Nuestro Planeta
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Agroecología en Madrid
Surco a surco
Alasbarricadas
Repasando algunos datos dentro del contexto global del mercado agroalimentario
encontramos que, actualmente, mientras la mayor parte del mundo se muere de
hambre (unas 100.000 personas al día), se producen, según la FAO, alimentos para
casi el doble de la población mundial. La Unión Europea gasta el 50% del
presupuesto en subvencionar y destruir los excedentes agrícolas (a través de la
Política Agraria Común - PAC) Sólo el año pasado 200.000 agricultor@s y ganader@s
de vacuno han abandonado la producción agropecuaria porque sobran. Los medios de
producción en la moderna agricultura (semillas, fertilizantes, pesticidas,
maquinaria, combustible...) están controlados a nivel mundial por una pocas
transnacionales que explotan a l@s campesin@s de todo el mundo, imponiendo su
tecnología y sus precios, llevándose todo el beneficio.
La bandera más representativa de nuestra "agricultura moderna" la encontramos en
Almería. En el poniente almeriense - El Ejido- bajo un mar de plásticos, en una
atmósfera repleta de pesticidas, se asfixian trabajador@s inmigrantes "ilegales"
provenientes del 3° mundo para que podamos comer tomates en invierno a precios
"razonables", esos tomates que son todos iguales, y que las autoridades
recomiendan lavar bien antes de comerlos. L@s trabajador@s son obligad@s a vivir
en chabolas en el desierto siempre temiendo el despido, la expulsión del país y
las agresiones racistas de los empresarios agrícolas y la policía. Este es el
producto del capitalismo aplicado a la agricultura (sin olvidar las vacas locas
o los transgénicos).
Frente a todo este desorden establecido, en 1999 surge un colectivo que agrupa a
gente diversa, que tratan de trabajar la Ecología Social, intentando unir teoría
y práctica. Una de las iniciativas que este colectivo, de nombre BAH -Bajo el
Asfalto está la Huerta-, propone es la creación de una Cooperativa Agroecológica
de Producción y Consumo, a la que se unen y apoyan gran cantidad de grupos
sociales muy diversos, haciendo posible un objetivo muy ambicioso: comenzar con
la cooperativa okupando suelo público para cultivo. Más tarde el colectivo
abandonaría la actividad formal, siguiendo adelante la cooperativa con el mismo
nombre.
Hasta la fecha, mientras esta cooperativa se ha ido consolidando progresivamente
(actualmente cultivan en la vega sur de Madrid), otra nueva hace aparición, de
nombre SAS - Surco A Surco-, con el apoyo de la primera y con características
similares de funcionamiento. Es en esta última iniciativa en la que estamos
inmers@s un grupo de gente, que desde hace no mucho, vivimos y cultivamos en el
valle del Tietar, junto a varios grupos de consumidor@s de Madrid.
En el SAS intentamos autogestionar nuestra alimentación como alternativa a la
comida industrial que venden las grandes superficies, que perjudica nuestra
salud y provoca grandes desequilibrios sociales y ambientales en nuestro
territorio y en el del tercer mundo. Para ello hemos empezado con las verduras y
hortalizas; creando una cooperativa que produce, distribuye y consume estas
hortalizas en un proceso unitario y autogestionario. Digamos que el SAS es como
una asociación en la que sus miembros (consumidor@s y productor@s) consiguen
terreno y todo lo necesario para cultivarlo (semilla, herramienta, conocimiento,
maquinaria, estiércol, agua....), distribuir la producción entre ell@s y
comérselo. La propiedad de la práctica totalidad de los bienes de producción es
colectiva, así como su gestión: entre tod@s se decide todo, en asambleas.
Las ideas básicas por las que nos vamos guiando en el SAS en nuestro desarrollo,
y que hacen que, poco a poco, nos podamos ir dotando de una identidad común
serían:
Cooperación:
se tiene como objetivo conocer las necesidades y posibilidades de l@s demás
-entre productor@s y consumidor@s-, dentro de un proceso constructivo de
comunidad, y por ello se fomenta la cooperación a todos los niveles. Puesto que
participamos de unos intereses comunes, con lo que se va diluyendo la separación
de intereses que en el mercado se da entre producción y consumo
Autogestión:
el proyecto lo gestionan exclusivamente quienes forman parte de él, también en
lo relativo a los aspectos económicos y resultando de ello una soberanía
alimentaria, financiera y organizativa. Dota al proyecto de una dimensión social
fundamental y garantiza un cierto nivel de autoabastecimiento.
Asamblearismo:
las decisiones se toman en asamblea general -grupos de consumo y producción-; no
existiendo órganos superiores, es decir, de manera no jerárquica y a través del
consenso. Quedando por establecer mecanismos para facilitar la participación. En
la asamblea se decide sobre planificación de la huerta, financiación, costes de
la producción, corrección de problemas...
Autonomía
de los grupos: cada grupo es autónomo a la hora de organizarse y funcionar, ya
sea en el trabajo de huerta, ya sea en el consumo. Actualmente el SAS lo
formamos un grupo de trabajador@s de la huerta y seis grupos de consumidor@s.
Anticapitalismo:
No queremos organizar nuestros intereses egoístas frente a los intereses de otr@s,
compitiendo como uno más en el mercado, sino de construir espacios, liberar
medios de producción y relaciones sociales que sirvan a la sociedad.
Agroecología:
esta es una idea mucho más amplia que agricultura ecológica, ya que esta última
lo es en cuanto se elimina el uso de productos químicos y no resulta
incompatible con inmensas plantaciones dirigidas por la lógica capitalista
-explotación de personas y recursos naturales, transporte a largas distancias,
por ejemplo-. Agroecología es el estudio integrado de los ecosistemas agrarios,
incluyendo a las sociedades humanas en el ecosistema y considerando que son
interdependientes el tipo de relación con el entorno con el sistema
socioeconómico. Requisitos para que exista un verdadero equilibrio e integración
son la proximidad entre la producción y el consumo, la eliminación de
intermediari@s, la inclusión de los residuos que se generen en el propio
circuito y la integración en un movimiento social. En la práctica de la
agroecología se sustenta la actividad de esta cooperativa.
Porque dada la situación, resulta cada vez más imperioso preguntarse: ¿nos
comeremos algún tomate que no resulte de la sobreexplotación de quien lo recoge
o del suelo en que crece?, ¿a qué lejano continente tenemos que ir para poder
cultivar verduras sin estar sumergidos en suciedad?, ¿en qué remoto planeta
podremos producir ecológicamente nuestras propias verduras o al menos
consumirlas sin necesidad de múltiples intermediari@s y sin temer por nuestra
salud?