Medio Oriente - Asia - Africa
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Las bombas de Bangladesh
Txente Rekondo
Rebelión
Bangladesh es el país de los ríos, de la pobreza, de las catástrofes
naturales, con las densidades de población más altas del mundo, y con el triste
honor de ser el país más corrupto, según los datos del reciente informe de
"Transparency Internacional". A ello se le suma la insurgencia de diferentes
grupos de orientación maoísta, los problemas étnicos en Chittagong Hills Tracts
y el ascenso del islamismo político.
Y a pesar de todo ello, el país asiático es un gran desconocido para la mayoría
de la opinión pública occidental, la cual recibe noticias sobre las catástrofes
humanitarias que suelen asolar al país en demasiadas ocasiones, o haciendo
referencia a determinados accidentes de carretera o fluviales que dejan varios
centenares de muertos. Por lo demás Bangladesh, al igual que otros muchos
países, desaparece de los medios occidentales, y la última prueba ha sido el
escaso eco otorgado a las más de quinientas bombas que han afectado a todos los
distritos del país.
¿Nos podemos imaginar la reacción de esos mismos medios si en el estado francés
todos los departamentos son sacudidos por cientos de explosiones coordinadas, o
todos los estados de Norteamérica o las provincias del estado español?
Evidentemente, la visión eurocéntrica de los acontecimientos mundiales tiene
también su reflejo en buena parte de dicha prensa.
Conflictos
El movimiento maoísta en Bangladesh se remonta a finales de los años sesenta,
cuando las divergencias dentro del movimiento comunista internacional tendrán su
reflejo en la formación de nuevos partidos comunistas, ese será el caso del
Purba Banglar Communist Party -Marxist Leninist (Partido Comunista de Bengal
Este – Marxista Leninista). Dentro de esta organización se han producido
diferentes escisiones que han dado a su vez la formación de nuevos grupos
armados de orientación maoísta. En los últimos tres años las acciones armadas de
estos grupos han aumentado, centrándose en ataques contra las instituciones del
gobierno y las fuerzas policiales. Al mismo tiempo, sus cuadros además de los
ataques del estado tienen que hacer frente a los atentados y persecuciones de
los grupos islamistas armados que los han colocado en la lista de objetivos
prioritarios, junto a intelectuales y militantes de izquierda.
Otro de los conflictos que más han condicionado al país se sitúa en torno a las
colinas boscosas llamadas Chittagong Hills Tracts. Es esta una región muy
diferente a las superpoblados y fértiles llanuras fluviales de Bangladesh, tanto
por su orografía como por su población. Es una zona rica en recursos forestales
y minerales (petróleo, gas, cobre y uranio). Además hasta mediados de los años
setenta, en la región vivían doce grupos étnicos con cultura, religión y lengua
diferentes. Sin embargo, las llegadas masivas de colonos bengalíes musulmanes,
favorecidos por la legislación centralista y que se han desplazado para ocupar
tierras en las montañas, han sido fuente de importantes tensiones en la zona.
Diferentes movimientos en defensa de los derechos de las etnias locales se han
enfrentado al gobierno central, quien recurrió a la fuerza y la represión para
acallar las protestas. Últimamente se han sucedido los acuerdos en torno al
conflicto, serenándose en cierta medida la situación, no obstante, las demandas
de los grupos autónomos permanecen sobre la mesa, y en cualquier momento se
pueden volver a desatar las tensiones en las colinas de Chittagong.
La tercera pata de los conflictos la representa el importante ascenso del
movimiento islamista en el país. Un movimiento que en ocasiones ha sido
utilizado por los principales partidos del sistema, pero que en todo momento ha
mantenido su propia agenda, que no es otra que la instauración de un estado
basado en la ley islámica.
Bangladesh es oficialmente un país secular, pero el noventa por ciento de su
población es musulmana. La formación del estado no tuvo un carácter religioso,
fue más bien producto de intereses étnicos, en torno a la mayoritaria etnia
bengalí. Pero dentro del país las sensibilidades islamistas siempre han estado
presentes. En los años cuarenta surgió una organización estudiantil (Islamic
Chhatra Shibir) que buscaba entroncar el movimiento estudiantil con la ideología
islamista. Sin embargo será a partir de los noventa cuando las organizaciones
islamistas cobraran peso y protagonismo en Bangladesh.
En los años noventa, y con una importante influencia del movimiento taliban
afgano y de la ideología de Osama bin Laden se formará el Harkat-ul-Jehad-al-Islami
(HuJI), que buscará el establecimiento de la ley (hukumat) islámica. Otra
organización, Jagrata Muslim Janata Bangladesh (JMJB), que en ocasiones actúa
bajo el nombre de Jammat-ul-Mujahideen también ha cobrado protagonismo en estos
últimos años. Se ha solido especular además que este grupo puede contra con el
apoyo de mandos policiales, e incluso de algunos miembros del Bangladesh
National Party (BNP), el principal partido de la coalición gubernamental.
Los atentados
Muchos analistas se preguntan qué hay detrás de estos atentados. Los objetivos
han sido instituciones y edificios gubernamentales, han buscado causar el mínimo
daño personal posible, al tiempo que han demostrado una alta coordinación y el
empleo de cientos de personas para llevar a cabo una operación de tales
dimensiones. Algún periodista local ha señalado irónicamente que "tal vez
merezca entrar en el libro de los Guinness".
Esta operación militar ha dejado en entredicho a los servicios de información,
incapaces, al parecer, de detectar una acción de tamaña envergadura. Además ha
vuelto a situar a los dos principales partidos políticos, al gubernamental BNP y
al opositor Awami League en un enfrentamiento, con mutuas acusaciones públicas
de instigar estas acciones.
Bangladesh lleva los últimos años sumido en una permanente crisis política. El
etnocentrismo de las élites políticas, mayoritariamente bengalíes, unido a la
intervención del ejército ha condicionado sobremanera el devenir de la sociedad
civil de este país asiático. La acción de esos dirigentes ha ido encaminada a
beneficiar las clases medias urbanas de la capital, Dhaka. El boom económico
situado en torno a la industrialización de esa ciudad, ha ido acompañada de una
política permisiva para "limpiar" dinero y un aumento desmesurado de la
corrupción. Frente a esto, las zonas rurales han sido abandonadas, pro lo que la
mayor parte de la población no ha obtenido ningún beneficio o ayuda de la
política gubernamental.
La apatía o el rechazo del actual status quo crece entre la población de
Bangladesh, lo que puede acabar convirtiéndose en un importante caldo de cultivo
para las ideologías islamistas. Desde algunos países vecinos, como India, se ha
advertido del peligro que puede suponer para el conjunto de la región una
desestabilización en el país. Los partidos políticos representan un pasado cada
vez más repudiado, y la alternativa de izquierdas está muy débil todavía. Por
todo ello, no es de extrañar que la alternativa de cambio para buena parte de la
población se sitúe en torno a las propuestas de las organizaciones islamistas.
En enero del 2007 se celebran elecciones, y el vacío político que se está
agrandando en el país puede seguir alimentando esas opciones de cambio
propugnado por los movimientos islamistas, quienes no dudarán en volver a
utilizar la fuerza para conseguir sus objetivos. Tal vez en los próximos
meses Bangladesh vuelva a ser sacudido por explosiones, y tal vez entonces no
tengan unas medidas tan cuidadosas al ahora de provocar víctimas mortales.
Txente Rekondo es miembro del Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)