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África: Bush, Blair y la deuda africana
Roberto Mansilla Blanco
Gloobal Hoy
Más allá de significar una vía de escape para los países tercermundistas, el acuerdo alcanzado por Bush y Blair, ampliado luego por el G-7, para condonar la deuda a varios países africanos y del mundo en desarrollo, significa un intento más por reforzar el eje "atlántico", superviviente de la crisis iraquí. Esta estrategia del eje Bush-Blair supone varios dilemas geopolíticos para Europa, Rusia y América Latina.
De este modo, y en un intento por alejar los fantasmas iraquíes, África y el
mundo subdesarrollado ingresan en la agenda política del renovado eje Bush-Blair.
Esto ya venía manifestándose en el programa político de Blair tras su reelección
en abril pasado, como parte de una estrategia de política exterior que llevara a
potenciar la presencia británica en el escenario internacional a través de un
programa asistencial ofertado como el más ambicioso de la historia.
Pero el objetivo parece ser más bien reforzar la hegemonía del eje anglosajón
Washington-Londres que le permita tomar la iniciativa en un siglo XXI que se
anuncia multipolar. El momento propicio que tienen Blair y Bush para desarrollar
esta iniciativa hacia el Tercer Mundo será la celebración de la Cumbre del Grupo
de los Siete mas Rusia, en la localidad escocesa de Gleneagles, en julio
próximo.
En este sentido, parece una paradoja el hecho de que, ante la violenta posguerra
iraquí y la falta de credibilidad anglo-estadounidense en la invasión al país
árabe (que contribuyó a restar rentabilidad política a ambos mandatarios),
sirviera para apuntalar la posición política de Bush y Blair. Ambos salieron
reforzados en sendas reelecciones electorales mientras el debate en la opinión
pública sobre la guerra en Irak prácticamente está desvaneciéndose.
El plan para el Tercer Mundo.
Hace una semana, Blair y Bush se reunieron en Washington para estudiar la
propuesta británica de implementar una condonación de la deuda a países
africanos y del Tercer Mundo y asistencia financiera a cambio de reformas
estructurales, principalmente en materia de corrupción, democracia y derechos
humanos.
Si bien en términos globales la cooperación parece garantizada, el plan Blair
tuvo receptividad parcial en el mandatario estadounidense. Blair y Bush llegaron
a un acuerdo para condonar la deuda de 18 países, casi todos africanos además de
Bolivia, Nicaragua, Guyana y Honduras. La deuda del África subsahariana será
disminuida en 40.000 millones de dólares en un periódo entre 12 y 18 meses, al
cual se le agregarán otras 20 naciones previo cumplimiento de determinados
requisitos. Pero Bush rechazó la oferta británica de crear una Iniciativa
Financiera Internacional que permitiera inyectar más fondos a los países pobres.
Días después, durante la reunión de los ministros de Finanzas del G-7 + Rusia,
el plan Bush-Blair fue presentado a nombre del ministro británico de Finanzas,
Gordon Brown, considerado el eventual sucesor de Blair en la arena política
inglesa. El G-7 aprobó la condonación del 100% de la deuda de los países pobres
con el FMI, el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo, más no con otras
instituciones privadas. Pero el plan Bush-Blair creó roces con los otros países,
especialmente Alemania, Francia y Japón, quienes también presentaron una
propuesta a debate.
La reunión de los ministros de Finanzas del G-7 sirvió para inaugurar la "era
Wolfowitz" en el Banco Mundial. Posteriormente, Wolfowitz realizó una gira por
los países africanos, con la finalidad de presentar el plan aprobado. El
peregrinaje por África ha sido una constante para el eje Washington-Londres y
sus aliados en los últimos meses: Bush y Blair estuvieron allí en sendas
oportunidades, junto al secretario de Tesoro Paul O´Neill y el presidente del
FMI Rodrigo Rato.
Los nuevos directores de orquesta.
La designación del "halcón" neoconservador Paul Wolfowitz (el estratega de la
guerra en Irak) como nuevo presidente del Banco Mundial, evidenció el renovado
protagonismo del varias veces cuestionado eje atlantista. En sus primeras
palabras como nuevo presidente, Wolfowitz insistió en la necesidad de invertir
en educación para apuntalar el desarrollo económico y social mientras se mostró
interesado en el plan de Blair de ayuda económica para África. Otro movimiento
similar a favor de este eje fue la designación del español Rodrigo Rato como
presidente del FMI.
Los cambios políticos propiciados por este eje también se dirigieron a otras
regiones como Oriente Medio: el antecesor de Wolfowitz en el BM, James
Wolfenshon, es actualmente enviado especial a Palestina para la paz y la
reconstrucción. Del mismo modo, Kemal Dervis, ex ministro de Finanzas de un
estratégico aliado anglosajón como Turquía, será el nuevo director del Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo. Dervis es considerado el artífice de la
recuperación económica de un país que negocia su ingreso de admisión en la Unión
Europea.
Aunque aparentemente desentone en esta lista, es necesario agregar la figura del
socialista francés Pascal Lamy como futuro director de la Organización Mundial
de Comercio. Lamy es un europeísta convencido, pero liberal y pragmático en lo
económico. De este modo, las cabezas visibles de los organismos internacionales
dedicados a dirigir la economía mundial, potenciar el desarrollo socio-económico
y avanzar en el combate a la pobreza, serán allegados al eje Washington-Londres.
La parálisis europea.
Otro apartado es Europa, cuya crisis interna tras la negativa franco-holandesa a
aprobar el tratado constitucional deja a Blair en una posición de primera línea,
tomando en cuenta que dentro de dos semanas Gran Bretaña asumirá la presidencia
rotativa europea en un momento en que la ratificación constitucional se
encuentra paralizada.
Blair está apuntalando movimientos de fuerza dentro de Europa. El líder del país
más euroescéptico tendrá ahora la tarea de impulsar el proceso europeísta pero
con otros protagonistas. La celebración en estos días del Consejo Europeo en
Bruselas, ha propiciado el primer choque: Blair pidió al presidente francés
Jacques Chirac una "limitación" del eje franco-alemán, tradicional impulsor de
la integración europea, mientras presionaba porque se aprobara un plan
financiero que limitara las ayudas a las regiones euro-occidentales más pobres a
favor de los nuevos miembros de Europa del Este.
Por supuesto, Chirac reaccionó de forma airada ante la propuesta británica, pero
sabe que su posición política se encuentra sumamente debilitada tras el "no"
francés a la Constitución europea. Diferente fue el tratamiento del canciller
alemán Gerhard Schröder, quien le tendió la mano a Blair en su propuesta.
En Londres avizoran cambios políticos en el eje franco-alemán. La posible
victoria de la conservadora Ángela Merkel en las elecciones generales alemanas a
final de año y el ascenso del liberal Nicolás Sarkozy para las presidenciales
francesas del 2007, auguran un novedoso eje franco-alemán más en sintonía con el
eje Bush-Blair.
Una nueva imagen.
Resulta evidente que tanto Blair como Bush buscan revitalizar su imagen pública
tras la guerra de Irak y la oleada de descontento mundial hacia esta acción.
Enfocando hacia África y el Tercer Mundo mediante condonaciones de deuda y
ayudas financieras es una estrategia clave para apuntalar una nueva imagen del
eje atlantista.
En este sentido, la meta aparente es alcanzar los propuestos Objetivos del
Milenio planteados por la ONU para el 2015, relativos a la reducción de la
pobreza, democratización y derechos humanos, educación y combate a las
enfermedades, entre otros. África sería el centro de esta propuesta, que
alcanzaría a otras regiones del mundo. Esto obliga a Europa, Rusia, China, Japón
y América Latina a plantearse nuevas estrategias ante el eje Bush-Blair.
Blair busca también coordinar estrategias para reforzar alianzas con países de
interés como Nigeria (séptimo productor mundial de petróleo) y Suráfrica (foco
del desarrollo económico regional) así como aislar regímenes potencialmente
incómodos como el de Robert Mugabe en Zimbabwe, o aplacar crisis humanitarias
como la ocurrida en la región sudanesa de Darfur. Por su parte, Bush cierra un
círculo en torno a la indiscutible hegemonía global estadounidense, abre una
alternativa de negociación ante potencias emergentes como China, Brasil, India y
Suráfrica y manifiesta un marcado cerco hacia regímenes incómodos,
principalmente en el hemisferio occidental.
En este sentido, las intenciones norteamericanas consideran frenar las
pretensiones de revolución continental fomentadas por el eje Cuba-Venezuela. La
inclusión de Bolivia entre los países condonados de esa deuda ocurre
simultáneamente a la crisis política en ese país, lo cual juega en esa dirección
anglosajona de ganar adeptos. Aquí también se incluyen Nicaragua y Honduras,
países con los cuales Washington mantiene acuerdos bilaterales en torno al ALCA