Medio Oriente - Asia - Africa
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Los ricos, las estrellas y África
Txente Rekondo
GAIN
No nos estamos refiriendo a las importantes riquezas del continente africano, ni
al espectacular cielo estrellado que cubre las tierras africanas por la noche.
Los próximos días el grupo G8 (el club de los países más "ricos") va a celebrar
una sesión en Escocia, y uno de los ejes de la misma va a ser el análisis de la
situación de África, y la posible conmutación de la deuda para algunos de los
estados de ese continente. Paralelamente, un grupo de artistas musicales han
acudido a la llamada de Bob Geldof, Bono (U2) y otros para organizar conciertos
en una campaña que han denominado "hacer de la pobreza historia", será su "Live
8".
Los representantes de los gobiernos del G8 ( Francia, Alemania, Italia, Japón,
Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá y Rusia) han elegido el tema de la deuda de
los países más pobres, principalmente los africanos, para lograr una bonita foto
de familia, al tiempo que nos venden en sus medios "lo buenos y magnánimos" que
son de cara a componer uno de los mayores problemas que asolan al mundo, la
pobreza de millones de personas.
Muchos son las preguntas e incógnitas que se generan en torno a la deuda
adquirida por estos países. Y lo que cada vez se hace más evidente es que se
asemeja a un perverso ciclo que ata de pies y manos las posibilidades de esos
estados para desarrollarse libremente. Así, a pesar de las grandes sumas de
dinero en préstamos que desde Occidente se han ido destinando a los llamados
países "más pobres", éstos no han logrado prosperar, al contrario no han hecho
sino endeudarse aún más.
Este círculo vicioso al que se ha abocado a buena parte del continente africano
ha estado impulsado por los estados e instituciones que dominan el mercado
internacional, y que su único fin es conseguir la mayor rentabilidad y
beneficios para esas élites. Esta política ha llevado a que los estados
receptores de "ayudas económicas" tengan que emplear las mismas para pagar a sus
acreedores, dejando de lado políticas sociales para sus poblaciones.
Tras la fotografía moralizante que nos pretenden vender desde el G8, la cruda
realidad es que la suma de la deuda "a cancelar" (importante evidentemente para
estos países) no es muy elevada si tomamos en cuenta las cifras de endeudamiento
de todos los países "más pobres".
Además, conviene recordar que cuantitativamente tan sólo 18 países han sido los
elegidos en una primera fase (otros 27 pueden seguir su camino), y llama
poderosamente la atención que un país como Nigeria no esté en la lista. Tal vez
porque su deuda es la misma que la que suman esos 27 países juntos, además de
los importantes recursos energéticos que posee.
Este movimiento de "los ricos" no es a cambio de nada. A estas alturas, es muy
difícil mantener un resquicio de credibilidad ante las políticas de ese club o
de los organismos como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Por
eso pronto veremos cómo los mercados africanos se liberalizan, sus productos se
marginan y el control de la situación sigue en manos de occidente (gobiernos,
instituciones o empresas privadas). Los países endeudados se va a ver obligados
a aceptar un mercado y unas políticas neoliberales que no hacen sino incrementar
su pobreza y su dependencia. Algunos analistas africanos llegan a describir la
situación con tintes más pesimistas que el mismo período de la colonización.
Las estrellas
El próximo dos de julio, Londres acogerá, al igual que otras capitales, un
macroconcierto organizado por Bob Geldof y al que se han adherido importantes
figuras de la escena internacional. Bajo el pomposo título de "hacer de la
pobreza historia", "Live 8", estos divos pretenden congregar a cientos de miles
de seguidores como forma de presión al G8 y a los gobiernos de los estados que
lo conforman.
Llama la atención en este contexto la facilidad que esgrimen algunos de estos
famosos para conferirse el papel de "portavoz de los sin voz" (Bono, declaró
recientemente que él representaba al pueblo africano que no tiene voz, a pesar
de que no le hayan elegido), aunque en definitiva nadie les ha otorgado ni les
ha elegido para tal distinción.
En torno a "Live 8" se van a concentrar artistas que no se les distingue por su
filantropía precisamente, también estarán cantantes como Elton John o Paul
McCartney que ostentan el desfasado y arcaico título de "sir" (con la
connotación que ello conlleva), e incluso un importante número de estrellas de
la canción que desconocen por completo la realidad de África y del mundo.
Frente a los que aplauden este tipo de iniciativas, algunas voces críticas
señalan que los que asisten a este tipo de conciertos no lo harán tanto por el
lema elegido sino por ver en directo a sus grupos favoritos. También apuntan que
este tipo de actos puede ser la cobertura ideal, e incluso involuntaria, para
los políticos del G8, centrando el debate en torno a la "deuda" o a eslóganes
tan generalistas como "acabar con la pobreza", al tiempo que se deja vía libre
para continuar con las privatizaciones y la liberación comercial de los países
"más pobres".
La guinda ha sido la ausencia de grupos africanos en el concierto de Londres,
que ha generado importantes protestas y críticas. Geldof ha señalado que esos
grupos no tienen tanta audiencia o son casi desconocidos (olvidándose que
algunos de sus invitados no suenan más allá de las cuatro paredes de sus casas o
de sus círculos de amistades). En definitiva, que tras este "loable acto de
caridad al prójimo", en las próximas semanas veremos un nuevo disco en el
mercado, "Live 8", "cuyos ingresos irán destinados en su totalidad y bla, bla,
bla..."
África
La verdadera estrella de todo este montaje debería haber sido África, quien
parece quedar tan sólo para justificar la fotografía final de ambos eventos.
África contemporánea es en buena parte el fruto envenenado del legado colonial.
Sociedades y pueblos divididos en estados diferentes, fronteras artificiales,
gobierno con escasa estructuración y poco nivel de legitimidad entre la
población, expolio de las riquezas del continente, corrupción y burocracia...
Lo cierto es que el continente africano alberga en su seno importantes recursos
y fuentes energéticas que le podrían permitir afrontar un futuro mucho más
halagüeño, siempre y cuando el pueblo africano fuese el dueño de esas riquezas.
África ha demostrado que la industria que se crea en torno a las "ayudas
económicas" tiene trampa. A pesar de los millones y millones de dólares que ha
recibido en las ultimas décadas, la situación ha empeorado. Desde Occidente se
aplican lecturas en sintonía con claves y ejes comunes al eurocentrismo,
alejadas en todo momento de las verdaderas necesidades y deseos de los pueblos
africanos.
Ese sistema de "ayudas" incentiva la dependencia, obstaculiza las capacidades de
desarrollo y aumenta la inviabilidad del propio proyecto africano. Los países
del G8 harían bien en recordar que son ellos con sus políticas los que
condicionan el comercio africano (con barreras comerciales y elevadas tasas),
los que sostienen el comercio armamentístico (que tanta muerte y destrucción
causa), surtiendo a muchos estados y conflictos en el continente, y también, son
los mismos que miran hacia otro lado cuando los dirigentes corruptos africanos
(que también los hay), blanquean grandes sumas de dinero en los bancos
occidentales.
Es evidente que hay muchas formas de ayudar a África, pero la principal es dejar
que sea la propia sociedad africana en su conjunto la que lidere y lleve
adelante el cambio que demandan sus pueblos y sus gentes. Mientras la
protagonista de todo ello no sea África, y sean "los ricos y las estrellas", el
continente africano seguirá perdiendo un tiempo precioso.