas letales", añadió.
Rutina o no, Areva ha obtenido del gobierno francés la clasificación de asunto
de seguridad nacional, y por tanto secreto, para el transporte de basura
nuclear, y utiliza los servicios de inteligencia gubernamentales para intimidar
a los activistas antinucleares.
Esta semana, tres activistas de Greenpeace fueron convocados por la Dirección de
Vigilancia del Territorio (DST, según su nombre en francés), el servicio secreto
a cargo de la seguridad interior, para ser interrogados en el marco de una
investigación relacionada con un traslado de plutonio que tuvo lugar en febrero
de 2003.
En aquella ocasión, los activistas de Greenpeace bloquearon un camión que
transportaba 150 kilogramos de plutonio. Para la organización ecologista, la
intervención de la DST demuestra que "el Estado francés y Areva quieren bloquear
todo debate transparente sobre las cuestiones de seguridad ambiental ligadas con
la energía atómica".
Un decreto gubernamental de agosto de 2003 declaró todas las cuestiones
relativas a materias nucleares como "confidenciales" y de "seguridad nacional".
Medidas como ésta no impiden que Francia, como el resto de Europa que ha
utilizado la energía atómica en el pasado, deba hacer frente al problema del
almacenamiento de la basura nuclear, incluyendo el plutonio, metal que demora
24.000 años para perder la mitad de su radiactividad.
Una ley de 1990 estableció que a más tardar en 2006 el Estado debía haber
identificado el sitio geológico ideal para construir un depósito definitivo de
la basura radiactiva. A pesar de cientos de pruebas en numerosos lugares en todo
el país, se prevé que la Asamblea Nacional legislativa decida en enero prolongar
el período de búsqueda hasta 2016.
Mientras, y según la Agencia Nacional de Desechos Radiactivos, más de 1.000
sitios son utilizados en Francia para almacenar de manera temporal, en ocasiones
sin ningún tipo de protección, todo tipo de basura radiactiva, que crece a razón
de 1.200 toneladas anuales.
* El autor es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el
10 de diciembre por la red latinoamericana Tierramérica.